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Los jóvenes contraculturales de la Cataluña de los 70 revitalizaron el movimiento libertario en los estertores del franquismo y trataron de ensamblar el ‘underground’ y la tradición anarquista. Una exposición recuerda su legado

Cartel promocional de la exposición Underground y contracultura en la Cataluña de los 70.

Escrito por César G. Calero

Una multitud desfiló por las calles de Barcelona a finales de noviembre de 1936 para despedir a Buenaventura Durruti, el carismático dirigente anarquista caído en Madrid. El corto verano del anarquismo daba paso a la triste realidad de una contienda que se antojaba larga. La posguerra enterraría el sueño de una nueva sociedad. Pero el surco libertario, aquel que habían comenzado a labrar un puñado de obreros y artesanos a finales del siglo XIX bajo el influjo de Bakunin y Fanelli, no desapareció. La utopía ácrata recobró vida en el tardofranquismo y prendió su mecha de nuevo en Cataluña al calor de los nuevos tiempos. Vientos de cambio que llegaban de California, de Londres, de Ámsterdam, del Mayo francés. Los jóvenes contestatarios devoraban el California Trip de María José Ragué y el Durruti de Julio C. Acerete mientras fumaban marihuana o emprendían un viaje lisérgico. La banda sonora también había cambiado. En los bares del Barrio Chino, Las Ramblas o el Born no sonaban los acordes de Hijos del Pueblo sino la distorsión del Purple Haze de Jimmy Hendrix o la psicodelia envolvente del Epitaph de King Crimson. La CNT y el underground, aunque con cierto recelo, se daban la mano. Federica Montseny regresaba a una Barcelona abarrotada de banderas rojinegras en Montjuic, la misma ciudad por donde Ocaña paseaba su inconformismo radical. Nacía el teatro independiente de Comediants, la música layetana de Pau Riba, Jaume Sisa y Gato Pérez, el cómic sacrílego de Nazario y Pepichek, el periodismo contracultural de Ajoblanco que se atrevía con todo: feminismo, ecologismo, antimilitarismo, homosexualidad, antipsiquiatría… Eran los años 70 y Barcelona se iluminaba de nuevo.

La exposición “Underground y contracultura en la Cataluña de los 70”, comisariada por Pepe Ribas, fundador de la revista Ajoblanco y autor de Los 70 a destajo, refleja de manera muy ilustrativa esa efervescencia cultural, social y política que experimentó Cataluña en la década del 70. La muestra, en la que Ribas ha contado con la colaboración de Canti Casanovas (creador de la web sense nom) y el arquitecto y diseñador Dani Freixes, puede verse en CentroCentro (Ayuntamiento de Madrid) hasta el 12 de febrero tras su presentación hace un año en el Palau Robert de Barcelona.

Fue un tiempo acelerado en el que miles de jóvenes desafiaron los últimos vestigios de la dictadura

Aquella revolución cultural que había comenzado tímidamente a finales de los años sesenta eclosionó a mediados de los setenta y se difuminó antes de que concluyera esa década. Fue un tiempo acelerado en el que miles de jóvenes desafiaron los últimos vestigios de la dictadura y se propusieron cambiar los modos de vida franquistas. El rock se coló por la rendija del aperturismo económico y el incipiente turismo. Y junto a la música anglosajona llegaron también las influencias del esoterismo oriental, el LSD y los libros de autores foráneos que publicaba la editorial Kairós (Aldous Huxley, Jack Kerouac, Erich Fromm, Paul Goodman, Murray Bookchin, Alan Watts…). Esa editorial, fundada por el filósofo Salvador Pániker, sacó a la luz California Trip, de María José Ragué, una obra capital en los inicios de la contracultura catalana. Durante su estancia en la cuna del movimiento hippy norteamericano, Ragué recogió testimonios como el del poeta Allen Ginsberg, figura señera de la generación beat: “Nuestra percepción, nuestros sentidos, están bloqueados. Estamos condicionados por un círculo de ‘dinero-máquina-coche-banco-tv-familia-oficina-avión’ que no nos deja ver el circuito de la existencia”.

Los jóvenes contraculturales transforman en esos años todas las disciplinas artísticas. El rock psicodélico y progresivo se mezcla con el folclore nacional. Pau Riba, el primer hippy catalán, publica Dioptría en 1970. Jaume Sisa, la Companyia Elèctrica Dharma y Gato Pérez experimentan con diferentes ritmos en el templo musical de la contracultura: la sala Zeleste. En bares como el London, el Ascensor y el Cafè de l’Òpera se citan estudiantes, macarras y libertarios. Toda transgresión es bienvenida. Aparece un poeta en cada esquina de Las Ramblas y del Barrio Chino (el Raval actual). Pau Maragall, más conocido como Pau Malvido, hace un recuento de su generación en Nosotros, los malditos. Nace la Asamblea de Actores y Directores que organiza el Festival Grec en el verano del 76 y, en noviembre de ese año, la Asociación de Trabajadores del Espectáculo (ADTE), de tendencia anarquista, lleva a escena el Don Juan Tenorio de El Born en el mercado abandonado del barrio. “Aparecían en escena quince Doña Inés y nueve Don Juan, actuando desde diferentes puntos y bajo la dirección de varias personas”, destacaba la crónica del diario El País. Las influencias del Living Theatre de Julian Beck se pasan por la batidora mediterránea de los pasacalles y la fiesta pagana. El cómic rompe todos los esquemas de lo políticamente correcto con publicaciones como El Rrollo Enmascarado. Las autoridades franquistas se llevan las manos a la cabeza con La Divina Piraña, de Nazario Luque, o Pauperrimus comix, de Pepichek (pseudónimo de Josep Farriol).

Toda esa explosión creativa tiene que lidiar con la España de los tricornios y las sotanas. La represión estatal no frena a una generación que apuesta decididamente por la libertad

La censura cae sobre estos autores que hacen bandera de la irreverencia. Toda esa explosión creativa tiene que lidiar con la España de los tricornios y las sotanas. Pero la represión estatal no frena a una generación que apuesta decididamente por la libertad. Músicos y dibujantes, letraheridos y pasotas, se juntan en comunas y pisos donde todo se comparte. Pau Riba (fallecido en marzo de 2022) ya había fundado en 1968 una comuna en el Tibidabo junto a su pareja, Mercè Pastor. Cuando fueron desalojados de allí se instalan en Formentera. Riba dirá entonces: “Huí del cementerio de un lugar burgués y cristiano para inventarme una nueva forma de vida”.

Las revistas alternativas son en esos años fuente de comunicación y debate de esa nueva forma de vida. Star, dirigido por Juanjo Fernández, o el Ajoblanco de Ribas, Toni Puig y Fernando Mir, se constituyen en una suerte de redes sociales de papel y tinta. Ambas publicaciones sufrirán la censura de una dictadura agonizante. El primer número de Ajoblanco sale a la calle en octubre de 1974. En el momento de su máximo esplendor la revista vende cien mil ejemplares. Con sus monográficos sobre feminismo, ecología o antipsiquiatría genera una gigantesca comunidad de lectores y se erige como puente de confluencia entre el viejo anarquismo y los nuevos movimientos sociales hasta su cierre en 1980. La revista se reeditaría entre 1987 y 1999 y tendría una fugaz resurrección en 2017.

Fuera del sistema

“La contracultura –explica Ribas– implica vivir fuera del sistema. En aquella época esto solo se podía hacer en Barcelona porque había barrios en los que la policía no entraba. Hubo una ruptura con la moral franquista pero también con la moral victoriana europea. Y con el marxismo. Los grupos marxistas-leninistas, trotskistas o maoístas trataban mal a los homosexuales porque decían que eran gente débil que podía cantar la Traviata ante la policía. Y a las mujeres las usaban de secretarias. Nosotros, los contraculturales, no éramos machistas. El trato era de tú a tú en las comunas. La identidad sexual no estaba clara, había mucha gente bisexual. Se trataba de vivir al margen del sistema”.

La militancia se llevaba mejor si, como recuerda Ribas, uno salía de casa después de haber escuchado algo de rock. O se dejaba caer por un concierto, como los que ofreció King Crimson en el Palacio de Deportes de Granollers en noviembre de 1973 (durante dos jornadas). Hubo sus más y sus menos con la policía. Pero lo importante era flipar un rato mientras sonaban In the Court of the Crimson King y otros himnos de la banda de Robert Fripp. La ceremonia de los conciertos de rock no había hecho más que empezar. Cataluña tendrá pronto su particular Woodstock con el primer Canet Rock celebrado en julio de 1975 (con Pau Riba, Sisa, María del Mar Bonet y la Orquesta Platería, entre otros artistas).

En los años 70 proliferan también en Cataluña las comunas, rurales o urbanas, en las que los sentimientos colectivos priman sobre los impulsos individuales. Canti Casanovas tenía poco más de 20 años cuando alquiló una casa cerca de Igualada a la que se fueron a vivir varios amigos durante cinco años: “Teníamos reuniones para saber cómo debíamos plantar las lechugas y qué tipo de huerto nos interesaba más”. Casanovas había visitado una de las comunas del sur de Francia que había creado el filósofo y poeta Lanza del Vasto, un discípulo de Gandhi de origen italiano: “Tanto en las comunas como en los pisos de talleres de dibujantes se compartía todo, había dinero en común, nos conformábamos con comer arroz integral y salsa de soja”. El fenómeno de los neorrurales que prende a partir de los años 80 y llega hasta nuestros días debe mucho a esas primeras experiencias de vida compartida en el campo.

La contracultura catalana de los 70 ha sido silenciada a lo largo de los años, pero aquellos jóvenes rompieron tabúes y dogmas y se atrevieron a reivindicar derechos civiles de los que hoy disfrutamos

La contracultura catalana de los 70 ha sido silenciada a lo largo de los años como si nunca hubiera existido, pero aquellos jóvenes rompieron tabúes y dogmas y se atrevieron a reivindicar derechos civiles de los que hoy disfrutamos: la libertad sexual, los derechos de los homosexuales, el feminismo, el ecologismo, el antimilitarismo… Algunos se dejaron la vida en ello. Otros acabaron marginados por el sistema o absorbidos por las instituciones. Esa juventud rupturista exploraba nuevas formas de acción y protesta, alejadas del dogmatismo de las organizaciones marxistas. La vieja acracia exiliada o reprimida en las cárceles se encontraba con los jóvenes melenudos atraídos tanto por la pulsión libertaria como por el rock psicodélico. Pese a las diferencias generacionales y a algunas reticencias, la CNT y los movimientos sociales emergentes estaban condenados a entenderse: eran parte de la misma lucha antipactista. El sindicato anarcosindicalista mostró su pujanza en el mitin del 2 de julio de 1977. Unas 250.000 personas se congregan ese día en Montjuic, mucha más gente que en cualquier otro acto de masas de la izquierda. El surco sigue abriéndose. A finales de ese mes de julio llega el momento dorado de aquel renacimiento libertario. Los anarquistas toman Barcelona durante las Jornadas Libertarias organizadas por el Sindicato del Espectáculo de la CNT con la colaboración de Ajoblanco y otros colectivos.

Barcelona rojinegra

Entre el 22 y el 25 de julio Barcelona es una fiesta revolucionaria en la que no faltan los debates y las reivindicaciones políticas y sociales. Hubo música y baile en el Parque Güell, marchas a la cárcel Modelo para reclamar la libertad de los presos políticos y sesudos debates en el Saló Diana. Allí, ante la mirada de los cenetistas más veteranos, un joven Jordi Alemany, de la revista ecologista Alfalfa (financiada por Ajoblanco), criticó los sectarismos que impedían la unidad de acción: “Nadie tiene la exclusividad de un tipo de lucha”, proclamó. La cultura de masas obligaba a una reinvención del movimiento libertario que fuera capaz de superar los esquemas y estrategias tradicionales del anarcosindicalismo basados en las relaciones laborales y la producción. Las actividades de las jornadas quedaban consignadas diariamente en Barcelona Libertaria, cuaderno de bitácora que distribuía 40.000 ejemplares. En el número dos podía leerse: “De lo que se trata es de abrir las puertas al Comunismo Libertario, proyecto de futuro que se forja en nuestras manos (…) El anarquismo es la afirmación de un individuo y de una sociedad solidaria, sin clases ni patronos ni poderes”. Y se informaba del motín de 400 presos en la cárcel Modelo. Unos 40 reclusos lograron ocupar la cúpula del edificio. Era el primer motín –señalaba el diario– en que por primera vez los llamados presos comunes y presos políticos luchaban unidos ante la injusticia y la represión. Las reivindicaciones políticas se mezclaban esos días con las ganas de diversión y de liberación sin límites. El artista-activista Pepe Ocaña y Nazario lo entendieron muy bien cuando se subieron un día al escenario en el que tocaba un grupo de rock. Acompañados de un amigo y con su atrevidísimo look travesti, improvisaron una performance que entusiasmó a la entregada parroquia. Ocaña entonó un pasodoble y luego exclamó: “No soy gitana pura, soy gitana libertaria, por eso pido la amnistía para todas las mariquitas”.

“Creo que las Jornadas Libertarias, en las que participó medio millón de personas, fueron prematuras –asegura Ribas–. Se tenía que haber esperado más tiempo porque asustamos a los poderes; vieron que la acracia había resucitado y que no iba a pactar. Esto era muy peligroso en aquella situación, sobre todo para la socialdemocracia. Se creó un relato que no tiene nada que ver con lo que sucedió. Esta exposición, de alguna forma, pone de manifiesto lo que pasó, porque la gente se emocionaba y se reencontraba a sí misma (…) El encuentro de la cultura underground con el mundo de la CNT fue muy rápido, explosivo. El tiempo transcurrió demasiado deprisa. Los cuadros del sindicato estaban saliendo de la cárcel (aquellos que tenían 35 o 40 años) o habían estado en el exilio durante 40 años. Los exiliados eran mayores y se habían ido de España de una determinada manera y volvían a un país completamente distinto y que no comprendían. En muy poco tiempo –1977– la CNT alcanzó los ciento y pico mil militantes. Una locura. Por otro lado, la gente joven estaba inmersa en un proceso muy acelerado de cambio de costumbres, de huida de la casa y de la influencia del paterfamilias. Mi conclusión es que no hubo tiempo suficiente para que el movimiento libertario se articulara con la CNT tradicional”.

La decadencia

El fervor libertario del verano del 77 duraría poco. Seis meses después, en enero de 1978, el “caso Scala” reventaría las costuras de la renacida CNT. Se responsabilizó al sindicato por el incendio de la sala de fiestas y la muerte de cuatro trabajadores al término de una manifestación contra los Pactos de la Moncloa. Años después se sabría que todo fue orquestado por los aparatos policiales de un Estado que veía con extrema preocupación el auge del movimiento libertario. El acoso y derribo a la CNT coincidió con la aprobación de esos pactos entre los partidos políticos tradicionales. El régimen del 78 iba tomando forma y acabaría imponiendo su relato de la Transición.

En las barriadas más desfavorecidas de Barcelona irrumpía el punk, un movimiento nihilista pero no contestatario que atrapó a una juventud sin trabajo y sin futuro en un contexto de crisis económica. Ribas subraya que ese periodo coincide con la debacle del movimiento libertario: “Los partidos de extrema izquierda que no entraron en el Parlamento en el 77 se introdujeron en los movimientos sociales libertarios y comenzaron los enfrentamientos y las pugnas. Algunos de los que habían coordinado esos movimientos acabaron integrándose en las áreas de Juventud y Cultura de los nuevos ayuntamientos. Empezaba la cultura de la subvención”. En aquella época vertiginosa asoma también como actor destacado el nacionalismo. Casanovas siempre ha abogado por una mayor defensa del catalán, su lengua materna, pero rechaza la manera en que el pujolismo impuso el catalanismo como una cultura basada en símbolos nacionales: la sardana y los castells, Tàpies y Miró: “Yo quería dar una visión más amplia al crear la web sense nom (dedicada al periodo contracultural de los 70). El nacionalismo lo entiendo como opuesto a la contracultura, es la unidad en torno a elementos como la lengua o la bandera”.

Los jóvenes contraculturales no solo pretendían erradicar los modos de vida franquistas. Buscaban una transformación social de arriba abajo

El nuevo escenario sociopolítico y la crisis económica de finales de los 70 aceleran la decadencia de la contracultura catalana. El capitalismo inaugura una nueva fase especulativa, la carestía de la vida golpea a las familias más vulnerables y los barrios marginales se descomponen con el desembarco de la heroína, una droga de efectos devastadores que sustituye a ese “sacramento” de la espiritualidad que había sido el LSD. La era del nosotros y la solidaridad se apaga y surge la cultura del yo y la sublimación del dinero.

Los jóvenes contraculturales no solo pretendían erradicar los modos de vida franquistas. Su aliento iba más lejos. Buscaban una transformación social de arriba abajo. O, para ser exactos, de abajo arriba. “Queríamos una revolución cultural y nos quedamos a la mitad –reconoce Ribas–. Se impuso la cultura del mercado, el mundo de la estética, y se anuló el mundo de la ética y el pensamiento. Hoy hay poca libertad mental, estamos adocenados, muy instrumentalizados. Pero nos queda lo que hicimos. De todo aquello quedan las libertades civiles, el antimilitarismo, la laicidad, el feminismo… La huella está ahí y creo que en los márgenes de la sociedad todavía hay contracultura”.

 

[Fuente: http://www.ctxt.es]

En plus de 40 ans de carrière, Vivienne Westwood a su se réinventer et surprendre constamment. Vincent Darré rend hommage à la grande styliste qui s’est éteinte jeudi à Londres, à l’âge de 81 ans.

Vivienne Westwood, lors de l’un de ses défilés.

Écrit par Vincent Darré

En 2022, deux reines ont disparu : Elizabeth II et Vivienne Westwood. La première a défendu la couronne britannique ; la deuxième, l’irrévérence anglaise.

Avec un style choc et des coupes provoc’, ses vêtements transpiraient la rage. Déchirés et traversés d’épingles à nourrice, ils incarnaient la colère d’un pays nécrosé par la récession. De ce désenchantement est né le punk. Ce mouvement contestataire rassemblait les parias de toutes les classes sociales qui hurlaient leur rejet des valeurs établies et trouvaient refuge dans les créations de Vivienne Westwood, anticonformistes et révolutionnaires.

Il y a quelques jours, à Marrakech, je regardais les adolescents ouvrir leurs cadeaux sous le sapin de Noël. Quelle ne fut pas ma surprise de découvrir que leur marque favorite n’était ni Gucci, ni Saint Laurent, ni Chanel, mais bien, Vivienne Westwood. Devant mon étonnement, la créatrice Vanessa Seward, qui se trouvait à mes côtés, me fit part de l’intérêt de la jeune génération pour la marque anglaise. Des mots qui m’ont profondément ému. Vivienne Westwood semblait immortelle.

Peu de temps après, le 29 décembre, nous apprenions sa mort. Sur Instagram, je voyais s’abattre une avalanche d’images représentant ses performances vestimentaires, plus folles les unes que les autres. Son effigie apparaissait sous toutes les formes.

Je me suis alors souvenu de mon premier voyage à Londres avec Christian Louboutin, en 1980. Grâce à lui, j’ai découvert l’underground anglais, de l’artiste Andrew Logan à Zandra Rhodes. Avec Christian, nous allions à Worlds End, la boutique légendaire de Vivienne Westwood, située au 430 Kings Road à Londres, plus connue sous le nom de SEX. J’étais fasciné par le plancher en pente et l’horloge géante de la façade avec ses aiguilles qui tournaient à l’envers.

Je me suis aussi souvenu des défilés de Vivienne Westwood que je courais avec Paquita Paquin pour Les Matins de Paris. Elle écrivait, je dessinais. Je garde en tête la collection « Pirate » et ses silhouettes à la Boy George qui défilaient dans la cour carrée du Louvre. Sur le podium, les modèles fumaient des joints et gesticulaient comme des épouvantails. Le désordre était total. Vivienne Westwood, c’est 40 ans d’un style unique, immédiatement reconnaissable. Avec ses looks victoriens et décadents, elle était la mère spirituelle de John Galliano et d’Alexander McQueen. Une Schiaparelli des temps modernes, dépassant la mode par des messages politiques. Avec Vivienne Westwood, la femme était scandaleuse, libre.

Il est rare qu’un créateur reste si longtemps à la tête d’une maison. À l’époque où la mode est devenue un business gigantesque, tombé dans les mains de grands groupes, Vivienne Westwood avait réussi l’exploit de rester indépendante, à l’instar de Rei Kawakubo, la styliste de Comme des Garçons qui a bouleversé l’allure dans les années 1980, ou l’italienne Miuccia Prada qui, dans les années 1990, a réinventé la mode industrielle. Avant elles, Coco Chanel avait construit son empire dans un milieu dominé par les hommes, marquant, par son style, des générations de femmes.

Dans mon cœur, Vivienne Westwood restera la punk révoltée, excentrique, qui n’a jamais cessé de dénoncer les injustices. La créatrice était une rebelle, oui, mais jamais sans cause. La mode lui permettait de soutenir ses idéaux. Au centre de ses combats : les inégalités sociales et l’écologie. En plus de 40 ans de carrière, elle a su se réinventer et surprendre constamment. Avec elle, ne disparaît pas seulement une icône de la mode, mais aussi un esprit de liberté si rare dans ce temps gangrené par la pensée correcte. GOD SAVE THE QUEEN !

 

[Source : http://www.laregledujeu.org]

 

Peut-on rire de tout ? Dix-neuf auteurs s’attaquent à la question, et proposent des réponses étayées.

Propos recueillis par Christian RUBY

De quoi se moque-t-on ? Satire et liberté d’expression
Cédric Passard, Denis Ramond
2021
CNRS

En cette époque où l’on voit bien qu’il convient de défendre à tout prix la liberté d’expression, ce dont se chargent d’ailleurs de nombreux ouvrages, revues, discours, il n’est pas inutile d’interroger cette liberté du point de vue des moyens par lesquels elle se réalise : textes, films, discours, dessins, chansons. Mais c’est encore trop peu faire. Il est non moins important d’étudier les formats qu’elle prend, et par exemple, la satire, surtout que cette dernière ne cesse de s’attirer les foudres de la censure, et du nouvel « esprit de censure », fort bien décrit par Marc Angenot en fin du volume que nous présentons ici, caractéristique essentielle de notre époque.

De quoi parlons-nous ? De la satire, mâtinée d’humour, de rire, de caricatures. Cet ouvrage collectif en éclaire largement les traits, en outre du fait que page après page, il nous offre une imposante bibliographie sur le sujet. Les directeurs du volume n’ont pas cherché à présenter une essence de la satire, risquant par ce geste de la figer ou de la normer, alors qu’effectivement elle ne cesse de contourner les normes de la bienséance. Ils présentent différentes contributions à partir d’une pluralité de positionnements vis-à-vis d’elle. Ils proposent d’explorer les normes esthétiques et les contraintes juridiques, sociales, politiques et morales qui structurent l’espace de la satire, ainsi que les formes qu’elle revêt, les stratégies qu’empruntent les auteurs, et les réceptions qu’elle engendre. Au demeurant, il est clair, au fil de la lecture de l’ouvrage que la « vie de la satire », si l’on peut dire, n’est pas souvent agréable, pas plus que celle de certains satiristes. Depuis longtemps, ils sont en butte, d’une manière ou d’une autre, à des polémiques qui tendent à les écarter de la scène publique.

Dix-neuf contributeurs participent au développement du volume, s’arrêtant chacun pour son compte sur la satire littéraire, la satire artistique, les journaux satiriques, les caricatures de presse (avec iconographie), les pamphlets politiques, et par conséquent la différence entre la satire et la parodie ou le pamphlet, par exemple.

Un art de blâmer

Certes, chacun connaît des satires classiques. La satire fait l’objet d’un chapitre complet de la formation littéraire scolaire. Des fables, des proses, des poésies satiriques ont rythmé les années de collège ou de lycée. Cela suffit-il pour l’apprécier ou la comprendre ? Pas sûr. Encore qu’en apprenant comment les satires classiques ont été reçues (et ont reçues la censure de la librairie royale), des points de correspondance surgissent avec notre époque, c’est ce que montre Carole Talon-Hugon.

Cela ne dit pas encore de quoi il s’agit. La satire est, en première approche, un écrit, une œuvre à intention morale, centrée sur la dénonciation d’une situation, de mœurs réputées corrompues, d’attitudes dépravées. Elle met des vices au jour et leur oppose des vertus : courage, justice, tempérance… Les directeurs de ce volume le soulignent : « la satire mord, rit, se moque et frappe », pour reprendre une expression du satiriste allemand Kurt Tucholsky.

Au principe de la satire se trouve la reconnaissance du fait que les mots ou les images peuvent frapper. Autrement dit, la satire souhaite corriger la réalité. C’est ce pourquoi, dans l’Encyclopédie de Diderot et d’Alembert, Jaucourt affirme que la satire est « un poème dans lequel on attaque directement le vice ou quelque ridicule blâmable ».

Dans la société de consommation

L’interrogation de la satire ne doit pas renvoyer uniquement à son histoire ou à des références classiques. Qu’en est-il de la satire de nos jours ? Il est possible de constater que le domaine de la satire s’est étendu. D’autant que les moyens de diffusion se sont amplifiés. Même des quotidiens d’information ont intégré la satire dans leurs pages. Reste à savoir si elle est prise comme simple adjuvant, ou comme moyen d’attirer du public au moment de la chute des ventes de la presse quotidienne. Est-ce à dire, de surcroît, que la satire est devenue un objet de consommation parmi d’autres ? La télévision, d’ailleurs, n’est pas en reste de ce mouvement général. Des chaînes de télévision cultivent des émissions satiriques. Par ailleurs, même les débats les plus sérieux sont envahis par des humoristes.

Certes, la satire a pour propriété de poser un regard décalé sur le monde. Et à ce titre, elle doit participer des chroniques médiatiques. Ce n’est pas là la question de fond. Elle est plutôt celle-ci : cette intégration ne coïncide-t-elle pas avec l’expansion d’une irrévérence, bien sûr, mais désormais contrôlée, consommable et rapidement oubliable. La satire serait alors mise au service du diffuseur plutôt qu’elle continuerait à donner des signes d’indépendance. Aussi des auteurs dans ce volume, Denis Saint-Amand, Léa Tilkens et David Vrydaghs, finissent-ils par proposer une formule : plus la satire se répand, moins l’irrévérence est grande.

On notera que ce constat ne tient pas à la simple définition d’une pratique langagière spécifique, que l’on pourrait alors cantonner à un seul domaine. Non, la satire n’est pas affaire de genre. Elle est affaire d’inflexion d’une énonciation. Elle s’opère par ailleurs dans des figures de rhétorique repérables comme l’ekphrasis (description précise) et l’hypotypose (description d’une scène d’une manière frappante). Elle n’a pas de cible privilégiée, mais il faut noter que la satire littéraire s’en prend plus volontiers soit au monde politique, soit au monde littéraire lui-même. Les ambitions démesurées et les manœuvres opaques figurent au premier rang des travers épinglés du côté des politiques, comme les rapports entre les profits financiers et la valeur de l’écriture, ou les dominations dans le monde des lettres contemporain. Les écrivains Pierre Jourde et Éric Chevillard, montrent les auteurs, se font fort de reprocher à leurs cibles d’accaparer toute l’attention grâce à des produits (littéraires) médiocres. Loin de se contenter de divertir des textes de ce type pratiquent des saillies virulentes de l’ambition dévorante de politiciens. Pour autant notent des auteurs, la satire politique n’est pas nécessairement de droite. Elle peut se révéler progressiste. Ce qu’ils montrent en citant nombre de romans contemporains.

Caricatures

Tout cela ne signifie pas que la satire ne se heurte pas à des limites. Une satire peut être blasphématoire, mais le blasphème ne tombe sous le coup d’aucune loi, en France du moins. Une satire en revanche raciste ne peut arguer de la liberté d’expression. Le racisme n’est pas une opinion, mais un délit. Reste évidemment à montrer l’existence de ce caractère, ou à prouver des intentions racistes.

Des caricatures peuvent être légitimes, ce qui ne signifie pas qu’elles ne heurtent pas. L’article de Guy Haarscher reprend le dossier de ce qu’il est convenu d’appeler les « caricatures » de Mahomet publiées en 2005, au Danemark. L’application du terme « caricature » posant déjà un problème. Et l’auteur enchaîne en examinant les problèmes posés par d’autres expressions comme « islamophobie », et surtout la différence entre cette « islamophobie » et la critique de la religion musulmane, etc. Tous problèmes dont nous ne sommes pas sortis. Néanmoins, nous ne pouvons pas faire l’impasse sur le fait que la Cour européenne des droits de l’homme protège la liberté d’expression et ne mentionne pas le blasphème. Mais ce n’est pas sans que le droit se trouve parfois en opposition avec lui-même puisqu’il défend autant la liberté d’expression que la liberté religieuse.

Satire et démocratie

Évidemment la question se pose aussi de savoir si la satire peut ou doit jouer un rôle au sein de la démocratie, surtout si la satire a pour fonction de critiquer des personnages, individus ou groupes, en tournant en ridicule des traits, réels ou supposés, de leur caractère ou de leur appartenance à tel ou tel parti. La démocratie serait-elle aussi vivante si la satire disparaissait, et si elle ne cherchait pas à susciter un auditoire, de spectateurs ou de lecteurs, qui identifie les stéréotypes dont il conviendrait de se moquer ? En un mot, la satire, la caricature, l’humour vache seraient utiles pour la démocratie. Au demeurant, dans la version américaine, la Cour suprême ayant à juger des cas de satire concernant des hommes politiques affirme qu’une figure politique doit se construire une carapace épaisse pour supporter plus qu’une personne privée les attaques qui pourraient l’ébranler.

Si ceci semble aller de soi, il convient tout de même de se préoccuper de la juridicisation croissante des rapports sociaux depuis les années 1960. Dominique Lagorgette fait remarquer que l’échelle des polémiques a considérablement changé puisque tout un chacun se trouve désormais en capacité technologique de prendre parti publiquement, ou d’accuser le discours de quelqu’un par le truchement des réseaux sociaux. Des associations et des acteurs de réseaux se chargent d’accepter ou non tel ou tel propos ou dessin, de contrer ou non les prises de position publiques.

On voit se profiler ici le « on ne peut donc rire de tout » et le « on ne peut plus rien dire » ! L’ouvrage, sur ce plan, ne procède pas par suites d’affirmations dogmatiques. En fonction des auteurs des articles, ce sont toujours des situations concrètes qui viennent en avant. Par exemple le procès opposant Bob Siné à la LICRA (2009-2012). Le premier était accusé de haine et de violence à l’égard de personnes en raison de leur origine. La question soulevée à ce propos – l’auteur, Lagorgette, résumant fort patiemment ces affaires – était celle du discours polémique, et de la manière de l’aborder (quelles intentions, quel contexte, quelle rhétorique, etc.), mais aussi du rapport au lecteur.

C’est justement Dominique Tricaud qui pose les deux limites de ces propos. Qui choisir en effet entre Pierre Desproges affirmant « qu’on peut rire de tout, mais pas avec tout le monde » et Bernard-Henri Levy qui déclare : « on ne peut plus rire de tout » ? C’est la question qui guette le lecteur de l’ouvrage d’autant que ce qu’on a appelé ci-dessus la critique des stéréotypes implique non seulement l’analyse du propos mais encore la reconnaissance du fait que l’usage de stéréotypes peut avoir des accents racistes, on le sait. Bien sûr, on peut les explorer comme outils de distanciation et de perturbation des pouvoirs. La satire n’est pas absente de potentiel subversif. Mais la satire peut aussi se renverser en imposture. Voilà qui nous renvoie au chapitre de cet ouvrage consacré aux « limites de la satire », quel que soit le domaine de référence, la culture, la politique, les mœurs, etc.

La satire et les personnes

Certes, la satire peut dénoncer l’hypocrisie de ceux qu’elle prend pour cible, mettre en évidence la contradiction entre des paroles et des actes, révéler aux yeux du public des « arrières-mondes » dans lesquels se trament les plus noirs desseins. Si Olivier Ihl comme Philippe Darriulat examinent avec précision et des exemples de dessins des formes historiques de la satire à l’égard des personnes (plutôt au XIXème siècle quoique jusqu’aux années 1930), ils ne cessent de revenir à la question : peut-on rire de tout et surtout de tout le monde ? Mais la réponse, étayée de nombreuses références, est moins évidente qu’on ne le croit. La question semble mal posée, parce qu’elle semble se réduire à un débat juridique sur ce qui est permis et ce qui ne l’est pas. Paul Aron conclut d’ailleurs que « il faudrait plutôt se demander dans quelle mesure la satire par assignations forcées est compatible avec une intention satirique qui voudrait défendre des valeurs de gauche ou même simplement républicaines.

Or, justement, les articles consacrés à Coluche (Marie Duret-Pujol) et Dieudonné (Nelly Quemener) précisent les choses. La première s’appuie sur les prises de parole publiques de Coluche pour saisir les représentations du monde social qu’il engage. Suite à cela, elle relève comment ce personnage porte des critiques envers une forme de pouvoir, notamment durant la période de sa candidature à la présidence de la République (1980). Elle analyse la rhétorique du comique : déformation de la cible pour en dévoiler l’arbitraire, révélation des mécanismes de dominations des médias, exploration des instances de pouvoir, critique des dominés. Coluche propose un bilan négatif des années Giscard, et invite à ne pas lui donner des voix. Globalement la satire se déploie dans la raillerie à l’égard du pouvoir, dessinant deux mondes : « eux », ceux qui ont le pouvoir, et « nous » le collectif qui résiste. Mais Coluche remet aussi en cause le dispositif électoral et met en lumière la crise de la délégation au cœur de la Vème République. La lectrice et le lecteur compareront alors les résultats de cette analyse avec ceux de la parole de Dieudonné, condamné par la justice pour antisémitisme, quoique cette analyse sont moins fouillées, prêtant plutôt à des jeux de définition du rire, du comique, etc. Où d’ailleurs on n’évite pas la référence à Henri Bergson.

Mais ce que l’on peut remarquer surtout résulte d’une comparaison à entreprendre par la lectrice ou le lecteur avec le cas de la satire politique visant une femme, en l’occurrence madame Édith Cresson, première ministre à l’époque des faits étudiés par Pierre-Emmanuel Guigo. Il faut lire ces pages montrant la part de l’image satirique dans la chute de la première ministre. Mais ce n’est pas sans qu’on y côtoie ce qui serait sans doute une borne de la satire.

 

[Source : http://www.nonfiction.fr]

El escritor mantiene una conversación con su alter ego Pedro Juan sobre la vida y la literatura donde repasa su trayectoria literaria y vital.

Pedro Juan Gutiérrez, poeta, periodista, pintor, entre otros oficios, con más de 40 publicaciones a sus espaldas, el Prometeo sexual desatado, como le llamaba Roberto Bolaño, explora sus vivencias con su característico estilo crudo, fuerte y directo del downtown de la Habana.

Diálogo con mi sombra : sobre el oficio de escritor / Pedro Juan Gutiérrez. Anagrama, 2021

SINOPSIS

Pedro Juan entrevista a Pedro Juan. El escritor hace un ágil y exhaustivo repaso de su vida y su obra en el que no se deja nada en el tintero. Y es que, si hablamos de Pedro Juan Gutiérrez, vida y obra se entrecruzan y entremezclan hasta confundirse en la trayectoria de este autor vitalista, visceral y carnal.

En estas páginas evoca sus tempranos pinitos como enamoradizo poeta infantil en Matanzas, el descubrimiento del sexo y la masturbación, la vida en las calles, su juventud en la etapa más dura y represiva de la revolución en los setenta –cuando se prohibieron cosas como el jazz y el rock–, los inicios de su carrera como periodista en la radio, la llegada a La Habana, sus relaciones con mujeres maduras… Y nos habla también de su concepción de la literatura: de cómo el escritor debe vampirizar la realidad, de su teoría de la literatura construida como realidad enloquecida, de la relevancia de la oralidad en su obra, la construcción de sus antihéroes, la importancia del sexo en sus libros, el recurso a la irreverencia y la obscenidad, el rechazo a la actual corrección política… Y desgrana sus lecturas e influencias: los cómics americanos, Kafka, Juan Rulfo, Nicanor Parra, Cortázar, Capote, Malaparte, Carpentier, Sherwood Anderson, los cuentos de Hemingway y Grace Paley, Bukowski y hasta la Corín Tellado que su madre leía con fruición.

Fragmento del llibro disponible en la página web de Anagrama

 

[Fuente: http://www.americat.barcelona]

Escrito por Salinas, M.

  1. LA RISA 

En diversas culturas y civilizaciones la risa es uno de los signos más consistentes de la vida y de la celebración de la vida. La risa acompaña y sacude, suscita y resucita la vida del mundo. La risa es intensidad, plenitud vital, placer original, juego permanente de hombres o dioses. Es señal de la potencia de lo sagrado, signo eficaz del paso de la muerte a la vida, del no-ser al ser, del caos al cosmos, atributo primordial del carácter fundamentalmente festivo de las mujeres y los hombres.

La risa, junto al humor y la alegría, remite al origen eufórico de la vida. Se contradice con la seriedad inherente a toda enajenación mental o corporal del eros y de la fiesta (la vida en común) por la guerra o la discordia, la razón o el trabajo inhumanos. Introduce una disputa persistente contra la profanación del mundo llevada a cabo por estos rasgos alienantes y violentos. Constituye un llamado libertario al carácter sagrado de la vida y la salud como algo anterior a toda otra trascendentalización del mundo. Esta contradicción atraviesa muchas veces a las culturas consigo mismas o en relación a otras como un contrapunto entre la vida y la muerte, el amor o los sacrificios humanos.

La risa ha sido en muy distintos tiempos y lugares el signo por excelencia que asegura y sostiene la vitalidad del universo. La antigua mitología de Egipto exaltó la figura de Hator, diosa de la alegría, el amor y la sonrisa. Ella superó la crisis en que se vio envuelto el cosmos debido a la ira del dios del sol Ra-Harakhti. La saludable y vital presencia de la diosa permitió que el gran dios desatara una risa que recuperó la luz del mundo (siglo XII a. C.). En la mitología de Japón se halla un relato correspondiente en la figura de la diosa Ame-no-Uzume-no-mikoto, quien logró liberar la risa de ochocientas miríadas de kamis (divinidades). Esto permitió devolver la luz al universo (siglo VIII d. C.).

La risa y la alegría caracterizan los símbolos amorosos de las culturas precisamente por su condición de fuentes originarias y responsables de la vida. De forma similar a las divinidades nombradas de Egipto y Japón antiguos, las diosas madres de carácter fecundante o generador del Mediterráneo oriental como Deméter o Afrodita, se caracterizaron por lo mismo. Deméter, diosa de la fertilidad y de la tierra como divinidad primordial del principio femenino, con su risa trajo la primavera a la tierra. En la literatura órfica se ponderó la risa reconfortante con que acogió la hospitalidad de la corte de Eleusis.

Un símbolo indiscutido fue Afrodita, la diosa del amor, el mar y la sonrisa, versión griega del culto oriental a una divinidad lunar. Representó el principio húmedo y líquido, causa de toda generación, y de la fecundidad femenina, y de la Naturaleza. Nacida de la espuma del mar, sus frutos marinos se consideraron justamente afrodisíacos (estimuladores de la vida). La hierba y las flores brotaban de la tierra dondequiera que pasaba. Representó el amor, el placer y alegría. Su sonrisa tenía la virtud de calmar los vientos. Para Homero era la « sonriente Afrodita », « la que gusta de reír » (philommeidés). Su corte la integraban las risas, dioses que presidían la jovialidad, o también Riso, el dios de la alegría, cuya estatua se colocaba siempre cerca de la de Venus-Afrodita, con las Gracias y los Amores. La popularidad de su culto le puso el apelativo de « pandemos », diosa de todos los pueblos. El canto de Hesíodo a Afrodita expresó los sentidos de su humor y de su amor: « Tomó tierra la bella diosa veneranda y, en torno, la hierba bajo los pies suave brotaba; y a ella, Afrodita /…/ la llaman dioses y hombres, porque en la espuma se crió;…; o Filomeda, porque de los genitales (medéon) vino a la luz. /…/ Y este honor desde el principio posee y tiene asignada esta parte entre los hombres y los inmortales dioses: confidencias virginales, y sonrisas, y engaños, y deleitación suave, y amor, y dulzura ». (« Teogonía », 194-206).

Estos principios sagrados de la vida y de la risa en el Universo se reproducen en las culturas con similares características bajo las figuras reiteradas de diosas o mujeres divinas o divinizadas, fecundas o fecundadas. En Polinesia se trata de la diosa lunar, la tierna y sonriente Hina. En Africa es Mami Wata, divinidad acuática y risueña, o Yemayá, la madre de la vida y de todos los orichás, dueña de las aguas del mar, que ríe a carcajadas y da vueltas en el agua como las olas, presente en la cultura afroamericana del Caribe y de Brasil.

En México se trata de Xochiquétzal, la « diosa verdadera, tan adorable y tan alegre ». Las mujeres encargadas de su culto probablemente fueron los modelos de las famosas « caras sonrientes » de Totonicapán. En la mitología guaraní de América del Sur, por su parte, existe la figura de Ma´e-hory (« Mirada risueña »), origen de la nación tupí, quien, casado con Tupinambá, instaló su hogar en las riberas fértiles del Amazonas Finalmente, conocemos la clásica figura oriental de Sara, la mujer que desafiando su vejez concibió a Itzchaq, el hijo del placer y de la risa (« Dios me ha dado de qué reír, todo el que lo oiga se reirá conmigo », Gén 21, 6).

La risa es un signo elemental e inequívoco de lo sagrado de la vida ante el mundo del trabajo, la discordia o la racionalidad profanas. Las civilizaciones y culturas tienden a volcarse hacia estas dimensiones, auspiciando el sentido serio de la vida. Sin embargo, siempre desde adentro o desde afuera de ellas mismas, renace la risa y el sentido del humor, el sentido festivo del mundo, como principio eufórico fundamental e inexcusable de la vida. Este es el sentido más propio de las obras maestras de la cultura cómica popular (como la obra de Aristófanes « Lisístrata » en el siglo V-IV a. C.).

Las culturas y literaturas del mundo conceden, pues, en mayor o menor medida, un espacio a este rasgo fundamental y elemental de la vida. Ciertamente son las culturas y literaturas folklóricas, más profundamente ceñidas a las sabidurías de los pueblos, las que le han concedido mayor espontaneidad, presencia y estimación.

En India, el humor y la alegría son concebidos ciertamente como el origen del mundo. Existe la sentencia sánscrita recogida por Rabindranath Tagore: « En verdad, todas las cosas tienen su nacimiento en la alegría eterna » (Anandádhyéva khalvimáni chutáni, jayanté), además de otras suyas (« Tu risa, mujer, es la música de la fuente de la vida », etc). Una de las personalidades místicas más sobresalientes de la India es la figura especialmente risueña de Ramakrishna, el sacerdote de la gran diosa maternal y lúdica del mundo Kali (« Ramakrishna se rió como él sabía hacerlo, con su alegre risa de niño »).

En África y en las demás culturas afroamericanas hasta la actualidad la risa tiene una valoración privilegiada como expresión de vitalidad inextinguible. En Senegal los antepasados son llamados « almas risueñas ». Entre los bambaras de Sudán el nivel superior de la vida espiritual se caracteriza por el gozo, el placer y la alegría correspondiente a la entrada del alma en el dominio de la fecundidad y la procreación. Estos místicos africanos, los koré dugaw, se entregan a las hilaridades y jocosidades más festivas, remedando burlescamente las cosas serias: « Por la comicidad que crean y la risa que esta provoca son expresión de la vida que no se preocupa ni de reglas ni de barreras, de la vida que se burla de topes y limitaciones ». La risa en África se concibe como un fluido o una humedad vital propia y característica del hombre. Es una palabra que libera, que rompe las cadenas, como las aguas desbordantes de los ríos y de los mares. El escritor afroecuatoriano Adalberto Ortiz ha dicho: « Un río es la eterna risa de los negros en el oscuro rostro de la selva virgen ». La risa alcanza a tener una fuerza independiente por sí misma. En el lenguaje del autor yoruba Amos Tutuola: « Aquella noche conocimos personalmente la risa, pues después de que cada uno de ellos hubo acabado de reír, la risa siguió riendo durante dos horas… No sabíamos el tiempo que llevábamos riéndonos con ella, pero nos reíamos únicamente de la risa de la risa,… Finalmente, le pidieron a la risa que hiciera el favor de parar; pero ella no podía ».

En la cultura árabe la risa y el humor fueron singularmente apreciados. Así lo experimentó el propio Mahoma (570-632 d. C.), el profeta del « riente y alegre Paraíso »: « Según la tradición, Mahoma utilizaba con gracia y sutileza la broma, y de él se decía que era el más festivo de los hombres ». Especialmente proclive al humor y la comicidad fue el mundo cultural y literario árabe musulmán de España. En el siglo XI Ibn Hazm de Córdoba recuerda al sabio y piadoso cadí Mundir ibn Sa´id como el hombre « más chistoso y chocarrero » (« El collar de la paloma », 1022). En el siglo XII el poeta popular Ibn Kuzman cultivó profusamente en sus cancioneros el humor y los chistes juglarescos y callejeros de Córdoba (« Cuando muera, estas son mis instrucciones para el entierro: / dormiré con una viña entre los párpados;… », etc). En el siglo XIII el santo y milagroso Abu Ali al-Chakkaz, de Sevilla, se caracterizó por sus chistes y bromas. El visir de Granada Abu Bakr Muhámmad ibn Asim (1359-1426) compuso « Acerca de respuestas felices que despiertan la risa ». Este fue el marco cultural en que se inscribió el « Libro de Buen Amor » de Juan Ruiz en el siglo XIV español. La jocosidad y el humor hispano-árabes impregnaron el mundo cristiano de la Península, otorgándole una especial alegría y gozo de vivir. El arcipreste de Hita no gustó de tristezas ni cuadros sombríos. Cantó los gozos y no los dolores de la Virgen. Aspiró a que el hombre « entreponga plazeres e alegre la razón, / que la mucha tristeza mucho coidado pon » (« Libro de Buen Amor », 44). Todo este trasfondo cultural hizo que en España quedara como un legado permanente el estilo de vivir según las fuentes orientales árabes. Ante la herencia latina de Occidente, la literatura popular de España y Portugal recordó siempre el sentido cómico original de la vida. Según los versos del cancionero de Juan Alfonso de Baena en el siglo XV: « Señor, lo tercero e mas provechoso / es que non tomedes ningunos pesares / mas muchos plazeres, oyendo juglares / con gesto riente, gentil, deleitoso: / a todos muy franco, cortés, gasajoso, / algunas vegadas cantando, tañiendo, / con lindos fidalgos folgando e riendo /… »

En Indoamérica el sentido de la risa y el humor se asoció al esplendor de la vida con explícitas resonancias sagradas. La cultura y literatura nahuatl de México vincularon la risa a la vitalidad del amor y la verdad, a los tradicionales fundamentos del ser en las flores y los cantos (in xochitl in cuicatl). Según la inspiración erótica del Canto de las Mujeres de Chalco (Chalca Cihuacuícatl, siglo XV d.C.): « Deseo y deseo las flores, / deseo y deseo los cantos, /…/ Ven a unirte, ven a unirte: / es mi alegría. /…/. Habremos de reír, nos alegraremos, / habrá deleite, yo tendré gloria, /… » . La expresión lúdica del ser humano expresó la verdad de la risa junto al agua y a la complacencia divinas: « Yo soy el travieso: flor es mi canción: /…/ Diferentes flores voy esparciendo, / vengo a ofrendar cantos, flores embriagantes. / ¡Ah, soy el travieso, que vengo de allá / donde el agua sale! /…/ Vengo a deleitar al dios. /…/. Yo, el guiñador de ojos, el que andaba riendo, / de dentro del patio vengo. / En flor vengo a convertirme yo,… » . La risa fue signo de fecundidad y regocijo sagrados. Las pequeñas divinidades lunares y campesinas de las cosechas, de la abundancia, de la embriaguez, y del octli o jugo del maguey fermentado, fueron los Cuatrocientos Conejos sonrientes (centzon totochtin). (La fiesta del Universo junto a la gran diosa madre Tonantzin conduce a la Tierra de las flores o Tierra de la verdad (Xochitlalpan). Gracias a ella los nahuas experimentan una alegría sagrada que no logró enajenar la expansión europea del siglo XVI (este es el sentido vitalizador y optimista del Nican Mopohua o relato náhuatl de la aparición de la diosa Tonantzin-Guadalupe en 1531).

Las culturas guaraníes y mapuches confirman el vigor y la importancia del buen humor, la alegría y la risa en Indoamérica del Sur. La lengua guaraní ofrece una rica variedad para designar la excelencia y complejidad del lenguaje del humor:

Pucá – Risa

Pucá – Reír / Reírse

Pucavi – Sonreír, sonreírse

Pucagui – Sonrisa

Pucapó – Risa súbita, risotada

Pucapucú – Carcajada, risa continuada

Pucasororó – Carcajada, risa estrepitosa

Pucahá – Hazmerreír

Vi´á – Alegre / Contento / Feliz / Achispado / Divertido

Vi´á – Alegrarse / Regocijarse / Divertirse / Gozar /Sentirse dichoso

Rovi´á – Alegrar / Divertir / Recrear / Aquerenciar / Dar gusto y placer / Complacer

Ovi´ava – El dichoso, el contento, el bienaventurado

Mbovi´á – Alegrar / Divertir / Recrear / Regocijar /Aquerenciar

Toriva – Feliz / Alegre / Risueño / Jocoso

Tori – Alegre / Feliz / Dichoso / Risueño / Regocijo /Júbilo

Hori – Estar alegre, alegrarse

Ñembohori – Alegrarse

Anghori – Alegría, consuelo

Mbohori – Alegrar, contentar, agradar

Rohori – Agasajar / Alegrar / Festejar / Congratular / Felicitar

Yererohori – Alegrarse / Festejarse / Ser agasajado

Porombohori – Alegrar a la gente

Ivitori – Tierra de la alegría

Heteaé – Estar alegre, de buen humor

Tetea´é – Animado / Alegre / De buen humor

Mbohetea´é – Animar, alegrar, avivar, ocasionar buen humor / Desperezar / Alentar

Apiraí – Burla

Aruaí – Burla, chocarrería

Yoyái – Burlarse, reírse de

Ñemboyarú – Bromearse / Chancearse

Mboyarú – Bromear, chancear / Retozar / Acariciar

Taveá – Burlarse / Mofarse / Chancearse / Farrear / Tomar el pelo

Kiritó – Dios (en sentido humorístico)

Frente a esta riqueza lingüística para designar los fenómenos del humor, el guaraní tiene tan solo un vocablo para designar lo serio, y que quiere decir lo mismo que grave, cargoso, fastidioso o lerdo (pohii). El blanco cristiano como gran señor o ´señorón´ es identificado como hombre serio (caraiguasú). Según el folklore guaraní, Tupá (Dios) concedió al hombre el atributo de la risa para estar alegre, combatir la adversidad y distinguirse de los demás seres vivos.

Los mapuches de Chile revelaron un sentido del humor y de la alegría que dio cuenta de su refinada cultura y creencias religiosas. « Los indios chilenses son por la mayor parte coléricos sanguíneos, de alta estatura, huesos sólidos y cuerpos fornidos y membrudos, rostros hermosos y colorados, aunque trigueños, de suerte que siempre andan representando alegría,… Era este Michimalongo de buena estatura, muy fornido y animoso; tenía el rostro alegre y agraciado, tanto, que aun a los mesmos españoles era amable ». Lo mismo advirtió Pineda y Bacuñán en su amigo Quilalebo. Este era un « viejo de buen humor y de buen gusto », « chancero y decidor, y de jovial y alegre natural ». Con humor tomaron las amonestaciones de los blancos cristianos. Un obispo de Concepción informó a Roma en 1769: « Cuando son inducidos a cumplir los mandamientos bajo la amenaza de las penas del infierno, responden con risa que su frío va a vencer los ardores del infierno y que, sin embargo, entretanto deben observar sus ritos ».

Los fundamentos de la alegría y el regocijo fueron de carácter religioso. Esto se aprecia en los cantos chamánicos de las machis: « Dotada de estos remedios, / feliz y contenta te alabo / desde el fondo del alma, Señor, / y te canto alegremente;…/. Vigoriza el corazón, / dándole nuevos pulsos;…/ y que goce de nuevo / de mucha alegría grande./…/ Señor Dios, confío en ti y te ruego / que me des paz, tranquilidad y gozo; / alegría y felicidad para vivir, / contenta y satisfecha para seguir / el camino de la alegría y vida. /…/ El Jefe de la alegría y felicidad del cielo / intervino y favoreció mi elección de machi. / Ea, arriba, arriba mi corazón de alegría y felicidad ».

  1. OCCIDENTE Y LA PROBLEMATIZACIÓN DE LA RISA
  1. La tragedia griega

En el origen de las creencias y mitologías predominantes de Occidente se situó el culto a los héroes a través de la seriedad de la tragedia griega. El héroe primordial fue Ulises, rey de Ítaca, « el de largo sufrimiento », « el saqueador de ciudades descendiente de Zeus ». La acción de Ulises se representa por la muerte, la astucia, y el botín de guerra: « Tomé a saco su ciudad y maté a su gente y fuera de la ciudad sacamos a las mujeres y sus muchas riquezas, y nos las repartimos… » (« Odisea », Canto IX).

Aquí no hay lugar para el sentido del humor o del amor.

¿Qué religión o divinidad inspira estas acciones heroicas? Una figura especialmente explicativa es la diosa Atena-Minerva, la protectora de Atenas y de los héroes, la diosa virgen de la ciudad próspera y floreciente, de las virtudes cívicas y de la guerra, de las empresas industriosas, la protectora de Ulises. Como su protegido, ella es « la saqueadora ». Ella no conoció ni se interesó por el amor, rechazó siempre los requerimientos amorosos. Antes bien, ella es la virgen inmaculada que conduce a los ejércitos. Junto a ella « el Terror cuelga como una guirnalda, y allí está el Odio, y la Fuerza del Combate, y el Homicidio que hiela el corazón,… » (« Ilíada », Canto V). Si sonríe lo hace de forma irónica y en el contexto de la guerra (« Odisea », Canto XIII). Su virginidad es el símbolo de la invencibilidad de la ciudad de Occidente.

Por eso ella está en contraste con Afrodita, la diosa del mar y del amor, la « amante de la risa (« philommeidés », que gusta de reír). Según la « Ilíada » Atena y Afrodita actuaron en campos opuestos. La primera, junto a los griegos; Afrodita, junto a los troyanos, del Asia Menor. Incluso, Atena tomó la iniciativa de agredir a Afrodita. Esta última, herida, terminó aconsejada por Zeus de despreocuparse de la guerra para dedicarse a los « preciosos secretos del matrimonio » (Canto V). En la visión política de Homero, entonces, el amor y la risa debían quedar en el ámbito derrotado de lo privado. Lo público y triunfante fue el ámbito serio de la viril Atena-Minerva nacida de la cabeza de Zeus, « el Pensador », y símbolo de la voz tonante de Zeus. Esta mitología de Occidente fundó una inequívoca degradación de la risa y de su símbolo divino, « la amante de la risa », « la sonriente Afrodita ».

En el siglo IV a. C. Aristóteles confirmó esta fundamental mitología de Occidente. El filósofo sostuvo en su « Ética a Nicómaco » que lo serio era lo rector de la vida y que lo cómico constituía una deficiencia moral o estética (X, 6, 1.176 b). Y aún agregó: « Ahora bien, la risa es una forma de engaño y desconcierto;… lo que nos coge desprevenidos tiende a engañarnos, y esto es también lo que origina la risa;… » (« Problemata », XXXV, 6, 965 a). En su « Poética », donde se propuso definir las características de la tragedia, terminó diciendo que lo que incitaba a la risa era lo « feo y deforme ». Los griegos descubrieron reírse a costa de los defectos ajenos (« Poética », V, 1, 1.449 a).

  1. La seriedad medieval

Durante los siglos medievales hubo elementos que reprodujeron la visión trágica del mundo heredada de la Antigüedad griega. En el siglo IV algunas autoridades religiosas pretendieron desterrar de la cultura el sentido del humor. Basilio, obispo de Cesarea y fundador del modelo conventual cristiano (basado en la dicotomía entre el exterior y el interior de los muros monacales con el objeto de separarse del resto del mundo) (330-379), prohibió de modo terminante reír a carcajadas. La risa no entraba en el plan de la redención cristiana. Era algo propio de los condenados (¿reírse como condenado?). Dijo Basilio: « El Señor ha condenado a los que ríen en esta vida ». (PG 31, col. 1104). Juan Crisóstomo, patriarca de Constantinopla (354-407), aventuró una afirmación que sería capital en el pensamiento medieval: Cristo nunca había reído (PG 62, col. 69). Combatiendo a los arrianos, les reprochó el haber introducido en el oficio religioso elementos de los mimos: canto, gesticulación y risa. En fin, Agustín, obispo de Hipona (356-430), hizo una censura que repetirán todos los moralistas medievales: apoyar a los histriones equivale a sacrificar al demonio. En el siglo VI Benito de Nursia, patriarca del monasticismo occidental, fundador de la orden de los benedictinos, y el primero en concebir todo el cristianismo como una religión monacal (480-547), excluyó absolutamente la risa de su famosa Regla (RB 6,8).

¿Qué significó esta recreación de la tradición antigua en el Occidente medieval?

Eran los fundamentos de un orden religioso y político particular: una civilización material conducida monolíticamente por las autoridades de la Iglesia, donde se consideró necesario excluir en mayor o menor grado las formas de irreverencia vinculadas al humor. Se estaba construyendo la seriedad que debió infundir el temor y la intimidación que dominaron en la Edad Media.

En el siglo XIII se realizaron intentos notables por desterrar, muchas veces sin resultado, los rasgos desenfadados del humor popular encarnado especialmente en los juglares. Estos fueron censurados por papas, reyes y concilios (Bonifacio VIII, Alfonso X El Sabio y las « Partidas », IV Concilio de Letrán, etc). Los juglares fueron el eco de la propia vida del pueblo, con su libertad, agudeza y alegría. Diferenciándose hasta cierto punto de estos juglares, en Castilla Gonzalo de Berceo (1180-1246), educado en un monasterio de la orden de Benito de Nursia, cuya regla comúnmente se ha creído que guardó, trató de contrarrestar esta vida popular, que él mismo no logró evitar del todo, con ciertos « dictados » clericales: « Mostrat el Pater Noster a vuestras criaturas,/castigat que lo digan yendo por las pasturas,/mas vale digan esso que chistas nin locuras,/ca suelen tales mozos fablar muchas orruras ».

En el fondo, el espíritu oficial medieval debió enfrentarse con las fuerzas singulares de la cultura cómica popular y sus representaciones carnavalescas de mimos, danzaderas o juglares. Las disposiciones canónicas no hacían sino resaltar la vida real cómica del pueblo. Hasta los clérigos hacían de juglares y mimos. Los sermones jocosos eran una realidad en Toledo en el siglo XV (Concilio de Toledo de 1473). Tomás de Aquino debió conceder cierta licencia a los histriones con tal de moderar sus gestos y palabras (Suma Teológica II IIae, q. 168, art. 3). ¿Más ello sería posible? Los juglares tenían otros referentes culturales que el de los doctores medievales. Un juglar debía saber donde moraba la diosa del amor, imagen implícita de la ancestral y sonriente Afrodita. Hasta el fin de la Edad Media el espíritu alegre y regocijado del pueblo debió ser contenido por las autoridades. En 1496 una ley de la Nueva Recopilación de Castilla prohibió « decir ni cantar, de noche ni de día, por las calles ni plazas, ni caminos, ningunas palabras sucias ni deshonestas, que comúnmente llaman ´pullas´… ».

  1. El ascetismo moderno 

Recogiendo las tradiciones y cánones establecidos de Occidente la modernidad verificó la constitución epistemológica del sujeto racional. Este proceso constituyó una ascesis cultural y filosófica desde el proceso escéptico de Descartes hasta el ser para la muerte de Heidegger. Se trató de la separación ascética de la vida en sí misma: principio de negatividad y nihilismo que desembocó en la dominación destructiva del universo.

Esta ascesis implicó un renovado desprecio por la risa. En el siglo XVI este desprecio europeo se manifestó por la acentuación de la tradición canónica de Occidente desde Castilla a los Países Bajos. En 1535 Erasmo de Rotterdam (1469-1536), condenó la tradición religiosa popular medieval de la « risa pascual »: « Y lo más vergonzoso es que, siguiendo el deseo del pueblo, algunos provocan la risa de la gente en las fiestas pascuales con relatos de tal calibre, obviamente inventados y en su mayor parte obscenos, que ni siquiera en un convite un hombre honesto podría repetirlos sin avergonzarse ». (« Ecclestiastae », Basilea 1535). En 1596, inspirado sobre todo en Aristóteles, el literato y médico de la Corte, el español Alonso López Pinciano, crítico tenaz de la cultura popular de su tiempo, señaló que « la risa está fundada en un no sé qué de torpe y feo, de lo cual hay en el mundo más que otra cosa alguna. Sea pues, el fundamento principal, que la risa tiene su asiento en fealdad y torpeza ». Según él, « las personas graves ríen poco, que el reírse mucho es de comunes ». López Pinciano distinguió, incluso entre sus lectores, las orejas « patricias y trágicas » de las « populares y cómicas ».

En el siglo XVI español se institucionalizaron determinados espacios culturales donde podía tener cabida este mundo cómico popular. Con todo, esas instancias, como el teatro breve de los llamados entremeses, fueron, al fin, conservadores, pues dejaban en último término intocadas a las élites del poder.

Estas élites debieron ser, en definitiva, patricias y trágicas. Ese era el modelo ascético de la cultura moderna temprana. El historiador madrileño Gonzalo Fernández de Oviedo (1478-1557) comparó elogiosamente a una india de Panamá con las mujeres de Castilla por expresarse « sin risa ni liviandad, sino con un semblante austero » (« Historia General y Natural de las Indias »). ¿Dónde podía reinar a sus anchas el humor y la risa? En el mundo bajo del pueblo, o en el mundo de los niños y de los amantes, como expresó el teólogo jesuita Francisco Suárez (1548-1617) (« De Anima », V, 11).

En el siglo XVII los intelectuales europeos se tornaron aún más desconfiados y recelosos de la risa. Esa fue la posición del famoso obispo y consejero del rey Luis XIV en Francia Jacobo Bossuet (1627-1704). El racionalista religioso de Amsterdam Baruch Spinoza (1632-1677) afirmó que el camino de la verdad pasaba por la liberación de la pena y de la alegría. Su lema era ni llorar ni reír, sino solo aprender. Según Thomas Hobbes (1588-1679), siguiendo a Aristóteles, la risa estaba asociada a los débiles e incapaces que necesitan reírse de los defectos ajenos, « aquellos que tienen conciencia de lo exiguo de su propia capacidad ». No es algo propio de los hombres grandes que se comparan solo con los más capaces (« Leviathan », Parte I, Cap. VI, 1651). Finalmente, en España comenzó a abundar el mal humor o humor negro de autores como Francisco de Quevedo (1580-1645) o Baltasar Gracián (1601-1658), autor de « El Criticón » (1651-7). Estos expresaron su visión amarga, sombría y pesimista del mundo. « Al carnaval vitalista, rabelaisiano del pueblo, responde Quevedo con un anticarnaval, con un carnaval de muerte ».

Con el siglo XVIII, como ha dicho Mijail Bajtin, la risa feliz se convirtió simplemente en algo despreciable y vil. Voltaire (1694-1778) concibió la risa como una negatividad radical, propia de la ascesis moderna. Se trató de la risa humillante con que se ataca al adversario: « La risa sarcástica, perfidum ridens, es diferente; es la alegría que nos causa la humillación de los demás. Perseguimos con risa burlona y maliciosa al que prometiéndonos maravillas, no hace más que tonterías;… Nuestro orgullo entonces se burla del orgullo necio de los demás ». Por su parte, Kant (1724-1804), también asoció la risa con la negatividad y en nihilismo modernos: « La risa es una afección nacida de la transformación súbita de una espera en nada ».

El siglo XIX constituyó el momento culminante en la seriedad moderna de Occidente. « La ciencia experimental y analítica, la filosofía, el utilitarismo y el reformismo políticos, el manchesterianismo, todas son actividades profundamente serias… Si alguna vez un siglo se ha tomado a sí mismo y a toda la existencia en serio, este es el siglo XIX ». En este contexto las manifestaciones del humor fueron especialmente deshumanizadas por los intelectuales de Europa. La risa fue comprendida solo como una acción mecánica, irracional, animal. Herbert Spencer (1820-1903) vio en ella solo una función aliviante de las tensiones fisiológicas. Charles Darwin (1809-1882) degradó la risa, en cualquiera de sus manifestaciones, a actos reflejos o animales, condicionados por el placer. Reproduciendo visiones características y arcaicas de Occidente, la risa y lo cómico se asoció a lo demoníaco o satánico, como lo planteó Charles Baudelaire (1821-1867).

Durante el siglo XX se desencadenaron las inevitablemente trágicas consecuencias de la ascesis moderna de Occidente (guerras mundiales, Estados totalitarios, devastación ecológica). Fueron los resultados nihilistas y autodestructivos de la ascesis de la razón iniciada en el siglo XVI, culminación de un paradigma que hundió sus raíces en la antigüedad de Occidente. Llama la atención que uno de los críticos más enconados de la ascesis moderna de Occidente terminara, él mismo, reivindicando el carácter trágico de la vida. Miguel de Unamuno (1864-1936) vio la contradicción flagrante entre la razón y la vida humanas. Mas no quiso superarla, y a esa lucha desesperada la llamó el sentimiento trágico de la vida. Esta imagen del mundo reprodujo, en sus palabras, la visión de Occidente del filósofo estoico y emperador Marco Aurelio, de San Agustín y Pascal, entre otros. Otra forma de degradación moderna de la risa fue entenderla como un mecanismo de la inteligencia o la razón pura, incompatible con la emoción, destinado a humillar y corregir. Así, en manos del filósofo, la risa encierra una « cierta dosis de amargura ».

[Fuente: www.sabiduria.es]

Escrito por Atilio A. Boron

Exactamente el mismo día, pero cuatro años después que Fidel, Diego abandonaba este mundo y cual ese barrilete cósmico descubierto por Víctor Hugo Morales en México emprendía vuelo para encontrarse con su amigo, consejero y protector, por no decir “casi un padre”, que es lo que tal vez sería más correcto afirmar. ¿Cómo explicar esta coincidencia? ¿Azar, predestinación, magia, un inescrutable código astral? ¿Quién podría jugarse por una respuesta? Quien esto escribe se declara incompetente para descifrar esta inescrutable concordancia. Tal vez solo se atrevería a conjeturar que quizás los ídolos se atraen mutuamente. Diego y Fidel lo hicieron en vida, y tal vez esa misma circunstancia hizo que ambos partieran de viaje exactamente el mismo día.

La admiración y el afecto que se profesaban eran extraordinarios. Diego llevaba a Fidel tallado en su cuerpo, en su piel, en esa zurda maravillosa que dibujó algunas de las más prodigiosas filigranas vistas en una cancha de fútbol. También lo llevaba en su corazón y en su mente. Porque Diego era puro pueblo hasta sus vísceras y, como Fidel, su afán de justicia así como su repudio a toda forma de opresión y explotación eran insaciables. Por eso fue un hombre que, en materia política, nunca tuvo dudas y en cada coyuntura crítica siempre se ubicó en el lado correcto de la barricada. Jamás fue contaminado por el eclecticismo posmoderno o el culto al aséptico “ni-ni” de tantos intelectuales y políticos de una supuesta izquierda. Sabía muy bien por donde pasaba la línea que separaba a opresores de oprimidos y tomaba partido al instante. Esta sabiduría popular unida a su agudo instinto de clase lo llevó a ejercer una defensa incondicional de la Revolución Cubana, de la Venezuela chavista, de la Bolivia de Evo, del Ecuador de Correa y de los gobiernos populares en Brasil, Uruguay y la Argentina, consciente de que las oligarquías dominantes y sus amos imperiales jamás le perdonarían su virtuosa irreverencia.

Su notable protagonismo en la gran batalla de los pueblos de Nuestra América en contra del ALCA en Mar del Plata en noviembre del 2005 hubiera bastado para asignarle un sitial prominente en la historia de las luchas antiimperialistas. Pero no se quedó solo en eso. Años después lo encontraríamos en Colombia, marchando junto a Piedad Córdoba a favor del malogrado proceso de paz. Allí donde se libraba un combate contra el imperialismo Diego no tardaba en enrolarse. Su empeño por la causa de la emancipación popular iba parejo con su repudio a los ricos y poderosos que condenaban a sus pueblos a la miseria, la enfermedad, la ignorancia. Fue coherente hasta el fin. Y se fue, puntualmente, a juntarse con su gran amigo; a unir la potencia imperecedera de sus testimonios para seguir siendo fuente de inspiración en la aún inconclusa tarea de liberar a los pueblos de la dominación del imperialismo y sus lamebotas locales. Diego se fue, sí, pero los grandes ídolos populares gozan de un raro atributo: continúan perturbando el sueño de los opresores porque, paradójicamente, su muerte los convierte en inmortales. Tal como ocurre con Fidel, Chávez. el Che, Evita, Perón, Allende y Néstor, su presencia latirá aún con más fuerza en las batallas que se avecinan por la construcción de un nuevo mundo una vez extinguida la pandemia.

[Fuente: http://www.pagina12.com.ar]

Para o psicanalista Joel Birman, a pandemia é uma “mudança civilizatória”. Se o século XX começou com uma guerra, o XXI se inicia a partir da Covid-19. Com a agenda cheia de atendimentos remotos, ele se divide entre aplacar as angústias humanas atuais e escrever um novo livro. “A psicanálise e as inflexões civilizatórias da pandemia” (título provisório) deve chegar às livrarias no próximo semestre, pela editora Civilização Brasileira, recheado de reflexões sobre o Brasil de hoje.

O psicanalista Joel Birman define a pandemia como uma mudança civilizatória que marca o início do século XXI.

Escrito por Maria Fortuna

Médico formado pela UFRJ, com mais de 40 anos de consultório como psicanalista, Birman é doutor em Filosofia pela USP, membro do Espaço Brasileiro de Estudos Psicanalíticos, professor de psicanálise da UFRJ e dono de um prêmio Jabuti (2013) pelo livro “O sujeito na contemporaneidade”. Na conversa a seguir, ele conta como a Covid-19 deságua em seu divã, analisa o comportamento negacionista de parte da população brasileira diante da tragédia e comenta e episódios como o “cidadão não, engenheiro civil, melhor que você”.

— Se existe a renovação de uma moralidade duvidosa do Rio recente, ela vem da cultura da corrupção e da milícia, associada à ideologia bolsonarista — afirma.

Pessoas se aglomeram em bares do Leblon e fazem piada com a pandemia, enquanto doentes morrem no hospital. Como chegamos nesse ponto, o carioca faliu moralmente?

Quem se manifesta de maneira agressiva, xingando a pandemia e desafiando a morte, representa um segmento bolsonarista. Mas, sobre as pessoas que respeitam as normas sanitárias, precisamos considerar aspectos como o de que o brasileiro não obedece a imperativos.

Países asiáticos aceitaram as regras porque têm tradição de Estado forte, da disciplina, da obediência a imperadores. Nós, ocidentais, não. Desde a Revolução Francesa assumimos a tradição individualista, arraigada em nosso corpo e psiquê. É como essas restrições implicassem numa redução das nossas liberdades individuais.

Frei Betto contou que, quando saiu da prisão, tinha ânsia de recuperar intensamente os prazeres que havia perdido. Era como se a vida estivesse devendo a ele. Muitos sentem o mesmo e, quando há autorização para sair, vivem com a exigência de quem foi privado e beiram o exagero. Arriscam a vida delas e a dos outros.

Qual é a raiz psicológica da frase “cidadão não, engenheiro civil…”? É a mesma do “sabe com quem está falando?”?

Essa fala alude aos valores da sociedade de mercado e não da sociedade política. Como se consumir fosse mais importante do que ser cidadão. Nos valores constituídos da Revolução Francesa e americana, que criaram a nossa República moderna, ser cidadão e ter soberania popular é mais importante do que ser consumidor.

A inversão disso remonta à sociedade neoliberal, que foi afetada pelo coronavírus. Como Roberto da Matta desenvolveu no livro « Carnavais, malandro e heróis », a ideia do « sabe com quem está falando? » retoma valores ancestrais da nossa tradição escravocrata, que opõem pessoas da « casa grande » às da « senzala ».

No imaginário coletivo, o carioca sempre foi o “gente boa”. Como episódios desse tipo afetam a nossa imagem?

Historicamente, o carioca sempre desfrutou do privilégio de ser a capital da República. Nos anos 60, quando aconteceu o golpe militar, o Rio era a vanguarda do movimento antiditadura. Era aqui que as manifestações começavam. Por conta disso, a ditadura foi muito dura com a cidade, no sentido de punir para desarticular movimentos políticos. Todos os privilégios foram deslocados sobretudo para São Paulo, que cresceu à sombra da Operação Bandeirantes e a própria ditadura.

Hoje, São Paulo representa essa vanguarda política em função da queda que o Rio sofreu. Quando começou a crescer o movimento contra o racismo estrutural, São Paulo deu o pontapé inicial no Brasil. O Rio teve uma reação mais tímida.

O carioca perdeu a dimensão de rebelde político. Ficou no lugar da irreverência, da alegria de viver, da música, da praia, da cultura de botequim e de suas manifestações corporais tradicionais, que tanto que nos aproximam da africana… Enfim, tudo que hoje é tratado como algo menor por burocratas do mercado.

O jeitinho brasileiro, que pode ser tanto improviso quanto corrupção, nos desviou da noção de cidadania?

A pandemia acentuou nossa desigualdade social, que aparece em termos de gênero, já que as mulheres negras carregam o piano nas costas. Muitas delas são empregadas domésticas, que estão pagando preço alto nas relações com as patroas para trabalhar de forma escrava na pandemia.

A desigualdade de gênero também aparece no aumento da violência contra a mulher e no feminicídio. Os negros pagam a conta da violência policial que, paradoxalmente, aumentou em tempos de isolamento. Há menos movimento na rua. Quem estão matando? Os pobres que precisam trabalhar.

Toda essa coisa do brasileiro boa gente e cheio de alegria foi altamente afetada  pelas consequências trágicas da pandemia por essas razões. O brasileiro hoje, diante do mundo, aparece como um ser violento, xenófobo, agressivo, racista, homofóbico, ressentido. Essa é a imagem do Brasil no exterior. Vamos pagar um preço alto no futuro.

O que entende pelo termo « cidadão de bem »?

Na nossa tradição escravocrata, é como se quem viesse da « casa grande » fosse o tal « cidadão de bem », que desfruta dos valores da cristandade. Tudo que não faz parte dessa realidade branca é da « senzala », os que vão morar na periferia são vistos como famílias disfuncionais.

É como se vivêssemos nessa oposição entre « casa grande » e « senzala », agravada por uma política de Estado genocida em relação a pretos e pobres. Algo como se fosse, em termos europeus, uma depuração étnica. Como se classificá-los de « cidadão não de bem » justificasse seu extermínio.

Porque a melhor forma de fazer um processo de extermínio é reduzir sua condição para que sejam eliminados sem culpa. Como Bolsonaro fez quando usou a representação animal da arroba para se referir aos quilombolas, como se não fossem cidadãos.

O que o desencontro nas informações difundidas pelas três esferas do governo brasileiro, tanto sobre a conduta e os cuidados que a população deveria ter diante do vírus quanto sobre a reabertura de estabelecimentos, provoca na cabeça das pessoas?

O Brasil foi o único país do mundo onde houve uma descoordenação de governos no combate à doença. O efeito disso é o resultado catastrófico do ponto de vista sanitário. Na produção de 76 mil mortos e quase dois milhões de infectados. Essa desarticulação provoca um estado de confusão mental de dupla mensagem.

É a teoria do duplo vínculo, desenvolvida pelo antropólogo Gregory Bateson. Um dilema da comunicação onde se recebem duas ou mais mensagens conflitantes, uma negando a outra. A população brasileira ficou desnorteada, sem saber a quem obedecer. Muito de querer ir para a rua a qualquer preço ou de não usar máscara é resultado disso.

O senhor já classificou de mito a ideia do Brasil pacífico. E a violência explode de vez à medida que em que a luta por por igualdade de homossexuais, mulheres e negros avança. Por que?

Quando as mulheres reivindicam igualdade, negros saem da condição passiva, gays acreditam que têm tanto direito ao prazer e à vida amorosa quanto os héteros e podem-se mudar condições de gênero, criam-se novas marcas identitárias e valores.

Os oprimidos passam a escrever outra história e a colocar em questão a versão  dos vencedores. Esses, por sua vez, aumentam a violência para restaurar a posição subalterna da representação da « senzala ». Por isso, entramos na polarização social que vivemos. Razão pela qual as elites econômicas brasileiras se alinharam ao bolsonarismo: elas não querem perder nada, nem os anéis. Diante dessa possibilidade, preferem arrancar os dedos da população que reivindica seus direitos.

Que consequências a falta de praia, festa, samba e bar, hábitos que moldam a identidade carioca, tem sobre a gente?

São espaços identitários muito fortes na cultura do Rio. À medida em que somos privados no que há de mais fundamental no exercício da nossa liberdade, as pessoas reagem. Com qualquer sol, vai-se para a beira da praia, com ou sem máscara. Essa privação tocou nesses valores fundamentais da nossa relação com o corpo, com o ir e vir.

Há um gasto psíquico grande com as novas práticas cotidianas, de lavar as mãos toda hora, higienizar as compras. O efeito é um esvaziamento psíquico-corporal que gera depressão, melancolia.

Sem contar a montanha de 76 mil cadáveres que nos cercam. Não podemos fazer os ritos funerais. Freud chama isso de « impossibilidade do trabalho de luto ». Esses mortos estão no ar em todos nós. Parafraseando Sartre, são mortos sem sepultura. Foram enterrados em covas rasas e estamos colados neles. Vamos levar tempo para fazer esse trabalho.

Como percebe os efeitos da Covid-19 em seu divã?

Há neurose de angústia, sensação de morte iminente, de sintomas da Covid. Pessoas que estão atentas demais aos seus corpos e qualquer movimento corporal com que conviveriam em tempos normais passa a ser estranho e fruto do mal da doença. Viram hipocondríacas. A sensação de esvaziamento vital que leva à depressão e à sensação de abandono nos idosos, que não podem beijar os netos, tentam se matar ou se matam mesmo.

Há também os obsessivos compulsivos, que passam a exercer as normas higiênicas com uma ritualidade obssessiva de modo a não conseguirem fazer outra coisa no dia a dia se não tomarem essas medidas. Há ainda o incremento da violência doméstica. O homem que dá porrada na mulher e a obriga a trabalhar mais do que ele dentro de casa. É uma forma de se manter o macho alfa que tem o domínio da história e dizer que ela é que está vulnerável, não ele. E a impossibilidade do trabalho de luto. Tudo isso resulta num altíssimo uso de álcool e drogas para amenizar a angústia.

Qual é a sua visão pessoal sobre o significado do que estamos vivendo?

Acho que vivemos uma mudança civilizatória. Nossa civilização ocidental, desde o final do século XIX constituída na base da ciência e da técnica, e na crença de que éramos infalíveis, num espaço de seis meses foi derrotada por um pequeno organismo invisível, que desarticulou a economia, a sociedade mundial e ameaçou nossa forma de vida.

A Covid-19 é o começo do século XXI, que não se iniciou nos anos 2000, mas com esse evento que mudou as coordenadas civilizatórias que vivíamos desde o século XIX, quando aumentamos a onipotência, podíamos dar contar de tudo, até de explorar estações estelares. De repente, nossa sociedade foi dizimada por um microvírus.

Da mesma forma que o século XX começou com uma guerra mundial, o XXI começou com uma pandemia que é capaz de transformar nossas crenças. Temos de olhar a ciência não com onipotência, mas com perspectiva ética e política.

Como enxerga o atual momento da sociedade, em que discutimos assuntos antes postos para debaixo do tapete, como racismo, homofobia, machismo?

Enquanto isso, o governo Bolsonaro é conservador, reacionário. Há o retorno de pautas de civilidade pré-modernas. Representa a demolição de tudo de melhor na nossa tradição de produção de conhecimento e ciência. Destrói a ordem iluminista e volta ao mundo teocrático anterior, pré-moderno, de base teológica e onde o que está em jogo é o combate do mal sob uma perspectiva religiosa, como na Idade Média.

É um governo marcado pela violência, que trouxe de volta algo que achávamos que estava ultrapassado depois da Constituinte de 1988. Não acreditávamos que voltaríamos a uma série de práticas antidemocráticas, correspondentes a um Brasil do passado que passava despercebido, em que negro é pior que o branco, homem, superior à mulher.

Temos de nos perguntar por que isso aconteceu. Penso que, diferentemente, do que aconteceu no Chile, Argentina e Uruguai, onde houve um acerto de contas com torturadores, que foram judicializados e criminalizados, no Brasil houve uma grande conciliação, em que torturadores foram poupados e ficaram existindo na sombra, no silêncio. O que vemos hoje é o retorno dos ressentidos, dos porões da ditadura.

Como a psicanálise está acompanhando as mudanças do mundo, por exemplo, as questões de gênero?

Os movimentos feminista, homossexual e transexual subverteram os códigos. Se a psicanálise contribuiu para a retirada dos homossexuais da categoria de doença, agora revê sua concepção sobre gêneros para se confrontar com a problemática na contemporaneidade, onde a multiplicidade se impõe.

Não existe psicanálise afastada do campo político. Não é possível pensar no que é ser uma mulher hoje sem considerar pautas atuais. Se a psicanálise não compreender a construção do corpo feminino pela crítica ao patriarcado não enxerga o que está em jogo na opressão feminina e na condição de opressor que os homens exercem. Assim como a questão do negro e o racismo  estrutural.

A psicanálise muda nossas formas de subjetivação transformando o campo da memória. Tocar na história do patriarcado, na hierarquia étnica racial é tocar na nossa história de memórias. Não basta mudar as práticas de violência, é preciso mudar nossas pautas de memória para descobrir o que é ser negro, branco, homem e mulher, diferentemente de como entendemos anos atrás. A psicanálise trabalha na ressignificação e retificação da memória.

 

[Foto: Marcos Ramos – fonte: http://www.impactoms.com]

Escrito por Camila Piastro

Es un sudor frio, el hormigueo de tu brazos, de tus piernas, un temblor, la aceleración de tu pulso, de tu respiración, la contracción de tu musculatura, una tensión que se concentra en tu mandíbula hasta hacerte chirriar los dientes. Es el miedo el que te quiebra y junto a él la rabia de saber que te has dejado apoderar por su aterradora presencia. Está a menos de un metro, me voy, ella se queda.

Era a mediados de agosto y hacía poco más de una semana que la ciudad de Barcelona había sido sacudida por los atentados de las Ramblas. Ella desafiante, en medio de una manifestación antifascista se enfrentaba a un nazi. A ella el miedo no le había impedido plantarle cara con gran intrepidez.

Nunca olvidaré el día que vi aquella imagen por la redes. En la entrevista que le hacía Youssef Ouled comentando la fotografía, argumentaba que no iba a hablar de los atentados para luego contrastarlo con la creciente islamofobia. Utilizar la misma narrativa con la que se espera que personas musulmanas respondan por nuestro racismo estructural, era algo con lo que ella no estaba dispuesta a contribuir. Me maravilló su Jutspahsu irreverencia, su discurso elaborado y retador. Cabe decir que mi admiración no nacía de la exotización de la idea de ver como una mujer musulmana rompía esquemas occidentales encarando a un nazi, sino de una profunda identificación; saber que se siente y no quebrarse.

Salvando las distancias que puedan existir entre una mujer musulmana de origen marroquí y una mujer judía de origen sefardí, su manera de enfrentarse a lo que representa una de las mayores barbaries sufridas por mi pueblo, la Shoá, fue modélica. Este fue el estímulo que me llevó a pensar en nosotras, las judías, en la necesidad de alzarnos, de rebelarnos, de romper el silencio.

En esta ciudad somos pocas, pero estamos y cuando estamos somos invisibles. Es la lógica fulminante de una sociedad regida por un patriarcado neoliberal que hace alarde de ser «diversa y plural». Una sociedad donde el resurgimiento de la presencia latente de la extrema-derecha ha hecho que el fascismo viva entre nosotras con total impunidad. Hoy más que nunca convivimos con nuestros miedos, con nuestros pasados, una historia que nos recuerda constantemente que somos hijas de aquellas supervivientes; hijas de la Shoá, hijas de los progromos, de las expulsiones, de las vejaciones, de los intercambios de poblaciones, de la constante migración.

Nos permitimos estar, pero evitamos mostrarnos y ser identificadas en público. Es por nuestra seguridad, nos decimos, aunque pocas muestras culturales nos quedan ya a las judías con las que se nos pueda leer como tales. El desconocimiento de la sociedad que nos rodea, la secularización, la “modernidad” y el “progreso” nos ha enseñado, que si bien los tichel y los turbantes de nuestras abuelas ya no hacen falta y podemos llevar kipá dentro de algunas de nuestras comunidades, afuera es mejor no salirse de la normatividad goy, no judía.

Hemos aprendido a lucir nuestros smalim, símbolos, con modestia y suspicacia. Una chai, una hamsa o hamesh, un shemá y por supuesto un maguen David que muchas veces encontramos colgando de nuestros cuellos, o bien con una cadena larga por si surgiera la necesidad de esconderlo debajo de la camisa, o tan pequeña  que reluzca lo justo y necesario. De lo contrario nos exponemos a miradas penetrantes y preguntas incomodas que debemos responder con pedagogía, porque al igual que otras minorías, somos nosotras quienes debemos subsanar la ignorancia de la cultura dominante.

Aquellas que sin nombre o apellido demasiado “traicionero”, las que revelamos nuestro nombre hebreo solo si nos sentimos en zonas seguras, somos las que en la esfera pública decidimos cuando “salir del armario”, a veces sencillo a veces imposible. El meticuloso y disimulado análisis del que tienes enfrente. El qué pensará, el qué dirá, el “eres la primera judía que conozco”, el “para serlo no tienes mucha cara de judía”, o el magnífico «oh, ¿has trabajado en una comunidad judía? debes estar forrada», y el grandioso, «¿qué piensas de Israel y el conflicto? Seguro que estas con Trump». Son frases que nos recuerdan la comodidad del silencio y el dolor que supone el contemplar la opción de invisibilizarse a una misma.

¿Pero que se oculta bajo esta retórica de autocensura?, como bien dice Judith Plaskow, la autocensura es un signo de la internalización de la opresión en la que vivimos, es el proceso en el cual a lo largo de la historia hemos ido adoptando los estándares de la cultura dominante en detrimento de la minoritaria, en nuestro caso de la cultura la judía. No somos parte de lo que conocemos como “minorías visibles” y por lo tanto nuestra “invisibilidad”, considerada como una supuesta garantía de igualdad y prevención de la segregación ha adquirido altos grados de normalización.

Crecer sin referentes, sin representación en la vida pública ni en la cultura popular local significa tener que reconocerte en otras, buscarte y perderte continuamente o ser totalmente asimilada. Esto implica, o bien aprender a respetar el muro social impuesto en dónde tu judeidad se expresa solo en el ámbito doméstico, comunitario o entre nuestros círculos judíos, o bien que la imposibilidad de conciliar ambas vidas suponga la interiorización de la cultura predominante perdiendo poco a poco tu cultura, tu historia, y que en definitiva, aquellas que vengan después ya no sepan quienes fuimos nosotras, cuando de por sí, poco sabemos de las que nos antecedieron.

Como judías hemos aprendido la importancia de mantener viva la memoria histórica con el fin de que nuestra cultura sobreviva. Sin embargo, incidimos poco en que la complejidad de las opresiones con las que históricamente hemos convivido no nos afecten ni toman las mismas formas en nosotras, ni entre nosotras. Luchar, no solo para que la experiencia masculina de la judeidad deje de promoverse como discurso universal y hegemónico, como historia única, si no para que además comencemos a crear juntas aquellas herramientas que nos permitan resignificarnos dentro y fuera de la comunidad, es algo de lo que musulmanas, gitanas y negras  tienen mucho que contarnos.

Hace décadas que desde las diásporas judías se habla de antisemitismo de género, el planteamiento de un Tikkun Olam y la visión judía de una justicia social antipatriarcal y antirracista, capaz de crear nuevos maneras de relacionarnos, nuevas estructuras comunales y prácticas capaces transformar y reconstruir nuestras tradiciones de una manera crítica y emancipadora.

Marla Brettschneider habla sobre la urgente necesidad de pensarnos haciendo consciente las categorías de género en nuestros espacios y vidas. Deconstruir una heteronormatividad patriarcal para crear saberes, historias y avivar comunidades judías más allá de la experiencia del europeo/blanco/ashkenazi. Reclamar nuestro lugar al contar, al contarnos y cantarnos las verdades, porque aunque sumidas en pasados diversos y confusos, en pasados dolorosos, historias, tradiciones y lenguas perdidas, el dar sentido a nuestras opresiones crea un marco de reconocimiento colectivo que nos permite afrontarlas y recuperar.

En definitiva contar nuestras historias, nuestras verdades, es decirle a esta sociedad que: venidas de oriente, venidas de África, venidas del norte y del este, venidas de estas tierras de las que nos expulsaron, de aquel Sefarad, de aquella Mallorca, de la misma aljamia de Barcelona y de los calls de Catalunya en donde hoy se cuenta nuestra historia como si fuéramos una simple reliquia del pasado, hemos vuelto. Y estamos aquí para contar nuestras historias diaspóricas, de opresión y transgresión, porque zajor, recordar, y shamar, guardar, nos devuelve el kavod, la dignidad de resistir como judías.

[Fuente: http://www.mozaika.es]

Disparition de l’acteur Michel Piccoli à l’âge de 94 ans

L’acteur français Michel Piccoli, en 1963

Écrit par Thomas Morales

Il fut une époque où la jeunesse française avait envie de voter à gauche, seulement en écoutant Michel Piccoli à la télévision. Une envie d’y croire simplement, de le suivre dans tous ses combats et de l’imiter aussi, un peu. Cette jeunesse d’alors courait dans les urnes, au risque de se perdre et de se tromper. Elle défilait avec enthousiasme, pétitionnait avec cœur, placardait dans la joie, j’oserais presque dire, sans calcul politique. Peu importe l’idéologie mise en avant, l’essentiel se niche toujours ailleurs, dans le fantasme et l’imaginaire. Dans la perception que nous avons des honnêtes hommes. Longtemps après, il laisse en nous, simples spectateurs, une trace, une marque, une attitude qui ne s’effacent jamais vraiment. La mort ne les tue pas. Et puis, il y a dans les défaites politiques, surtout intellectuelles, un panache qui élève, qui rend immortel, qui donne des atours chevaleresques à une carrière. Tout ça semble si loin aujourd’hui, le parti communiste, Mitterrand, les socialistes, l’alternance, toutes les aspirations d’un peuple libre et émancipé, la fable d’un monde civilisé face aux puissances de l’argent. La lutte était inégale. Nous avons connu tant de déconvenues depuis. 

Magnétique

Dans ce chaos en marche, Piccoli était un phare, vieux commandeur au milieu des ânonneurs et des tricheurs, sage aux cheveux courts, rare et précieux comme un alexandrin. On lui reconnaissait, outre un immense talent, une droiture dans ses engagements. Une vérité, un mot tant de fois sali et trahi. D’autres ont élimé leurs vestes à force de les retourner. Piccoli semblait immunisé contre l’opportunisme, cette maladie du siècle naissant, cette volonté d’aboyer avec les chiens. Il était ce seigneur des planches, admiré par le public et choyé par la critique, encarté par l’Obs et enchristé dans les bons sentiments, un de ces princes italiens ténébreux que l’on croise dans les romans de Giuseppe Tomasi di Lampedusa qui auraient eu des opinions progressistes. En face, dans l’autre camp, celui qualifié, à la hâte, de factieux, on rencontrait un type comme Maurice Ronet, son pendant réactionnaire. Avec ces deux-là, vous avouerez que la partie avait une sacrée allure, le débat prenait de la hauteur, ils suscitaient vocations et emballements. Leur donjuanisme s’apprenait dans les cafés du quartier latin à l’heure de la sieste. La mesquinerie, cette vengeance des faibles, leur semblait étrangère. Piccoli laissait la rouerie aux médiocres. Les filles n’avaient d’yeux, en ce temps-là, que pour ces beaux mecs qui roulaient en Maserati Ghibli ou en Alfa Romeo Giulietta Sprint. J’aurais tant voulu que les universitaires de mon époque, ces déplorables années 1980/1990, les architectes ou encore les éditorialistes de gauche ressemblent à Piccoli. Je m’étais fait à l’idée, peu à peu, qu’un type professant des idées socialement avancées devait obligatoirement avoir la gueule de Piccoli, cette bohème élégante, un brin corseté par des manières aristocratiques. Le plein et le délié de mon enfance, en quelque sorte. On était d’abord saisi par sa présence à la limite de la gêne, une intensité dans le regard qui continue à vous mettre mal à l’aise, puis une folie à peine contenue et enfin ce magnétisme, assemblage sauvage d’un charme vénéneux et d’une voix sortie d’outre-tombe. Un tel concentré n’existe plus. Le brio avait été inventé pour lui. Un extrait de parfum fortement alcoolisé, celui du Saint-Germain-des-Prés des années 1950/1960, d’une scène dite engagée, les grands réalisateurs à la rescousse, une vénération pour les écrivains et la splendeur du texte, le plaisir d’en découdre par le jeu. Les moins de quarante ans ne peuvent pas comprendre cet attrait pour une parole et une stature, l’un n’allant pas sans l’autre. Pour incarner les espérances d’un peuple éclairé, il ne suffisait pas d’être un comédien surdoué, il fallait ce supplément. Cette morgue qui peut vriller en rire. Étrange et poétique. 

Les acteurs de gauche, c’était mieux avant

Après lui, l’acteur de gauche comme totem de notre paysage culturel s’est métamorphosé en un roublard cynique. Cette figure a perdu de sa superbe, elle a fini par être la caricature d’elle-même, moraliste endiablée et militante dans la coulisse. Piccoli, en porte-voix, était plus crédible qu’un Montand à canotier, une version plus existentialiste que music-hall, il avait ce côté Jean Daniel à l’âpreté savamment orchestrée qui impose la crainte et le respect. Piccoli était explosif en costume de flanelle. Il avait cette outrance des élus, cette capacité à déborder son adversaire par une dinguerie, une exaltation suprême, indomptable que l’on retrouve également chez Marielle, Rochefort ou Noiret. Piccoli m’a éduqué. J’ai rêvé de faire comme lui. Je l’ai follement aimé au volant de son Alfa dans Les Choses de la vie ou enlaçant une Romy déchirante de sensualité mais aussi, le crâne rasé, du côté de Rouffio dans le personnage exagérément mégalomane de Grezillo. Il fut un maître en irrévérences.

Les choses de la vie

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[Photo : DALMAS/SIPA – numéro de reportage: 00365915_000002 – source : http://www.causeur.fr]

Le numérique aura-t-il la peau de nos vies privées ?

Écrit par François Tauriac

Reconnaissance faciale, tracking anticoronavirus, drones… voici comment nos libertés s’effritent de jour en jour, piétinées pas à pas par l’empreinte numérique et son cortège d’ingérences. Peut-on encore en sortir?

On pensait avoir atteint les sommets du flicage intrusif en découvrant la généralisation des vérifications d’identité en Chine par reconnaissance faciale. On était resté pantois lorsque l’administration locale avait mis au point son programme de « crédit social » – ces notes, bonnes ou mauvaises, décernées aux citoyens en fonction des informations collectées sur les réseaux sociaux et les caméras de surveillance. On avait vacillé en prenant connaissance du projet d’appli sur smartphone de traçage numérique destiné à connaître nos déplacements pendant la crise du coronavirus (Il sera d’ailleurs discuté prochainement à l’Assemblée Nationale). On se disait égoïstement que tout ça n’était pas bien grave, car ça n’arriverait jamais chez nous. C’était bon pour les Chinois et pour les peuplades qui marchent à l’envers – ou cul par-dessus tête – de l’autre côté du globe. On se disait qu’en France, dans notre bon pays latin au passé ô combien libertaire et révolutionnaire, on saurait s’adapter en protégeant notre irrévérence maladive, chevillée au corps. Et surtout, notre merveilleux bon sens légendaire. 

Castaner a déployé ses drones pour vous fliquer

On avait fichtrement tort ! Il y a quelques jours, au beau milieu de la crise, le ministre de l’Intérieur a annoncé discrètement par le biais de son bulletin officiel, une commande de 4 millions d’euros pour l’achat de drones. Ils viendront équiper la police, la gendarmerie et la protection civile qui en possèdent déjà quelques poignées. Ces objets volants commandés à distance surveillent déjà depuis plusieurs jours les plages de Nice, rappelant vertement par haut-parleurs leur devoir aux citoyens inconséquents qui osent déambulant sur la Promenade des Anglais. Ces petits engins vont donc désormais se généraliser chez les forces de l’ordre. Et à quoi pensez-vous qu’ils serviront lorsque le Covid-19 sera enfin rentré dans son labo de Wuhan? À soulever les capuches des sweatshirts des méchants dealers ? Ou à traquer les auteurs des parties de pétanque en étage, le sport favori des petites frappes en cité lorsqu’elles accueillent les pompiers? Non voyons. Aux contrôles routiers pardi !

Le 9 mars 2020, à Provins, sur la D619, alors que la France croyait encore à son immunité, un contrôle de grande ampleur a effectué la vérification de centaines de véhicules. Il a mobilisé 12 fonctionnaires de police pendant plusieurs heures, dont deux motards et leur nouveau drone. Fin de l’alerte routière. Passons rapidement sur le nouveau « radar tourelle » capable de vérifier, outre votre vitesse, l’espacement avec le véhicule qui vous précède, votre vignette d’assurance, la date de votre contrôle technique, le port de votre ceinture de sécurité et de compter les mégots dans votre cendrier. 

Apple a déjà déclassé l’administration française

Concentrons-nous sur la reconnaissance faciale. Vous pensiez qu’elle n’arriverait jamais chez nous? Mais le projet est en phase de test dans l’administration depuis près d’un an déjà ! Il porte le doux nom de Alicem. C’est une application mobile qui permettra aux administrés de se connecter à leur compte sur le site de l’administration publique. Kafkaïen non? 

De là à ce qu’elle se généralise rapidement aux guichets, dans les aéroports et les gares ou pourquoi pas dans la rue en passant par les caméras publiques comme à Londres, attendez-vous dans un futur assez proche, à ce que votre fromager vous sorte un reblochon des familles avant même que vous ayez passé le seuil  de son échoppe.

À quand l’analyse rétinienne comme dans les films d’espionnage ? Dépassé tout ça, cela ne sera peut-être même pas utile. On peut déjà payer sur iPhone avec l’empreinte de son pouce. La biométrie est partout, même dans les passeports. Et elle permet de connaître tout votre track record d’un coup d’œil, et même votre ADN. Apple est propriétaire de milliards d’empreintes. Plus que l’administration française elle-même. JamesBondien! Mais ce n’est pas tout. 

La loi de finance 2020 autorise désormais le fisc et les douanes à traquer les fraudeurs sur les réseaux sociaux. Grâce à des algorithmes, ces deux administrations peuvent contrôler les contrevenants supposés qui se prennent en photo devant une voiture de sport ou sur une plage des mers du Sud. Une disposition évidemment expérimentale (et donc provisoire) dont on peut être certain qu’elle s’imposera définitivement après avoir prouvé son efficacité. Le fisc scrutait déjà les magazines people à la recherche des SER (signes extérieurs de richesse), mariages princiers et berlines de luxe. Elle le fera désormais aussi pour le menu fretin. 

Méfiez-vous de Sophie Davant!

Vous en avez assez de déguster les pubs pour les « conventions obsèques » ou pour le  régime « Comme j’aime » qui hantent les après-midi des enchères sur France 2? 

Vous allez en être bientôt libérés. Un décret, qui devrait être prochainement publié, va autoriser la publicité ciblée. Quèsaco? Un dispositif  se basant sur votre profil va bientôt permettre à votre chère télé de vous proposer les pubs vous correspondant. Et comment croyez-vous qu’on les connaîtra, vos préférences, si ce n’est grâce aux informations personnelles connues seulement de votre opérateur? Votre lieu d’habitation, son style, vos consommations télé, vos chaînes favorites… Ah vous allez en manger du RPG7 et du Luger P08 en maquette Del Prado, vous les amateurs des docs guerriers sur RMC Découverte. Du KitchenAid Artisan et du Magimix Cook Expert mixer-blenders, comme on dit en France, passionné que vous êtes par les émissions de Cyril Lignac. Et si vous êtes consommateur de films érotiques… gare aux pubs de lingerie sexy en journée. Ça pourrait faire désordre dans la chambrée. 

Je n’ai rien à cacher

Cela ne vous inquiète pas car vous êtes plutôt honnête. Vous réglez vos impôts locaux rubis sur l’ongle, donnez au denier du culte et pensez n’avoir rien à craindre. Vous n’avez rien à faire non plus des pubs que vous vous empressez de zapper. Et surtout vous n’avez pas plus peur de l’œil de Moscou que des ingérences supposées du compteur Linky.  Vous n’avez rien à vous reprocher, en somme. 

En êtes-vous bien sûr? N’avez-vous pas été tenté de faire un petit tour à vélo autour de chez vous  l’autre soir en plein confinement ? N’avez-vous pas mis un peu moins de temps que d’habitude sur la route pour rejoindre la belle-mère et les enfants au Crotoy, l’été dernier ? Et êtes-vous certain d’avoir respecté les distances de sécurité au volant ? De ne jamais texter en voiture ? De ne jamais tondre la pelouse les dimanches ou les jours fériés? 

La CNIL nous protège-t-elle assez ?

Dans un genre de flicage assez voisin, allez voir l’historique de vos déplacements sur Google. Le Gengis Khan des Gafa peut tout savoir de vous. Même le nom de votre boulanger, vos restaurants favoris, votre adresse, votre lieu de travail, vos rendez-vous, modes d’alimentation et activités sportives. La longueur de vos trajets… et vos haltes favorites. Les Gafa n’ignorent rien de votre passion pour Mélenchon, de votre adulation pour le saucisson de Lyon ou vos prédispositions pour le kir au Sauvignon. Les Gafa n’ignorent rien de votre passion pour Mélenchon, de votre adulation pour le saucisson de Lyon ou vos prédispositions pour le kir au Sauvignon. Ok Google? Saviez-vous que la moindre de vos demandes  qui passe par ce système de reconnaissance vocale était enregistrée? Androïd comme Siri, gardent toutes les traces. Allez faire un tour à la rubrique « données et personnalisation » du géant américain Google, précipitez-vous, c’est édifiant. 

Vous allez penser que nous sommes des obsédés du péril numérique. Des névropathes cycliques du complotisme. Mais toutes ces avancées modernes – qui relèguent d’ailleurs la cabine téléphonique et le Bi-Bop, au rang des alignements monolithiques de Carnac – sont des coups de canifs permanents à nos chères libertés. Des coins liberticides enfoncés peu à peu dans nos vieux cerveaux d’anars franchouillards. On n’en est pas encore au « Patriot act » autorisant la NSA américaine à écouter toutes les conversations  et à les enregistrer rien qu’à l’énoncé de certains mots clefs. Mais avouez qu’on n’en est plus très loin.

Heureusement il y a la CNIL. Et comme on dit chez le maïs Géant Vert, elle veille au grain. Ses 18 membres et ses 215 agents disposent même de 18,5 millions d’euros de budget pour protéger nos existences en ligne. On peut donc se coucher tranquille, la tête enfoncée profond dans nos polochons, la seule manière de dormir sur nos deux oreilles ?

[Photo: Unsplash – source : http://www.causeur.fr]

Gene Wilder (1933-2016) était un acteur, scénariste, producteur, écrivain, chanteur et réalisateur américain juif. Il est célèbre pour ses rôles dans les comédies de Mel Brooks. Arte diffusera le 10 avril 2020 « Le frère le plus futé de Sherlock Holmes » (Sherlock Holmes’ cleverer Bruder) de Gene Wilder.  

Publié par Véronique Chemla

Gene Wilder est né Jerome Silberman dans une famille juive d’origine russe, à Milwaukee (Wisconsin) en 1933.

Sur les conseils du médecin de sa mère malade, cet enfant l’a fait rire.

Diplômé d’art dramatique de l’université de l’Iowa en 1955, il suit les cours de la Old Vic Theatre School de Bristol en Angleterre. Il entre à l’Armée où il sert comme infirmier d’établissement psychiatrique en Pennsylvanie en raison de la proximité avec New York où il perfectionne son jeu au HB Studio.

Il épouse Mary Mercier en 1960. Le couple divorce en 1965.

Le jeune comédien effectue divers métiers. Puis, il entre à l’Actors Studio et choisit comme nom de scène Gene Wilder. Il est distribué dans des pièces du off-Broadway.

1961. Gene Wilder est remarqué pour son interprétation à Broadway dans plusieurs pièces : « The Complaisant Lover », « Roots ».

En 1963-1964, il joue le rôle d’un patient dans l’adaptation théâtrale de la pièce de Ken Kesey, One Flew Over the Cuckoo’s Nest dont le rôle-titre est dévolu à Kirk Douglas.

En 1964, Mel Brooks remarque Gene Wilder dans « Mother Courage and her Children » avec Anne Bancroft, compagne du scénariste.

Trois ans plus tard, Gene Wilder débute dans « Bonnie et Clyde » d’Arthur Penn (1967). Il épouse Mary Joan Schutz et adopte Katharine, la fille d’une précédente union de son épouse. Sept ans plus tard, le divorce est prononcé.

L’interprétation de Gene Wilder dans « Les Producteurs » (The Producers), comédie devenue un film culte de Mel Brooks avec Zero Mostel, lui vaut une nomination aux Oscar dans la catégorie du meilleur second rôle. Avec Mel Brooks, Gene Wilder tourne ensuite dans « Le shérif est en prison » (Blazing Saddles) et « Frankenstein Junior » (Young Frankenstein, 1974) que Gene Wilder coécrit. Sous la direction d’Arthur Hiller, il forme un duo comique « interracial » avec Richard Pryor dans « Transamerica Express » (Silver Streak, 1975) et « Pas nous, pas nous » (See No Evil, Hear No Evil, 1989). Le tandem se reforme dans « Faut s’faire la malle » (Stir Crazy) de Sidney Poitier (1980)  et « Another You » (1991) de Maurice Philipps.

Ajoutons à sa filmographie : « Charlie et la Chocolaterie » ou « Willy Wonka au pays enchanté » (Willy Wonka and the Chocolate Factory, 1971) de Mel Stuart d’après l’œuvre de Roald Dahl, « Tout ce que vous avez toujours voulu savoir sur le sexe sans jamais oser le demander » (Everything You Always Wanted to Know About Sex (But Were Afraid to Ask), 1972) de Woody Allen, et Le Petit Prince (The Little Prince, 1974) de Stanley Donen d’après l’oeuvre d’Antoine de Saint-Exupéry.

Après Le Frère le plus futé de Sherlock Holmes (The Adventure of Sherlock Holmes’ Smarter Brother) en 1975, Gene Wilder réalise « Drôle de séducteur » (The World’s Greatest Lover, 1977), The Woman in Red (1984), remake d’« Un éléphant ça trompe énormément » d’Yves Robert (1984) et « Nuit de noce chez les fantômes » (Haunted Honeymoon, 1986).

Gene Wilder écrit le scénario, co-produit, joue et réalise « Drôle de séducteur » (The World’s Greatest Lover, 1977) avec Carol Kane et Dom DeLuise.

En 1984, Gene Wilder épouse l’actrice juive américaine Gilda Radner (1946-1989). Celle-ci décède d’un cancer en 1989. Gene Wilder s’engage dans le combat contre cette maladie.

En 1991, Gene Wilder épouse Karen Webb.

Gene Wilder soutient financièrement la campagne présidentielle de Barack Hussein Obama.

Il écrit ses mémoires « Kiss Me Like a Stranger: My Search for Love and Art » (2005).

Il est aussi l’auteur de nouvelles et romans : What Is This Thing Called Love? (2010, My French Whore (2007), The Woman Who Wouldn’t (2008) et Something to Remember You By: A Perilous Romance (2013).

Il décède en 2016 des suites de la maladie d’Alzheimer.

« Les Producteurs »

Le 22 août 2018, est sorti en France, dans une version restaurée, « The Producers » (« Les Producteurs ») réalisé par Mel Brooks. La « première comédie culte et déjantée de Mel Brooks ». Un chef d’œuvre oscarisé qui court sur le fil ténu entre le rire et le désespoir, le succès et l’échec, entre le respect et la provocation. Avec un duo comique clownesque génial, désopilant, irrésistible : Zero Mostel et Gene Wilder dans le rôle d’escrocs cyniques tablant sur l’échec de la comédie musicale qu’il monte – « Springtime for Hitler » – pour s’enrichir.

« Premier long-métrage de Mel Brooks en tant que scénariste et réalisateur, Les Producteurs est une plongée saisissante dans l’univers décalé du grand génie de la comédie loufoque à l’américaine ». 

« Jadis célèbre producteur à Broadway, Max Bialystock (Zero Mostel) est désormais contraint de soutirer de l’argent à de riches octogénaires libidineuses en faisant le gigolo. Un jour débarque le timide et névrosé Leo Bloom (Gene Wilder), chargé de vérifier ses comptes. Constatant certaines irrégularités, le comptable fait remarquer qu’il y aurait beaucoup d’argent à se faire en montant un spectacle qui s’avérerait être un flop immédiat. Les deux comparses décident de s’associer et tombent sur le projet parfait : une comédie musicale intitulée Le Printemps d’Hitler, écrite par un certain Franz Liebkind, faisant l’apologie du Troisième Reich. Max et Leo sont persuadés qu’ils tiennent là un four assuré. Mais le public sera-t-il du même avis ? » 

« Pour son coup d’essai cinématographique, Brooks réussit un coup de maître en frappant particulièrement fort. Seulement vingt-trois ans après la fin de la Seconde Guerre mondiale, Les Producteurs repousse les frontières du bon goût avec son projet de comédie musicale à la gloire du Führer et de l’Allemagne nazie ! » 

« La première du Printemps d’Hitler figure parmi les nombreuses scènes d’anthologie de cette oeuvre d’une incroyable maîtrise, qui parvient à trouver le ton juste tout en assumant son humour grotesque outrancier et sa bonne dose de politiquement incorrect, le tout filmé dans un rythme endiablé. Le talent de Mel Brooks ne pouvait guère passer inaperçu ; il obtiendra pour cette oeuvre l’Oscar du Meilleur scénario original ».

« Évidemment, le ressort comique des Producteurs repose également en grande partie sur ses acteurs, en particulier sur le duo campé par Zero Mostel et Gene Wilder. À l’instar d’un Laurel et Hardy, voici deux héros que tout oppose, aussi bien sur le plan physique que psychologique, et dont l’alchimie fonctionne ici à merveille ». 

« Mention spéciale à la galerie de personnages secondaires, tout aussi hilarante : du metteur en scène travesti Roger De Bris à son assistant-amant Carmen Ghia, en passant par l’acteur L.S.D. jouant un Hitler en plein trip psychédélique ! » 

« Au passage, Mel Brooks livre une formidable satire du monde du spectacle où rien n’est jamais joué à l’avance – pas même le succès de son propre film, qui lancera sa carrière en tant que cinéaste ». 

Mais le film est plutôt reçu avec indifférence lors de sa sortie en France. Il est véritablement découvert par le public des cinéphiles lors de sa diffusion par le cinéclub d’Antenne 2 dans les années 1970.

Interdit en Allemagne, il ne sera visible que lorsqu’un festival le programmera dans le cadre d’un hommage aux films de réalisateurs juifs.

En 2001, il a été adapté en comédie musicale pour Broadway. Un succès !
En 2005, cette comédie musicale est adaptée au cinéma par Susan Stroman. Il est interprété par Nathan Lane, Matthew Broderick, Uma Thurman et Will Ferrell. Un échec commercial.

« Splendidement restauré en 4K à l’occasion de son cinquantième anniversaire, Les Producteurs se regarde avec un plaisir non dissimulé, preuve que les plus grands génies comiques traversent les époques et les modes sans ambages ! »

Pour son 50e anniversaire, « The Producers » a été restauré par Studiocanal à partir du négatif original et d’un interpositif en 4K 16 bits, avec le support technique d’Eclair.

Le 4 septembre 2018, il a été disponible en éditions Blu-RayTM et DVD.

« Frankenstein Jr »

Arte diffusa le 31 octobre 2018 à 0 h 05 « Frankenstein Junior« , par Mel Brooks. « Pour une histoire d’héritage, l’arrière-petit-fils du docteur Frankenstein accepte de se rendre dans le château familial en Transylvanie… Une parodie hilarante du film d’épouvante et un bijou de dérision réalisé par un Mel Brooks au sommet de sa forme et interprété par son fidèle compère, l’épatant Gene Wilder. »

« Arrière-petit-fils du docteur Frankenstein, Frederick Frankenstein n’est pas spécialement fier de son ascendance. Mais, pour une histoire de testament, il accepte de partir pour le château familial en Transylvanie. Igor, un serviteur bossu très intrigant, et la jolie laborantine Inga y vivent. Lui aussi docteur et spécialiste du système nerveux, Frederick décide de reprendre les expériences de son aïeul. Il réussit à créer un monstre, en implantant un cerveau dans un cadavre. Mais la créature se révèle difficile à contrôler… »

« Délirant ! Frankenstein Junior est considéré par les spécialistes de la carrière de Mel Brooks comme son film le plus réussi. Avec son compère l’acteur Gene Wilder, le réalisateur américain se surpasse dans l’exercice du loufoque, du troisième degré et du clin d’œil malicieux. Cette parodie des Frankenstein ou de La fiancée de Frankenstein de James Whale avec Boris Karloff multiplie les références aux films d’horreur qui suivront dans les années 1930. Mais jamais l’humour non-sensique cher au créateur de La folle histoire du monde ne se retourne contre son sujet. Son œuvre s’avère une déclaration d’amour, un hommage sincère (en noir et blanc et tourné dans certains décors utilisés par James Whale) aux films d’épouvante, ce genre à la fois très codifié et capable de se laisser régénérer, notamment par la dérision. »

« Pour cet hommage parodique au cinéma fantastique classique, Mel Brooks et Gene Wilder, également comédien principal, ont choisi de tourner « Frankenstein Junior » en noir et blanc. Un choix risqué tant à l’époque, le public était habitué à ne voir que des films en couleurs. Mais la trivialité de la couleur aurait sans doute atténué l’aspect gothique surnaturel du film ».

L’American Film Institute a classé « Frankenstein Junior » au 13e rang sur sa liste des 100 films américains les plus drôles. En 2003, le Comité de sauvegarde national du film aux États-Unis a jugé ce film  « culturellement, historiquement ou esthétiquement important » et l’a choisi pour être préservé par le National Film Registry de la Bibliothèque du Congrès.

« Le frère le plus futé de Sherlock Holmes »

Arte diffusera le 10 avril 2020 « Le frère le plus futé de Sherlock Holmes » (Sherlock Holmes’ cleverer Bruder ; The Adventure of Sherlock Holmes’ Smarter Brother), comédie écrite et réalisée par Gene Wilder. « Pour brouiller les pistes, Sherlock Holmes confie une enquête à son frère cadet, équipé d’un « magnétophone humain »… Gene Wilder et Marty Feldman, les deux complices de « Frankenstein Junior », reprennent du service parodique en s’emparant cette fois d’Arthur Conan Doyle. » Le titre du film évoque le personnage de Mycroft Holmes, frère ainé de Sherlock Holmes.

« Le ministre des Affaires étrangères vient de se faire dérober un traité « dont dépend le sort de l’Angleterre », selon la reine Victoria, qui fait appel à Sherlock Holmes. Celui-ci, pour brouiller les pistes, s’arrange pour que son jeune frère Sigerson, détective lui aussi, mais resté dans son ombre et férocement jaloux de ses succès, s’empare de l’enquête. Sigerson dispose d’un atout précieux en la personne d’Orville Sacker, son unique admirateur, sorte de magnétophone humain capable de reproduire de mémoire n’importe quelle conversation. L’affaire, dans laquelle ils décèlent bientôt la main du sinistre professeur Moriarty, met aussi sur leur chemin une jolie chanteuse nommée Jenny Hill, « drôle et triste en simultané ».

« Après le succès de « Frankenstein Junior », Gene Wilder avait proposé à Mel Brooks, son génial mentor, une nouvelle parodie de son cru, inspirée cette fois des aventures du mythique duo de Baker Street. Comme Brooks l’y incitait, il décida finalement de mettre en scène lui-même son propre scénario, dont il tint encore une fois le rôle principal, flanqué à nouveau de l’impayable Marty Feldman et de la pétillante Madeline Kahn. Tous trois virevoltent avec talent d’un gag à l’autre, avec, en guise d’interludes, des séquences de comédie musicale inspirées du cabaret victorien. Cette savoureuse pochade bourrée de références détourne Conan Doyle avec une irrévérence pleine d’affection. »

« Le frère le plus futé de Sherlock Holmes » de Gene Wilder
États-Unis, Royaume-Uni, 1975, 1 h 27
Auteur : Arthur Conan Doyle
Scénario : Gene Wilder Production : 20th Century Fox
Producteur/-trice : Richard A. Roth
Image : Gerry Fisher
Montage : Jim Clark
Musique : John Morris
Avec Gene Wilder, Madeline Kahn, Marty Feldman, Dom DeLuise, Leo McKern, Douglas Wilmer, Thorley Walters
Sur Arte le 10 avril 2020 à 00 h 15
Visuels : © 1975 Twentieth Century Fox Film Corporation. Renewed 2003 Twentieth Century Fox Film Corporation

« Frankenstein Junior » par Mel Brooks
Etats-Unis, 1974, 1 h 41 Image : Gerald Hirschfeld
Montage : John C. Howard
Musique : John Morris
Production : Gruskoff/Venture Films, Crossbow Productions, Jouer Limited
Producteur/-trice : Michael Gruskoff
Scénario : Mel Brooks, Gene Wilder
Avec Gene Wilder, Peter Boyle, Marty Feldman, Madeline Kahn, Cloris Leachman, Teri Garr, Kenneth Mars, Richard Haydn, Gene Hackman
Auteur : Mary Shelley
Sur Arte les 31 octobre 2018 à 0 h 05, 1er novembre 2018 à 0 h 05 et 16 novembre 2018 à 0 h 45

« The Producers » (« Les Producteurs ») réalisé par Mel Brooks
États-Unis, 1968, 90 mn, Couleurs, 1.85:1, VISA : 37 642, VOSTF
Scénario : Mel Brooks
Directeur de la photographie : Joseph Coffey
Musique : John Morris
Producteur délégué Joseph E. Levine
Produit par Sidney Glazier
Avec Zero Mostel, Gene Wilder, Dick Shawn, Kenneth Mars, Christopher Hewett, Andreas Voutsinas

Les citations sur les films sont extraites du site d’Arte.

[Source : http://www.veroniquechemla.info]

Du 24 mars au 26 juillet 2020, le Musée Picasso Paris, situé dans le 3e arrondissement de la capitale, propose deux expositions autour des inspirations, des œuvres et de l’influence de Pablo Picasso dans deux domaines inattendus. Poésie et bande dessinée offriront une autre perspective sur le génial créateur…

Détail – Piège diabolique © Succession Picasso 2020

Écrit par Antoine Oury 

« Picasso et la bande dessinée » est la première exposition consacrée aux liens entre l’œuvre de Pablo Picasso et l’univers de la bande dessinée. Devenu lui-même un véritable personnage de bande dessinée, Picasso a vu ses œuvres reprises ou évoquées par des auteurs aussi divers qu’Hergé, Edgar P. Jacobs ou Milo Manara, souvent avec admiration, parfois avec humour ou irrévérence, créant un véritable musée Picasso imaginaire, présenté jusqu’au 26 juillet à Paris. 

Un parcours autour de l’œuvre et la vie de Pablo Picasso, réunissant Sergio García Sánchez, Émilie Gleason, François Olislaeger, et Marina Savani invite le visiteur à faire l’expérience de formes plus monumentales et plus contemporaines de la bande dessinée. 

Pablo Picasso, Il neige au soleil, 10 janvier 1934
Dessin à la plume, encre de Chine, vergé Paris (origine), Musée national Picasso-Paris, Photo (C) RMN-Grand Palais (Musée national Picasso-Paris) / Daniel Arnaudet, © Succession Picasso 2020 


« Picasso poète » explore un aspect méconnu de l’œuvre de Pablo Picasso en montrant l’importance de l’écriture poétique dans sa démarche créatrice. L’exposition propose un parcours à travers de nombreux poèmes manuscrits de l’artiste, en les confrontant aux dessins et peintures qui leur sont contemporains. 

Musée Picasso Paris
5 Rue de Thorigny
75003 Paris

[Source : http://www.actualitte.com]

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