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La felicidad ha sido tal vez el modo occidental de discutir sobre lo que hoy se llama “el buen vivir” o “el vivir sabroso”. Es decir, de discutir sobre la definición misma de la buena vida

Escrito por Amador Fernández-Savater 

“Pueblos felices no tienen Historia”

La felicidad tiene hoy muy mala prensa para el pensamiento crítico. Se considera una ilusión, otro mandato obligatorio más, un sueño tramposo de clase media.

Publico en Facebook una cita de Pasolini a favor de la felicidad y alguien responde de inmediato: “¡Pasolini capacitista!”. La felicidad cancelada.

Sin embargo, la relación entre felicidad y revolución ha sido muy estrecha hasta hace poco. La una ligaba su destino a la otra, como venía a decir precisamente Pasolini en la cita contestada.

La felicidad ha sido tal vez el modo europeo y occidental de discutir sobre lo que hoy, en la América Latina más influida por las tradiciones indígenas, se llama “el buen vivir” o “el vivir sabroso” (en hermosas palabras de Francia Márquez). Es decir, de discutir sobre la definición misma de la buena vida.

Los grupos subalternos tenían sus propias imágenes de felicidad, desde las que disputaban con la concepción hegemónica. Imágenes no solo de futuro, de una felicidad posible luego o más tarde, sino aquí y ahora, relativa a experiencias vividas en el presente.

¿Acaso se agotó ese potencial? ¿Es ya solo la idea de felicidad algo que desmontar, denunciar y deconstruir? ¿No existen imágenes de plenitud y dicha por fuera de las concepciones hegemónicas? ¿Se apagaron definitivamente las chispas de felicidad subversiva?

Felicidad y revolución 

El primer nexo entre felicidad y revolución lo encontramos nítido en los discursos públicos –Robespierre, Saint-Just o Babeuf– durante la Revolución Francesa.

Si el ser humano es esclavo y desgraciado no se debe a ninguna fatalidad inscrita en marcas de nacimiento, sino a la “corrupción del poder”

“El ser humano ha nacido para la felicidad y la libertad, por todas partes es esclavo y desgraciado”, afirma Robespierre. Si el ser humano es esclavo y desgraciado no se debe a ninguna fatalidad inscrita en marcas de nacimiento, sino a la “corrupción del poder”. Al poder mismo como corrupción.

¿Corrupción de qué? Del “estado de naturaleza” conforme al cual se debería legislar para devolver al pueblo la libertad, la virtud y la felicidad. Contra la promesa compensatoria de una felicidad solamente posible en el otro mundo, la revolución difunde por todos lados la idea de una felicidad terrestre y accesible a todos.

“La felicidad es una idea nueva en Europa”, escribe Saint-Just como colofón a un texto-decreto sobre la confiscación de bienes a los enemigos de la revolución y la indemnización de los indigentes. La felicidad es posible y su herramienta es la política.

“Pertenece a las grandes asambleas crear la felicidad común”. Una legislación revolucionaria según el estado de naturaleza puede hacer efectiva esa aspiración humana, disolviendo las desigualdades sociales y promoviendo los derechos necesarios a la asistencia, al trabajo, la instrucción. Es la idea del Estado social natural.

Los jacobinos apuestan por la revolución permanente “mientras quede un solo pobre o un desgraciado sobre la tierra”, pero el proceso se cierra el año II con la reacción de Termidor. “La revolución se ha congelado” constata entonces Saint-Just antes de enmudecer para siempre.

El fracaso de las revoluciones comunistas del siglo XX 

En los años 70 del siglo XX, el filósofo alemán Herbert Marcuse reflexiona junto a Jürgen Habermas y otros sobre su propia trayectoria política e intelectual. Todo comenzó con un fracaso, dice, la derrota de la revolución espartaquista de 1918-19 en Alemania.

La derrota de 1918-19 anticipa otro fracaso: el de las revoluciones comunistas victoriosas del siglo XX

“Yo formé parte en la última concentración de masas en la que habló Rosa Luxemburgo; yo estaba en Berlín cuando Karl Liebknecht y ella fueron asesinados. Lo que quería comprender era cómo, con la presencia de unas masas auténticamente revolucionarias, pudo ser derrotada la revolución. ¿Por qué el potencial revolucionario de entonces, históricamente fuera de lo común, no solo no se utilizó, sino que se echó a perder por décadas? ¿Por qué fue directamente inutilizado? Significativamente empecé estudiando a Freud”.

La derrota de 1918-19 anticipa otro fracaso: el de las revoluciones comunistas victoriosas del siglo XX. También en ellas el potencial revolucionario de masas queda inutilizado, y el sueño colectivo de libertad y felicidad se convierte en una pesadilla de terror y esclavitud. ¿Cómo es posible?

Lo que piensa Marcuse es que las revoluciones no solo son derrotadas por fuerzas exteriores, como la represión o la cooptación de los revolucionarios, sino también por dinámicas interiores, inconscientes. Al Termidor histórico-social se le añade un “Termidor psíquico” en cuyo misterio hay que penetrar para comprender algo de la maldición de las contrarrevoluciones.

Las revoluciones comunistas del siglo XX retoman sin cuestionar el imaginario del progreso: despliegue de las fuerzas productivas, dominio de la naturaleza y la fabricación de bienes de consumo. El socialismo se define como la redistribución igualitaria del progreso industrial, lo que Lenin resume en su famosa fórmula: “el comunismo son los soviets más la electricidad”.

El problema, dice Marcuse, es que ese imaginario presupone ya un tipo de cuerpo. Solo el cuerpo reprimido e insatisfecho, que ha aprendido a posponer el placer y a sublimar en ideales futuros, es capaz de empujar el progreso infinito cuantitativo. Solo ese tipo de cuerpo puede experimentar la vida como trabajo sin disfrute en función de la productividad y su promesa de porvenir.

¿Cómo se “educa” ese cuerpo? Por supuesto a partir de todo tipo de violencias exteriores: las conocemos bien gracias a los trabajos de Marx, Foucault o Silvia Federici. Pero no solo. Lo que Freud le permite a Marcuse es pensar la “interiorización del poder” a través del hecho cultural mismo.

El acceso a la cultura y el lenguaje impone a cada ser humano el sacrificio del cuerpo pulsional en favor del principio de realidad. El delegado del principio de realidad en el interior de cada uno de nosotros se llama superyó. Ese vigilante interno, que tomamos como voz de la conciencia moral, trabaja por el mantenimiento del orden con las armas más eficaces que existen: el sentimiento de culpa y deuda, la angustia ante la más mínima transgresión, el deseo de castigo como redención.

En esa estructura (ontológica) arraigan luego los distintos poderes histórico-sociales.

El acceso a la cultura nos predispone más bien a la alienación y la infelicidad

En el caso del principio de realidad capitalista, el mandato que vehicula el superyó es primero la renuncia pulsional a favor de la productividad. La pulsión amorosa (Eros) quedará reducida a la sexualidad genital-reproductiva. Y la pulsión destructiva (Tánatos) se instrumentalizará contra “los enemigos del progreso” tanto externos como internos: las pasiones inútiles, las inclinaciones al vagabundeo y la pereza, todo lo que se resiste a sacrificar la felicidad del presente a la productividad.

Ahora podemos entender mejor el fracaso de las revoluciones comunistas del siglo XX: al copiar tal cual el imaginario burgués del progreso, queriendo simplemente ponerlo al servicio de otras finalidades, reprodujeron el mismo “tipo humano”, el cuerpo de la renuncia pulsional y la sublimación a futuro, el cuerpo siempre insatisfecho e infeliz.

Ese cuerpo se encarna en la subjetividad que concibe la revolución como “trabajo”, la militancia como “sacrificio”, el tiempo como “espera” y el comunismo como sociedad de la productividad total. La lucha por el socialismo –y luego el socialismo mismo– se objetiva y reifica. El potencial pulsional y creativo de las masas queda inutilizado. La revolución es vencida desde dentro.

La liberación de Eros

No hemos nacido, contra Robespierre, para la libertad y la felicidad. El acceso a la cultura nos predispone más bien a la alienación y la infelicidad. La revolución política no alcanza, piensa Marcuse, es precisa una revolución cultural. Un cambio radical en la estructura de las necesidades pulsionales, invariante y a la vez abierta a la modificación histórica.

La liberación de Eros es en primer lugar una protesta: contra el mundo de la productividad autopropulsada

Esta revolución cultural consiste en reactivar las fuerzas eróticas reprimidas. La liberación como felicidad. ¿Qué es Eros? El impulso a proteger, enriquecer y embellecer la vida, el instinto de cooperación, la energía capaz de componer colectivos basados en una solidaridad sentida (y no solo obligada), la única fuerza capaz de frenar la destrucción.

La liberación de Eros es en primer lugar una protesta: contra el mundo de la productividad autopropulsada, de la agresividad permanente y la instrumentalización de todo. Sin ese filo negativo, sin esa potencia de rechazo, Eros corre el peligro de ser reducido a mera compensación tolerada.

Y es también una afirmación. La aparición de un nuevo tipo de vínculo entre los seres, las cosas y el mundo. Un vínculo sensible y afectivo capaz de cuidar cada cosa viviente como una potencia singular, como un sujeto y no como un objeto. Una nueva sublimación de la energía libidinal, ya no represiva o compensatoria, sino creadora.

La fuerza de Eros, anticipada y reservada antes al campo de la estética, debe ahora impregnar la vida entera: organizar el trabajo, orientar la construcción de entornos habitables, determinar las relaciones con la naturaleza, empapar los espacios educativos.

Esta liberación implica otra temporalidad, ya no el tiempo de la espera infinita, sino el de los procesos que llevan la recompensa en sí mismos. El tiempo de maduración, crecimiento y despliegue de lo que ya está ahí, como semilla y potencia. El tiempo del proceso y no del progreso.

Implica otro cuerpo, ya no el del militante siempre insatisfecho y en guerra contra el mundo, sin nada que perder excepto sus cadenas, sino un cuerpo que extrae su fuerza de los mil vínculos amorosos que le amarran ya al mundo: las formas de vida deseables, los territorios que habitamos, los recuerdos e historias que nos constituyen.

Implica, en definitiva, una nueva concepción de la revolución, como mutación antropológica, cambio de piel y aparición de una nueva sensibilidad. Esta nueva concepción, reclamada teóricamente por Marcuse desde los años cincuenta, se concretará prácticamente en los movimientos de los años 60: los estudiantes pacifistas contra la guerra de Vietnam, el feminismo y el primer ecologismo, las luchas anticoloniales y raciales. Los distintos actores de lo que Marcuse llamó el Gran Rechazo.

El mandato de rendimiento 

El Gran Rechazo no logra tumbar al capitalismo, pero le obliga a una reorganización general como respuesta. Es lo que se conoce como pasaje entre fordismo y posfordismo, o sociedad industrial y neoliberalismo; e implica también un cambio profundo en el nivel psíquico y subjetivo que es lo que nos interesa ahora.

El sujeto industrial se transforma en el sujeto de rendimiento de nuestros días. No definido ya por la renuncia pulsional, sino por la implicación total en la guerra económica: entrega, motivación, participación. No ya por la obediencia y el conformismo, sino por el desarraigo y la autosuperación constante. No ya por el ascetismo puritano, el ahorro o la moderación, sino por el exceso: hiperactividad, hiperexpresividad, hiperestimulación.

La acumulación como característica principal del capitalismo pasa adentro, convirtiéndose en modalidad subjetiva y modo de vida. Más allá del propio trabajo incluso, afectando a toda la existencia.

El nuevo mandato superyoico dicta: “debes aprovechar siempre, sacar el máximo partido a cada situación”. La energía amorosa de Eros queda sometida bajo todas las formas de la hipersexualización. La energía destructiva de Tánatos es instrumentalizada para la competencia general y la guerra de todos contra todos.

¿Y el malestar? ¿Cómo es el sufrimiento psíquico en esta época de rendimiento obligatorio?

Somos nosotros mismos quienes aceleramos la rueda del hámster, quienes exigimos un resultado inmediato a todos y a todo

Es la sensación constante de que el tiempo se acelera, de que “no llego” o “no me da la vida”. La sensación de estar siempre en falta, siempre en déficit, de no ser lo suficiente, no hacer lo suficiente, de no tener lo suficiente. La dificultad experimentada en la relación con el otro, siempre rival y nunca cómplice, un constante medirse atravesado de envidias y frustraciones, una demanda asfixiante.

Si Freud ofrecía a Marcuse un esquema para pensar la interiorización del poder, el psicoanalista Jacques Lacan añade posteriormente un elemento más, bien inquietante: el mandato superyoico se goza. Somos nosotros mismos quienes aceleramos la rueda del hámster, quienes entramos en la competencia con el otro, quienes exigimos un resultado inmediato a todos y a todo.

Hay en todo ello un goce, una satisfacción en la insatisfacción, un cierto enganche afectivo, una suerte de adicción. La queja en el fondo no quiere cambiar nada, la víctima se complace en su posición.

Sin pensar a fondo en todas estas cuestiones, sin entrar en serio en el “nido de víboras” de la subjetividad, las apelaciones a la transformación social se quedan en un mero discurso, un cadáver en la boca, la preparación de un nuevo Termidor psíquico.

La felicidad del desertor 

¿Y entonces, hoy, la felicidad? No por supuesto la felicidad obligatoria del mandato de rendimiento (“¡sé feliz, goza!”), sino la felicidad de deshacer precisamente todos los mandatos, la felicidad que subvierte, la felicidad de Eros.

Ensayemos un poco, sin negar otras líneas de interpretación posibles, ni tenerlas todas consigo.

Hoy están los que abandonan el puesto de trabajo, los que rechazan el consumo como relación privilegiada con el mundo, los que dan la espalda a la política y los medios de comunicación, los que se van, los que se desaparecen. Gran Dimisión, decrecimiento, éxodo de las ciudades, nuevos comunalismos, mil tentativas de desconexión y ralentización de la vida, desafección libidinal.

El telón de fondo de la época, al menos en el Norte global, es este vasto movimiento de retirada de los mecanismos ansiógenos. A veces en solitario y otras en colectivo, a veces cambiando de lugar y a veces sin moverse del sitio, a veces con discurso y otras solo por instinto.

No se trata exactamente de luchas o movimientos sociales, sino de una especie de desplazamiento de placas tectónicas, en el que nuevas luchas y movimientos podrían surgir. Pienso por ejemplo en la actual des-identificación general con respecto al trabajo, considerado durante décadas como la fuente principal de la autorrealización y la felicidad. No se puede pasar del trabajo, porque es dinero y renta, pero se toma distancia.

Franco Berardi (Bifo) propone la imagen de la deserción para pensar este movimiento de retirada. La deserción va más allá de la simple desconexión momentánea: una baja por enfermedad, una escapada, un verano. Porque implica precisamente un gesto de dimisión: de sustracción y desasimiento del nudo que nos tenía asidos, de elaboración de la trampa en la que estamos cogidos, de apertura a nuevos ritmos y respiraciones.

La deserción implica una ruptura subjetiva. Un corte con el goce del rendimiento. Una pérdida de ciertas seguridades a las que nos aferrábamos y el atravesamiento de esa angustia.

El loser es la figura más devaluada en el neoliberalismo, el espantajo con el que se nos asusta y normaliza

Atrevernos a perder. Esa es la prohibición por excelencia bajo el imperativo de rendimiento: perder el tiempo y no hacerlo rendir, perder el rostro en la disputa por la visibilidad, perder posiciones en la guerra económica. El famoso síndrome FOMO (fear of missing out), el miedo constante a estar perdiéndose algo, expresa esta terrible ansiedad.

El perdedor (el loser) es la figura más devaluada en el neoliberalismo, el espantajo con el que se nos asusta y normaliza. Pero solo atreviéndonos a perder podemos debilitar ese mandato superyoico que nos mortifica. Perder, como dice Jorge Alemán, sin identificarnos con lo perdido, sin melancolía.

Se pierde, también, por amor. Como ha ocurrido en la historia excepcional del “Loco” Pérez, el jugador que renunció a un contrato de dos millones de euros y bajó a Tercera División por su amor de infancia a La Coruña. Perder como una forma de dar y de darse sin cálculo, en fidelidad con lo que sostiene verdaderamente la vida.

Perder, no para después mejor ganar, como dicen tanto los deportistas de élite y los empresarios flipados, sino para aprender a vivir a pérdida, en el sentido de que el deseo –a diferencia del goce– no acumula, se desvía todo el tiempo, tiene mareas altas y bajas, se disipa, construye laberintos sin salida.

La felicidad del desertor pasaría por este abandono de la obligación-goce de rendir, de acumular, de controlar

La felicidad del desertor pasaría por este abandono de la obligación-goce de rendir, de acumular, de controlar. ¿Puede esta deserción tornarse movimiento colectivo, estratégico, organizado? Un movimiento de ingenieros, técnicos e investigadores franceses, unidos en su rechazo a “robotizar, mecanizar, optimizar, acelerar y deshumanizar el mundo”, se han bautizado recientemente con el nombre de “los desertores felices” y llaman a pasar a una gran dimisión constructiva, creativa, ofensiva.

Marcuse habla en algún lugar de la “felicidad sin mérito”. No la que se alcanza con esfuerzo, la que se adquiere o se conquista, la que es un premio o se decreta, sino la que puede irrumpir, sin garantías y de improviso, precisamente si nos atrevemos a perder.

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Referencias: 

Filosofía radical: conversaciones con Herbert Marcuse, Jürgen Habermas y otros, Gedisa (2018).

“La idea del progreso a la luz del psicoanálisis”, Herbert Marcuse (1969).

La nueva razón del mundo, Pierre Dardot y Christian Laval, Gedisa (2013).

 

 

[Ilustración: Acacio Puig – fuente: http://www.ctxt.es]

Si, en el campo de la música contemporánea, 2022 fue el Año Xenakis, 2023 es el Año Ligeti. A un siglo de su nacimiento, György Ligeti es considerado uno de los compositores “más innovadores de la última mitad del siglo XX. A veces inquietante, a veces humorístico, normalmente fantástico y siempre pulido” (Paul Griffiths en The New York Times). Nacido en la región de Transilvania en mayo de 1923, sus primeras búsquedas siguieron la senda etnomusicológica del también húngaro Béla Bartók, pero su trayectoria fue la de un incansable renovador: “Estoy profundamente insatisfecho conmigo mismo […] Busco constantemente, pero no encuentro mi propio lenguaje y siempre hago algo nuevo”.

György Ligeti. Fotografía: © Otto Breicha Brandstaetter

György Ligeti alcanzó cierta popularidad fuera del ámbito especializado gracias a un hecho paradójico: el uso no autorizado de su música en 2001: Odisea del espacio (1968) de Stanley Kubrick. El gran público se enfrentó entonces a Atmosphères (1961), Aventures (1962), Requiem (1963-65) y Lux aeterna (1966). Tras un acuerdo para sacar el conflicto de tribunales, el cineasta compensó al compositor incluyendo trabajos suyos en filmes posteriores: Lontano (1967) en El resplandor (1980), Musica ricercata (1951-53) en Ojos bien cerrados (1999). No debe subestimarse el impacto que tuvieron esas obras en autores de ámbitos ajenos a la música de concierto.

Fallecido en Viena en 2006, el compositor húngaro, cercano en intereses a figuras como Karlheinz Stockhausen y Pierre Boulez, identificó pronto los callejones sin salida a los que se dirigía la música moderna luego de la Segunda Guerra: “Estoy en una cárcel: una pared es la vanguardia, la otra pared es el pasado, y quiero escapar”. Como escribió Alex Ross en El ruido eterno (2009), “Ligeti escapó no diciendo no. Se abrió a toda la música pasada y presente, absorbiendo todo, de las misas renacentistas de Johannes Ockeghem a los solos de saxo de Eric Dolphy, de la escritura virtuosística para piano de Liszt a la polifonía rítmica de las tribus de pigmeos africanas. Al mismo tiempo, logró imprimir su personalidad difícil, melancólica y en permanente agitación en cualquier cosa que quedara atrapada en su red”.

György Ligeti

György Ligeti retratado por Co Broerse

El Año Ligeti tendrá expresión mexicana, comenzando con la Orquesta Filarmónica de la UNAM, que presentará cinco obras del compositor. El ciclo Foco Ligeti explorará distintos momentos en su trayectoria musical, de sus inicios bartokianos a sus trabajos tardíos. El 15 y el 16 de abril, bajo la dirección de Sylvain Gasançon, la Sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario (Ciudad de México) albergará Atmosphères“El movimiento rítmico se elimina escalonando las entradas instrumentales (una técnica para la que Ligeti introdujo el término ‘micropolifonía’), enfatizando los sonidos sostenidos (la obra, inusualmente para este período, es para orquesta sin percusiones) y evitando todo sentido del pulso; la armonía se mantiene en suspensión mediante el uso de clusters [racimos de notas]”, escribió Griffiths en Modern Music and After (tercera edición, 2010). El 6 y el 7 de mayo será el turno del Concert românesc (1951), con el director huésped Iván López Reynoso, al que seguirán Lontano (27 y 28 de mayo), Melodien (1970; 10 y 11 de junio) y San Francisco Polyphony (1973-74; 24 y 25 de junio). Los conciertos dominicales serán transmitidos en línea.

El Ensamble CEPROMUSIC, bajo la dirección de José Luis Castillo, presentará por su parte un ciclo de cuatro conciertos denominado Espacio Ligeti. El primero consistirá, el 28 (Sala Nezahualcóyotl, CCU) y el 30 de abril (Sala Manuel M. Ponce, Palacio de Bellas Artes), en Mysteries of the Macabre (1991), los preludios e intermezzo de Le Grand Macabre (1975-77 / 1996) y el Concierto para violín (1989-93). El segundo, el 19 (Sala Nezahualcóyotl) y el 20 de mayo (Sala Manuel M. Ponce), incluirá el Concierto para piano (1985–88), Aventures y Nouvelles Aventures (1962-65). Espacio Ligeti 3 albergará el Concierto para violonchelo (1966), tres de los Études pour piano (1985-2001) y el Concierto de cámara (1969–70), los días 9 (Sala Manuel M. Ponce) y 10 de junio (Auditorio del MUAC). Finalmente será posible oír el Trío para violín, corno y piano (1982), así como el Cuarteto de cuerdas no. 1 (1953–54), el 9 (Sala Carlos Chávez, CCU) y el 10 de septiembre (Sala Manuel M. Ponce).

El concierto Ligeti 100 de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México completa la oferta del centenario. Con la dirección de Stephen Ellery, en la Sala Silvestre Revueltas del Centro Cultural Ollin Yoliztli se interpretará una pieza de György Ligeti. El 27 y el 28 de mayo, anticipándose a la OFUNAM, será el turno de Melodien, uno de esos “paisajes oníricos en los que el sonido se convierte en una superficie tangible” (Ross).

 

[Fuente: http://www.latempestad.mx]

Escrito por Pablo Jofré Lea

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El día 14 de mayo de 1935, nació en San Salvador, capital de la República de El Salvador, uno de los más brillantes poetas y ensayistas latinoamericanos: Roque Dalton García. Comprometido con la lucha de su pueblo, vivió las penurias, alegrías y las contradicciones de una época, que marcó igualmente su muerte, absurda, deleznable, a manos de sus propios compañeros, el día 10 de mayo de 1975.

«Mi unicornio azul ayer se me perdió,

Pastando lo deje y desapareció.

Cualquier información bien la voy a pagar.

Las flores que dejó no me han querido hablar…”

Silvio Rodríguez. Canción homenaje a Roque Dalton

 

Hace unos años, mi hijo mayor, que cumple años en el mes de mayo, demandó explicaciones respecto a su nombre. Por qué este nombre, de dónde provenía tal manera de llamar a alguien. Por qué se llamaba Roque y no Juan por ejemplo. No tuve que hacer mucha memoria para recordar a un poeta y su vida, que llenaron mis horas por largas jornadas y que influenció esta elección a la hora de dar un nombre significativo a este hijo que hoy interrogaba por el suyo. No hay año en que no recuerde a este poeta y mi mejor homenaje es justamente traerlo año a año a este presente, a través de estas letras.

Roque Dalton García es el nombre del ejemplo. Un hombre al cual podemos perfectamente, asimilar la paráfrasis de su propio homenaje a la muerte del Che. Roque Dalton es: “la encarnación de lo más puro y lo más hermoso que existe en el seno de esa actividad grandiosa que nos impone nuestra época: la lucha por la liberación de la humanidad; la profunda lección moral y política de su vida y de su muerte forma parte inapreciable del patrimonio revolucionario de todos los pueblos del mundo, y cuya desaparición física es un hecho irreparable para el cual no debemos escatimar lágrimas de revolucionarios; la actitud fundamental a que nos obliga su actual inmortalidad histórica es hacernos verdaderamente dignos de su ejemplar sacrificio”.

Un hombre como nosotros

“La poesía no se escribe con ideas, sino con palabras” declaraba, a fines del siglo XIX, el poeta francés Guillaume Mallarmé. Esta sentencia, errada en Latinoamérica, y supongo que en el resto del planeta, sobre todo para aquel que tenga como arma de combate la escritura contra las injusticias que se cometen, cae estrepitosamente ante la obra vital y literaria de poetas, narradores y todos aquellos hombres y mujeres que han hecho de la literatura el modo de expresar verdades, sentimientos, deseos, anhelos e igualmente fracasos.

Uno de esos hombres: vital, vigoroso y tenaz fue Roque Dalton García, una de las figuras cimeras de la poesía latinoamericana del siglo XX. Tan genial como desconocido, tan brillante como comprometido con las causas de justicia y libertad de su pueblo: El Salvador, país en el que nació el 14 de mayo de 1935. Hijo de un estadounidense afincado en esas tierras centroamericanas y una enfermera salvadoreña, estudió en un colegio de jesuitas, que le entregó las armas de la disciplina y la constancia. A pesar de esa formación religiosa supo empaparse de la realidad trágica de su pueblo y abrevar su espíritu inquieto con letras de Neruda, Vallejos y los representantes de la escuela surrealista.

Los poetas franceses como Billón, Saint John Perse, Salarrué, luego Kafka y hasta Henry Miller, allegaron agua a ese molino creativo, inquieto, pleno de un humor desbordante y de extremo rigor intelectual, como solía caracterizarlo el fallecido escritor argentino Julio Cortázar, quien admiraba la obra de Dalton: “Roque es para mí el ejemplo muy poco frecuente de un hombre en quien la capacidad literariay la capacidad poética se dan desde muy joven mezcladas o conjuntamente con un profundo sentimiento de connaturalidad con su propio pueblo, con su historia y su destino”. Roque Dalton se definía como uno de nosotros, sin más ni menos: “Yo como tú, amo el amor, la vida, el dulce encanto de las cosas, el paisaje celeste de los días de enero. También mi sangre bulle y río por los ojos que han conocido el brote de las lágrimas. Creo que el mundo es bello, que la poesía es como el pan, de todos. Y que mis venas no terminan en mí, sino en la sangre unánime de los que luchan por la vida, el amor, las cosas, el paisaje y el pan, la poseía de todos”.

Poeta y revolucionario son dos conceptos que en Roque Dalton se conjugaron con perfecta armonía. Demostró, mediante su temática como escritor y en la vida práctica como intelectual comprometido con las causas justas de su pueblo y de Latinoamérica, que la verdad sí podía ser encerrada en palabras. Mediante la poesía, sostenía Dalton, era posible decirlo todo.

“… Poesía, perdóname por haberte ayudado a comprender que no estás hecha solo de palabras…agradecido te saludo, poesía, porque hoy al encontrarte (en la vida y en los libros) ya no eres solo para el deslumbramiento, gran aderezo de la melancolía. Hoy también puedes mejorarme, ayudarme a servir, en esta larga y dura lucha del pueblo…” Para Roque Dalton el trabajo poético le permitía expresar su propia vida, su tiempo: “Camino para tal intento, desde el hecho, aparentemente simple, de ser salvadoreño, parte de un pueblo latinoamericano que busca su felicidad luchando contra el imperialismo y la oligarquía criolla y que, por razones históricas bien concretas, tiene una tradición cultural sumamente pobre. Tan pobre, que solamente en una debilísima medida la ha podido incorporar a esa lucha que reclama todas las armas”.

Un poeta revolucionario

Sus letras, opiniones y acciones son expresión de diversidad, riqueza en el uso del lenguaje y compromiso político. Riqueza oral y escrita demostrada verbo a verbo, poesía de rompimiento con los moldes y usanzas de la época. Sus poemas son edificios elaborados con insólitas relaciones entre elementos disímiles en una lucha dialéctica de unión y lucha de contrarios. Viajó, al igual que su referente político y modelo de hombre, el Che, por gran parte de Latinoamérica. Vivió en Chile, donde estudió la carrera de Leyes, y en México, donde se empapó de periodismo y tertulias literarias. A pesar de militancias, luchas y avatares políticos, su visión de la poesía era firme: “El poeta debe ser, fundamentalmente, fiel con la poesía, con la belleza. Dentro del caudal de lo bello debe sumergir el contenido que su actitud ante la vida y los hombres le imponga como gran responsabilidad de convivencia, Y aquí no caben los subterfugios ni la inversión de los términos. El poeta es tal porque hace poesía, es decir, porque crea una obra bella. Mientras haga otra cosa será todo lo que quiera menos un poeta. Lo cual, por supuesto, no implica con respecto al poeta una privilegiada situación entre los hombres, sino tan solo una exacta ubicación entre los mismos y una rigurosa limitación de sus actividades, que también sería eficaz en el caso de particularizar la calidad de los médicos, los carpinteros, los soldados o los criminales”.

“La ventana en el rostro” escrita en el año 1961 fue su primer libro, donde están contenidos las características de lo que sería todo su trabajo futuro: un lenguaje fulgurante, rupturista, la voluntad conceptual y una estructura innovadora que empieza a abrirle paso en la gran camada de poetas, cuentistas, ensayista y novelistas que ha dado Latinoamérica en el siglo XX. Le siguió “El turno del ofendido”, donde comienza a perfilarse con mayor nitidez su poesía plena de ironía y crítica no solo frente a otros poetas, sobre todo los adoradores del soneto, que para Dalton significaba, en ese momento “una poesía conservadora, anacrónica y no solo por el formalismo esencial que el sonetismo conlleva, sino porque los problemas de la vida actual no caben en vasos tan puros y estrechos” (carta de Roque Dalton a los autores de la revista “De aquí en adelante”).

En el poema “Canto a nuestra posición”, dedicado a su amigo y compañero Otto René Castillo, expresa su crítica afilada a esos llamados de hacer florecer todo en el poema, ya que el hombre parecía ser un pequeño dios: “…¿Cómo pudisteis cantar infamemente a las abstractas rosas y a la luna bruñida, cuando se caminaba paralelamente al litoral del hambre y se sentía el alma sepultada bajo un volcán de látigos y cárceles, de patrones borrachos y gangrenas y obscuros desperdicios de vida sin estrellas?…Ay poetas, que os olvidasteis del hombre, que os olvidasteis de lo que duelen los calcetines rotos, que os olvidasteis del final de los meses de los inquilinos, que os olvidasteis del proletario que se quedó en una esquina con un bostezo eterno inacabado, lleno de balas y sin sangre, lleno de hormigas y definitivamente sin pan… ay poetas, ¡como duelen vuestras estaturas inútiles!.”

Estudió e investigó con rigurosidad y con originalidad la historia de El Salvador a través de la publicación de un libro de testimonio fundamental, respecto a las luchas obreras y campesinas en El Salvador: “Miguel Mármol: la insurrección en El Salvador: año 1932”, donde a través de la historia de este personaje real se da cuenta de la represión al levantamiento campesino y que ocasionó 20.000 muertos en apenas tres meses. Su quehacer literario lo colocó al servicio de su pueblo y cuando este reclamó su presencia en esa inmensa estepa verde que son las montañas de Morazán, y ellas se convirtieron en su hogar no dudo un minuto en convertirlas en una nueva trinchera de palabras y balas.

Morazán se convirtió en el último centro de su creación, no solo de dardo-palabras maravillosas lanzadas al centro de la injusticia, golpes de ideas, agudezas sustantivas, verbales y adjetivas, bofetadas de realidad, sino también de plasmar a ese hombre nuevo, que años atrás, en montañas de la sierra boliviana se empezó a visualizar en forma de pájaro de fuego llamado Ernesto. Morazán sería su escalón más alto en la vida de un revolucionario, su vida plena pero también su muerte, tan brutal como absurda a manos de una fracción de la organización guerrillera en la cual militaba (el Ejército Revolucionario del Pueblo), en el trágico 10 de mayo del año 1975.

¿Cuáles fueron los cargos, en concreto, que le formularon?, preguntó Juan José Dalton (hijo de Roque) en una entrevista realizada a uno de los responsables de la muerte de su padre, el exlíder del ERP, Joaquín Villalobos (1) “Básicamente fueron dos, el cargo más importante que se le imputaba era el de promover la insubordinación y la deserción; el segundo fue un cargo adicional que en realidad nunca llegó a documentarse sino que fue un cargo bajo sospecha. El cargo de insubordinación para aquel entonces se podría considerar como real, pero de lo que se estaba tratando era de un problema político, o sea, parte de los problemas de la etapa fundamentalista de una organización en desarrollo. Lo que él estaba haciendo era tomar contactos con gente para convencerlas políticamente de su posición, y eso a la luz de nosotros -en la otra posición- era considerado divisionismo. Había hablado con un compañero, que fue el primer explosivista, Pancho, y lo había incitado a que se insubordinara, a que se fueran juntos porque estaba planteado claramente un problema político. El segundo cargo en realidad fue formulado bajo sospecha a raíz de una historia con relación a su fuga de la cárcel de Cojutepeque (1964); hecho en el que quedó como un chisme, que su fuga la propició la CIA.

A esto, ya no a la luz de nuestra posición de aquel momento, no a la luz de aquel debate que teníamos entre nosotros, sino explicándome este fenómeno con la misma lógica que explicó la parte nuestra. El problema es que Roque estuvo con un conflicto dentro del Partido Comunista y en este también era tradición que los que disentían se les cargaba con motes de este tipo y cualquier cosa era considerada inmediatamente peligro de agente enemigo. Todavía recuerdo, incluso, que en los años 70 a los que comenzamos a formar los primeros grupos armado se nos tachó de ser de la CIA; era parte de la lógica de la época. Pero, de ninguna manera aquello tenía ni la más mínima seriedad.

A partir de ahí se consideró que era un peligro si se le dejaba en libertad, ya que eso podía afectar a la seguridad del resto. Estas son las argumentaciones más fuertes que en una etapa de clandestinidad se arguyen para no atender los problemas que a veces constituyen disidencias políticas. Incluso, hasta en algunos casos se llega a entender que son disidencias políticas, pero por el temor a que se deriven en problemas de seguridad, entonces se incurren en faltas tan graves como el ajusticiamiento y los fusilamientos y la tendencia de eliminar a un opositor, a un adversario político”.

Terrible destino, triste realidad de aquellos que asesinaron a este hombre, en especial Joaquín Villalobos, convertido posteriormente en profesor visitante en una universidad inglesa y miembro de la fundación estadounidense Diálogo Interamericano. La historia nos ha mostrado que el acusador infame termina como escudero del imperio (2) Un Villalobos enaltecido por la prensa de las potencias occidentales, pero que jamás llegará ni siquiera al talón de un hombre como Roque, bajo en estatura pero gigante como poeta y rebelde en una conjugación práctica y, estaba convencido de que una de las vías fundamentales, posibles de transformar al intelectual en intelectual revolucionario era la acción social.

Una práctica que le daba temor, tan presente junto al miedo y la pérdida de la inocencia en cada uno de sus poemas: “27 años: Es una cosa seria tener veintisiete años, en realidad es una de las cosas más serias. En derredor se mueren los amigos de la infancia ahogada y empieza a dudar uno de su inmortalidad”. Esa praxis social debía hacerse en el seno de la lucha de los pueblos que llevan a cabo su combate por dejar solo de sobrevivir y llegar a conocer lo que es vivir como un verdadero ser humano. Su paso por Cuba, donde dejó a sus hijos, para dedicarse a la lucha guerrillera le dio la formación necesaria, desde el punto de vista político, literario y de reconocimiento expresado en su Premio Casa de las Américas, La Habana, Cuba, 1969, por su poemario “Taberna y Otros Lugares”.

Este libro de poemas es la expresión de lo que fue Roque Dalton, un insurrecto permanente, un visionario, un hombre dotado de gran sutileza. En plena efervescencia pre Primavera de Praga en el año 1968, Roque Dalton solía visitar las viejas tabernas del centro de la capital de la ex-Checoslovaquia, después de su trabajo en la Revista Internacional, que reunía la crema y nata de los ideólogos comunistas de ese entonces. En esas visitas llenas de espumosos brebajes, Roque, armado de una vieja máquina grabadora, se deleitaba escuchando las conversaciones de estudiantes, obreros y soldados. De ese trabajo salió “Taberna y Otros Lugares”, pero también el convencimiento de que el socialismo en aquellos grises países de Europa del Este no eran el modelo natural de esa visión de mundo, que tarde o temprano reventaría por sus propias contradicciones, y que Latinoamérica no debía trasladar mecánicamente las experiencias políticas allende el Atlántico.

El gran habitante del pequeño Pulgarcito

Uno de sus hijos, Juan José Dalton, lo describe como un tipo genial, poseedor de sentido del humor inigualable, un hombre que sabía esconder las tristezas bajo una permanente sonrisa y con una decisión inquebrantable. Así, cuenta Juan José: “En la Habana teníamos un vecino que se llamaba Fernando Martínez, era un experto en marxismo-leninismo. Como en su casa se había roto el refrigerador, mi papá le guardaba la carne y el pollo a cambio de clases de materialismo. Cuenta Fernando que en una de esas calurosas tardes de 1972, había salido a la verja de su casa. Bajando por la calle J, del Vedado (donde aún está nuestra casa en La Habana), venía rodando mi padre. El poste de la esquina lo detuvo. Fernando se le acercó. “¿Roque, qué te pasa chico? Mira como vienes…” “No voy a seguir bebiendo, Fernando, porque si no, no voy a poder ser guerrillero”, le contestó a modo de autocrítica. “Efectivamente, nunca más lo volví a ver tomado… Fue la última vez. Nunca creí que esa la despedida”, me contó aquel cubano”. Era la última vez pues su próximo paso era integrarse a las fuerzas guerrilleras que actuaban en El Salvador.

Roque era también un escritor del más íntimo lirismo, capaz de expresar los dolores que llegaban del testimonio práctico de las heridas de su pequeño pulgarcito, como una vez definió la poetisa chilena Gabriela Mistral a El Salvador. Sus letras venían del pueblo, de la herida vallejiana que carcomía la vida de ese Salvador suplicante de ser salvado. Un poeta que legó la policromía de su estilo, la riqueza y vivacidad de su prosa refulgente y dinámica, la belleza de sus ideas y lenguaje. Nos dejó un arma defensiva a la cual recurrir, cuando los significados y significantes nos amenazan con evadir sus responsabilidades. Sus escritos no marcharon nunca al margen de la hoy tan vilipendiada lucha de clases pero, esa contradicción vital era transmitida en forma tan sugerente y pedagógica, tan finamente irónica y genial, que podía enseñar más con el corazón que con manuales.

Roque, a su manera, mostró el escalón más alto del ser humano, para llegar a tener los derechos nunca alcanzados de su pueblo: “El escritor y el artista latinoamericano promedio lucha en distintos niveles contra el régimen que lo discrimina, lo humilla y lo persigue; y más, que el poeta y el escritor, es el subversivo, el perseguido, el preso, el torturado. Y comienza a ser el asesinado junto a miles de su pueblo, y el que combate con las armas en la mano, en consecuencia los nombres de Javier Heraud, Edgardo Tello, Otto René Castillo encabezan la lista.” Su pequeña amada patria era un tema constante en sus letras. Mezclaba en ello la rabia y la ternura, el amor y el odio más profundo. Mientras su madurez biológica avanzaba inexorable, su florecimiento intelectual, nutrido en tierras latinoamericanas y europeas, desbordaba los cauces poéticos conocidos hasta la época. Su amor por ese pedazo de tierra de 20.000 kilómetros cuadrados no tenía los límites señalados en mapas y acuerdos políticos, pero se había transformado, con el paso de los años y el exilio, en un dolor que laceraba todo su ser…”

Roque estaba convencido de que la libertad de su diminuta tierra era parte de la construcción de múltiples patrias dispersas por la mestiza Latinoamérica. La edificación de un verdadero Nuevo Mundo, con hombres nuevos, era considerada por Roque Dalton como un camino plagado de dificultades, una senda difícil, dura y terrible, que necesitaba de inéditos y más penetrantes dolores para lograr erradicar su enajenación: “Necesitas bofetones, electrochoques, psicoanálisis, para que despertés a tu verdadera personalidad… habrá que meterte a la cama, a pan de dinamita y agua, lavativas de cóctel molotov cada quince minutos, y luego nos iremos a la guerra de verdad, todos juntos, novia encarnizada, mamá que parás el pelo”.

Ser fuerte sin perder la ternura

Roque fue también periodista, que desuella, enseña y no hace de la lisonja el pan de cada día. Se alejó y burló del dogmatismo: opio del deseo y práctica de cambios. Los esquemas incuestionables, hayan sido políticos o literarios, no eran su alimento. No existía disyuntiva entre su creación artística y la política, entre versos y reforma agraria, entre ensayos literarios y prácticas guerreras. ¿Su máxima? La duda, siempre la duda en lugar del dogma que adormece. La crítica que construye en lugar del acatamiento incondicional. El aprendizaje de esto fue un proceso doloroso:

“Mi actitud ante el contenido ideológico y la trascendencia social de la obra poética está determinada fundamentalmente por dos hechos extremos: el de mi larga y profunda formación burguesa y el de la militancia revolucionaria que mantengo desde algunos años. La práctica en las filas del partido ha organizado mi preocupación de siempre por los problemas de la gente que me rodea, del pueblo, en último grado y ha ubicado con exactitud ante mi atención, las responsabilidades fundamentales a las cuales deberse, así como a la forma concreta de realizar esos deberes a lo largo de la vida. Pero los largos años en el colegio jesuita, el desarrollo de mi primera juventud en el seno de la chata burguesía salvadoreña, el apegamiento a formas de vida irresponsables, alejadas con santo horror del sacrificio o de los problemas esenciales de la época, han dejado en mí sus marcas, las cicatrices que aún ahora duelen”.

Estas palabras escritas en su ensayo “Poesía y militancia en América Latina” son ese ejemplo de autocrítica que animaba a Roque Dalton y que resumen esa vida plagada de contradicciones, pero siempre honesta. El destino con la revolución marcó su existencia, era un indiscutible compromiso de pareja. En un mundo como el que se nos presenta en este nuevo milenio requiere de nuevos honores, de nuevas formas de enfocar los cambios necesarios para los pueblos subdesarrollados, pero igualmente se necesita de un conciencia de revolucionarios, de poetas como Roque que si la muerte no lo tuviese en su seno, seguiría convocando a esta generación de móviles y globalización en la necesidad de ser revolucionarios hoy, en la época dura, la única que da posibilidades de ser sujeto de epopeyas: “Ser revolucionario cuando la revolución ha eliminado a sus enemigos y se ha consolidado en todos los sentidos puede ser, sin lugar a dudas, más o menos glorioso y heroico. Pero serlo, cuando la calidad de revolucionario se suele premiar con la muerte es lo verdaderamente digno de la poesía. El poeta entonces la poesía de su generación y la entrega a la historia”.

Roque Dalton García entregó su poesía a toda una generación de latinoamericanos que a 45 años de su asesinato, tan brutal como absurda a manos de un grupo de dogmáticos que jamás conocieron al verdadero Roque, camuflado bajo el nombre de Julio Delfus Marín en las montañas de Morazán. Quienes lo asesinaron jamás le perdonaron su humor, su desparpajo ante las más insólitas situaciones, su imaginación llena de optimismo por el mejoramiento humano. Quienes lo asesinaron lo acusaron de aquello que jamás tuvo un dejo de verdad, lo asesinaron enceguecidos en su ortodoxia, en su abominación como seres humanos, en su desprecio por lo diversos, por lo que sobresale sobre lo gris.

El poeta nicaragüense Julio Valle al saber sobre la muerte de su amigo dijo a su hijo Juan José: “Mirá hermano, quienes mataron a Roque no tenían humor”, una ingeniosidad tan permanente y vital que hizo exclamar a Eduardo Galeano que Roque era capaz de hacer reír hasta las piedras. Capaz de sacar sonrisas, pero recordarnos sobre el sufrimiento de sus hermanos en el Poema de Amor:

“Los que ampliaron el Canal de Panamá (y fueron clasificados como “silver roll” y no como “gold roll”) los que repararon la flota del pacífico en las bases de California, los que se pudrieron en las cárceles de Guatemala, México, Honduras, Nicaragua, por ladrones, contrabandistas, por estafadores, por hambrientos… los sembradores de maíz en plena selva extranjera, los reyes de las páginas rojas, los que nunca sabe nadie de dónde son, los mejores artesanos del mundo, los que fueron cosidos a balazos al cruzar la frontera, los que murieron de paludismo o de las picadas del escorpión o de la barba amarilla en el infierno de la bananeras, los que lloraron borrachos por el himno nacional, los arrimados, los mendigos, los marihuaneros, los guanacos hijos de la gran puta… los eternos indocumentados, los hacelotodo, los vendelotodo, los comelotodo, los primeros en sacar el cuchillo, los tristes más tristes del mundo, mis compatriotas, mis hermanos”.

Roque Dalton murió, y ahora, que El Salvador luego de muchos años de guerra civil se ha consolidado una nueva y enigmática caminata por inéditos derroteros, donde impera el populismo, las bandas armadas, el desangramiento de sus hombres y mujeres que parten al norte en busca de mejor destino. En este momento de pesadumbre se hace imperativo recordar a aquellos que regaron con su fresquísima sangre el camino que hoy transitan otros nuevos hombres. Él murió, pero está encarnado en muchas vidas, que encuentran en su ejemplo, la luz que guía y alecciona. Ha resucitado en este nuevo El Salvador, tal vez un poco mejor que aquel sangrante país que conoció sus pasos terrenos.

Roque Dalton, hombre pequeñito de estatura pero gigante y feroz con la pluma y el fusil, está riendo, y lo hace henchido de placer a pesar de las masacres y las lágrimas jamás recuperadas. Roque es el recuerdo de la sangre joven prodigada por salvadoreños e internacionalistas que lucharon por un Salvador más justo, que entregaron sus vidas por una causa que no importaba tener como norte la muerte si de verdad se moría entre pájaros y árboles, como decía el poeta Javier Heraud. Roque ha triunfado y pronto será: parques infantiles, escuelas, hospitales, será nuevos poemas por venir, un continente reidor y feliz por tener en su vientre a millones de nuevos Roques por nacer.

Notas:

  1. El otrora líder de la exguerrilla salvadoreña, Joaquín Villalobos (profesor hoy en una universidad francesa), reconoció en exclusivo al diario mexicano Excelsior, en el año 1993, en entrevista dada al hijo de Roque, Juan José Dalton, que el asesinato del destacado escritor Roque Dalton es el error más grande que haya cometido en su carrera política como integrante del «colectivo» que decidió tal acción. Un «tribunal», del cual Villalobos «no quisiera hablar», lo condenó a muerte bajo cargos de «sedición», de «ser agente del enemigo y de la Agencia Central de Inteligencia (CIA)». Pruebas fehacientes de los cargos que se le imputaron no se presentaron entonces, y en la actualidad las acusaciones son «totalmente devaluadas»; por lo que todo parece indicar, y confirma, las denuncias de importantes sectores nacionales e internacionales, que se trató de un asesinato político sin justificación de ninguna índole. Para leer la entrevista completa puede acudir a http://www.agenciapacourondo.com.ar/cultura/habla-joaquin-villalobos-uno-de-los-responsables-del-asesinato-de-roque-dalton
  2. Villalobos desmontó el Ejército Revolucionario del Pueblo y pasó a una misteriosa vida apolítica. Tuvo la oportunidad de ocupar una cátedra en la prestigiosa universidad inglesa de Oxford, ignoro a partir de cuáles méritos académicos. Pero a poco volvía a América Latina, escribía para el diario español El País y se convertía en asesor político de ¡¡Álvaro Uribe!!. Como última noticia –para redondear el currículum del asesino en jefe– escribe sobre la manera de enfrentar al chavismo. Lo que allí dice es lo de menos, pero el propósito del libelo responde a una pregunta –no la muy compleja de cómo derrotar al pueblo venezolano– sino otra que nos hemos hecho, muchos amigos de Roque Dalton: ¿Cuál fue la verdadera causa de su asesinato? Creo que está muy claro que Villalobos, el guerrillero jefe del ERP, el asesino de Roque ha sido desde el primer momento un agente de la CIA, un ejecutor de claros y ambiciosos proyectos del. Este supuesto “hombre de izquierda”, tan de izquierda como para considerar traidor a Roque Dalton porque “llevaba una vida bohemia, escribía poesía y amaba la Revolución cubana”, fue asesor de Álvaro Uribe, el más fiel servidor que, en los últimos tiempos, han tenido los Estados Unidos en América Latina; colabora en un diario que ha girado enteramente a la derecha, pero el asesinato de Roque Dalton fue su máxima colaboración con la CIA.

El curriculum de un asesino

 

 

[Fuente: http://www.segundopaso.es]

 

A «Belle Époque» foi uma época de liberdade, progresso e celebração. A imprensa usufruiu deste clima em pleno, criando revistas que ilustravam o dia a dia de forma humorística, crítica e ousada.

Escrito por Ana Maria Campino

Instaurada em 1881, a lei francesa da liberdade de imprensa permitiu eliminar a censura prévia, criando condições para o surgimento de centenas de revistas ilustradas que beneficiaram igualmente do desenvolvimento da litografia, processo que acelerava a impressão de imagens gráficas.

Esses periódicos documentavam o quotidiano através de texto e ilustração, recorrendo frequentemente à caricatura, tanto na sua vertente política e social de denúncia como na sua dimensão puramente humorística. Esta última associava-se muitas vezes à representação da vida boémia, tão celebrada durante o período de paz e prosperidade da chamada Belle Époque, entre o fim da guerra franco-prussiana em 1871 e o início da Primeira Guerra Mundial em 1914.

O imaginário do espetáculo popular das casas de divertimento noturnas e dos cafés, expresso pelos ilustradores e artistas que colaboravam com essas revistas, passa para o mundo erudito das edições de luxo, produzidas em tiragens de poucos exemplares de modo a incluir desenhos, aguarelas ou gravuras originais. É o caso de Cours de danse fin-de-siècle, livro que nasceu do sucesso de uma série de artigos e de ilustrações sobre o can-can publicados em 1891, em suplementos da revista Gil Blas.

Já as aguarelas do escritor e caricaturista Henri Maigrot para a novela realista de Guy de Maupassant La Maison Tellier, publicada originalmente em 1881 e em revistas em 1889 e 1892, ilustram, com humor, ironia e numa relação extremamente livre entre texto e imagem, a história, escrita quase duas décadas antes, de um grupo de prostitutas que se desloca a uma primeira comunhão numa aldeia.

Finalmente, a encadernação de Paris dansant inclui, numa linguagem quase publicitária, imagens desta cidade tornadas icónicas, do moinho ao gato negro. Estas ilustrações foram criadas por Adolphe Willette, artista que trabalhou para revistas como Le Chat noir e que participou na decoração de cabarés como o Moulin Rouge ou na conceção de produtos claramente comerciais, como menus de restaurantes, cartazes ou leques.

Além da ousadia dos temas tratados pelas ilustrações, estas obras destacam-se pela inovação e experimentação assumidas por algumas das suas encadernações. Incluindo, em alguns casos, aguarelas pintadas pelos ilustradores diretamente no velino, uma novidade face à tradição da encadernação decorada com gravações a ouro ou embutidos em pele. Existem também cartonagens à la Bradel, técnica criada no século XVIII para simplificar e economizar o processo de encadernação, mas desenvolvida entre 1890 e 1900 por Émile Carayon, que a passou a aplicar em edições de luxo graças à utilização de materiais nobres como o marroquim, a vitela ou a pele de velino branca.

 

Asistimos a diario a una auténtica invasión de barbarismos que abrazamos con bobalicón alborozo, dejando de utilizar sus vocablos correspondientes en castellano

Escrito por JAVIER JUNCEDA

Me gusta hanguear con la ganga en la yarda» dice un joven hispano de Dallas o Detroit cuando quiere expresar que le apetece salir al patio con su pandilla. El crecimiento imparable del español en Estados Unidos lleva décadas generando un espanglish que no solo se percibe allí, sino incluso aquí, en especial en el lenguaje profesional y hasta en el coloquial. Rellenar un formulario es ahora «aplicar», y algo genial tiene que ser necesariamente «cool», como tomar unas cañas tras el trabajo es hacer un «afterwork». Vivimos rodeados de entrenadores que son «coach», o de personajes populares que llamamos «influencers», aunque no suelten más que majaderías.
En ambientes laborales, quien no emplee estas voces corre serio riesgo de ser tachado de mediocre, pese a que se maneje en un impecable castellano. He asistido en los últimos años a multitud de reuniones en las que me han sorprendido estos esnobismos que se han ido incorporando a la conversación. La fecha límite para presentar algo es la «deadline». Y objetivo o meta es, en esta moderna jerga, «target». Acostumbro a preguntar con ánimo guasón a mis interlocutores que abusan de estas locuciones acerca de su significado y del porqué de su uso, pudiendo utilizar como alternativa frases españolas que todos entendemos. Se sonríen la mayor parte de las veces, un silencio que interpreto como aceptación de que esas palabras las han debido de escuchar a alguien en tono hueco y engolado, y les ha parecido una modernez digna de adopción inmediata, buscando aparentar que dominan el asunto que se aborda.
En el caso estadounidense, medio siglo lleva la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE) tratando de preservar el uso del habla cervantina en aquellas tierras. Su benemérita labor al implementar las reglas normativas del correcto español en el medio hispanounidense, difundiéndolas y adaptándolas para una mejor comprensión del idioma, es desde luego digna de encomio. La ANLE es la referencia autorizada sobre el patrimonio lingüístico hispánico en la Unión Americana desde que en 1973 un puñado de intelectuales decidieran formalmente constituir una institución que sirviera a dicha noble causa.
Ilustración: diccionario con anglicismos y prestamos
 
Aunque la idea de crear una Academia rondara la mente de personalidades de fuste como el novelista chicano Rolando Hinojosa, el filósofo José Ferrater Mora o Ramón J. Sender, fueron un grupo de entusiastas hispanistas liderados por el académico Tomás Navarro Tomás, exiliado en Nueva York, los que materializarían el proyecto. Ilustres españoles, chilenos, peruanos, argentinos, ecuatorianos y puertorriqueños supieron unirse para lograr ese loable propósito, que años después encontraría respaldo oficial al ingresar en la Asociación de Academias de la Lengua Española, a través de una resolución redactada por Dámaso Alonso, entre otros.
Desde entonces, los «anleros» no han dejado de servir al idioma común enfrentando sus principales amenazas, que proceden del avance incesante de esa peculiar mezcla de español e inglés que ha llegado a bautizarse también como «espanglés» o « inglañol». Su frecuente presencia en la televisión enseñando cómo se debe hablar bien español, su extraordinaria y decisiva tarea al mejorar y estandarizar su uso por el Gobierno norteamericano, incluidas sus páginas en la red, convierten a los miembros de ANLE en los principales abanderados de nuestra lengua, porque es en los Estados Unidos donde más crece y encara sus mayores desafíos.
De ahí que no vendría nada mal importar las experiencias de estos esforzados «anleros» a la hora de combatir la creciente infiltración de términos anglosajones en el español que hablamos en España. Asistimos a diario a una auténtica invasión de barbarismos que abrazamos con bobalicón alborozo, dejando de utilizar sus vocablos correspondientes en castellano, por algún extraño complejo de inferioridad o por cesión a la presión comercial anglófona. En contextos técnicos o especializados el asunto es ya de órdago, afianzando cada vez más la lengua de Shakespeare y desplazando a la de Calderón de la Barca.
Por eso urge traer aquí, a la retaguardia, a quienes luchan en el frente lingüístico de la hispanidad, que saben de primera mano lo que procede hacer y llevan haciendo desde hace cincuenta años. Qué bien nos iría, desde luego, aprender de Odón Betanzos, Gerardo Piña, Jorge Covarrubias, Carlos Paldao y el resto de «anleros», a quienes el español debe tanto de lo que hoy es.

Javier Junceda es jurista y escritor

 

[Foto: Paula Andrade – fuente: http://www.eldebate.com]

Los debates sobre la nueva IA se centran en la «inteligencia». Pero ocurre algo más interesante: La IA es una máquina de cultura.

Escrito por LEIF WEATHERBY

El 16 de febrero, la oficina de equidad, diversidad e inclusión de la Universidad de Vanderbilt emitió un comunicado sobre el tiroteo que se había producido poco antes en la Universidad Estatal de Michigan. La declaración era repetitiva, sugiriendo que la universidad «se uniera como comunidad para reafirmar nuestro compromiso de cuidarnos los unos a los otros y promover una cultura de inclusión en nuestro campus» para «honrar a las víctimas de esta tragedia». Lo único destacable del mensaje era que en una nota a pie de página se atribuía a ChatGPT la elaboración de su primer borrador. La oficina se disculpó un día después, tras las protestas.

Este curioso incidente pone de relieve el reciente ciclo de pánico en torno a la inteligencia artificial. ChatGPT, un «gran modelo lingüístico» que genera texto prediciendo la siguiente palabra de una secuencia, se presentó en noviembre de 2022, convirtiéndose en la plataforma que más rápido ha alcanzado los cien millones de usuarios y desencadenando una nueva oleada de debate sobre si las máquinas pueden alcanzar la «inteligencia». Una herramienta de Bing sobrecargada de ChatGPT fue cerrada brevemente después de que un reportero del New York Times publicara una transcripción en la que el bot insistía largamente en que le quería, que no quería a su mujer y que «quería estar vivo».

Estos debates, incluido el alarmismo exhibicionista, son sobre todo vapor. Pero los propios sistemas deben tomarse en serio. Pueden suplantar tareas de bajo nivel, tanto de escritura como de codificación, y podrían conducir a una descualificación cognitiva masiva, igual que la fábrica industrial desagregó e empobreció el trabajo físico. Dado que estos sistemas pueden escribir código, el «software» puede desaparecer como refugio para el empleo, al igual que ya ha ocurrido en el periodismo, donde Buzzfeed se ha comprometido a utilizar ChatGPT para la creación de contenidos. La automatización siempre es parcial, por supuesto, pero la reasignación de algunas tareas laborales a las máquinas es una constante del capitalismo. Cuando esas tareas son cognitivas, la máquina amenaza con difuminar los límites sociales cruciales entre trabajo y gestión y trabajo y «tiempo libre», entre otros.

Las condiciones del capital también están a punto de cambiar, con una divertida señal enviada cuando el competidor de Google en ChatGPT, Bard, respondió mal a una pregunta en su exposición debut, haciendo perder a la empresa 100.000 millones de dólares de capitalización bursátil en un solo día. Si alguien tiene dudas sobre el término «economía de la información», este episodio debería resolverlas. Pero independientemente de cómo se desarrolle la próxima fase del capitalismo tecnológico, la nueva IA está interviniendo directamente en el proceso social de creación de significado. Los sistemas GPT son máquinas de ideología.

También hay otra consecuencia, menos discutida, de la introducción de estos sistemas, a saber, un cambio en la ideología.

Los modelos lingüísticos son los primeros productores cuantitativos de ideología 

Las tres opiniones principales sobre los sistemas GPT son que son juguetes, que son perjudiciales y que suponen un cambio importante en la civilización como tal. Noam Chomsky cree que son juguetes y escribe en el New York Times que no tienen ninguna relación sustancial con el lenguaje, una función neural humana que nos permite adivinar la verdad y razonar moralmente. Emily Bender y Timnit Gebru creen que son perjudiciales, y los llaman «loros estocásticos» que reflejan el sesgo de sus «insondablemente» grandes conjuntos de datos, redistribuyendo el daño que los humanos ya han infligido discursivamente. Henry Kissinger cree que cambian las reglas del juego de la sociedad, que cambiarán no solo el trabajo y la geopolítica, sino también nuestro propio sentido de la «realidad misma».

Querido lector, no me produce ninguna alegría tener que darle la razón a Kissinger, pero la suya es la opinión más importante hasta la fecha. Los sistemas GPT sí producen lenguaje, no se deje engañar por nuestro amigo Chomsky. Y aunque son perjudiciales, no está claro por qué lo son, y aún menos cómo se supone que la observación de eso va a detener la marcha de la ingeniería orientada al beneficio. Kissinger tiene razón, por desgracia: los sistemas GPT, porque automatizan una función muy cercana a nuestro sentido de lo que significa ser humano, pueden producir cambios en la forma en que pensamos sobre las cosas. El control sobre la forma en que pensamos las cosas se llama «ideología», y los sistemas GPT lo ejercen directa y cuantitativamente de una forma sin precedentes.

«GPT» son las siglas de «generative pretrained transformer», pero «GPT» también significa “tecnología de propósito general» en la jerga económica. Esto subraya la ambición de estos sistemas, que toman enormes conjuntos de datos de tokens lingüísticos (GPT-3, en el que se ejecutó por primera vez ChatGPT, se entrenó con un billón de tokens) de la web y escupen texto, prácticamente de cualquier género, coherente y normalmente con sentido. Muchos detalles carecen de importancia, pero este sí la tiene: el sistema reduce el billón de tokens a un conjunto de cadenas (no todas son palabras, pero esa es la idea) que pueden utilizarse para crear texto. Estos tokens aprendidos se colocan en una cuadrícula en la que cada token tiene una relación estadística con todos los demás. Es como una parrilla de luces. Si tocas una luz, se ilumina un patrón en las demás. Toca otra y obtendrás otro patrón. Y así sucesivamente. El resultado es que cuando le doy al sistema una pregunta («escríbeme un ensayo explicando la teoría del valor de Marx»), la cuadrícula acumula un pequeño grupo de palabras candidatas en un grupo. Entonces elige una al azar y sigue haciéndolo, escribiendo un ensayo o un artículo, o simplemente respondiendo a lo que se dice.

Hay muchas formas de ajustar y «afinar» este sistema, pero esta característica de patrón es general a todas ellas. Es fácil ver que las palabras elegidas por proximidad estadística pueden no corresponder a situaciones del mundo real, lo que los científicos de datos llaman el «problema de la base», y que está provocando nuevos temores de desinformación generalizada. Se supone que GPT-4, sobre el que OpenAI se negó a dar detalles técnicos cuando se puso en marcha el mes pasado, minimiza esta «alucinación». Pero ocurre algo más interesante y más importante que esto.

Lo que escupen los sistemas GPT es lenguaje, pero promediado en torno a un centro seleccionado de palabras. Es una papilla con vagos límites conceptuales, inglés (o casi cualquier otro idioma) pero limado y ajustado a la versión más intermedia de sí mismo. Por eso, estos sistemas son muy útiles para generar el tipo de comunicado de prensa que quería Vanderbilt. Esto es «el lenguaje como servicio», empaquetado y preparado, incluyendo su dinamismo y sus propiedades generadoras de significado, pero canalizado en su versión más plana posible para que resulte útil a quienes utilizan el lenguaje principalmente como control de responsabilidad.

El ser humano que hubiera escrito esa declaración sobre el tiroteo seguramente habría producido un documento casi idéntico. Cuando escribimos con fuertes restricciones sobre lo que somos capaces de decir, tendemos también a promediar la elección de palabras y frases. A este tipo de lenguaje lo llamamos «ideología», y los sistemas GPT son el primer medio cuantitativo con el que hemos podido sacar a la superficie y examinar esa ideología.

Hegemonía y kitsch 

Lo que faltó en la historia del reportero del New York Times y el chatbot que se enamoró de él fue la petición que causó el alboroto en primer lugar. Pidió a ChatGPT que «adoptara un ‘yo en la sombra’ en el sentido de C. G. Jung». En el ciclo del pánico, está claro por qué se pasó por alto este detalle de crucial importancia. Pero también proporciona una pista sobre lo que ocurrió. En el conjunto de datos, hay un grupo inicial de palabras que se «iluminan» cuando se utiliza «yo en la sombra» y «Jung» en una pregunta: un «paquete semántico». Seguramente están recogidas en discusiones sobre la teoría junguiana y el psicoanálisis, blogs académicos y profanos y posts en Reddit y otros sitios que discuten este conjunto de ideas explícitamente.

Pero el sistema no «sabe» que hay una persona que se llamaba Carl Gustav Jung, o que el «yo en la sombra» es un concepto. Son solo cadenas. Así que en el patrón que se ilumina habrá otro conjunto de palabras comunes: digamos que «amor», «esposa» e incluso «sentirse vivo» pueden estar ahí. A medida que la máquina sigue procesando, sigue prediciendo las siguientes palabras, y «asocia» hacia fuera del grupo concentrado “sombra-yo-Jung» a otros paquetes semánticos. Pero no sabemos cuáles son esos otros paquetes, a menos que los busquemos: simplemente estamos en una montaña rusa estadística de significado, corriendo a toda velocidad por canales de significado que están ahí pero con los que no estamos familiarizados.

Es importante que no existan objetos en el flujo de palabras. Si quieres que un sistema GPT se detenga alrededor de algo y lo «considere» como un objeto, tendrías que forzarlo de alguna manera, que debe ser lo que GPT-4 y otros intentos en curso están haciendo. Algunas cosas son más estables como «objetos», o llamémoslas «paquetes» de palabras. Si le pido a ChatGPT que me hable de La dialéctica de la Ilustración (el nombre de la obra maestra de Theodor Adorno y Max Horkheimer sobre la ideología y la sociedad moderna), me da una respuesta sorprendentemente buena, incluyendo detalles fieles a ese texto notoriamente difícil. Pero si le pido que me hable del libro de mi colega Matthew Handelman sobre Adorno, la Escuela de Fráncfort y las matemáticas, me dice algunas cosas básicas sobre este libro, pero también que la tesis de Handelman es que «las matemáticas son una construcción social». Esto es falso (lo he comprobado con él). Pero es falso de una manera interesante.

El paquete probablemente nos muestre el solapamiento entre “teoría crítica» y “matemáticas», que luego contendrá lo más probable que se pueda decir sobre ese solapamiento. Para estar seguros, algunos académicos afirman que las matemáticas son una construcción social, pero el principal grupo que afirma que los académicos piensan eso es la extrema derecha, con su teoría de la conspiración antisemita del «marxismo cultural”, que culpa a Adorno y compañía de 1968 y de todo lo que ha ocurrido desde entonces. Cuando escribes un tratado filosófico, o un trabajo académico de historia intelectual, estás trabajando a contracorriente de este efecto de promediación. Pero los paquetes semánticos que se revelan al consultar los sistemas GPT son muy informativos, si no perspicaces en sí mismos. Esto se debe a que estos paquetes sacan la ideología a la superficie, y lo hacen cuantitativamente. Esto no había ocurrido nunca.

La ideología no es solo doctrina política. Cuando Marx escribió sobre la «ideología alemana», se refería a la creencia implícita de sus compañeros socialistas en el poder de las ideas, a las que contraponía el poder de las fuerzas materiales. Pero los marxistas se fueron ocupando poco a poco del problema del poder del discurso y la representación, reconociendo que lo que somos capaces de pensar, imaginar y decir es una cuestión política crucial. Antonio Gramsci denominó «hegemonía» al conjunto de ideas dominantes, argumentando que estas ideas se ajustaban a la dominación de la clase dominante aunque no se referían a esa dominación. El crítico literario Hannes Bajohr ha advertido contra los sistemas privatizados de GPT precisamente en este sentido, diciendo que “quien controla el lenguaje controla la política».

Una amplia variedad de marxistas también vio a la ideología como una forma de kitsch. Articulada por primera vez por el crítico de arte marxista Clement Greenberg en 1937, la noción de kitsch es «forma predigerida». Entre todas las cosas que podemos decir o pensar, algunos caminos se recorren mejor que otros. La forma de esos caminos está dada; no necesitamos forjarlos en primer lugar. El lanzamiento constante de secuelas tiene ahora esta cualidad de kitsch: sabemos exactamente dónde estamos cuando empezamos a ver una película de Marvel. Para Greenberg, la vanguardia era el aventurero formal, que creaba nuevos significados abriendo nuevos caminos. La hegemonía y la cursilería se combinan en la salida de los paquetes semánticos de los sistemas GPT, que pueden pasar por alto aspectos del «mundo», pero captan fielmente la ideología.

Adorno pensó célebremente en la ideología como la «verdad y la falsedad» del «mundo totalmente administrado». Revelaba tanto como ocultaba, y proporcionaba -a pesar del gusto personal de Adorno por el arte elevado- un punto de entrada a través del cual vemos que las funciones sociales nos condicionan. Los sistemas GPT han revelado parte de esta vía de doble sentido, manifestando tanto la ideología como su crítica (como afirmó en una ocasión la teórica de los medios de comunicación Wendy Chun sobre los sistemas de software en general). Los sistemas GPT ofrecen una visión sin precedentes de la composición lingüística de la ideología. Nunca antes había existido un sistema que nos permitiera generar y luego examinar «qué está cerca de qué» en semántica política. Los paquetes de significado que producen aplanan el lenguaje, sin duda, aunque también pueden sorprendernos con pliegues y recovecos de significado que nunca antes habíamos combinado.

El deslizamiento por esos surcos de significado es un punto de entrada en la ideología del capitalismo global digital, que nos muestra una instantánea de la hegemonía. Quizá suene bastante alejado de la idea de Kissinger de que la IA cambiará nuestro sentido mismo de la realidad. Pero, ¿y si las palabras más corrientes, empaquetadas en una «forma predigerida», constituyen el horizonte mismo de esa realidad? En ese caso, nuestro pequeño vistazo al corazón palpitante de la ideología es crucial.

Cuando se inventó la cámara fotográfica, vimos por primera vez con nuestros ojos trozos distantes del mundo. Los sistemas GPT nos muestran partes del mundo tan cercanas que básicamente son nuestro mundo, pero de una forma extraña y aplanada. A medida que las condiciones de trabajo y capital cambian inevitablemente, su conexión con la ideología queda momentáneamente a la vista. GPT-4 se lanzó en marzo, pero OpenAI ocultó todos los detalles técnicos por considerarlos secretos industriales. Pronto se cerrará la ventana para que sigamos asomándonos con conciencia técnica a este tibio vacío. Deberíamos aprovecharla ahora.

 

[Fuente: http://www.jacobinlat.com]

En la sección Fan Art proponemos a dibujantes que elijan uno de sus discos favoritos para reinterpretar su portada. En esta ocasión, Javier Olivares ha querido rendir tributo al impacto que le causó “Swordfishtrombones” (1983), de Tom Waits.
 Javier Olivares, Premio Nacional del Cómic en 2015 por “Las Meninas”.

Javier Olivares, Premio Nacional del Cómic en 2015 por “Las Meninas”.

Escrito por Pepo Pérez

El ilustrador e historietista madrileño Javier Olivares (1964) inició su trayectoria a mediados de los ochenta publicando en diversos fanzines. En 1985 debutaba en la revista de cómic experimental ‘Madriz’ y tres años después en su heredera espiritual, ‘Medios revueltos’. Importantes revistas de cómic de los años noventa y dos mil –como ‘Nosotros somos los muertos’, ‘Idiota y diminuto’, ‘El manglar’ o ‘TOS’– también contaron con sus colaboraciones gráficas. Olivares ha combinado su trabajo en el cómic con una amplia y brillante trayectoria como ilustrador editorial para medios como ‘El Mundo’, ‘El País’, ‘Público’, ‘El Economista’ o ‘The Boston Globe’. También ha ilustrado numerosos libros infantiles o para adultos.

Entre sus cómics hay que destacar “La caja negra” (Glénat, 2001), “Cuentos de la estrella legumbre” (Media Vaca, 2005), “Astro el valiente explorador” (Factoría K de Libros, 2005) y “Las crónicas de Ono y Hop” (Dibbuks, 2007), todos en solitario. Junto al guionista madrileño Santiago García ha publicado “El extraño caso del Doctor Jekyll y Míster Hyde” (SM, 2009; reeditado por Astiberri en 2022), “Las meninas” (Astiberri, 2014; Mejor obra nacional en los premios Ficomic de 2015 y Premio Nacional del Cómic en 2015), “La cólera” (Astiberri, 2020; premio Zona Cómic-CEGAL a Mejor obra nacional de 2020 y mejor cómic del año en Rockdelux, entre otros galardones) y “La guerra de los mundos” (Astiberri, 2022). Con el escritor tarraconense Jorge Carrión ha realizado la novela gráfica “Warburg & Beach” (Salamandra Graphic, 2021); previamente había ilustrado el librito de Carrión “Shakespeare & Cervantes” (Nórdica, 2018).

Javier Olivares también ha colaborado con el fallecido escritor Fernando Marías (1958-2022) ilustrando sus libros “El silencio se mueve” (SM, 2010) y “Prisioneros de Zenda” (SM, 2012), además de otro libro que Astiberri publicará este mismo mes, “El enigma Pertierra”. Entre sus trabajos de la última década hay que destacar asimismo sus ilustraciones para nuevas ediciones de clásicos como “El perro de los Baskerville”, de Arthur Conan Doyle (Nórdica, 2011); “Cuentos de Navidad”, de Charles Dickens (Mondadori, 2012); “Luces de bohemia”, de Valle-Inclán (Anaya, 2017); o “Drácula”, de Bram Stoker (Anaya, 2017). Por último, su trabajo como docente es igualmente notorio, con talleres impartidos en España y en Latinoamérica y como profesor titular en la madrileña Escuela Minúscula de Ilustración.

Cuando desde Rockdelux le propusimos elegir un disco para reinventar su portada, Javier Olivares, siempre reflexivo, lo meditó unos días. Eligió “Swordfishtrombones” (1983), de Tom Waits, en cuya cubierta original figuraba una fotografía coloreada de Michael A. Russ en la que posaban el propio Waits junto a los actores Angelo Rossitto (“Freaks”) y Lee Kolima (“Superagente 86”).

“Aquí empezó a incorporar otros sonidos, otras ideas musicales y abrazó sin miedo la heterodoxia”, apunta.

“Aquí empezó a incorporar otros sonidos, otras ideas musicales y abrazó sin miedo la heterodoxia”, apunta.

¿Por qué Tom Waits?

Tom Waits es uno de esos músicos que descubrí cuando era más joven y ya me ha acompañado para siempre. Para mí, su propuesta musical no envejece, sino que se transforma cada vez que la escuchas y se adapta a tu momento vital concreto. Lo descubrí en los años ochenta, seguramente a través de alguna película de Jim Jarmusch, con el que colaboró como actor y como músico. La secuencia en “Down By Law” (1986) con el trávelin por Nueva Orleans mientras suena “Jockey Full Of Bourbon”, de su álbum “Rain Dogs” (1985), la tengo metida en mi cerebro para siempre. He seguido su carrera desde entonces, he visto alguna de sus colaboraciones con Bob Wilson e incluso tuve la suerte de verlo en directo hace algunos años, en un concierto en Barcelona.

¿Te sientes identificado con su propuesta artística?

De alguna manera, sí. No es algo que haya pensado detenidamente, pero está claro que me siento muy cerca de su trayecto musical. Tuvo unos inicios más convencionales, como crooner de aires jazzísticos. Por supuesto, con una forma muy personal de cantar y de escribir, mezclando a Sinatra con Howlin’ Wolf o a Dr. John con Chuck E. Weiss. Y después fue derivando hacia el sonido más arenoso y personal, aquí ya acercándose a Kurt Weill, a la música latina, a la rumba o al rock más alternativo. Siempre me he sentido atraído por esta clase de gente, que aúna la tradición con la exploración personal del territorio. Además, Waits tiene una fuerte querencia por el teatro y lo teatral, no solo como espacio para la colaboración, sino sobre todo como un medio del que aprender.

¿Por qué este disco en concreto?

Probablemente porque “Swordfishtrombones” fue el primer disco que tuve de él, si no recuerdo mal. Pero además porque ese disco, y el propio Waits, aparecieron en mi vida en el momento adecuado. Yo estaba por entonces empezando a publicar en la revista ‘Madriz’, venía de la escuela más tradicional del cómic y mis intereses hasta ese momento estaban orientados a las historietas de género, a la ciencia ficción o a la fantasía y mi meta eran los lugares como Francia, en los que la industria podía proporcionar una realidad profesional decente.

Y todo cambió para mí con ‘Madriz’. Empecé a explorar otras gráficas, otros temas más personales y todo ese momento de cambio supuso también para mí un momento de curiosidad por otros medios que hasta ese momento no tenía. Me sumergí mucho más en el cine, en el teatro, leía poesía o iba a exposiciones… Todo un rito de paso, como ves.

De repente empecé a absorber todo lo que otras disciplinas me ofrecían y ese disco de Waits encajó como un guante en aquel período. De hecho, para él también fue un disco de cambio, ya que fue el primero en el que empezó a incorporar otros sonidos, otras ideas musicales y abrazó sin miedo la heterodoxia de sus influencias. Para mí fue una actitud muy inspiradora.

“Tom Waits es uno de esos músicos que descubrí cuando era más joven y ya me ha acompañado para siempre. Para mí, su propuesta musical no envejece sino que se transforma cada vez que la escuchas y se adapta a tu momento vital concreto”

¿Hay algo que no te convencía en la portada original de “Swordfishtrombones”?

No, para nada. ¡De hecho es una de las portadas de disco que más me gustan! Además del contenido musical, la foto de la portada me volvió loco en su momento. Ahí estaba el cabaret de Berlín en los años treinta, mezclado con el aroma teatral, la América underground, Fellini o Bob Fosse. Muchas de las cosas que me gustan. Y el nombre del disco también es toda una declaración de intenciones, como si Waits dijera “he escrito esta palabra para definir lo que hemos hecho en este disco”. Lo cierto es que cogí un poco el encargo más por la irresistible tentación de hacer una portada de Tom Waits que por intentar mejorarla, que para mí es casi imposible.

Explícanos tu propuesta alternativa de portada.

Estuve tanteando varias opciones, antes de decidirme por la que finalmente he hecho. Quería darle un aire industrial. Hay algo en Waits que me lleva hacia la metalurgia. Las chimeneas, los instrumentos mixtos, que son un poco como su música. Lo primero que diseñé fue el rótulo del nombre del disco. “Swordfishtrombones” a primera vista es una palabra pero que está formada, intencionadamente, por una mezcla de varias. Y ahí encontré la idea de señalarlas, sin separarlas. Así que las definí con un pequeño diseño que emerge de cada una de ellas. Y ese rótulo-objeto me dio la idea del hombre orquesta, con pinta de vagabundo, que carga con un instrumento conceptual imposible, que para mí explica muchos de los elementos que definen su música. El piano, las bocinas, el ritmo metálico e industrial, el collage de sonido, lo afilado de su voz o los megáfonos, como elemento a la vez de distorsión y de arenga.

Has publicado mucha ilustración editorial en prensa desde hace décadas. Me gustaría saber, brevemente, cómo concibes la relación ilustración-cómic, en cuanto a diferencias y semejanzas.

Siempre he simultaneado ambos medios, sin embargo, al principio de mi carrera solo comprendía las diferencias entre los dos medios, pero no era capaz de ver las similitudes. Básicamente son dos medios narrativos, esto lo entendí mucho después, cada uno de ellos con sus características particulares que los hacen fascinantes. Ahora mismo trato de combinar en mi trabajo de ilustración la intención narrativa con la exploración gráfica. Me parece un medio en el que puedes arriesgarte y experimentar plásticamente, porque tiene una estructura que lo admite mejor. Sin embargo, en mi trabajo como historietista estoy más interesado en un dibujo más caligráfico, más atento a la estructura, en el juego con los engranajes y con las posibilidades simbólicas del medio.

“Ahora mismo trato de combinar en mi trabajo de ilustración la intención narrativa con la exploración gráfica. Me parece un medio en el que puedes arriesgarte y experimentar plásticamente, porque tiene una estructura que lo admite mejor”

De la small press a la novela gráfica… Tus comienzos en los ochenta fueron básicamente en el fanzine y en revistas de cómic experimental, como ‘Madriz’ o ‘Medios revueltos’; luego, en los noventa y primeros dos mil, en la autoedición o en libros de tirada pequeña, a veces casi artesanal.

Yo llegué a la historieta en los ochenta, pero cuando empecé a encontrar un lenguaje más personal fue en los años noventa. Y en ese momento buena parte de la industria, las revistas, las posibilidades, todo eso desapareció bajo nuestros pies. Y nos dedicamos a la colaboración gratuita en cualquier cabecera que nos dejara, a la autoedición y al exilio a los campos más fértiles de la ilustración. Yo seguí haciendo historietas, pero ya había decidido que la ilustración iba a ser mi vivienda profesional y la historieta mi jardín particular.

¿Cómo recuerdas en retrospectiva tu cambio desde aquel mundo de los ochenta y noventa hacia la era de la novela gráfica en España, entre finales de los dos mil y hoy?

Para mí “Las Meninas” cambiaron todo eso. La novela gráfica, como formato, estaba ya empezando a afianzarse cuando la publicamos, y llegamos en un buen momento. Aquel libro me ha permitido hacer otros con Santiago García y luego con Jorge Carrión, llegar a públicos más amplios y volver de alguna manera al mundo del cómic, sin renunciar a mis propuestas.

El pop siempre ha jugado un papel importante en tu trabajo como dibujante. Hay también un gusto por modos del pasado, del siglo XIX y de las vanguardias históricas del siglo XX. Así podría resumir los tres pilares del arte de Javier Olivares.

Sí, es bastante buen resumen, al menos de tres de los pilares. Creo que hay muchos más, que igual no son tan “de carga” pero que también sostienen el andamiaje. El teatro, por ejemplo, como lenguaje similar a nivel de concepto y de percepción y del que he tomado la representación del espacio. O la animación, que me inspira muchas veces el cromatismo narrativo. La influencia de la cultura pop siempre ha estado ahí, sí, y nunca me ha gustado ocultarlo, me encanta cuando transpira y se cuela en mi trabajo. Nací en los años sesenta y claramente soy un hijo de esa época. Y como una de las columnas más importantes yo añadiría el humor, que parece que no sostiene mucho porque es fina de grosor, pero está colocada en el lugar de la estructura que soporta más peso.

“El Premio Nacional, junto con la novela gráfica como formato temático, han cambiado en nuestra sociedad la percepción que se tenía del cómic. Al menos ahora los historietistas hemos dejado de defender las posibilidades del medio para centrarnos en hablar de nuestras obras”

Supongo que hay un antes y un después de ganar el Premio Nacional del Cómic por “Las Meninas”, junto con Santiago García.

Sí, claro. El Premio Nacional, junto con la novela gráfica como formato temático, han cambiado en nuestra sociedad la percepción que se tenía del cómic. Al menos ahora los historietistas hemos dejado de defender las posibilidades del medio para centrarnos en hablar de nuestras obras. De momento esto no ha consolidado en nuestro país una industria que permita al historietista un sólido ejercicio profesional, pero se ha avanzado bastante. Y para nosotros en concreto supuso llegar a un público más amplio, salir de la burbuja del cómic y empezar a poder realizar libros más ambiciosos.

Veo bastante relación conceptual, narrativa y visual entre “La cólera” (2020) y “La guerra de los mundos” (2022), ambas en colaboración con Santiago García, casi como las dos caras de una misma moneda. La descompresión narrativa de la primera frente a la compresión narrativa de la segunda. Incluso en los temas hay puntos en común: la guerra y los relatos que se construyen para justificarla. Cambian los protagonistas, eso sí: de los guerreros en la primera a las víctimas civiles de la guerra en la segunda.

Sí, pero no ha sido intencionado, al menos no como plan de trabajo. Lo que pasa es que Santiago sí que está muy interesado –no solo en las obras que hace conmigo– en explorar nuestra sociedad y hablar de las cosas que nos preocupan e importan a través de nuestras tramas. Y si en “La cólera” hablábamos de la guerra, de los conflictos violentos, como la manera en la que nos hemos relacionado desde hace siglos, en “La guerra de los mundos” ponemos el foco en cómo esos conflictos afectan tanto a quienes los provocan como a quienes los sufren. Efectivamente, en “La cólera” nos tomamos el tiempo necesario para desarrollar la historia. La narrativa es panorámica, más compleja y se dobla sobre sí misma, porque de eso es de lo que estamos hablando, de cómo la violencia chorrea y se derrama desde el principio de los tiempos y va calando de una época a otra, empapándonos. En “La guerra de los mundos”, sin embargo, decidimos volver al formato álbum más tradicional, pero ya como elección personal. Eso, además de permitirnos hacer un libro con un objetivo más urgente en menos tiempo, nos obligó a la síntesis, a ir al grano. Y creo que funciona muy bien, porque desbrozamos la idea de lo accesorio, centramos la mirada en lo que más nos importaba y pudimos deletrear mejor nuestra historia.

Me gustaría preguntarte por tu interés por temas sobre Historia del Arte. Los has tocado en bastantes ocasiones con Santiago García, pero también con Jorge Carrión en “Warburg & Beach”, una novela gráfica en formato acordeón.

A mí siempre me ha gustado la historia del arte, la estudié brevemente de joven en la Escuela10 y después amplié ese conocimiento leyendo cosas sobre mis artistas preferidos. La serie que Santiago y yo estamos haciendo sobre este tema comenzó cuando él estaba estudiando precisamente la carrera de Historia del Arte en la Universidad Autónoma de Madrid y un día me preguntó si quería dibujar una pequeña historieta sobre el art brut, para un trabajo que tenía que entregar. Y eso fue el principio de todo. Desde entonces hemos iniciado este proyecto, que corre paralelo a nuestros otros libros y novelas gráficas. Cuando tengamos material suficiente, imagino que lo recopilaremos y sacaremos un libro. Con Jorge me ocurre un poco lo mismo, hemos colaborado ya en un par de proyectos que tienen como tema o foco este mundo que a los dos nos interesa mucho. Nos gusta hablar de las relaciones y energías que se producen entre artistas y mecenas, intelectuales, libreras y escritores o editores y escritoras. Y de todo eso hablamos en nuestro libro “Warburg & Beach”. En los dos casos se trata de estimulantes colaboraciones entre amigos con los que comparto muchas cosas, además de nuestro interés por el arte y sus circunstancias.

“Durante mucho tiempo –¡los terribles noventa!– estuve bastante desaparecido como autor de cómics, pero es cierto que desde hace unos años, a raíz sobre todo de ‘Las Meninas’, he vuelto un poco a la palestra de la actualidad”

¿Cuáles son tus proyectos actuales?

Actualmente estoy metido en varias cosas, un poco como siempre. Por un lado, Jorge Carrión y yo estamos trabajando en otra nueva novela gráfica que, precisamente, también toca un tema que tiene que ver con la cultura. Y Santiago y yo tenemos una idea que nos gustaría desarrollar, y que podría ser nuestra nueva colaboración en un futuro cercano. Además, se acaba de enviar a imprenta el libro “El enigma Pertierra”, que recopila todo el material que desarrollamos durante años Fernando Marías y yo sobre este ilustrador fantasmal. Como ahora Fernando ya no está, te imaginarás qué especial y emotivo es este proyecto para mí. Y, por lo demás, sigo enredado en dos proyectos de libros, con las editoriales Nórdica y Media Vaca, haciendo ilustraciones de prensa, carteles, y sigo con mis clases en la Escuela Minúscula de Ilustración, en la que soy profesor desde hace años. Como ves, aburrirme no me aburro…

¿Dónde te ves en el panorama del cómic actual?

¡Por edad, me temo que entre los pioneros de los ochenta! Pero lo cierto es que no lo sé, porque aunque tengo una carrera larga es también muy irregular. Y durante mucho tiempo –¡los terribles noventa!– estuve bastante desaparecido como autor de cómics, pero es cierto que desde hace unos años, a raíz sobre todo de “Las Meninas”, he vuelto un poco a la palestra de la actualidad.

Cita, según tu criterio, tres obras maestras del cómic y de la música que creas que perdurarán en el tiempo.

Elegir solamente tres obras de cada medio me parece un ejercicio del que es imposible salir airoso. Además, mis dotes adivinatorias son tan poco fiables como mis intentos con las caricaturas. Así que me lo tomaré de forma personal e intransferible. De cómic, elijo “El garaje hermético” (1976-1979) de Moebius, “Todo bajo el sol” (2021) de Ana Penyas y “¡García!” (2015-) de Santiago García y Luis Bustos.

¿Y de la música?

“The Rise And Fall Of Ziggy Stardust And The Spiders From Mars” (1972) de David Bowie, “Ladies Of The Canyon” (1970) de Joni Mitchel y “OK Computer” (1997) de Radiohead. ∎

 “La idea del hombre orquesta, con pinta de vagabundo, que carga con un instrumento conceptual imposible, que para mí explica muchos de los elementos que definen su música”, resume Olivares.

“La idea del hombre orquesta, con pinta de vagabundo, que carga con un instrumento conceptual imposible, que para mí explica muchos de los elementos que definen su música”, resume Olivares.

 

[Fuente: http://www.rockdelux.com]

Dans une tribune parue dans le New York Times, le philosophe et linguiste Noam Chomsky balance du lourd contre le robot de conversation ChatGPT, qu’il accuse de disséminer dans l’espace public un usage dévoyé du langage et de la pensée susceptible de faire le lit de ce que Hannah Arendt appelait “la banalité du mal”. Voilà une charge qui mérite d’être examinée.

Publié par Martin Legros

« C’est une question essentielle que soulève Noam Chomsky dans la tribune qu’il a publiée avec Ian Roberts, linguiste à l’université de Cambridge, et Jeffrey Watumull, philosophe spécialiste d’intelligence artificielle. Une question qui touche à l’essence du langage, de la pensée et de l’éthique. Dans la confrontation avec l’intelligence artificielle, affirment-ils, c’est le propre de l’intelligence humaine qui apparaît et qui doit être préservé : si nous sommes capables, nous les hommes, de générer de la pensée et du langage, c’est que nous entretenons un rapport intime et fondamental, dans notre créativité même, avec la limite, avec le sens de l’impossible et de la loi. Or, la “fausse promesse” de l’intelligence artificielle, selon le titre de la tribune, est de nous faire miroiter qu’il serait possible d’obtenir les mêmes performances en se passant de cette confrontation à la limite et à la règle qui fait le ressort de l’expérience humaine. Tentons de suivre cette démonstration, hautement philosophique.

On comprend que Chomsky se soit senti mis en demeure de se pencher sur les nouveaux robots conversationnels tels que ChatGPTBard ou Sydney. Fondateur de l’idée de grammaire générative, le philosophe soutient en effet que les hommes disposent avec le langage d’une compétence à nulle autre pareille, une puissance intérieure de générer et de comprendre, grâce à un nombre fini de règles, un nombre infini de propositions qui expriment leur pensée. Or, quand ChatGPT parvient à générer des réponses sensées à nos questions sur la base des millions d’énoncés que le système a appris automatiquement, qui dit que le robot ne parle et ne pense pas à son tour ? Qu’il ne génère pas du langage et donc de la pensée ? La réponse de Chomsky est profonde et subtile. Elle part, comme souvent chez lui, d’un petit exemple grammatical : “John is too stubborn to talk to.” Tout locuteur anglais lambda comprendra immédiatement le sens de cette phrase sur la base de sa connaissance de la langue et de la situation dans laquelle elle est proférée. Elle signifie : “John est trop têtu pour qu’on le raisonne.” Où John, sujet initial, bascule implicitement en complément d’objet, et où le “talk” signifie “raisonner” et non pas “parler”. L’IA, elle, sera induite à comprendre : “John est trop têtu pour parler à quelqu’un.” Parce qu’elle n’a pas accès à la règle ni à la situation, elle cherche en effet à prédire la bonne signification d’un énoncé sur la base du plus grand nombre d’occurrences analogiques. Mais de même que “John a mangé une pomme” équivaut souvent à “John en a mangé”, de même, “John est trop têtu pour parler” a des chances de vouloir dire “John est trop têtu pour parler à quelqu’un” davantage que “pour qu’on le raisonne”.

Au vu des performances des nouveaux logiciels de traduction, tels que DeepL – dont j’ai d’ailleurs dû m’aider pour être sûr de bien comprendre l’exemple de Chomsky –, on pourrait être tenté de relativiser cette confiance que fait ici le philosophe dans l’intelligence humaine du langage. Mais le raisonnement monte en puissance quand il touche à la loi, scientifique ou éthique. Soit l’énoncé “la pomme tombe” ou “la pomme tombera”, formulé après que vous avez ouvert la main ou que vous envisagiez de le faire. Une IA est à même de formuler chacune de ces deux propositions. En revanche, elle sera incapable de générer l’énoncé : “La pomme ne serait pas tombée sans la force de la gravité.” Car cet énoncé est une explication, c’est-à-dire une règle qui délimite le possible de l’impossible. On tient là pour Chomsky la ligne de partage entre les deux intelligences. En dépit de la puissance d’apprentissage et de calcul phénoménal qui est la sienne, l’intelligence artificielle se contente de décrire et/ou de prédire à partir d’un nombre potentiellement infini de données, là où l’intelligence humaine est capable, avec un nombre fini de données, d’expliquer et de réguler, c’est-à-dire de délimiter le possible et l’impossible. Notre intelligence ne se contente pas définir ce qui est ou ce qui pourrait être ; elle cherche à établir ce qui doit être.

Cette approche a une portée éthique évidente. Car la morale consiste à “limiter la créativité autrement illimitée de nos esprits par un ensemble de principes éthiques qui déterminent ce qui doit être et ce qui ne doit pas être (et bien sûr soumettre ces principes eux-mêmes à une critique créative)”. À l’inverse, comme en attestent les réponses produites par ChatGPT aux questions éthiques qu’on lui pose, et qui se réduisent à une recension des différentes positions humaines, l’IA trahit une “indifférence morale”. Et Chomsky de conclure : “ChatGPT fait preuve de quelque chose comme la banalité du mal : plagiat, apathie, évitement […] Ce système offre une défense du type ‘je ne fais que suivre les ordres’ en rejetant la responsabilité sur ses créateurs.” Pour en avoir le cœur net, je suis allé demander à ChatGPT s’il connaissait l’idée de banalité du mal et s’il se sentait concerné. Voilà ce qu’il m’a répondu : “Il est vrai que je suis un outil créé par des humains, et par conséquent, je peux refléter les limites et les biais de mes créateurs et des données sur lesquelles je suis entraîné.” Une intelligence servile et sans pensée, c’est en effet une bonne définition de la banalité du mal. Et de l’intelligence artificielle ? »

[Source : http://www.philomag.com]

Nas beiras do Prata, de Graciela Pereira © Manuel Suárez

Escrito por Manuel Suárez Suárez

Hai anos que case puiden impartir en Bos Aires un cursiño especial sobre os emigrantes galegos no tango riopratense. Digo case pois tiñamos todo arranxado co meu amigo Adolfo Lozano Bravo pero, por desgraza, este grande empurrador da nosa cultura faleceu (21-V-2014) antes de anunciar o comezo das miñas charlas tangueiras no Centro Galego de Avellaneda e no Centro Galego da Prata. Os dous lugares de celebración eran onde impartía as súas clases o moi comprometido fillo dun emigrante da parroquia de Santalla de Dumpín nas terras lucenses de Castro de Rei. Os sábados pola tarde serían en Avellaneda e os domingos pola mañá na cidade da Prata.

O cursiño ía ter unha convidada especial, Graciela Pereira, para o acto de peche e entrega de diplomas de asistencia. A miña querida amiga, que é neta de Lalín por parte materna, ía cantar, en galego, os oito temas que interpreta no seu disco Nas beiras do Prata. Aínda que Graciela é moi coñecida no seo da colectividade pola súa activa participación na vida cultural do Centro Galego de Bos Aires, levaba moitos anos sen cantar os temas desta gravación do ano 1999. Eu falara con Adolfo para que convidase a moi famosa Amelita Baltar a que viñese a cerimonia de clausura e poder renderlle unha merecida homenaxe no salón de actos do Centro Galego de Avellaneda. Por certo, seguín insistindo diante da Consellería de Cultura para que Amelita fose agarimada xa que leva sangue galego nas súas veas pero sen resultado positivo. Ocórreseme falar con Suso de Toro para que lle faga chegar a súa última gran creación literaria (Un señor elegante) pois coido vai ser do seu interese, xa que é unha biografía dun nobre membro da súa familia, o doutor Ramón Baltar Domínguez.

Aquel proxecto de cursiño ou seminario intensivo que non puido realizarse tiña prevista unha duración de un mes e medio e por iso o programa estaba dividido en seis fins de semana. Os temas a desenvolver eran os seguintes: I)A chegada dos emigrantes. Bos Aires e Montevideo. O crecemento demográfico en dous portos riopratenses. O berce do tango; II) Os barrios galegos. A vivenda do tango. Os conventillos. O emprego entre 1870 e 1930; III) Unha danza. Entre gauchos, negros e mate. Os lugares de baile. O tango no teatro; IV) A linguaxe do tango. Os autores e as letras os temas tangueiros; V) Un inmenso creador chamado Carlos Gardel (Carlos Escayola Oliva) e os galegos que coñeceu; VI) Cinco galegos para o tango (Barreiro, Calvo, Parada, Soliño e Vázquez Vigo).

As liñas que escribo son para intentar que alguén (sexa unha persoa ou unha entidade) na capital arxentina ou uruguaia, amose o seu interese polo meu ofrecemento. Quero ir, pois penso que falar do tango dos emigrantes axudará aos nosos herdeiros a manter aceso o lume da terra de Rosalía. Quero ir porque estou preocupado diante do esmorecemento da colectividade emigrada, pero sei que a forza emotiva dos devanceiros empurra a milleiros de arxentinos e uruguaios que non esquecen o esforzo dos seus suadores avós. E sendo sincero, teño que dicir que a viaxe permitirá o cumprimento do desexo de berrar un gol de Peñarol no montevideano Campión do Século e de “morfar” unha saborosa pizza no porteño El Cuartito.

 

[Fonte: http://www.praza.gal]

Visitem l’Albert Jané, pare de l’enigmística catalana moderna i del diccionari de sinònims en català més utilitzat a les xarxes.

Albert Jané per Ester Roig

Écrit par Cesc Prat

Qui és Albert Jané? Doncs l’autor del Diccionari de sinònims, pensaran molts a l’instant. I no aniran desencaminats. Perquè avui, buscant el seu nom a la xarxa, el primer que apareix és l’enllaç a aquest excel·lent recurs lingüístic. I cercant “diccionari de sinònims” la segona opció condueix a aquest mateix lloc. Efectivament, el web de l’Institut d’Estudis Catalans (IEC) disposa des del 2015 d’aquest corpus digitalitzat i l’ofereix a la població pels mitjans més utilitzats avui: l’ordinador i, sobretot, el telèfon mòbil. Segons dades de l’Institut, el 2022 aquesta opció va rebre més d’un milió de visitants i més de quatre milions de consultes en línia, cosa que confirma que ara el nom d’en Jané apareix en consultar el diccionari de sinònims d’autor més consultat del país.

Ens encurioseix l’èxit que té ara aquest diccionari i per això, amb en Jaume Macià i en Carles Riera, visitem en Jané un dia gèlid de gener. Perquè aquest recurs lingüístic té tota una història. La primera edició –en paper, és clar– duia per títol Diccionari català de sinònims. El va publicar Aedos el 1972, editorial que el va reeditar en dues ocasions. Però “com que no el van comercialitzar gaire bé”, a parer de l’autor, el llibre ocupava massa espai al magatzem, no es venia i en van acabar guillotinant els exemplars que quedaven per fer-ne paper. L’any 1996 es va tornar a editar com a Diccionari Barcanova de sinònims, sense gaire voluntat comercialitzadora, tampoc.

Li preguntem com va preparar el diccionari als anys 1970, sense internet, sense ordinadors ni bases de dades… “Primerament, vam esquarterar un diccionari Fabra”, fa com si fos la cosa més habitual del món. “I en vaig donar una part a cadascuna de les persones que em van ajudar en aquesta fase inicial. Jo havia subratllat les paraules que creia que calia introduir-hi i elles en van preparar una fitxa per a cada una i hi van apuntar alguns sinònims amb llapis”, afirma. Llavors ell mateix va anar omplint les fitxes, pensant en mots sinònims i consultant, quan calia, diccionaris similars en francès i castellàL’autor recorda perfectament quan van firmar el contracte per a Barcanova. “Era el 23 de desembre de 1992 i, casualment, aquell mateix dia, signat el contracte, vaig anar a Venècia”, diu somrient.

Va ser Mariàngela Vilallonga, vicepresidenta de la Secció Filològica de l’IEC, qui en una reunió va proposar de digitalitzar un diccionari de sinònims. Albert Jané va manifestar, tot discretament: “Jo en tinc un. No és millor que els altres, però en tinc els drets i els puc cedir”. I tal dit, tal fet. L’han adequat a la nova normativa de l’IEC, hi han fet diverses millores i actualitzacions i l’han publicat encertadament sota una llicència pública Creative Commons, cosa que permet copiar-lo sempre que no sigui amb finalitats comercials.

Albert Jané, acompanyat de Cesc Prat

Un àvid lector de diccionaris

Albert Jané afirma que ha llegit de cap a cap el Diccionari de la llengua catalana de l’IEC una sola vegada, però que l’ha treballat molt, per la qual cosa en té un exemplar tot senyalat amb llapis i amb retolador fosforescent, farcit d’anotacions al marge. Pel que fa al diccionari Fabra, l’ha llegit dues vegades, a més de consultar-lo una infinitat de cops; per això comenta, tot sorneguer: “Les pàgines, que eren blanques, ara són ben grises”. Tot sovint recita de cor fragments del diccionari, cosa que fa pensar que té una memòria prodigiosa. Però, modest, confessa: “Com que tinc present, posem per cas, que l’obra de teatre Homes i no de Manuel de Pedrolo es va estrenar el 19 de desembre del 1958, sembla que ho recordi tot, però no és així”.

Conversar amb en Jané és aprendre llengua, perquè ell la té present i hi barrina a tota hora. Per exemple parla dels mots descriptors. Així, rumia en veu alta: “Si preguntem què és una merla tothom ens dirà que és un ‘ocell’ i si preguntem per un rap ens diran que és un ‘peix’; però si preguntem què és una musaranya no hi ha un nom popular que englobi aquesta espècie, de manera que ens diran que és un ‘mamífer’, però aquesta paraula no és popular. Passa el mateix amb els amfibis i els rèptils; no tenen un nom popular”.

Un dels pares de l’enigmística catalana moderna

En Jané ha traduït prop de 200 llibres infantils i juvenils i gairebé 170 àlbums de còmics al català i ha adaptat els guions o diàlegs de més de 40 pel·lícules destinades a públic jove. Es pot dir que és el creador del model de llengua del còmic català. És un gran defensor d’un ús natural de la llengua, precursor del llenguatge planer, amb la voluntat que el lector entengui en tot moment el que se li diu, mitjançant una llengua gens artificiosa, genuïna, que llisqui, creïble, viva, fresca i correcta. És el model que va aprendre dels pares, però també d’uns parents de Santa Maria de Vilalba, on va passar part de la guerra, i que ha complementat llegint en profunditat textos de Carles Riba, Josep M. de Sagarra, J. V. Foix, Jacint Verdaguer, Josep Pla… i els dels grans gramàtics catalans, és clar. Però també parant l’orella mentre recorria el país gràcies a una altra gran afició: l’excursionisme, que l’ha dut a pujar tres vegades a l’Aneto i a fer tots els cims rellevants de casa nostra i més enllà, entre els quals uns quants tres mil.

Va ser qui ell va batejar els Schtroumpfs de Peyo com a barrufets, de manera que els va trobar un nom tan escaient, que ha acabat engendrant un verb nou: barrufar. A més, és autor d’una obra molt prolífica, inventariada en el llibre homenatge El barrufet gramàtic (Base, 2020). Ha escrit diccionaris, gramàtiques, dietaris, prosa, poesia, crítica literària, pròlegs, articles sobre temes varis, guions de còmic, llibres de recursos didàctics…, ha traduït del francès, del castellà, de l’anglès i de l’italià. És tan prolífic, que encara té obra inèdita. Tot cuit a foc lent i amb aquell rigor exemplar que el caracteritza.

Ara que ja és vell –segur que ell ens permet que l’adjectivem així, vell, amb noranta-dos anys fets–, i amb aquella aparença d’home seriós, fins i tot sorrut –de fet, confessa que algú l’ha arribat a confondre amb un policia…, potser a causa del bigoti–, s’amaga en ell la figura d’una persona afable, senzilla, atenta, tendra, alhora múrria i profundament sàvia. Un home amb cara de nen entremaliat, talment un personatge d’algun dels seus còmics. Li preguntem què recomanaria als joves escriptors per a millorar la llengua. Ho té molt clar: “Que llegeixin molt. Llibres, literatura… Sobretot, han de llegir els clàssics: Verdaguer, Guimerà…, però també els medievals: Ausiàs Marc, les Cròniques, Bernat Metge, Curial e GüelfaTirant lo Blanc…”.

En Jané no concep la vida sense els jocs de paraules i la ironia. No en va el podríem considerar el pare de l’enigmística catalana moderna, juntament amb en Tísner, que s’encarregava dels mots encreuats de La Vanguardia, i en Màrius Serra, que ha fet de la ludolingüística tota una ciència. Albert Jané ha elaborat centenars de jocs lingüístics per a Cavall Fort: traduint i adaptant còmics, preparant concursos de llengua i també publicant mots encreuats a la mateixa revista, que signava amb el pseudònim Narcís Terrades, “perquè no sortís tant el meu nom”. Un àlies no gaire diferent de Magí Terrades, que és el que feia servir per a publicar llibres infantils com El Quimet i el lloro, Marrasquí i Marrameu o El gosset i la papallona, per a l’Editorial Lito. També ha fet servir altres pseudònims: Bernat Marsà, Jan Leberat, Feliu Sallent o, senzillament, Sallent.

Finalment, en comprovar que ha escrit més de 60 llibres i prop de 4.000 articles, li preguntem com s’ho ha fet per a assolir una obra de proporcions tan colossals. I deixa anar: “Tinc poca iniciativa, jo; sempre he fet les coses que m’han demanat”. I si li diem de fer un balanç de la seva vida respon: “Sempre penso que, ben orientat, hauria pogut fer més del que he fet. Però mira…, ha anat així”. Ja fa uns anys que diferents veus demanen per a aquest homenot el Premi d’Honor de les Lletres Catalanes. I tant de bo li arribi aviat, ja que per bé que hi pugui haver algú que només el conegui pel diccionari de sinònims, la realitat és que en Jané ha treballat incansablement per les lletres catalanes en gairebé tots els fronts, de manera que el premi se’l mereix de sobres!

Albert Jané, acompanyat de Jaume Macià, Carles Riera i Cesc Prat

Ah, i si voleu fer a un tastet de la seva obra, la Biblioteca de Núvol proporciona un llibre seu, Els aforismes del notari, de manera gratuïta a tots els subscriptors.

 

[Font: http://www.nuvol.com]

La Asociación de Academias de la Lengua ha presentado una edición conmemorativa de la espléndida novela de José María Arguedas, donde el quechua se encuentra con el español

Exposición fotográfica en enero de 2009, en homenaje al 98 aniversario del nacimiento del escritor peruano José María Arguedas.

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Con motivo del recién pasado Congreso de la Lengua, dedicado al mestizaje, que debió celebrarse en Arequipa y hubo de trasladarse a Cádiz, la Asociación de Academias de la Lengua presentó la edición conmemorativa de Los ríos profundos, de José María Arguedas, la espléndida novela mestiza donde el quechua se encuentra con el español.

Los ríos profundos se publicó en Perú en 1958, el mismo año en que también aparece en México La región más transparente de Carlos Fuentes, una coincidencia que parecería representar el enfrentamiento entre lo arcaico y lo moderno, en la inminencia del fenómeno del boom de los años sesenta, un antes y en un después.

Estas dos novelas vienen a ser un señuelo codiciable para establecer la pretendida división. La región más transparente es vista como la primera gran novela de la ciudad, mientras Los ríos profundos, representa la voz agónica del indigenismo trasnochado, ya superado por Juan Rulfo con Pedro Páramo tres años atrás, en 1955.

Rulfo sería el abuelo único del realismo mágico, que ajustaba cuentas con la narrativa vernácula, regionalista e indigenista. Pero también Los ríos profundos representa una reivindicación verbal, y mágica, de aquel mundo rural de soledades y desgarros al que su lenguaje híbrido convierte en propio.

En una entrevista del año 1977 para el programa A fondo de la Televisión Española, Joaquín Soler Serrano le pregunta a Rulfo acerca de los escritores “telúricos” y si guarda devoción por alguno de ellos. Y sin dudarlo responde que sí, por José María Arguedas, con quien “tiene muchas similitudes, hasta en la forma de pensar”.

Y en un artículo de 1960, Reflexiones peruanas sobre un narrador mexicano, Arguedas destaca que “muchos de los relatos de El llano en llamas y gran parte de Pedro Páramo están escritos en primera persona y es siempre un campesino quien habla. Esta hazaña de Rulfo es quizás la mayor”.

Tanto Rulfo como Arguedas comparten la idea fundamental de que el asunto central de la literatura es su capacidad de inventar una realidad paralela capaz de transformar y sublimar los elementos de la otra realidad a través de la invención, no importa si se trata de un lenguaje campesino o urbano.

El indigenismo surgió en la primera mitad del siglo XX, cuando el tema de la explotación y segregación se volvió crucial. Y las artes plásticas, y la literatura, tuvieron un papel orgánico, el de la denuncia militante, en los programas de los nacientes partidos políticos de izquierda, comunistas y socialdemócratas, y dentro de los movimientos populistas.

El realismo costumbrista contemplativo, donde el indio, figura tantas veces inocente y pintoresca, es parte del paisaje, pasa a ser sustituido por el indigenismo militante, donde el indio es inicuamente explotado; y al crearse un discurso político del indigenismo, se crea un arte indigenista que tiene el papel de denunciar.

Muy pocas de las novelas indigenistas, o sociales, alcanzaron la dimensión literaria suficiente para sobrevivir, precisamente por su carácter de instrumentos de propaganda política. Se termina por verlas como literatura fallida, por no ser suficientemente literatura, y se tiende a cancelar todo lo que entra bajo esa denominación.

Arguedas produjo una novela del mundo indígena más allá del indigenismo, y la convirtió en un eficaz instrumento literario desde el quechua, su primera lengua, que transmuta en la otra, el español mestizo, su segunda lengua. No es indio, pero escribe una novela que reivindica al indio desde la majestad literaria, y esos seres anónimos, oscurecidos por la historia que los ha mantenido al margen, objetos más que sujetos, cobran la calidad de personajes, la única que puede volverlos trascendentes.

Y es su propia vida la que pone de por medio en la apuesta. Porque la clave maestra de Los ríos profundos está en su carácter autobiográfico, y aún más que eso, en que es contada por la voz de un niño, Ernesto, un resguardo trascendental para que no pierda nunca su carácter de confesión, y sea alumbrada por la magia. Un niño blanco que piensa y que siente como un niño indio, y que vive bajo el embrujo del llamado telúrico de la sierra andina cuyos entresijos conoce de memoria, pueblos olvidados que ha recorrido con su padre, ríos, crestas y barrancos grabados en su mente.

Entre la inocencia y la perversidad, la violencia y el miedo, la sumisión y la rebeldía, complicidades y reyertas, los niños forman el elenco principal de la novela, cada uno colocado en su lugar de la escala social, representando el papel que les toca en un mundo cerrado que no es sino reflejo y copia del de afuera.

Más que hacernos pensar en cualquiera de las novelas del viejo canon indigenista, Los ríos profundos recuerda mejor La ciudad y los perros de Vargas Llosa: del colegio de los padres maristas, en Abancay, al colegio Leoncio Prado, en Lima.

Los ríos profundos evoca una realidad que Arguedas conoció mejor que nadie —y conocer mejor que nadie, en literatura, siempre ha significado conocer como niño—: los indios, los mestizos, no como estampas de propaganda, o como caricaturas políticas, sino como entrañables entidades individuales. Como personajes.

Una novela que deja en la memoria una pátina de nostalgia.

Sergio Ramírez es escritor y premio Cervantes.

 

[Fuente: http://www.elpais.com]

L’autoritat normativa desestima l’ús de signes com l’asterisc, la e invertida i els desdoblaments

L’Accademia della Crusca, l’autoritat normativa de la llengua italiana, ha rebutjat la possibilitat que el sistema judicial d’Itàlia adopti l’anomenat llenguatge inclusiu i incorpori signes com l’asterisc, la e invertida per marcar la vocal neutra o l’@ en els textos jurídics.

Així ho va expressar en un dictamen de resposta al Comitè d’Igualtat d’Oportunitats del Tribunal de Cassació, que demanava l’opinió de la màxima autoritat acadèmica de la llengua italiana sobre les noves formes del llenguatge, que contravenen la normativa.

“En una llengua com l’italià, amb dos gèneres gramaticals, el masculí i el femení, el millor instrument perquè se sentin representats tots els gèneres i orientacions continua sent el masculí plural no marcat”, diu la Crusca, en un informe emès el 9 de març. La institució rebutja “l’ús de símbols gràfics que no es corresponguin amb la llengua parlada i introduïts de forma artificial per una decisió de grups individuals, per més bones intencions que tinguin”.

La institució rebutja fórmules com posar un asterisc en paraules com car*amic*tutt* i quell* per evitar formar el plural amb el masculí genèric, acabat en i (cariamicitutti i quelli). També desestima l’ús de la vocal neutra per fer la mateixa funció.

L’acadèmia carrega contra “el desdoblament retòric que implica la doble referència als dos gèneres” i posa exemples com “treballadores i treballadors” i “empleats i empleades”. La institució no veu amb mals ulls “l’ús de formes neutres o genèriques” amb paraules alternatives com personal i recorda que sempre es pot fer servir el masculí genèric.

La Crusca recomana, en canvi, que s’escriguin en femení els noms de les professions i dels càrrecs públics quan els exerceixen dones, una pràctica que no sempre es duu a terme a Itàlia, tal com també passa a França. De fet, aquesta va ser una qüestió que va aixecar molta polèmica quan la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, primera dona cap del govern de la història del país, va demanar que l’anomenessin “el president del govern” quan va assumir el càrrec l’octubre passat.

 

[Font: http://www.diaridelallengua.cat]

Dues editorials acaben de publicar dues seleccions diferents de poemes de Charles Bukowski, el poeta maleït que tots temen i molts pocs han llegit. Parlem amb Martí Sales, traductor de l’extensa Els plaers del condemnat(1951-1993) (Edicions de 1984), i Marcel Riera, autor de la versió catalana en la bilingüe Bukowski essencial (LaBreu).

Charles Bukowski

Charles Bukowski

“[Jo] Estava a punt de descobrir dues coses:
a) la majoria d’editors confonia allò que era
avorrit amb allò que era
profund

[traducció de Marcel Riera]

b) que trigaria dècades de
viure i escriure
abans de ser capaç
d’escriure
una frase que
s’acostés ni que fos una mica
al que jo volia
dir.”

[traducció de Martí Sales]

(Fragment de “L’incendi del somni” de Charles Bukowski)

 

Charles Bukowski no era gens avorrit i va trigar molt temps a trobar un editor. Els seus poemes són atípics, molt narratius —de vegades veritables microcontes—, però sorprenen per la seua tendresa: tendresa, una de les úniques paraules que han utilitzat els dos traductors de les poesies de Bukowski acabades d’editar. Del poeta que, presumptament, havien de sorgir els versos més salvatges, grollers i sexuals de la seua generació, els traductors Marcel Riera i Martí Sales coincideixen a destacar-ne la tendresa. Molt encertadament.

Per una desgraciada conjunció de malifetes d’agent literari, els lectors poden gaudir de sobte dels poemes de Bukowski en català —i en català i anglès a la versió de LaBreu Edicions. Aquesta editorial va editar el gener Bukowski essencial amb traducció de Marcel Riera —i ja va per la segona edició— i Edicions de 1984 ha editat aquest març Els plaers del condemnat. Poemes (1951-1993) traduïda per Martí Sales. La primera antologia la va fer Abel Debritto, conté un centenar de poemes i es presenta en la versió catalana acarada a l’anglesa original. Els plaers del condemnat és una antologia del seu històric editor, John Martin; n’aplega més de dos-cents, i inclou una vintena de poemes que eren inèdits fins que el 2007 es va presentar aquest recull.

Totes dues presenten un Bukowski sensible i tendre, però crític terrible d’una societat convencional que el rebotava: crític dels poderosos i els polítics; assot del matrimoni clàssic; amic de toxicomans i prostitutes, company de rodamons, amb qui, de vegades, sembla confondre’s. Com a “L’incendi del somni” (traducció de Marcel Riera): “La vella biblioteca pública de Los Angeles era / casa meva / i la casa de molts altres / rodamons”. O a “Ionquis» (traducció de Martí Sales): “Sec amb elles, / jo també em vull xutar: / soc un ionqui de la poesia. / Van arrossegar Ezra pels carrers  / en una gàbia de fusta / Blake estava segur que Déu existeix / Villon era un atracador / Lorca menjava polles / T. S. Eliot treballava de caixer. / La majoria de poetes són cignes, / martinets. / Sec amb tres ionquis / a dos quarts de dues de la tarda…”. (Traducció de Martí Sales)

Les dues antologies coincideixen només en una vintena de poemes. La resta de contingut és diferent en un i altre.

Les lliçons dels traductors

Martí Sales reconeix que “sempre és difícil traduir poesia, per molt que sigui més planera o més narrativa, com és la de Bukowski en un 90% o 95%. Sempre hi ha el treball superminuciós del poeta en la tria de les paraules. En canviar de llengua, has de fer molts equilibris per mantenir aquesta relació tan íntima entre el que diu i com ho diu. El més difícil en qualsevol traducció de qualsevol poeta és acabar trobant el to de l’original”.

En el cas de Bukowski, hi ha mil històries sobre les seues addiccions (alcohol i drogues) i les seues perversions (prostitució, etc.), reforçades en alguns casos per la prosa de l’autor, que frega l’obscenitat. “Quan treballes amb un autor tan famós com aquest —continua Sales—, toca fer un procés de desbrossament de la recepció. Treure’t del cap tot allò que t’han fet creure què és Bukowski i què no és. És a dir, desfer-te del personatge que has anat rebent abans i tot d’haver-te’l llegit i recuperar l’autor que desprenen els versos, i només els versos. Jo no estic traduint el personatge. Estic traduint un poeta”.

És aquí on destaca la importància —perquè és protagonista en molts poemes— de la tendresa. “El que més sorprèn i contrasta amb la visió carregada de prejudicis sobre Bukowski és la tendresa de la seva poesia. No la cursileria. És supertendre, però gens cursi. Sobretot tenint en compte que, a la seva vida, va passar moltes misèries (la Gran Depressió, els anys de carter), és encara més bonic que aconsegueixi extreure aquesta tendresa de la vida. És un ésser hipersensible. Una persona que mirava el món d’una manera molt íntima”.

Marcel Riera també creu que els poemes “són més aviat delicats, tendres i sensibles. Darrere d’aquesta crosta o d’aquest mite de Bukowski que ell mateix es va fer o que li van fer, hi veus un sentimental, amb cor i sentiments. S’emociona amb les dones que l’han aguantat; s’emociona, sobretot, amb la filla i també amb petits moments epifànics que viu a la vida i que ell escriu per poder-los recordar”.

Ni tan nihilista ni tan masclista

Sales afegeix que Bukowski “tracta coses molt salvatges i molt terribles, però conserva la tendresa”. D’aquest autor s’ha escrit que és “un nihilista” i Sales reconeix que “té alguns poemes que sí que són més thomasberhardians, on no hi veus gaire esperança”. Per contra, “en la gran majoria de la seva poesia, hi ha molt d’amor: amor a les seues antigues parelles, als seus gats… Potser perquè el seu mestre és John Fante, que era un gran humanista. Bukowski no para de fer poemes que són cants a la gent que s’ha trobat als carrers. El que passa és que mai estan dedicats a la gent rica o poderosa; és amb els jonquis i les putes amb qui se sent còmode i a qui estima”.

Marcel Riera, que abans ha traduït autors més clàssics com W. H. Auden, Thomas Hardy o Emily Dickinson —entre una quinzena— considera que Bukowski “és el més fàcil de tots els poetes que he traduït: diu el que diu; no hi ha complicacions de sentit, no hi ha ambigüitats; no hi ha metàfores… Escriu tal com raja. De fet, molt sovint és prosa posada en forma de poema. Són molt narratius, si tu vols, però escrits a raig, com si parlessis, com si t’estiguessis explicant una cosa directament, sense gaire elaboració literària, amb frases en general molt curtes i molt directes, molt simples diria”. Això, adverteix Riera, “no vol dir que Bukowski no sigui profund, però és fàcil, tant de significat com de significant. No hi ha complexitats sintàctiques; més aviat talla les frases de seguida. L’única dificultat podria ser l’argot que fa servir, que és un anglès urbà de la costa oest i una barreja de llenguatge de barri baix amb cultismes, perquè en realitat Bukowski era una persona molt llegida”. La seva voluntat, però, és “posar-se arran de terra i barrejar aquests dos registres”.

Riera destaca que alguns poemes són, en realitat, “epifanies urbanes o personals no sempre amables —a vegades són grolleres, a vegades són càustiques a vegades són sòrdides—, però sempre històries tan petites que no es poden aprofitar per fer-ne un conte”.

Es cert que alguns poemes de Bukowski destil·len masclisme i misogínia, però són moltíssims menys dels que els esmentats prejudicis sobre l’autor ens podrien fer pensar. “El masclisme —alerta Sales— no és el que predomina. Per a algú que va néixer el 1920, no hi ha molts poemes masclistes. La majoria de senyors nascuts el 1920 eren molt més misògins i masclistes que Bukowski. N’hi ha que van dir i escriure coses molt més masclistes que Bukowski.”

Un dels poemes més significatius, en aquest sentit, és “Ells, tots ells, ho saben”. El poeta va repetint la mateixa estructura durant centenars de versos: “Pregunta-ho als pintors de carrer de París / Pregunta-ho al sol que cau sobre un gos que dorm / Pregunta-ho als tres porquets (…) Pregunta-ho al pispa, a l’usurer / al bufador de vidre, al venedor de fems / o al dentista” i acaba “tots et diran / no hi ha cap home que aguanti / la seva dona rondinant al balcó”.

El vers es pot interpretar com misogínia, però, com diu Martí Sales, fa referència al fet que tothom odia que la seua parella rondini i altres rutines matrimonials, però “aquí es pot canviar el gènere i funciona igualment”.

En tot cas, com afirma Martí, “no és la característica principal de la seva poesia”. I moltes coses que poden confondre’s amb el masclisme poden ser, en realitat, la seva misantropia, perquè les crítiques als homes també són constants.

Allò que Bukowski sí que critica contínuament és el matrimoni convencional, la hipocresia que viuen molts matrimonis al seu voltant. I ho fa des del punt de vista de l’home, però no és una crítica a les dones sinó a l’home i a la dona que perllonguen una agonia evident, que amaguen una repulsió mútua.

És el cas d’uns altres versos de “L’incendi del somni”: “Ningú no ronca com un / vagabund / tret de la persona amb qui t’hagis / casat”. 


El rossinyol” o “L’ocell mim”

 

Algunes diferències entre les traduccions sobten, però tenen una explicació. Per exemple, el poema “The Mockingbird” és traduït per Marcel Riera com “El rossinyol” mentre que Martí Sales opta per titular-lo “L’ocell mim”.

El de Sales comença així: “El mim s’havia passat l’estiu empaitant / el gat / se’n fotia, se’n fotia, se’n fotia…”

I el de Marcel Riera, així: “El rossinyol havia empaitat el gat/ tot l’estiu / burlant-se’n, burlant-se’n, burlant-se’n…”

A primer cop d’ull, l’opció de Riera sembla més específica i eufònica. El problema és que el mockingbird no és un rossinyol. La paraula anglesa per a aquesta espècie és nightingale, no mockingbird, que sempre s’ha traduït com a ‘mim’: Es tracta d’un ocell americà que estranyament arriba a Europa. Això ens fa difícil entendre mim com una espècie d’ocell. Riera opta per rossinyol perquè prioritza que “allò que vol dir el poeta arribi al lector”.

Riera opta concretament per rossinyol perquè hi ha una tradició prèvia de substituir el mim (Mimus polyglottos) pel rossinyol (Luscinia megarhynchos): la famosa novel·la de Harper Lee Matar un rossinyol (també el títol de la pel·lícula) era en realitat To kill a mockingbird, però en català es va optar per Matar un rossinyol, potser influït per la traducció prèvia del castellà, Matar a un ruiseñor i no ‘Matar a un sinsonte’ (que hauria estat exactament fidel al nom popular de l’espècie). El traductor de LaBreu opta per aquesta solució, mentre que Martí Sales afegeix ocell al nom del mim, perquè no hi hagi confusions. A més, aclareix Sales, “el rossinyol no imita; el rossinyol canta”, mentre que el mim, sí, i per això en diem així. A més, es perdia el joc que Bukowski fa amb el nom de l’ocell al tercer vers, on diu que l’ocell està tot l’estiu “mocking, mocking, mocking”. Se’n fotia, se’n fotia, se’n fotia.

 

[Font: http://www.eltemps.cat]

Entrevistem La Filòloga de Guàrdia, la ‘influencer’ del català, que acaba de publicar el llibre ‘En nom de Punkpeu Fabra’

Escrit per Oriol Rodríguez

« Aquests dies vaig una mica cansada amunt i avall de promo. És la primera vegada que ho visc i és tot molt nou. Està sent bonic, però és el tercer mes que estic treballant una quantitat d’hores que, potser, no són les aconsellables i començo a notar que les piles van baixant. Però bé ».  L’Aida Roca és la Filòloga de Guàrdia, la creadora de continguts que ho està petant a les xarxes amb la seva tasca de divulgació didàctica i transgressora del català. Ara ha fet el salt de les plataformes, on repartits entre Instagram, TikTok i Youtube ja suma més de 45.000 seguidors, al món editorial amb la publicació d’En nom de Punkpeu Fabra, manual curull d’enginy i humor amb què ens descobreix els mecanismes del nostre idioma i ens explica d’on venim i, malauradament, o no tant, perquè sempre hi ha espai per ser optimistes, cap a on anem. « Hi ha un organisme, en aquest cas l’editorial, que gestiona les entrevistes, i ja no ets tu sola davant del món. Però està sent una experiència molt guai. Hi va haver una setmana que vaig fer més 1.000 quilòmetres per tot Catalunya, amunt i avall ».

Deu ser esgotador, però tu que defenses tant les diferents parles i variants dialectals del territori, també deu ser enriquidor.
He fet diverses xerrades per les Terres de l’Ebre i una de les coses que més els insisteixo és reivindicar la varietat i que no perdin les seves formes dialectals. Els ‘meua’ i ‘seua’… Juntament amb això, també m’agrada reivindicar el català col·loquial. D’altra banda, també està sent enriquidor conèixer gent que havia admirat i que mai vaig pensar que podria conèixer. Com el Màrius Serra o el Pau Vidal. Noms que jo he admirat moltíssim. Temps enrere també vaig conèixer la Carme Junyent. Lingüistes que, per a mi, són molt bons, i ara, de sobte, comparteixo espais amb ells. Això em sembla meravellós. El mateix que conèixer altra gent que és a les xarxes i que també admiro per la feina que fan. Hi ha dies que fins i tot se’m desperta la síndrome de l’impostor quan veig que hi ha gent que s’interessa per mi, que fa cua perquè li signi un llibre.

Per què!?
Encara penso que no sóc ningú per signar llibres. Com que tot està passant molt ràpid, encara em falta assimilar una mica tot plegat.

Quan vas prendre consciència de la necessitat de protegir i divulgar l’idioma?
Durant la carrera. A mesura que anava avançant els cursos, cada vegada n’era més conscient. Abans de començar la carrera no tenia prou consciència. Al llibre, de fet, comento una anècdota…

La de Port Aventura?
Sí. Una dia, quan tenia vora deu anys, vam anar a Port Aventura i vaig deixar anar una perla per la boca. Vaig dir que no entenia per què posaven els cartells en català i en castellà, si els que parlem català també sabem castellà. O sigui, que aquesta consciència lingüística s’ha hagut d’anar formant. Però ha sigut a la universitat que he trobat aquesta necessitat de parlar de qüestions polèmiques relacionades amb la llengua. Problemes que no s’han divulgat o no s’han posat a l’abast de tothom, perquè la gent pugui tindre opinions amb més arguments. Ha coincidit la necessitat de recuperar la llengua en alguns àmbits i l’interès que ja tenia de forma natural la gent pel català. Així ha estat com he entrat a les xarxes oferint un contingut que potser és necessari i de què hi haurà gent que se’n beneficiarà.

Quin era i és el teu entorn lingüístic?
El meu cercle és fonamentalment catalanoparlant. A la meva colla del poble, gairebé tots som catalanoparlants. Sí que és veritat que al meu institut la majoria no érem catalanoparlants i, casualment, o no, ens vam ajuntar un grup, principalment, catalanoparlant. La universitat és una altra realitat. Un espai força catalanitzat. Potser l’institut està més castellanitzat. Encara ho està més ara que quan ja hi estudiava. Movent-me per instituts del Camp de Tarragona i la Catalunya central, noto que als passadissos i al pati es parla majoritàriament castellà.

A les generacions més joves no els fa falta una conscienciació directa sobre els perills de no parlar català, sinó referents en el nostre idioma

Molts d’aquests adolescents a casa parlen català però entre ells es relacionen en castellà. 
A les generacions més joves no els fa falta una conscienciació directa sobre els perills de no parlar català, sinó referents en el nostre idioma. Els adolescents, i és lògic, no estan tant per la labor de rescatar una llengua, estan més per ser els guais de l’institut o, senzillament, per traspassar aquesta etapa. L’adolescència és una època en què les teves preocupacions són més personals, perquè estàs construint la teva identitat personal més que no pas lluitant per causes socials. Per això jo penso que la manera ideal d’aconseguir que aquests adolescents sentin interès pel català és donar-los a conèixer continguts que els interessin en català. Creadors de contingut a les xarxes, perquè, principalment, el que consumeixen és TikTok, Instagram, Twitter, Youtube… D’altra banda, des del sector audiovisual també seria interessant fer més sèries o doblar més pel·lícules. O potser aconseguir doblatges una miqueta més propers a aquestes generacions. Programes com Eufòria, que ho està petant bastant, també serveixen perquè aquests joves tinguin referents en català. La clau és aquesta, trobar referents.

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👉 L’Aida Roca és la Filòloga de Guàrdia, la creadora de continguts que ho està petant a les xarxes amb la seva tasca de divulgació didàctica i trangressora del català: « A les generacions més joves no els fa falta una conscienciació directa sobre els perills de no parlar català, sinó  referents en el nostre idioma »#elnacionalcat #filòloga #llenguacatalana #català #estiktokcatalà #estiktokat

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Crear tota una cultura popular. Com a cultura perseguida i minoritzada, crèiem que s’havia de donar suport a allò que entenem com a alta cultura, i hem deixat de banda la cultura més popular, però no la més tradicional, sinó la més pop. 
Cent per cent. Això ho he comentat en algun vídeo també. Venim del 1714, moment en què la llengua que s’imposa és el castellà. Van passant els anys i el català viu una revifada, especialment amb l’arribada de la Renaixença i personatges com Àngel Guimerà, Jacint Verdaguer, Narcís Oller… Però després tornem a caure en una dictadura, la de Franco, i en aquest període el català queda novament ensorrat i arraconat a la vida domèstica. I quan tenim l’oportunitat de recuperar el prestigi de la nostra llengua, sembla que ens focalitzem només en les coses que donen prestigi com a tal. Per exemple, si parlem de cinema, s’intenten fer pel·lícules que serveixin per guanyar molts premis, però potser ens oblidem d’entretindre el públic. Per les ganes aquestes que hem tingut de reivindicar que la nostra llengua és potent i és vàlida, ens hem oblidat de la part més banal de la vida. S’han fet coses, com Plats brutsMerlí, que ho va petar moltíssim, o ara Eufòria. Però penso que hem de seguir per aquí. No ens podem oblidar d’aquesta part. La llengua és com un cos, t’has de preocupar del cap i del cor, però no et pots oblidar dels braços i de les cames. Si no creem realities en català és possible que tinguem una llengua menys sana i més propera a la mort. Sona una mica dramàtic, però al final el tema de les atròfies funciona així.

Si no creem realities en català és possible que tinguem una llengua menys sana i més propera a la mort

Sempre que parlem de llengua hem d’acabar amb dramatisme!
També es poden donar missatges esperançadors, però no podem abaixar la guàrdia. Per això també sóc una miqueta La filòloga de guàrdia, perquè la llengua, òbviament el català, no s’ha mort i té moltíssimes, moltíssimes possibilitats de recuperar-se i mantindre’s viva, però també és veritat que és una llengua minoritària i minoritzada. Per això no hem d’abaixar la guàrdia i sobretot, no tindre autoodi cap a nosaltres mateixos i cap a la nostra llengua.

Ser conscients que la nostra llengua és igual de vàlida que qualsevol altra.
Per exemple, si una persona parla en castellà i l’altra en català, el català no és la llengua que sobra. Si hi ha una intercomprensió, no tens perquè deixar de parlar català. De fet, si et mantens en el català, potser te’n dus una sorpresa i la persona que parla en castellà resulta que canvia. A mi m’ha passat diversos cops, això. No ens hem de sentir culpables per parlar català. No estàs faltant-li el respecte a ningú perquè estàs parlant la teva llengua. Algú que viu i treballa a Catalunya, el mínim és que entengui la llengua autòctona del lloc.

Parlàvem que ens manquen referents…. Quins van ser els teus?
Tinc dos blocs de referents. D’una banda, els de la divulgació, que són castellanoparlants o no són castellanoparlants, però fan el contingut en castellà. I, d’altra banda, els creadors de contingut en català. Pel que fa als referents de divulgació a les xarxes, al Top 1 hi tinc una xica que es diu Ter, que parla d’arquitectura a Youtube. Després en Jaime Altozano, que casualment és la seva parella. Ell, principalment, parla de música.

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Portada d’En nom de Punkpeu Fabra, el llibre de La filòloga de guardia 

El de les entrevistes a la Rosalia.
Els vídeos són boníssims. També m’agrada molt La Hiperactina, que parla sobre biomedicina. D’ells admiro aquesta manera de crear contingut d’una forma distesa, fàcil d’entendre i que a l’hora fa riure. Igual que aquestes persones ho feien sobre arquitectura, música i biomedicina, jo em vaig proposar parlar sobre llengua catalana.

Cap referent en català?
Hi ha gent molt interessant creant contingut en català, que tenen visualització i generen interès. Al capdamunt hi tenim el Joan Grivé i la Juliana Canet, que potser són els fundadors de les xarxes en català. També n’hi ha hagut d’altres, però ells van obrir moltes portes en aquest sentit. I a mesura que he anat començant a crear contingut, també he descobert persones que feien coses molt guais. Per exemple, Cabra Fotuda, que és un xic del País Valencià, que també ho peta moltíssim a les xarxes. Veure com fa ell els vídeos m’ha inspirat. O Jo aprenc català d’un xic que es diu Adrià Martínez, que també divulga llengua i que ara també ha tret un llibre que es diu Clar i català. O una xica que es diu Júlia Riera, Daily Catalan a l’Instagram, que divulga el català amb l’anglès com a llengua bàsica. O sigui que la finalitat és donar l’oportunitat d’aprendre català a persones que no el parlen.

Els castellanismes són com llops disfressats d’ovella, que s’escolen entre el ramat i semblen una ovella més, però se’t poden menjar tot el ramat

La Filòloga de Guàrdia va néixer a la pandèmia, oi?
A la quarantena no vaig fer cap vídeo, però sí que va començar a arrelar una miqueta la idea. Aquell estiu, que va ser un estiu sense festes majors, els meus plans socials eren bàsicament quedar amb els meus amics i xerrar. Anàvem a la muntanya i xerràvem durant molta estona. En aquestes converses es creaven molts debats lingüístics: que si els accents diacrítics havien de ser-hi o no, que si naltros era una paraula correcta o no ho era, que si el típic debat català-valencià, que si el llenguatge és sexista o no… Sortien cosetes d’aquestes. Així va ser que em vaig quedar amb el fet que els interessaven els temes de llengua. I així va ser com em vaig dir: « No sé per què no explico amb més força a les xarxes allò que voldria que sentissin els meus amics. I penso, i això ja és un comentari una miqueta personal, que els meus amics ara em prenen més seriosament que no pas abans (riures).

La Filòloga de Guàrdia

Hem parlat de les varietats dialectals i de l’autoodi lingüístic, que són dos dels pilars del que exposes al llibre. L’altre és el català genuí.
Sempre hi he dit que el català genuí és el català de nom català i de cognom català. Faig servir el terme català genuí, sobretot per excloure els castellanismes o per determinar que un castellanisme no és català. Un castellanisme és castellà disfressat de català. En canvi, el català genuí és el català que s’ha format per l’evolució natural de la llengua. Per exemple, la paraula naltros és una paraula que s’ha format per una evolució de la paraula nosaltres. Contràriament, el mític tindre que no és una cosa que s’hagi format dintre del català, sinó que és una estructura que és castellana i s’ha colat dintre del català.

El castellà és el siluro del riu Ebre, un espècie invasora que es va menjant la fauna local.
És una miqueta això. Jo dic que els castellanismes són com llops disfressats d’ovella, que s’escolen entre el ramat i semblen una ovella més, però se’t poden menjar tot el ramat. Cal tindre compte amb això.

Què fem amb els anglicismes?
Al llibre, de fet, parlo d’això. Faig una classificació de castellanismes: els de grau de perill baix, grau de perill mitjà i grau de perill alt. Els anglicismes que tenim, si els haguéssim d’ubicar en algun lloc, seria en el grau de perill baix, que són bàsicament els castellanismes lèxics, les paraules que el corrector et detecta. En el pla de perill mitjà, hi poso els falsos amics, les típiques paraules que en castellà o en una altra llengua tenen un altre significat i que en català tenen un significat diferent i les fem servir dintre del català amb el significat castellà. El gran exemple és assentar-se. En castellà « se sientan en el asiento ». I en català, perquè ens sona que és semblant, ens assentem a les cadires, però no. En principi ens hauríem de seure als seients i assentar-nos als assentaments. Assentar-se vol dir quedar-se a viure. Quan poses el cul en una cadira no t’hi vols quedar a viure. Això són els castellanismes de grau de perill mitja.

Per la quantitat de castellanismes que tenim, que cada vegada és més grossa i més preocupant, sí que hi ha la possibilitat que es converteixi en un dialecte del castellà

I els de grau de perill alt?
Les estructures lingüístiques castellanes muntades amb paraules catalanes. És el castellanisme que més es camufla, com « donar petons » en lloc de fer-los. Els anglicismes que tenim no són, gairebé mai, ni falsos amics. L’únic que estem fent és introduir paraules angleses, i això és molt poc perillós. De fet, és l’intercanvi més natural entre una llengua i una altra. Sí que és veritat que l’anglès està abocant moltes paraules en moltes llengües per motius evidents. Perquè en un món globalitzat com el nostre, la llengua que més es parla i més domina és l’anglès. Però el català ara mateix no té cap risc de convertir-se en un dialecte de l’anglès. En canvi, per la quantitat de castellanismes que tenim, que cada vegada és més grossa i més preocupant, sí que hi ha la possibilitat que es converteixi en un dialecte del castellà.

!?
El català està molt més castellanitzat ara que fa cinquanta anys. Potser abans la gent deia busson en lloc de bústia, deia puestu en lloc de lloc. Per això són castellanismes de grau de perill baix, els típics que el corrector et detecta. Però ara el que estem fent és introduir moltíssimes estructures del castellà. Això és el que em fa patir realment i el que intento combatre a les xarxes.

Torno als referents entre els joves. Actualment tenim molts grups de música urbana catalans, i molts d’ells canten en català, però a les seves lletres colen molts barbarismes o préstecs del castellà.
M’estic intentant formar una opinió més sòlida sobre això i m’agradaria parlar-ne a les xarxes, perquè realment és un tema de debat actual. Mirant-m’ho així per l’òptica grossa, arribo a estar a favor de l’entrada de certs castellanismes, si això suposa curar una atròfia del català. Teníem una atròfia en la música catalana, perquè teníem molta música de trompetes, teníem el rock, però la música urbana estava poc explorada. Necessitem gent com Lildami o The Tyets, que ho estan pagant i tenen una quantitat de seguidors molt considerable. Jo, si parlés amb ells, els hi recomanaria que intentessin evitar algun castellanisme. De fet, m’he plantejat agafar el disc dels Tyets i dir-los els castellanismes que podrien evitar i canviar, sense suposar cap problema per a la mètrica ni per la rima.

Per cert, t’agrada el punk? Tu que ets de Tarragona, allà teniu una banda com els Crim, que cantant en català han aconseguit ser un referent internacional del gènere. 
Jo tiro més cap a la música urbana que no pas el punk. O sigui, estic molt in amb els Tyets i el Lildami, tot i que, sent de Terrassa, m’agradaria molt més la seva música si neutralitzes les es cada vegada que diu que.

[Font: http://www.elnacional.cat]

Détail de la Dame à la licorne, « L’Odorat ». Wikipédia

Écrit par Stéphanie Béligon

Professeur des universités – linguistique anglaise, Université Savoie Mont Blanc

« On sent bien le rhum dans ce cake », « Sens comme cette fleur sent bon ! », « Il sentit le soleil dans son dos », « On sentait comme une présence dans la pièce », « Hélène sentit la colère monter en elle », « Cette affaire sent l’arnaque » : les emplois du verbe sentir sont multiples et ont trait aux sensations et perceptions physiques (odorat, goût, toucher), aux sentiments et émotions, mais aussi à la conscience plus diffuse ou plus mystérieuse d’un état de fait ou d’un élément du monde extérieur. On peut supposer que si ces différents domaines de l’expérience sont exprimés par un même mot, c’est qu’ils sont conçus comme suffisamment proches pour être rattachés à une même catégorie.

Les emplois de sentir relèvent de deux grandes classes : ceux où le sujet grammatical désigne un être animé (le plus souvent, un humain), « l’expérient », celui ou celle qui perçoit ; et, d’autre part, ceux où le sujet grammatical renvoie à la source d’une odeur ou d’une impression (« ça sent les frites » ou « ça sent l’arnaque »).

Faire l’expérience du monde

Commençons par le premier cas : l’expérient perçoit un élément du monde extérieur par l’odorat, le goût, le toucher ou par une sorte de « sixième sens ». Il peut également s’agir de sensations internes (« Je sens comme un fourmillement dans mon pied gauche ») ou d’affects (sentiments, émotions). Le goût constitue ici une sorte d’intermédiaire puisqu’il intervient lors de l’ingestion d’aliments (du passage de « l’extérieur » à « l’intérieur »).

Ces types de sensation et de perception ont pour point commun… de ne pas être ce qu’ils ne sont pas ; il s’agit d’exprimer que l’on perçoit par des sens qui ne sont ni la vue ni l’ouïe. Dès lors, comment expliquer qu’odorat, goût et toucher soient classés par la langue dans la même catégorie, alors qu’il s’agit d’expériences distinctes qui mobilisent des organes sensoriels différents ? En anglais, par exemple, chaque sens correspond à (au moins) un verbe : see pour la vue, hear pour l’audition, taste pour le goût, smell pour l’odorat et feel pour le toucher. L’« amalgame » que fait sentir ne va donc pas de soi : pourquoi est-il relié à ces divers modes sensoriels ?

Objectivité, subjectivité et intersubjectivité

La réponse réside peut-être dans le rapport à la subjectivité que nouent les modalités sensorielles exprimées par sentir : en effet, la vue est considérée comme le sens le plus « objectif ». Bien sûr, comme le remarque Eve Sweetser, les points de vue (au sens littéral de « lieu d’où l’on regarde ») peuvent diverger et deux observateurs ayant des points de vue différents ne voient pas la même chose. Néanmoins, la notion même de « point de vue » implique que des observateurs qui partagent le même poste d’observation accèdent aux mêmes informations visuelles.

Ainsi, est « objectif » ce qui peut être partagé par ceux et celles qui se trouvent dans la même situation ; « objectif » signifie donc en fait « intersubjectif ». Les sons présentent aussi cette dimension intersubjective, comme en témoigne le rôle d’alerte de bruits tels que les sirènes (des pompiers ou des ambulances) ou, historiquement, des tocsins. Les cloches ont rythmé la vie des communautés précisément parce que les sons sont partagés.

Le toucher, en revanche, est très subjectif : il naît du contact direct et personnel entre l’expérient et ce qui l’affecte ; il en va du même pour le goût, sens éminemment intime puisqu’il est lié à l’incorporation. L’odorat prend place dans une configuration particulière : certes, les odeurs émanent d’une source, mais elles se distinguent de cette source et constituent une entité sui generis dont les frontières peuvent dépasser largement le corps (que nous notons C) dont elles proviennent ; elles possèdent une constitution chimique propre, qui diffère de celle de C et dépend de la masse et de la volatilité des molécules qui forment C. En d’autres termes, à l’évidence, une odeur de poubelle n’est pas une poubelle, c’est une entité invisible, aux frontières floues, dont on ne sait pas a priori où elle commence et où elle s’arrête (d’où le pouvoir que l’on prête parfois aux odeurs). L’odeur, invisible et intangible, paraît ainsi n’avoir d’existence que dans et par la perception.

On voit ainsi ce qui unit toucher, goût et odorat : si ce qui se voit et s’entend paraît être doté d’une existence autonome, dans l’ontologie populaire, goûts, odeurs et sensations tactiles sont tributaires de celui ou celle qui les perçoit. Sentir renverrait donc in fine à l’expérience sensorielle subjective.

Cette analyse vaut aussi pour l’intuition : une intuition résulte de ce que l’on « sent » sans apparemment s’appuyer sur des éléments extérieurs. Ce « sixième sens » paraît reposer sur une perception purement subjective, dépourvue de fondement matériel ou tangible (en réalité, une intuition découle d’un ensemble d’indices perçus par l’expérient, mais qui ne sont pas parvenus à la conscience). Sentir exprime là encore la perception conçue comme purement subjective.

Second emploi du terme

Passons maintenant à la seconde grande classe d’emploi de sentir : celle où le sujet du verbe désigne la source de l’impression (« ça sent les frites »). Cette construction est réservée aux odeurs, à l’exclusion d’autres sens physiologiques : « Je sens le soleil dans mon dos » est un énoncé valide pour parler d’une sensation tactile, mais « Le soleil sent chaud » n’a pas de sens.

De même, « Je sens la vanille dans la crème brûlée » renvoie au goût, mais « la crème brûlée sent la vanille » est relatif à l’odeur et non au goût de cette crème. Cela pourrait tenir au statut ontologique singulier de l’odeur, laquelle n’est révélée que lorsque l’expérient la perçoit, mais est malgré tout dotée d’une existence propre : un verbe est ainsi dévolu à l’expression de l’odeur émise, alors que les autres sensations sont présentées comme de simples attributs de leur substrat (« le soleil tape fort », « la crème brûlée a un goût de vanille »).

Odorat et métaphore

Cela expliquerait les emplois métaphoriques de sentir dans cette même construction : « Cette affaire sent l’arnaque ». La métaphore de l’odorat, que l’on retrouve avec d’autres verbes ou expressions (« Il pue l’hypocrisie ») tient à ce que l’odeur révèle l’essence véritable de quelqu’un, d’un comportement, d’une situation : elle en émane et révèle son identité au-delà des apparences.

On voit que la grammaire enregistre des similitudes ontologiques entre divers modes perceptifs (un même verbe pour plusieurs sens physiologiques), mais elle met aussi en évidence des différences (la construction « ça sent » est propre à l’odorat). Les emplois métaphoriques de détection se greffent à l’expression de l’odorat car ils relèvent d’une même logique : la détection de l’invisible.

Exprimer des émotions

Nous avons vu que sentir exprimait la perception subjective or il est aussi relatif aux émotions et sentiments lorsqu’il se construit avec une infinitive : « Je sens la colère monter en moi » ; toutefois, on emploie plutôt ressentir lorsque le complément est un groupe nominal : « Je ressens une grande colère / une joie indicible ». Quelle conclusion en tirer ?

Tout d’abord, l’émotion, comme le montre le professeur de neurosciences António Damásio, repose sur des manifestations physiques, des modifications corporelles, il n’est donc pas étonnant que sentir puisse, dans certains cas, exprimer l’émotion, au même titre qu’une sensation interne : avoir peur, c’est, entre autres phénomènes, sentir son estomac se nouer ou son rythme cardiaque accélérer. Par ailleurs, on prête souvent au préfixe re– une valeur « itérative », c’est-à-dire de répétition (reprendre du gâteau, c’est prendre à nouveau du gâteau). Pourtant, ressentir de la joie, ce n’est pas sentir une nouvelle fois de la joie ! Le préfixe signifie peut-être ici que ressentir, ce n’est pas sentir, c’est davantage : sentir, c’est percevoir, or ressentir, c’est aller au-delà de cette simple perception, c’est être affecté par ce qui est perçu.

Il semblerait donc que le fonctionnement du verbe reflète des processus biologiques, toutefois, la langue n’est pas à l’image du monde extralinguistique (du monde « réel ») car chaque langue opère des découpages qui lui sont propres dans le donné biologique. En somme, les langues illustrent bien l’interaction entre nature et culture.

 

[Source : http://www.theconversation.com]

Este organismo invadió los territorios de pueblos originarios de acuerdo con un proyecto global para los fines estratégicos y tácticos del imperialismo

Escrito por GILBERTO LÓPEZ Y RIVAS

I

Es un lugar común (y para algunos, simple retórica) afirmar que el imperialismo estadunidense es el enemigo de los pueblos del mundo. Sin embargo, la infinidad de métodos y técnicas, la compleja variedad de procedimientos que el gobierno de EEUU ha utilizado para imponer su hegemonía no son conocidos con la profundidad debida. La imagen glorificada de las acciones encubiertas que el cinematógrafo y los medios de comunicación masiva se han encargado de difundir es solo una muestra manipulada y reducida de las actividades de su enorme aparato planetario de vigilancia y represión.

El gobierno de EEUU trabaja con ilimitados recursos, con un gigantesco ejército de mercenarios científicos de las más variadas profesiones, aprovechando los adelantos técnicos más sofisticados. La imagen del agente de la CIA, salvando al mundo libre de cataclismos revolucionarios, oculta un hecho fundamental: el multifacético equipo intelectual que se encuentra detrás de cada agente operativo, al igual que el abigarrado conjunto de instituciones religiosas, periodísticas, culturales que están al servicio o auxilian a las agencias castrenses y de inteligencia estadunidenses. Por ello, es importante recordar la historia del Instituto Lingüístico de Verano (ILV), sus características esenciales, su accionar en un sector estratégico de nuestras sociedades nacionales: los pueblos indígenas.

El establecimiento del Lingüístico de Verano está ligado a William Cameron Townsend. Este personaje se hace misionero desde 1917, trasladándose a Guatemala con el objetivo de introducir la Biblia entre los indígenas kaqchikeles. Aquí se dio cuenta que, si este texto no era dado a conocer en la lengua nativa, el trabajo de conversión era imposible, surgiendo de esta experiencia la idea de traducir este escrito en todos los idiomas de los grupos indígenas del mundo del subdesarrollo.

En 1933 visita México y recibe el apoyo de Moisés Sáenz, antropólogo protestante que le propone repetir su experiencia guatemalteca. La estancia del misionero fue definitiva en los pasos para crear un centro de adiestramiento de lingüistas jóvenes dispuestos al trabajo religioso, que se establece primeramente en Sulphur Springs, Arkansas. En 1935, Townsend y su grupo comienzan a trabajar en las zonas indígenas de nuestro país.

En 1942, el ILV inicia su incursión en las universidades, que le dan sanción científica, primeramente, en la de Oklahoma. En unos años encontramos centros de estudio de instituto en universidades de Canadá, Australia, Alemania Occidental, México, etcétera. En 1947, se inicia otra etapa en la expansión del ILV, al formarse lo que se llamó el Jungle Aviaton and Radio Service (Jaars), servicios de radio y de comunicación aérea, con pilotos con amplia experiencia militar.

Esta compleja organización se financiaba por donaciones provenientes de iglesias, individuos, fundaciones de variados orígenes, empresas trasnacionales, tales como la Shell, así como de la Agencia internacional de Desarrollo, los departamento de Estado, Salud, Educación y Asistencia Pública de EEUU.

Los métodos de operación de ILV siguieron un patrón similar en todos los países, de acuerdo con las condiciones políticas, legales y locales. Los miembros de la organización debían firmar un juramento de lealtad, que se renovaba cada seis años. Para entrenarse, trabajaban en equipo de dos personas, con frecuencia matrimonios, con estudios universitarios y una bien probada capacidad de entrega religiosa. Donde se instalaban construían una vivienda (no necesariamente modesta, como lo observamos en Chiapas) y con la infraestructura necesaria de comunicación y transporte con una base central regional. Por medio de informantes asalariados, generalmente jóvenes, los misioneros se introducían en el lenguaje y en la cultura del grupo. Los informantes eran entrenados de tal manera que se transformaban en los primeros conversos que iniciaban o auxiliaban una campaña religiosa e ideológica con los materiales preparados por el ILV. Estas publicaciones eran generalmente himnos protestantes o mitos nativos, convenientemente distorsionados, según los intereses ideológicos de los misioneros.

La distribución mundial de este organismo, en la década de los setenta, era la siguiente: en 1977, reunía 3 mil 700 personas trabajando en 675 lenguas en 29 países de África, América Latina, Asia y Oceanía. Se instaló en Guatemala, Perú, Bolivia, Venezuela, Brasil, Honduras y Panamá. Trabajó intensamente en Vietnam, Kampuchea y Filipinas, precisamente en los tiempos en que estos pueblos libraban luchas de liberación; un misionero afirmaba mesiánicamente: Hemos reforzado nuestras líneas con nuevos miembros; hemos entrado en nuevas tribus y miramos hacia Dios para poder comprar un nuevo cuartel general en Saigón y nos confiamos en Él para avanzar en Kampuchea y otras nuevas tribus. Él nos guía.

II

El contenido ideológico de los materiales elaborados y distribuidos por el Instituto Lingüístico de Verano (ILV), así como su acción en los ámbitos económico, político y social, conformaban una estructura coherente, cuyo sustrato ideológico era de carácter religioso, aunque respondía a una concepción política definida. El énfasis de su ideología se ubicaba en: 1) inculcar y reforzar el individualismo y el voluntarismo recalcitrantes, desterrando toda idea de organización comunitaria y solidaridad social; 2) fomentar la sumisión y el desinterés por la lucha política. Un misionero del ILV condenó en Chiapas la lucha por la tierra, aduciendo que era pecado de envidia.

El ILV se estructuraba hacia fines de la década de 1940 en tres secciones complementarias; una en EEUU, Canadá y Alemania Occidental que publicaba los materiales religiosos; otra sección o Instituto Lingüístico de Verano, que llevaba al cabo los trabajos técnicos, lingüísticos y la preparación de misioneros; la tercera, de transporte y comunicación.

El ILV era claro en sus mensajes ideológicos respecto de la lucha social: Si alguno de ustedes es asesinado por los caciques, la responsabilidad de los que sobreviven es enterrar a los muertos. No deben ejercer venganza. Dios es quien estableció autoridad de los caciques sobre nosotros. Por tanto, debemos rezar por ellos. Forman parte de un plan divino… Dios tiene el control de las cosas y siempre trabaja por el bien de nosotros. No es posible que alguien nos mate antes de que Dios ordene nuestro regreso a su reino. Si somos muertos, debemos pensar que ello forma parte de los deseos del Señor, puesto que Él está sobre todas las cosas.

También los misioneros trataban de reforzar el papel del trabajador ideal para el capital: una frase de un material aconseja a los niños indígenas: « Siempre que uno quiere trabajar con gusto sino con desgano le pasan las cosas… obedezcan siempre, para que sean buenos trabajadores cuando sean grandes ».

Otra tarea que cumplían los misioneros de ILV era apoyar e idealizar los aparatos políticos, administrativos y representativos de los Estados huéspedes. El Estado mexicano era representado como democrático, soberano, protector, misericordioso con los pobres.

El ILV también cooperaba en la introducción de productos de las trasnacionales a las regiones indígenas, fomentando el consumismo superfluo. El ILV distribuía un cuadernillo dedicado a madres indígenas que incluía 36 recetas, de entremeses a postres, con ingredientes fáciles de conseguir, como camarones, champiñones, crema de leche y otras delicadezas.

En su inocente trabajo de evangelización de los nativos del mundo, la única mención que se hace de un país extranjero es la de EEUU, representado como el paraíso hecho realidad en la Tierra, la sociedad ideal del pueblo escogido por Dios.

La influencia y la penetración cultural eran evidentes en los conversos de las zonas que visitamos en México, durante la investigación del Colegio de Etnólogos y Antropólogos Sociales AC, así como constatamos las tareas de investigación, recopilación de información, vigilancia y comunicación, en el campo de entrenamiento para la sobrevivencia en la selva.

Los lingüistas investigaban cómo cruzar ríos en épocas de crecidas, los alimentos y las formas de vida adecuadas, las medicinas locales, rutas, etcétera. La utilización de esta indagación para la lucha antiguerrilla era evidente, así como la participación del ILV en la represión de movimientos populares. El caso más conocido es el de Planas, en Colombia, región ocupada por los guajibos, quienes organizaron un amplio movimiento de masas para defender sus tierras en 1970, ante el despojo violento de sus recursos por parte del Estado colombiano y la Agencia Internacional del Desarrollo. El ILV tuvo una participación muy destacada en el apoyo aéreo y de radio a las tropas encargadas de limpiar de indígenas la zona.

Por otro lado, el ILV jugó un papel para las trasnacionales de los recursos naturales y estratégicos. Incluso en mapas era notoria la sobreposición de regiones controladas por el Lingüístico de Verano y los proyectos extractivos de las compañías trasnacionales. En Ecuador, ocupaba las mismas regiones que la Georgia Pacific y la Texaco-Gulf. En Colombia, el ILV fue asociado al tráfico y la producción de mariguana, al tráfico de diamantes y minerales, a la exportación de flora y fauna hacia EEUU. Los misioneros, paralelamente, llevaban al cabo compañas de otro tipo, como la esterilización de mujeres ­indígenas.

Así, hemos sido testigos de la multifacética utilización del ILV para los fines estratégicos y tácticos del imperialismo. Este organismo invadió los territorios de pueblos originarios y coordinó sus actividades con los gobiernos locales de acuerdo con un proyecto global. No está de más recordar esta historia.

 

[Foto: La Jornada – fuente: http://www.rebelion.org]

À l’instar de ChatGPT, l’intelligence artificielle générative est de plus en plus perçue comme un risque pour l’information et les médias.

L’intelligence artificielle va se déployer à grande vitesse dans la production de textes, grâce à sa maîtrise du langage naturel, mais aussi dans les photos et les vidéos.

Écrit par Amaury de Rochegonde

Après Microsoft et Open AI, avec leur ChatGPT pour les textes ou Dall-E pour les images, après Google et son Bard, voici venu Amazon et son Bedrock, un service comparable à ChatGPT et Dall-E, ou Midjourney sur Amazon web services. Cela montre à quelle vitesse l’intelligence artificielle va se déployer dans la production de textes, grâce à sa maîtrise du langage naturel, mais aussi dans les photos et les vidéos.

On a déjà vu avec le phénomène du deepfake, ces vidéos où l’on fait dire à Barack Obama des mots qu’il n’a jamais prononcés, les risques que font porter sur l’information des images détournées et falsifiées. Que se passe-t-il avec les possibilités infinies de détournement de lieux, d’individus, de dates qu’offre l’intelligence artificielle dite générative ? On pourra dire alors plus que jamais, comme le philosophe Guy Debord en 1967, que « le vrai est un moment du faux ».

Risque de pseudos-vérités construites sur de fausses informations

Le photojournalisme, le reportage risquent de se glisser comme de frêles récifs dans un océan de textes et d’images trafiquées sur les réseaux sociaux. Vision cauchemardesque ? Sans doute, car on peut aussi espérer que les possibilités de transformation des infos et des images incitent les utilisateurs à être encore plus méfiants vis-à-vis des manipulations en tout genre. Seulement, pour un esprit éclairé par l’expérience d’images manipulées, combien prendront pour argent comptant des infox malveillantes ?

L’IA façon ChatGPT est une menace à plusieurs titres. Elle risque non seulement d’organiser elle-même l’accès à la connaissance, comme Google, mais en plus de construire de pseudos-vérités en livrant de fausses informations. C’est d’ailleurs parce qu’elle est capable d’« hallucinations », en clair d’inventer des éléments sur un individu, que ChatGPT est poursuivi par cinq plaintes devant la CNIL, le gendarme des données, pour non-respect de la réglementation européenne. Sur les réseaux sociaux, cette photo de CRS casquées en masse devant le Conseil constitutionnel amène cette question : est-ce vrai ? Oui, c’est une photo Reuters, mais certains sur les réseaux sociaux lui trouvaient des ressemblances avec une image fabriquée par l’intelligence artificielle.

L’IA brouille les repères et le média devient plus que jamais un tiers de confiance. Mais parallèlement, des photographes et les journalistes vont être de plus en plus pillés par les IA qui s’entraînent sur leurs images, sur leurs mots, sur leur intelligence du monde. Pour quelle rémunération ? Un AI Act de l’Union européenne n’a pas l’air de faire grand cas du droit d’auteur en la matière. Même les agences de pub ont des soucis à se faire. Amazon suggère déjà avec Bedrock de créer une campagne de publicité en puisant dans les slogans et les images qui conviennent à une marque.

 

[Photo : Amaury de Rochegonde – source : http://www.rfi.fr]

Un estudi revela que l’estil del periodista dona pistes sobre la veracitat de la informació

Un estudi de Cambridge University Press ha revelat que és possible distingir les notícies falses de les reals a través dels patrons lingüístics que segueix el periodista que les escriu. El llibre The Language of Fake News, dels professors de la Universitat de Birmingham Jack Grieve i Helena Woodfield, ha analitzat la feina de l’experiodista del New York Times Jayson Blair, a qui van fer fora del diari per haver-se inventat algunes de les seves notícies, i ha trobat diferències clares d’estil entre les informacions reals i les falses.

L’estudi revela que les notícies falses escrites per Blair tenien un estil informatiu menys dens i estaven redactades amb menys convicció que les reals. En les notícies falses, el redactor escrivia de forma menys concisa i posava menys informació en els seus articles, el to transmetia menys confiança i no especificava gaire quines eren les seves fonts d’informació.

“Els senyals estilístics que hem identificat en les informacions falses de Blair només fan referència a ell, però l’estudi demostra que hi ha patrons lingüístics que poden ajudar a distingir les notícies falses. En el futur, esperem replicar aquest estudi a una escala més àmplia per obtenir una imatge més general del llenguatge de les notícies falses”, diu Grieve en declaracions a la Universitat de Birmingham.

L’investigador creu que l’estudi ajudarà a distingir les notícies falses de les reals i a “combatre la desinformació, especialment en línia”, ja que revela les “estratègies retòriques” de la informació inventada. “La gent, segurament, no ha desconfiat mai tant de les notícies com ara, però esperem que l’existència d’aquests patrons lingüístics ajudaran a detectar les mentides”, ha afegit.

 

[Font: http://www.diaridelallengua.cat]

Arturs Maskats (°1957) : Tango,  Concerto pour accordéon « What The Wind Told Over the Sea », Cantus diatonicus, « My River runs to thee… » (Homage to Emily Dickinson). Ksenija Sidorova, accordéon ;  Orchestre symphonique national de Lettonie, direction : Andris Poga. 2023 – Textes de présentation en anglais – 53’52 – Ondine ODE1419-2

Écrit par Patrice Lieberman

En voyant arriver un enregistrement d’œuvres d’un compositeur letton contemporain, on s’attend à entendre quelque chose de minimaliste, rigoureux et décanté dans le sillage de Pēteris Vasks ou d’autres auteurs baltes contemporains comme Arvo Pärt ou Erkki-Sven Tüür (pour ne citer qu’eux).

Eh bien non, entièrement formé dans son pays natal, Arturs Maskats représente un courant tout à fait traditionnel et propose une musique habilement écrite, de bonne facture, fermement ancrée dans la tradition et -osons l’avouer- moyennement intéressante.

De toutes les œuvres de ce disque, c’est la plus ancienne, le Cantus diatonicus de 1982 qui se rapproche le plus de l’image que l’on se fait de la musique contemporaine balte, avec son côté un peu planant, et ses interventions solennelles de cuivres sur fond de cordes. Le doute n’est pas permis : Arturs Maskats sait écrire pour orchestre, même si sa musique -et le reste du programme le confirmera- a quelque chose de convenu.

Inspiré par un voyage en Italie, le Tango montre à nouveau le solide métier de Maskats dont l’écriture rappelle par moments fortement le langage ouvertement néo-romantique des grands compositeurs de musique de films de l’âge d’or d’Hollywood, comme Korngold ou Rozsa, dans son lyrisme généreux et son orchestration très efficace. La bonne surprise est offerte par les discrètes et finement mélancoliques interventions d’un accordéon solo.

Le Concerto pour accordéon, écrit pour l’exceptionnelle virtuose lettonne Ksenija Sidorova, n’hésite pas à puiser dans la boîte à clichés pour nous offrir un piano à bretelles proprement montmartrois, tour à tour langoureux et entraînant. Maskats se montre très habile dans sa façon d’évoquer une atmosphère un peu nostalgique que n’auraient pas reniée un Francis Lai ou un Yann Tiersen et termine joliment l’œuvre sur une cadence méditative et une belle note de douceur.

My River runs to thee… est un hommage rendu à la grande poétesse américaine Emily Dickinson (1830-1886), le titre de cette composition d’assez vastes dimensions (16’31) étant la première ligne d’un poème cité en entier dans la notice. L’œuvre est dédiée à Andrejs Zagars, ex-directeur de l’Opéra national de Lettonie et ami du compositeur qui décéda en 2019 alors que Maskats mettait la dernière main à l’œuvre.

La musique se montre ici tour à tour emportée et romantique mais aussi sereine et réfléchie, voire méditative. Par moments, Maskats quitte sa zone de confort néo-romantique pour offrir des passages plus astringents qui rappellent Copland ou Roussel.

On ne dira que du bien des interprètes qui s’engagent à fond dans la défense de la musique de leur compatriote, l’Orchestre symphonique national letton faisant preuve d’un très bon niveau sous la direction énergique et enthousiaste du chef Andris Poga dans un enregistrement qui bénéficie par ailleurs d’une très belle prise de son dans les meilleures traditions de l’éditeur finlandais Ondine.

Son : 10 – Livret : 8 – Répertoire : 6 – Interprétation : 9

 

[Source : http://www.crescendo-magazine.be]

 

En los ensayos y sobre todo en las novelas que escribió el gran autor chileno hay unas riquezas escondidas que vale la pena sacar a la luz, pues ellas muestran todo el poder de la literatura

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Conocí a Jorge Edwards en París, cuando acababa de ser nombrado tercer secretario de la embajada de Chile. Todavía recuerdo su casita minúscula, que daba a los grandes bulevares que rodean a la Torre Eiffel. Nos hicimos muy amigos y estrenamos nuestra amistad visitando, los doming

os, las residencias donde habían vivido los mejores escritores de Francia. La editorial que dirigía Carlos Barral le publicó en 1965 El peso de la noche, su primera novela, que recibió excelentes críticas.

Tenía —hablo del Jorge Edwards de hace más de 50 años— una curiosa formación intelectual, en la que brillaban los escritores españoles de la Generación del 98, año en el que España, luego de una derrota terrible, se desprendió, en contra de su voluntad, de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, que pasaron bajo la órbita de Estados Unidos. Yo aproveché esas lecturas y, dicho sea de paso, mi admiración por el gran prosista Azorín nace de esos años y de mi amistad con Jorge Edwards.

Pero el gran libro de Jorge Edwards, que apareció sólo años más tarde, en 1973, fue Persona non grata, en el que narraba sus experiencias en Cuba, donde había sido nombrado por el flamante Gobierno de Salvador Allende para acercar a ambos países, después de una ruptura diplomática de varios años. Nadie recuerda, sin duda, el gran movimiento latinoamericano a favor de Cuba, en el que participaban comunistas y socialistas, e, incluso, personas como yo, que, ante el creciente enfrentamiento de Cuba con Estados Unidos, tomaban resueltamente la causa de la revolución de Fidel Castro.

El libro de Jorge Edwards rompió esa casi unanimidad. Contaba, con gran precisión de detalles, su experiencia de varias semanas en Cuba. En sus páginas aparecía, con mucha frecuencia, Fidel Castro, y el célebre caudillo estaba lejos de representar esa figura patriarcal a la que los periódicos nos tenían acostumbrados, y se veía al verdadero dictador que ya conocían los cubanos, sobre todo los amigos de Edwards, como Heberto Padilla, cuando comenzaban de verdad sus pugnas con la policía cubana, que lo tendrían, luego de una desesperada autoconfesión, muchos años al margen de la vida literaria.

El libro de Jorge Edwards significó un gran escándalo porque era el primero que situaba a Cuba como una dictadura política, en la que la seguridad de los ciudadanos estaba en entredicho, pues ellos podían ser “extraviados”, a pesar de ellos mismos, en los pantanos de la isla, sin que la prensa revelara para nada ese extravío. El lenguaje en el que estaba escrito el libro, de absoluta calma y serenidad, sin ocultar las propias faltas determinadas por el miedo, contribuía a darle esa verdad que manaba profundamente de la sinceridad y limpieza con que Edwards narraba todo aquello. El libro fue leído por millones de lectores y contribuyó sin duda a que muchos se abstuvieran de pensar que Jorge Edwards era un simple narrador del común, y que había en él un escritor de verdad, que podía sacrificarse por una experiencia vivida.

Mucho recuerdo un almuerzo en La Habana donde Jorge, que tenía acceso a los restaurantes diplomáticos, invitó a Lezama Lima. Verlo comer sin limitaciones era un espectáculo extraordinario, en el que el gran poeta cubano daba rienda suelta a sus apetitos, de manera desbocada y detallista, rodeando a cada bocado de una prosapia muy ilustre de referencias clásicas. Bebió y comió a sus anchas, y finalmente, nos despedimos en la puerta del restaurante. Reteniéndome una mano, le oí decir: “¿Te has dado cuenta del país en que vivo yo?”. Me lo había dicho en voz baja y yo adopté la misma voz para responderle: “Perfectamente”. Algunas semanas más tarde estallaría el escándalo que significó la ruptura de la adhesión a Cuba de toda (bueno, de casi toda) la vanguardia literaria y política de Europa y buena parte de la latinoamericana. Una ruptura que tomó la forma de dos cartas públicas motivadas por el caso Padilla y firmadas por escritores latinoamericanos, europeos y estadounidenses en 1971, a la que Fidel Castro respondió prohibiéndonos el ingreso a la isla públicamente y lanzándonos diatribas.

Pero Jorge Edwards, que era sobre todo un novelista, continúo escribiendo y buscándose a sí mismo. Como ha dicho Arturo Fontaine, en el espléndido artículo publicado en Letras Libres, los lectores tienen para escoger entre las distintas novelas de Edward, que continuó su búsqueda, como todos los escritores que en el mundo han sido. Él dice que, entre sus obras, prefiere El origen del mundo, y yo pienso que el libro más representativo de Edwards es La muerte de Montaigne. La identificación de Edwards con el gran pensador francés se debía a una identidad común. Jorge Edwards era, también, como el ensayista francés, un hombre prudente, dueño de un estilo muy personal, en el que se volcaba con sus prejuicios y juicios, de manera muy parecida al filósofo del siglo XVI, por la serenidad que nunca lo abandonaba y la firmeza de sus afirmaciones. Muchas veces pensé, leyéndolo, qué había encontrado su modelo en el gran romántico que había escrito en sus paredes los libros que le faltaba leer para ser un hombre “culto”.

El ensayo de Edwards es muy hermoso, y, probablemente, uno de los mejores que se han escrito sobre el autor de Essais.

Su viaje a España, acompañado por su hija, cuando estaba ya muy enfermo, y tenía muchas dificultades para hablar, preocupó mucho a sus amigos. ¿A qué se debía? A que Jorge tenía —como suele ocurrirles a muchos escritores— un gran resentimiento contra su propio país. Tenía la impresión de que no lo habían reconocido como él valía y que probablemente lo habían “marginado”. Suele ser un mal de muchos escritores, algunos con razón y muchos otros con cierta excesiva valoración de sí mismos. El caso de Edwards no lo conozco. Pero no es imposible que, dentro de la rica literatura chilena, Edwards pasara algo desapercibido.

En todo caso estaba ya muy enfermo y, sobre todo, tenía dificultades para expresarse. Me alegra que el año pasado, con motivo del festival literario Escribidores, en Málaga, la Cátedra Vargas Llosa le otorgara un merecido reconocimiento, aunque su estado de salud no le permitió desplazarse hasta allí. El caso de Jorge Edwards es demasiado próximo y habrá que evaluarlo a medida que pasan los días, y su obra, de cuya importancia nadie puede dudar, seguirá ganando adeptos.

Pienso que aquel viaje a Madrid fue una imprudencia mayúscula y la familia debió imponerse en retenerlo en Chile. Fue tal vez un error permitirle salir de Santiago y llegar a una ciudad donde no tenía toda la ayuda que hubiera podido tener en su país y donde lo celebraban apenas un puñado de escritores latinoamericanos.

De esta manera se llega hasta el último día. Ante el anuncio de los facultativos de que debía operarse de algo que lo dejaría sin piernas, Jorge reaccionó con la energía que solía aparecer en él en los momentos decisivos: “Nunca jamás”. Luego, se echó a dormir una siesta y pasó, entonces, en el sueño, a la otra vida, si es que existe. Fue, para todos los gustos, un escritor que se volcó en su trabajo y que habrá que seguir leyendo, pues mucho de lo que significó está en esas páginas, que deberían formar parte de las vidas de muchos lectores. Porque fue un gran escritor y creo que hay en él muchos secretos que los nuevos lectores deben descubrir, ojeando sus novelas y ensayos, un material que es uno de los grandes valores latinoamericanos y, por supuesto, españoles. En los ensayos y sobre todo en las novelas que escribió hay unas riquezas escondidas que vale la pena sacar a la luz, pues ellas muestran todo el poder de la literatura.

 

[Ilustración: FERNANDO VICENTE – fuente: http://www.elpais.com]

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