Archives des articles tagués Soberanía

Un problema mayor que los Estados Unidos han enfrentado recientemente es el uso del fentanilo por su población joven. El fentanilo es una droga que se clasifica como un opioide sintético.

Escrito por Cristhian G-Quintero 

Opioide es el nombre que se le da a un medicamento que sirve para reducir el dolor. El adjetivo sintético vienen del hecho que el fentanilo proviene de una síntesis, no se obtiene de manera natural como es el caso de otros opioides como la morfina. El fentanilo sin embargo resulta ser 100 veces más fuerte que la morfina. Recientemente, del 2013 al presente, el fentanilo ha causado preocupación en los gobiernos estadounidenses ya que se ha distribuido de manera ilegal en su territorio provocando adicción en una parte considerable de su población. Al ser el fentanilo una droga muy potente, el uso de esta sustancia genera una adicción incontrolada que lleva a una sobredosis del usuario y le produce la muerte. De esta manera, el fentanilo se ha vuelto ya un asunto de seguridad nacional en los Estados Unidos, ya que ataca a su demografía, siendo la población joven la más vulnerable.

El fentanilo carcomiendo a los Estados Unidos

Figura 1: Muertes en Estados Unidos por sobredosis entre todas las edades, de 1999-2021.

Ya en 2022 el republicano Greg Murphy publicó que el fentanilo produjo más muertes en adultos de entre 18-45 años que el COVID-19 (21,335), cáncer (17,114), accidentes automovilísticos (22,442), suicidios (21,678) en el periodo de abril 2020 a abril 2021, siendo el fentanilo responsable de 40,010 muertes [1]. Esto es, las muertes por fentanilo en población joven y en población adulta-joven es un número preocupante y que dobla incluso ya las muertes por accidentes automovilísticos o COVID-19. Sin embargo, esto es mucho más serio, ya que a diferencia del COVID-19, la adicción a una droga del calibre del fentanilo no tiene vacuna, menos una cura, y su real solución comienza por el no ingerirla.

En la figura 1 podemos ver una gráfica que denota porque el fentanilo es tan preocupante y se roba los reflectores entre los demás opioides. Desde 2013, año en que la droga comenzó a traficarse más ampliamente para su consumo ilegal, podemos ver que rápidamente, en cuestión de un par de años esta alcanzó y desbancó a todas las demás drogas y opioides en términos de muerte anuales. Más aún, podemos ver que la curva de muertes por fentanilo no se ha aplanado sino que continua creciendo. Así, este es un mal que debe preocupar en efecto tanto a demócratas como republicanos. Para los republicanos, el fentanilo es un problema clave a resolver. Los republicanos buscan frenar la inmigración ilegal, a la vez que buscan el realce de su población base, mayoría de raza blanca, siendo la que más ha sufrido muertes por sobredosis de manera neta, ver por ejemplo la gráfica en [2] y nótese, sin embargo, que la población dominante en términos demográficos es de raza blanca. Para los demócratas, la distribución del fentanilo es ya de hecho un problema de la administración actual que ya de por sí tiene problemas de índole militar, económico y financiero. Por otro lado, no es un secreto que la droga mueve grandes cantidades de dinero alrededor del globo. Recordemos que en términos de lavado de dinero, ya ha habido tanto arrestos a banqueros [3] (como es el caso de Wells Fargo), además de presuntas acusaciones a gobernadores [4] (caso reciente de la gobernadora de Arizona, K. Hobbs) e incluso entidades [56]. Pese al flujo de dinero que ocurre mediante el narcotráfico, el fentanilo no es como cualquier otro opioide o narcótico, es mucho más fuerte y si no se controla puede causar daños difícilmente reversibles a la demografía estadounidense.

Figura 2: Rutas del fentanilo

Las muertes por sobredosis ya superan en 2021 más de 100,000 habitantes [7]. La administración Biden ya de hecho propuso un presupuesto para el ano fiscal del 2023 de 42 mil millones de dólares para combatir la epidemia de sobredosis, según el embajador de los Estados Unidos en México, Ken Salazar [8]. Sin embargo, hay dos maneras de atacar el problema del fentanilo: 1) disminuir la distribución interna del opioide ; o 2) interceptar el fentanilo que llega del extranjero. Típicamente, en declaraciones del Senado de los Estados Unidos, el primer punto no se vuelve un tema de polémica tan importante como el segundo. Lo mismo ocurre con la prensa estadounidense. Así, en la figura 2 mostramos las “rutas del fentanilo”. Aquí es donde la política de relaciones internacionales “realista” de los Estados Unidos toma relevancia. En los Estados Unidos existe la corriente de pensamiento de que China está efectuando una especie de guerra del opio inversa (en alusión a las famosas guerras del opio del siglo XIX entre británicos y chinos). Esto es, una versión moderna de las antiguas guerras del opio que se vuelven ahora una guerra del fentanilo. Mientras que China es el principal productor de fentanilo y sustancias relacionadas al fentanilo que llegan a los Estados Unidos, según la DEA [9]  y declaraciones de algunos congresistas [10], el fentanilo puede llegar directo o ser manufacturado en México o Canadá para luego arribar a los Estados Unidos. De esta manera, la ruta del fentanilo es básicamente China-Canadá/México-Estados Unidos.

El rol de México en la guerra del fentanilo y la doctrina Monroe

Figura 3: Tráfico del fentanilo en los Estados Unidos

Las cantidades de fentanilo provenientes de Canadá son más pequeñas que las llegan desde México. Así, los estadounidenses culpan principalmente a México por el consumo de fentanilo en los Estados Unidos. Sin embargo, curiosamente el fentanilo no se consume ni de cerca por la población mexicana como lo es por la población estadounidense una vez que cruza la frontera (comparar datos anteriores con [11]). El gobierno de Estados Unidos y México mantienen diálogos actualmente en el Marco Bicentenario de Seguridad [12] para combatir, entre otras cosas, el tráfico y distribución de drogas sintéticas. Por otro lado, los republicanos no creen que las estrategias de control del fentanilo son efectivas y usan esto como punta de lanza hacia tanto a los demócratas como al Gobierno mexicano.

El pasado 29 de marzo, el senador republicano Lindsey Graham, entre otros, propusieron designar a los cárteles de la droga como organizaciones terroristas extranjeras [13]. Esto con el fin de poder, en base a su constitución, tomar medidas ante los cárteles, pudiendo ingresar a territorio mexicano para combatirlos. Esto de inmediato encendió las alarmas en México que respondió mediante el canciller Marcelo Ebrard (más afín a demócratas que republicanos), que durante una entrevista mostró la gráfica que adjunto en la figura 3. Esta gráfica muestra al menos 80% del fentanilo que se distribuye en los Estados Unidos es traficado por ciudadanos estadounidenses. Más aún, el canciller contestó en conferencia de prensa que México no es el problema, sino que es parte principal de la solución del problema, e inclusive mencionó la frase “de tú problema” [14]. Incluso, Ebrard llegó a decir que México es el país que más contribuye a combatir el fentanilo [15], lo cual no podría ser tan descabellado, ya que China lo produce y vende, Estados Unidos lo consume y México lo cruza a través del Río Bravo mientras los cárteles de la droga se refuerzan, acarreando problemas.

México parece tener un rol similar al que tuvo la India durante las guerras del opio. Sin embargo, el fentanilo y sustancias relacionadas no se producen en México, sino que vienen exportadas directamente de China. Por consiguiente, el presidente de México (AMLO) mandó una carta al líder supremo chino Xi Jinping [16]. Mientras que la carta señalaba que México es tanto amigo de Estados Unidos como de China, también acusó a los legisladores injerencistas de cometer “groseros amagos” y recalcó que México se forjó resistiendo invasiones. Sin embargo, el motivo principal de la carta es solicitar datos a China que ayuden a la investigación del tráfico del fentanilo. Podemos inferir entonces que ante los reclamos republicanos, México optó por ponerse en contacto con China como país neutral, en vez de guardar silencio. Este puede ser un recurso interesante a largo plazo. Mientras que México recalca su soberanía y neutralidad, a su vez se muestra dispuesto a entablar diálogos con China y buscar su cooperación, con el fin de solucionar problemas en materia de seguridad interna en precisamente los Estados Unidos. En respuesta, sin embargo, el Ministerio de Relaciones Exteriores de China negó el tráfico de fentanilo desde China y dijo no estar informado de ninguna incautación de fentanilo proveniente de las tierras del gigante asiático [17], dejando el debate abierto.

Por otro lado, las frases de Lindsey Graham causaron tanto desdén ya que (y me permito hacer la analogía), de la misma manera que, por ejemplo, Rusia ve el conflicto en Ucrania como una crisis existencial, México ve cualquier intervención de los Estados Unidos como una potencial crisis soberana. México ya ha sido invadido al menos siete veces por los Estados Unidos [18], y cualquier declaración que muestre sospechas de intervención encenderán al máximo las alarmas en México. Además, en México existe la tesis de que Estados Unidos tiene un interés geoestratégico en la Cuenca de Burgos, un territorio mexicano que es rico en minerales, recursos naturales y agua. Esto podría ser de interés para Estados Unidos, que aplicaría su técnica del fracking para extraer minerales estratégicos [192021] (recordar que el fracking sin embargo produce sismos [22]). Recordemos que la Cuenca de Burgos es la mayor reserva de shale gas en México, del cual escasea, en comparación al petróleo.

Aunado al fentanilo, México continua teniendo problemas en conjunto con su vecino del norte, donde los problemas de seguridad son ahora problemas bilaterales al ambas naciones estar tan entrelazadas. Mientras tanto, México tiene que buscar aplicar las leyes y mantener contento al gobierno en turno en los Estados Unidos, a la vez que tiene que lidiar con diversos problemas que podrían violar su soberanía. Por ejemplo, el caso del fentanilo y una intervención debida a los cárteles de la droga (mejor armados por los Estados Unidos en la era Obama) que ya comentamos. La Operación Rápido y Furioso que armó a los cárteles de la droga en México, inclusive mejor que el propio ejército mexicano con armas provenientes y vendidas por los Estados Unidos [23], la cual ya podría ser considerada una injerencia en territorio nacional en la era Obama y permitida por el Gobierno de Felipe Calderón. Las insinuaciones de crisis democrática en México por el secretario A. Blinken a finales de febrero, cuando el Gobierno mexicano busca reestructurar legalmente sus organismos democráticos [24] (caso INE). Todos estos son claros ejemplos de la doctrina Monroe de Estados Unidos que considera a México como parte de su territorio comercial y energético (USMCA o TMEC), territorio militar (con el Comando Norte) e ideológico (con el modelo de democracia liberal al estilo estadounidense que México no puede ni debe ni de cerca titubear).

Lindsey Graham, el autor de la última de las declaraciones antimexicanas monroistas de Estados Unidos, se considera a sí mismo un admirador de R. Reagan, presidente número 40 de los Estados Unidos. Recordemos (y como señaló anteriormente A. Jalife [25]) que un republicano de peso en los tiempos de Reagan era su secretario de Defensa Caspar Weinberger, que escribió un libro llamado “La siguiente guerra” (The next war) donde visualizaba ya, de manera bélica siendo él de fondo un “realista” de las relaciones internacionales, una potencial guerra con México debida a un gobierno que él llamaba radical. Así, cualquier forma de oposición mexicana a manera de resguardar la soberanía debe ser ejercida con plena cautela dada la retórica estadounidense hacia México.

Consejos para las naciones de América del Norte en vísperas del mundo multipolar.

En vísperas del nuevo mundo multipolar que está ya en la mesa, y un conflicto que Washington está manteniendo con el eje Pekín-Moscú ya ha tocado todos los niveles, los conflictos internos de Estados Unidos podría ser clave para el desarrollo de los hechos. Recordemos que muchas veces los grandes imperios no necesitan ser derrotados directamente, sino que implosionan o colapsan por dentro. En el caso de los Estados Unidos, parece ser que ellos estaban sobreextendidos y ahora sufren (irónicamente) un “rollback”. Los Estados Unidos ya retiraron sus tropas de Afganistán, ya no son partícipes en acuerdos de seguridad en Medio Oriente (Trato Arabia Saudita-Irán [26]), están devolviendo sus empresas de China (off-shoring a near-shoring) e inclusive Taiwán (27) y luchan por preservar aliados (caso Turquía, Brasil, etc). Pero, principalmente, ellos sufren una crisis interna, la cual es más importante que perder el dominio hegemónico unipolar. Así, actualmente Estados Unidos sufre crisis: a nivel ambiental (Traedia de Ohio), a nivel político (conflicto demócratas-republicanos), a nivel financiero (quiebra de bancos), a nivel sociocultural (tiroteos, control de armas, comunidades en contra), a nivel demográfico (la población en declive por la sobredosis de droga y crisis social).

Así, Estados Unidos debe, mientras aún es posible, lidiar exclusivamente con sus problemas internos y regionales y abandonar sus instintos hegemónicos. Una vez que empujó a Rusia a los brazos de China (el principal error de Obama), la situación se volvió crítica y la crisis interna merece más atención. China no tiene problemas de gobernabilidad y crisis social interna como sí los tiene Estados Unidos. Más aún, los tres países poseen armas nucleares y eso no produce ninguna ventaja hacia uno o el otro en la era moderna. Sin embargo, lo que sí produce una ventaja es el dólar, el último bastión que Estados Unidos podría estar a punto de perder su dominio global con el ascenso del yuan y otras divisas basadas en commodities. Sí Estados Unidos pierde el dólar como arma de sanciones (como mencionó recientemente Marco Rubio), el dominio estadounidenses será más bien regional, lo cual es suficiente. Por lo tanto, Estados Unidos debe aceptar el subrol como potencia hegemónica como uno de los polos en el mundo multipolar, concentrarse en sus problemas internos y llevar a cabo una serie de reformas radicales. Si en cambio, insisten en ser un hegemónico en el mundo unipolar podría terminar perdiendo más de la cuenta e incluso balcanizarse.

Mientras tanto, México siendo vecino de un gigante en declive, debe buscar reforzar y en una última instancia utópica, afirmar su soberanía total. Por lo tanto, México debe soportar cualquier embate estadounidense y ajustarse a las políticas que vayan surgiendo en Estados Unidos. De igual forma, México debe continuar siendo un socio de los Estados Unidos y tener un rol protagónico en la posible nueva era industrial del litio y los autos eléctricos, con el triángulo Plan Sonora-Arizona-Bacadéhuachi y Tesla. Al mismo tiempo, México debe continuar su participación en organismos como la CELAC, donde los lazos con otras superpotencias extranjeras podrían ser posibles indirectamente. A su vez, México como principal productor a nivel mundial de plata, debe recuperar (o mínimamente negociar) y auditar su plata, que está siendo extraída de sus minas por canadienses y anglosajones. Entonces deberá promover una divisa en común comenzando con algunas naciones fuertes o con commodities importantes de América Latina, como lo es Brasil (miembro del BRICS) y Perú (segundo productor mundial de plata). Así, podrán incluirse eventualmente otros países al proyecto de divisas y México podría manejar tres divisas: peso (divisa nacional), dólar (divisa base de América del Norte) y una divisa común latinoamericana basada en commodities con la que México pueda maneobrar.

De esta manera, México debe moderar su integración con Estados Unidos y América Latina y volverse un puente entre dos civilizaciones (occidental y latinoamericana). Mientras que el corazón de la nación añora un sueño bolivariano, el realismo geopolítico demanda una América del Norte. Sin embargo, México como el más cercano (aunque lejos) a ser un Estado-civilizatorio en América, ya que cuenta con una gama de cultural ancestrales, debe asumir el rol de ser el Estado transicional entre las dos civilizaciones en el continente de América. Así, a manera de semblanza a la vieja pirámide del templo mayor en la antigua Tenochtitlan, México deberá ser la cuna civilizacional del continente americano siendo un epicentro que separa dos civilizaciones, la occidental (la que hace la guerra como Huitzilopochtli) y la latinoamericana (la que aún busca nacer, esperando las lluvias de Tlaloc).

 

 

[Fuente: http://www.rebelion.org]

De milièrs de personas an revendicada l’independéncia per las carrièras de Pampalona

De milièrs de personas prenguèron las carrièras del Bascoat, coma cada dimenge de Pascas, per celebrar lor fèsta nacionala, dicha Aberri Eguna (lo jorn de la pàtria). La manifestacion mai nombrosa se tenguèt al centre de Pampalona, que respondiá a la crida del partit independentista d’esquèrra EH Bildu. Lo cortègi caminèt pel centre de la vila jos la devisa “Per la democracia e la sobeiranetat”. En mai dels manifestants venguts de las sèt províncias del Bascoat, i participèron de representants del Sinn Féin irlandés, de catalans d’ÈRC e de la CUP, de galècs del BNG, etc.

De son caire, lo Partit Nacionalista Basco (EAJ-PNV) a Bilbao organizèt un acamp ont se revendiquèt lo drech del Bascoat de decidir son avenir en tot refortir que la tòca de l’EAJ-PNV èra “la libertat d’Euskadi”.

Al Bascoat Nòrd, se tenguèt una manifestacion a Itsaso, en Labord, qu’amassèt de centenas de personas amb la tòca de refondar lo sobeiranisme basco al nòrd dels Pirenèus.

La velha, la plataforma Euskal Herria Batera (Bascoat ensems) faguèt una crida per reclamar l’unitat del sobeiranisme basco. Aquel collectiu dempuèi dos ans se bat per una celebracion unificada de l’Aberri Eguna.

 

 

[Imatge: @manelmarquez – sorsa: http://www.jornalet.com]

La decisión de Emmanuel Macron de implementar una impopular reforma de las pensiones sin votación en el Parlamento ha provocado una ola de protestas en toda Francia. Con Macron seriamente debilitado, un aumento de la violencia en las calles y Marine Le Pen esperando entre bastidores, la decisión podría tener consecuencias duraderas para la democracia francesa.

Escrito por Philippe Marlière

Tras imponer una impopular reforma de las pensiones sin el voto del Parlamento, Emmanuel Macron está en serios problemas. Los gobiernos dan pasos en falso de vez en cuando y se meten en líos. Pero esta vez el presidente francés se ha colocado él mismo en muy mala situación. La nación está profundamente herida, y las heridas no cicatrizarán fácilmente.

¿Por qué el aumento de la edad de jubilación de 62 a 64 años debería ser un drama nacional cuando, en la mayoría de los países europeos, la gente se jubila a una edad más avanzada? Según el punto de vista angloestadounidense, los franceses deberían «adaptarse a las realidades de nuestra economía global». Pero los franceses a veces aciertan, y probablemente tengan razón al oponerse a la reforma de las pensiones de Macron.

La reforma

Varios economistas han demostrado que el sistema con una edad jubilatoria a los 62 años sigue siendo viable. Algunos en Francia se hacen otra pregunta: ¿por qué un gobierno fijaría la edad de jubilación en 64 años cuando muchos trabajadores franceses se ven obligados a renunciar antes de los 60? De hecho, Francia tiene una de las tasas de inactividad más altas entre los mayores de 55 años.

La idea de la jubilación como una auténtica «tercera edad» está profundamente arraigada en todas las clases sociales y generaciones, independientemente de las inclinaciones políticas de la gente. La opinión generalizada en Francia es que, para que la jubilación sea una verdadera «tercera edad», los trabajadores deben jubilarse cuando aún gozan de buena salud para disfrutar al menos de una década de actividades significativas. Las encuestas han demostrado que la jubilación tiende a mejorar la salud, disminuir la depresión y reducir el consumo de atención sanitaria.

Sin embargo, el aumento de la edad jubilatoria no explica totalmente la ira de los trabajadores franceses. La reforma se considera profundamente injusta: afectará en mayor medida a las mujeres y a los trabajadores precarizados que han empezado a trabajar a una edad temprana, así como a los trabajadores de ingresos medios-bajos. Es cierto que los cambios formaban parte del programa de Macron para su reelección a un segundo mandato, pero la propuesta no ha conseguido la mayoría en la Asamblea Nacional, y mucho menos entre el público en general. [N del E.: Hay que recordar también que Macron ganó gracias al «voto barrera» contra la extrema derecha]. Por tanto, hay algo más. La gestión autoritaria de los debates dentro y fuera del Parlamento por parte del gobierno se ha percibido como un ataque al núcleo de la representación política en Francia: la soberanía popular.

La «negación de la democracia»

Desde la Revolución Francesa, la «voluntad general», principio central de la soberanía popular, es ejercida por los representantes de la nación. Es precisamente esta soberanía nacional la que el gobierno, bajo las instrucciones de Macron, ha ignorado deliberadamente e incluso pisoteado. En primer lugar, se trata de un fracaso personal de Macron. El presidente intentó por primera vez revisar el sistema de pensiones de Francia en 2019. Se encontró con una oposición generalizada. Puede que hoy haya forzado la aprobación de la ley, pero su poder político está muy mermado y su imagen de «modernizador liberal» está por los suelos.

En segundo lugar, el método que ha llevado a la aprobación de la reforma es controvertido. Los sindicatos, todos unidos contra la reforma, fueron ostensiblemente ignorados por el gobierno. Élisabeth Borne, la primera ministra, evitó negociar con ellos cuando las protestas empezaron a cobrar fuerza. Los debates parlamentarios se redujeron al mínimo gracias a diversas disposiciones constitucionales. No se asignaron más de cincuenta días para debatir un expediente complejo en la cámara baja. En consecuencia, se pasaron por alto las miles de enmiendas a la ley presentadas por los grupos de la oposición.

Al final, el partido de Macron -que no tiene mayoría absoluta en la Cámara- no pudo aprobar la ley. Los Republicanos, ampliamente favorables a la reforma, se negaron a rescatar al gobierno minoritario de Macron. En medio de escenas de enojo en la Asamblea Nacional, el primer ministro invocó el artículo 49.3 de la Constitución.

Recurrir a este artículo es para cualquier gobierno un signo de debilidad. El artículo 3 es la disposición más antiparlamentaria que se pueda imaginar: permite al gobierno imponer la aprobación de un proyecto de ley sin someterlo a votación. La oposición puede oponerse a la maniobra votando una moción de censura en virtud de la cláusula 2 del artículo 49. Pero el artículo 49.3 traslada todo el poder al Ejecutivo, que ya no está subordinado al voto del Parlamento para aprobar leyes. El uso de ese artículo ha enfurecido a la opinión pública porque el gobierno carecía de mayoría en la cámara para aprobar la ley y, dada la sensibilidad del asunto, los expertos constitucionales consideraron que la vía elegida constituyó una forma de «negación de la democracia».

Un pequeño grupo centrista de la oposición presentó una moción de censura multipartidaria que fue votada por todos los grupos parlamentarios, excepto el de Macron y la mayoría de los diputados del partido Los Republicanos. Algunos diputados republicanos rompieron filas y votaron con los demás partidos de la oposición, por lo que la moción no alcanzó la mayoría necesaria de 287 votos por escaso margen: al final, solo faltaron nueve votos para censurar al gobierno y hacer caer a la primera ministra. El poder de Emmanuel Macron pende ahora de un hilo.

La perspectiva de una victoria de la extrema derecha

¿Qué pasará ahora? Macron se ha visto gravemente debilitado por este episodio. La popularidad de Macron está en su punto más bajo desde las protestas de los «chalecos amarillos». Por lo tanto, la convocatoria a nuevas elecciones se ve poco probable. Es posible que Élisabeth Borne sea sustituida como primera ministra para dar un nuevo impulso a Macron. Sindicalistas y representantes de diversas ONG han instado al presidente a hacer un «gesto de apaciguamiento» retirando el polémico proyecto de ley. De lo contrario, temen que la violencia, que se ha visto en las protestas contra la reforma, se extienda.

Las huelgas y manifestaciones contra el proyecto de ley no muestran signos de debilitamiento. Las protestas callejeras espontáneas han provocado violencia y destrucción en varios centros urbanos. La policía francesa -cuya brutalidad institucionalizada está bien documentada- detuvo a un total de 169 personas en todo el país el fin de semana siguiente a la adopción de la ley mediante el artículo 49.3. La principal refinería de petróleo ha cerrado y los recolectores de basura de París están en huelga. La capital francesa parece Londres durante el Invierno del Descontento de 1979.

¿Se está gestando un nuevo movimiento de «chalecos amarillos»? Los dos movimientos son de naturaleza diferente. Los «chalecos amarillos» se originaron en varios segmentos de la población: clase trabajadora y clase media baja, de izquierdas pero también conservadores e inclinados a la extrema derecha, antivacunas y creyentes en teorías conspirativas. Era un movimiento antipartidos y antisindical que rechazaba la representación política. El movimiento contra la ley de pensiones es más convencionalmente de izquierda, ya que reagrupa en gran medida a trabajadores sindicalizados que cuentan con el apoyo de la población.

Si los sindicatos y los manifestantes hubieran derrotado el proyecto de ley de Macron, esto podría haber impulsado a una izquierda en franco declive. Sin embargo, la aprobación de la ley puede aumentar aún más la ira y el resentimiento popular. Estos sentimientos tienden a alimentar la violencia y el individualismo. Un reciente sondeo de opinión mostraba que, en caso de elecciones anticipadas, solo el partido de extrema derecha Agrupación Nacional (Rassemblement National, RN) obtendría beneficios electorales. El partido de Macron, pero también la Nueva Unión Popular Ecológica y Social (NUPES), que expresa a una izquierda que se ha unido (suma 145 diputados), podrían perder votos. Muchos franceses pensarán que se los ha ignorado y que se les ha mentido. Esto es exactamente lo que exacerba un discurso antielite, que siempre acaba fortaleciendo a la extrema derecha populista.

El distanciamiento del presidente Macron y su gestión autoritaria de la situación, así como la tecnocracia quebradiza de la primera ministra Borne, han dejado a Francia al borde del abismo. Esta vez es Macron, y no los «chalecos amarillos», quien muestra desprecio por la representación política. En efecto, a lo largo de los debates sobre la reforma de las pensiones, ha descalificado abiertamente a los sindicatos, a los manifestantes y a los diputados de la oposición. Marine Le Pen, una opositora muy discreta al proyecto de ley, parece contenta de echar leña al fuego señalando que los franceses «han sido estafados» por la reforma de Macron.

Las probables consecuencias son preocupantes. Macron fue elegido en 2017 y reelegido en 2022 presentándose como un «baluarte» contra el fascismo. Desde la primera elección de Macron, el partido de Le Pen ha avanzado viento en popa. El presidente en funciones no ha hecho nada por reavivar una democracia enferma ni por disipar la aversión de las elites francesas al pluralismo y al dinamismo de la sociedad civil. Durante el mandato de Macron, los partidos políticos mayoritarios han experimentado un rápido declive y la extrema derecha ha progresado peligrosamente. Es sorprendente el número de colegas académicos, periodistas y políticos franceses que ahora declaran estar resignados a una victoria de Le Pen en 2027.

 

[Nota: este artículo fue publicado originalmente, en inglés, en EUROPP Blog, London School of Economics. Se puede leer la versión original del artículo aquí. Traducción: Mariano Schuster – reproducido en http://www.nuso.org]

C’est dans la société civile israélienne, qui résiste aux entreprises suicidaires du gouvernement Nétanyahou, qu’est le cœur battant d’Israël.

Des femmes habillées en servantes de la série télévisée « The Handmaid’s Tale » lors d’une manifestation contre la réforme judiciaire controversée du gouvernement Nétanyahou, à Tel Aviv, Israël, le 11 mars 2023.

Écrit par Bernard-Henri Lévy

J’aime Israël.

Je l’aime depuis le premier jour, lendemain de la guerre de 1967, où je découvris cette terre inconnue où tout me parlait en secret.

J’aime le miracle de ce pays né de la passion d’un publiciste pour une histoire dont il ne savait à peu près rien ; baptisé d’un nom donné par des psalmistes et des poètes qui n’avaient pas idée de ce qu’était une nation ; bâti par des rêveurs pratiques qui, en même temps qu’ils ressuscitaient l’hébreu, réalisaient cet autre miracle qu’est l’invention du seul vrai contrat social de l’Histoire (« nous décidons d’être une république, donc nous le sommes » ! Et j’aime que, contrairement, par exemple, à la France qui, au bout de six ans de guerre d’Algérie, suspendit quelques-unes de ses libertés fondamentales, contrairement aux États-Unis qui n’eurent besoin, après le 11 Septembre, que de six petites semaines pour promulguer leur Patriot Act, j’aime que, contrairement à tous les États que je connais et qui se voient attaqués, sur leur sol, par de puissants ennemis, lui, Israël, soit en guerre, non depuis six ans, ou depuis six semaines, mais depuis le jour même de sa naissance, autrement dit soixante-quinze ans, et n’ait jamais pour autant, jusqu’ici, cessé d’être une démocratie.

C’est dire mon inquiétude, et ma colère, au vu de la crise politique et morale qui secoue, désormais, le pays.

Ici, c’est un ministre, Itamar Ben-Gvir, qui veut instaurer la peine de mort et montre ainsi son ignorance des principes talmudiques élémentaires (« sanguinaire est le tribunal qui condamne à mort ne fût-ce qu’une fois tous les soixante-dix ans »).

Là, c’est un député, chef de la commission de Sécurité nationale, qui propose l’immunité pénale pour les soldats en opérations et fait ainsi injure à l’idée même de toar haneshek, de pureté des armes, qui est l’honneur des femmes et hommes de Tsahal et à laquelle ils n’ont – j’en ai, de la première guerre du Liban aux guerres contre le Hamas, plus d’une fois témoigné – jamais voulu renoncer.

Là c’est le ministre Bezalel Smotrich, dont on ne compte plus les anathèmes contre la communauté LGBT, les citoyens arabes ou les Juifs laïques (sans même parler de son désir de voir« anéanti » le village palestinien de Huwara, où un terroriste avait assassiné deux civils et qu’une expédition punitive avait déjà saccagé).

Et c’est, à l’heure où j’écris, la volonté de détruire la Cour suprême qui est, à Jérusalem, la clef de voûte du système politique.

De David Ben Gourion au premier Benyamin Netanyahou en passant par Menahem Begin, Yitzhak Shamir, Yitzhak Rabin, Shimon Peres, Ehoud Barak, Ariel Sharon, j’ai connu presque tous les Premiers ministres d’Israël.

Les uns parce qu’ils étaient des hommes des Lumières, les autres parce qu’ils avaient appris des révolutions française et américaine qu’aucun pouvoir, fût-il celui du peuple, n’a vocation à être absolu, d’autres encore parce qu’ils avaient une vraie culture biblique et connaissaient l’histoire des royaumes hébreux et de la souveraineté que s’y partageaient juges et monarques – aucun n’aurait sérieusement imaginé enfreindre les lois fondamentales de l’État.

Les apprentis sorciers d’aujourd’hui arriveront-ils, alors, à leurs fins ?

Heureusement, rien n’est moins sûr.

Car c’est un vent de révolte qui se lève, en Israël même, contre ces entreprises suicidaires.

Pilotes de chasse de Tsahal qui refusent une séance d’entraînement…

Réservistes de la marine qui, pour dire leur refus d’une démocrature façon Pologne ou Hongrie, bloquent le port de Haïfa… Hauts gradés du Mossad qui, parfois à visage découvert, ne craignent pas de parler d’un risque de putsch constitutionnel…

Tant de défenseurs et héros du pays qui, les uns après les autres, font savoir qu’ils désobéiraient à des ordres qui mettraient en péril la sécurité du pays…

Et puis ces centaines de milliers d’Israéliens qui descendent dans les rues pour rappeler que leurs pères et grands-pères ont libéré un peuple livré, jusque-là, sans défense aux vents du ciel et aux flèches des hommes – et qu’ils ne se sont pas sacrifiés pour que l’aventure finisse dans cette caricature du génie juif que sont les « partis religieux » d’aujourd’hui…

C’est là qu’est l’esprit du sionisme.

C’est dans cette société civile magnifique qu’est le cœur battant d’Israël.

Et ce sont ces forces vives que les Juifs et leurs amis doivent, à tout prix, partout, encourager.

Il faudra, pour cela, garder deux convictions bien en tête.

Israël a triomphé de tant de crises qu’il y a peu de doute quant à l’issue et que, dans la longue histoire de cette jeune nation, les mauvais bergers comptent pour peu.

Et si je me trompais, si le vent du nihilisme l’emportait pour un temps, si la métaphysique de Herzl paraissait s’engloutir dans la pire des politiques, il ne faudrait ni céder au découragement ni tomber dans le piège sournoisement tendu par les mauvais esprits : de même qu’il y a une idée de la France, ou de l’Italie, ou de n’importe quel autre pays, qui survit à ses défigurations, de même Israël serait outragé, abîmé, mais vivant.

 

[Photo : REUTERS/Ilan Rosenberg – source : http://www.laregledujeu.or]

La justice vient d’en décider ainsi. Une position qui contribue à diminuer les chances de survie des langues régionales.

Écrit par Michel Feltin-Palas

Commençons cet article par une question. Que penseriez-vous d’un gouvernement qui proclamerait sa volonté de faire reculer l’insécurité routière et qui, dans le même temps, autoriserait l’alcool au volant et supprimerait les limitations de vitesse ? Vous l’accuseriez sans doute d’incompétence ou d’hypocrisie et vous n’auriez pas forcément tort.

Le rapport avec cette lettre d’information, me direz-vous ? Le voici : la même contradiction peut être observée en ce qui concerne les langues régionales. Officiellement, la France entend les préserver. Dans les faits, elle multiplie les décisions allant dans le sens contraire. C’est ainsi que, ce 9 mars, le tribunal administratif de Bastia, saisi par le préfet, a annulé une disposition du règlement intérieur de l’Assemblée de Corse qui prévoyait la possibilité d’utiliser la langue historique de l’île pendant les débats (1). Une décision qui pose un problème de droit et un problème de fond.

« La langue de la République est le français »

Commençons par le droit. Certes, ce jugement était attendu. En effet, les élus insulaires n’avaient en effet pas précisé dans leur règlement que les propos tenus dans l’hémicycle devaient être systématiquement traduits en français (2). Leur avocat a bien tenté de soutenir que le recours au corse ne revêtait aucun caractère contraignant, cela n’a pas suffi. Se référant à un célèbre alinéa de l’article 2 de la Constitution – « La langue de la République est le français » – le tribunal administratif de Bastia a annulé l’article incriminé dans la foulée. « Cette décision était tout à fait prévisible, souligne la constitutionnaliste Véronique Bertile, spécialiste de ce sujet (3). Les juges se sont contentés d’appliquer la jurisprudence restrictive du Conseil constitutionnel et du Conseil d’État, selon lesquels l’article 2 de la Constitution impose l’usage du français aux personnes morales de droit public. »

Un article destiné à lutter seulement contre… l’anglais

L’analyse juridique paraît close ? Ce n’est pas le cas. Car il faut rappeler que cet alinéa a été ajouté à la Loi fondamentale en 1992 dans un but précis : lutter contre… l’anglais, et seulement lui. 1992 est en effet l’année du traité de Maastricht et de l’abandon par la France de sa souveraineté monétaire. Un acte majeur qui avait inquiété les parlementaires : n’était-on pas en train d’ouvrir un peu plus grand la porte à la langue de Shakespeare, prédominante sur les marchés financiers ? Aussi avaient-ils voulu ériger une barrière solide devant cet idiome de plus en plus envahissant en révisant la Constitution.

Mais – et c’est là le point fondamental – ils y avaient mis une condition impérative : jamais cet article ne devrait être utilisé contre les langues de France ! Avec d’autres, le centriste alsacien Adrien Zeller avait ainsi déclaré : « J’aimerais entendre le garde des Sceaux nous assurer que cette précision ne portera aucun préjudice aux langues régionales. » Et celui-ci les avait solennellement rassurés : « Aucune atteinte ne sera portée à la politique et au respect de la diversité de nos cultures régionales. » Avant d’ajouter : « Le français est la langue de la République et non la seule langue de la République. »

« Une approche idéologique, voire dogmatique »

Difficile d’être plus clair ? Pas pour le Conseil constitutionnel, apparemment, qui ne cesse depuis trente ans de se référer à cette formule pour… s’opposer à toutes les mesures en faveur des langues minoritaires de notre pays, contredisant par là même la volonté du Constituant. « Dans ce domaine, le Conseil ne suit pas un raisonnement juridique. Il a une approche idéologique, voire dogmatique », reprend Véronique Bertile. Ce qui, de fait, permet de contester la pertinence du jugement du tribunal de Bastia.

Venons-en maintenant au fond. Officiellement notre pays considère ses langues régionales comme une richesse. « Les langues de France sont un trésor national, écrivait ainsi Emmanuel Macron en 2021. Le droit doit libérer, jamais étouffer […]. La même couleur, les mêmes accents, les mêmes mots : ce n’est pas cela, notre nation. Braudel l’écrit : « La France se nomme diversité. » » Une magnifique déclaration que l’on applaudirait volontiers des deux mains… si elle était accompagnée d’une politique cohérente. Et c’est là que le bât blesse.

L’exemple des autres démocraties européennes

Tous les linguistes le savent : une langue ne vit pas seulement d’amour et d’eau fraîche. Pour se développer, elle doit disposer d’une place significative dans l’enseignement, les administrations, les entreprises mais aussi dans la vie politique, dans d’autres démocraties européennes. Au Pays de Galles, l’anglais et le gallois sont ainsi placés sur un pied d’égalité dans le secteur public. Dans le Trentin-Haut-Adige (nord de l’Italie), un citoyen peut plaider en allemand devant les tribunaux. Au Groenland, le groenlandais est la langue officielle… Et l’on pourrait multiplier les exemples.

C’est peu dire que nous n’en sommes pas là. Non seulement notre pays ne prend pas des mesures équivalentes, mais il s’oppose systématiquement aux dispositifs de ce type, comme vient donc de le faire le tribunal administratif de Bastia. « Combien de temps pense-t-on que le français vivrait, au Québec comme à Paris, s’il était absent de l’école, des médias et de la vie publique, renvoyé à la seule sphère privée ? Pourquoi exiger des langues régionales qu’elles survivent dans des conditions objectivement impossibles ? », interroge le linguiste Patrick Sauzet.

Entendons-nous bien. On peut parfaitement considérer qu’il faut interdire le corse, l’occitan, le breton, et le créole martiniquais des assemblées locales, mais, dans ce cas, il faut être honnête intellectuellement et admettre que, ce faisant, on contribue à faire disparaître ces langues présentes sur notre sol depuis plus de mille ans. En revanche, si, comme nous le prétendons officiellement, nous souhaitons préserver notre diversité culturelle, nous devons prendre les mesures qui s’imposent. En commençant par modifier la Loi fondamentale afin de contourner le verrou abusif mis en place par le Conseil constitutionnel.

Cela tombe bien : Emmanuel Macron prépare actuellement une réforme des institutions. On saura donc très rapidement si le président entend mettre en adéquation ses paroles et ses actes. Ou s’il doit être taxé d’incompétence et d’hypocrisie…

(1) Disponible en intégralité sur la page Facebook dédiée à cette lettre d’information (post publié le 9 mars à 15 heures).

(2) En revanche, la majorité des débats se déroule en français. « Quant aux documents écrits, ils sont systématiquement rédigés en français, certains étant traduits en corse », précise le conseiller territorial nationaliste Romain Colonna.

(3)  Langues régionales ou minoritaires et Constitution. France, Espagne, Italie, par Véronique Bertile, Bruylant, 2008.

[Source : http://www.lexpress.fr]

El 6 de enero de 1641, la corona española firmó el Pacto de Quillín, por el cual acordó la paz con los mapuches, a quienes reconocía su soberanía sobre territorios que después serían de Chile y Argentina. Hoy habrá un banderazo mapuche para recordar el episodio.

Escrito por Darío Aranda

La Wenufoye, bandera del pueblo mapuche, flameará hoy en cientos de comunidades y miles de viviendas de Wallmapu (territorio indígena de ambos lados de la Cordillera). Se conmemora un nuevo aniversario del Pacto de Quillín, cuando España firmó la paz con el pueblo mapuche y le reconoció la independencia en los territorios que siglos después serían Chile y Argentina. En Bariloche habrá un acto recordatorio de la represión en Pu Lof en Resistencia de Cushamen y se pedirá justicia por Santiago Maldonado y Rafael Nahuel.

“Mapuche ñi antü kom Wallmapu mew”, señala la convocatoria en mapuzungun, que significa “Día nacional mapuche, sacá tu bandera”. Refiere al 6 de enero de 1641, cuando luego de un siglo de guerra, con intentos de doblegar al pueblo mapuche, la corona española suscribió el “Pacto de Quillín”. Francisco López de Zúñiga, gobernador de Chile, firmó con lonkos (autoridades) mapuches la paz a orillas del río Quillén (actual provincia de Cautín, Chile). Entre los puntos principales se estableció como límite el río Biobío (a la altura de Chos Malal, en Neuquén), y se reconoció la soberanía e independencia mapuche al sur del río. Las autoridades originarias presentes fueron Lonkopichun, Butapichun, Tinaqueaü, Chicaguala y Cheuquenahuel, entre otros.

El imperio español, que había vencido y masacrado a decenas de pueblos indígenas de América, reconoció la autonomía y libertad de los mapuches. El acuerdo, del que solo existen registros de la época escritos por el lado español, estableció que los indígenas liberarían a los cautivos, dejarían ingresar a religiosos cristianos, y se comprometían a ser aliados de España ante cualquier enemigo extranjero.

Carlos Contreras Painemal es investigador, antropólogo y autor de “Los Tratados celebrados por los Mapuche con la Corona Española, la República de Chile y la República de Argentina”, rigurosa obra de 355 páginas que detalla, en base documental, los acuerdos entre 1592 y 1878. “El parlamento de Quillín se constituirá en un acto jurídico de enorme importancia. Desde allí se abrirá un periodo en donde la Corona Española buscará consolidar su poder, lo cual estará determinado por negociaciones etnopolíticas que se traducirán en tratados”, explica Contreras Painemal en su escrito.

Contreras Painemal resalta que el tratado fue reconocido por el rey Felipe IV, por Real Cédula del 29 de abril de 1643, “lo que convierte en un instrumento jurídico de carácter internacional”. En base a documentos de la época, afirma que el acuerdo fue precedido por batallas “en donde los españoles conocieron en varias ocasiones el sabor amargo de la derrota”. El investigador marca contrapuntos al relato oficial (español): “La administración española intentó minimizar su posición de pactar, intentando hacerla ver como una piadosa concesión por parte de la Corona. Sin embargo para los mapuches estaba claro de que si los españoles proponían la paz era por temor”.

Adrián Moyano es investigador y periodista, autor de “Crónicas de la resistencia mapuche” e “Inakayal” (entre otros libros sobre el pueblo originario), aportó un dato central: “España reconoció la soberanía mapuche al sur del Biobío pero ese acuerdo también es de interés para argentinos porque hubo una concurrida delegación puelche (mapuches al Este de la Cordillera) que al día siguiente del acontecimiento central celebró el mismo tratado con el gobernador español. De manera que aquel reconocimiento trascendió la Cordillera de los Andes y se extendió a la actual jurisdicción argentina. Nótese la fecha, 1641. No, los mapuches no vinieron de Chile. En aquellos tiempos, la Argentina no estaban en los planes de nadie”.

La wenufoye (de color azul, verde y rojo, con símbolos mapuches amarillos, negros y rojos) flameará en ciudades y parajes de Río Negro, Neuquén, Chubut, La Pampa, Mendoza y Buenos Aires. En Bariloche habrá un “trawutuaiñ” (encuentro para encontrarnos), el miércoles 10 en el Centro Cívico. Repudiarán el primer aniversario de la represión de Gendarmería Nacional y la Policía de Chubut sobre el Pu Lof en Resistencia de Cushamen, considerada el “primer capítulo de una nueva ofensiva general contra todo el pueblo mapuche”.

Durante 2017 hubo una veintena de represiones sobre las comunidades mapuches de Río Negro, Neuquén y Chubut. Los casos más graves fueron la desaparición y muerte de Santiago Maldonado y el asesinato por la espalda de Rafael Nahuel.

La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, lanzó un “comando unificado” (juntos a los gobiernos patagónicos) para avanzar contra la organización Resistencia Ancestral Mapuche (RAM). Ninguna comunidad indígena reconoció ser parte de la RAM, incluso la sindican de ser una creación de los servicios de inteligencia. Las comunidades afirman que la estrategia del gobierno es usar a la RAM para avanzar contra el pueblo mapuche.

A 377 años del Pacto de Quillín, el pueblo mapuche izará su bandera, recordará la gesta, reclamará el cumplimiento de sus derechos, justicia por los asesinatos y exigirá el respeto de los territorios indígenas.

 

 

[Fuente: http://www.pagina12.com.ar]

 

Activistes i lingüistes repassen la importància dels avenços a internet per al català, l’occità, l’amazic i l’aragonès

Escrit per DAVID FORNIÈS

L’occità s’està dotant d’un bon nombre d’eines tecnològiques per a garantir el futur digital de la llengua. El projecte Araina —que en la seva primera marató de veus, aquest 17 de desembre a Vielha, ha recollit la parla d’un centenar de persones— i els recursos que ofereix Lo Congrès en són mostres destacades. Igual que per a l’occità, la presència digital és un objectiu estratègic per a totes les llengües minoritzades: una idea que han compartit els lingüistes i els activistes participants en el seminari “Sobirania digital-tecnològica, pobles i llengües minoritzades” que el Departament de Filologia Catalana i Comunicació de la Universitat de Lleida, el CIEMEN i la Fundació pels Drets Col·lectius dels pobles han organitzat els dies 13 i 16 de desembre a la capital del Segrià, amb coordinació dels lingüistes Jordi Suïls i Helena Torres Purroy.

Ser conscients del desequilibri per a capgirar la situació

“Avui, el 95% de les llengües no tenen la capacitat de pujar digitalment”, cosa que significa que no poden mantenir la seva versió de Viquipèdia, no tenen classes de llengua i no estan creant dades de tecnologia lingüística. Ho ha dit Alp Öktem, lingüista computacional de Col·lectivaT, cooperativa especialitzada en el desenvolupament d’eines lingüístiques digitals. Aquest, ha valorat el lingüista, és un aspecte a considerar en els processos d’extinció de les llengües. Segons la UNESCO, al final del segle XXI el 90% de les llengües del món podrien quedar substituïdes per un grapat d’idiomes dominants.

Öktem ha destacat que el desequilibri també es dona entre les llengües més parlades, i fa anys encara era més acusat. L’anglès, llengua en què es troba gairebé el 59% del contingut del web mundial, només és parlat pel 18% de la població del planeta. Un salt enorme respecte de la segona llengua al web, el rus, que es queda al 5,3%. Només l’espanyol, el francès, l’alemany i el japonès superen el 3%.

Per a les llengües menys difoses, la presència digital és fonamental, ha dit Öktem: “Quan la gent veu que el seu idioma està en línia, canvia la seva perspectiva. La gent s’adona que pot continuar usant-lo. I el fet que hi hagi persones que hi creen continguts pot servir de base per a desenvolupar noves tecnologies lingüístiques”, entre les quals, ha explicat el lingüista, eines de traducció automàtica, reconeixement automàtic de la parla, generació de textos, síntesi de text a veu… amb usos com la traducció assistida, la subtitulació automàtica, l’escriptura assistida, el doblatge automàtic o l’aprenentatge assistit d’idiomes.

Per a fer-ho possible, “tot passa per la disponibilitat de dades. Per a fer traductors automàtics, per exemple, necessitem milers i milers —de fet, milions— de frases traduïdes en paral·lel. Perquè la intel·ligència artificial decideixi traduir d’una forma o d’una altra, entren en joc el càlcul de probabilitats, el context del text… Això ara està molt avançat i amb les xarxes neuronals encara més, però per a aquestes ens cal introduir encara més dades”.

L’occità: maratons i ‘youtubers’

Un exemple d’avenços recents com els que esmenta Öktem és l’occità. La novetat més recent és el llançament del projecte Araina o, cosa equivalent, la construcció d’un corpus de veus en occità aranès a través de la plataforma Common Voice. La primera gran fita ha estat la marató de veus de Vielha aquest 17 de desembre, en què un centenar de persones han donat les seves veus per a enregistrar vora 4.000 frases, amb una durada total de vuit hores de gravacions. Col·lectivaT explica que cal enregistrar 100 hores per a poder desenvolupar els primers prototips de sistemes de la parla en aranès.

L’activista per la revitalització lingüística de llengües minoritzades Mariona Miret ha repassat altres recursos que es despleguen avui a Occitània. Entre els més destacats hi ha els de Lo Congrès, com ara el traductor automàtic Revirada —construït sobre la base del sistema de codi obert Apertium, desenvolupat a la Universitat d’Alacant— o Votz, de síntesi de veu. A Lo Congrès també es poden trobar el diccionari Dicod’Òc, un corrector ortogràfic, una base terminològica i aplicacions per a telèfons mòbils, entre altres eines. “Avui podem ser més optimistes que fa un any”, ha valorat Miret.

Gabrièu Pelisson, Mariona Miret i Helena Torres

Aquesta feina se suma a la que fa temps que diverses entitats occitanes duen a terme. Una de les associacions actives en aquest camp és Chambra d’Òc. Miret, que hi col·labora des de fa anys, n’ha destacat la feina en toponímia i, actualment, el desenvolupament d’un diccionari en línia de l’occità alpí que recull materials actualment existents en paper. “Tots els operadors de la Chambra hi estan bolcats ara mateix”, ha explicat Miret, que també ha avançat que l’entitat té previst fer una tasca similar per a posar en línia un diccionari de francoprovençal. Per Miret, “és important saber quines són les necessitats dels parlants, per a no fer productes tecnològics perquè sí. Afinar què fas, perquè tingui utilitat”.

Una altra contribució digital, en aquest cas més enfocada a la documentació, és la proposta de Niccolò Fantini i Guglielmo Diamante a De Vulgare, un web que recull i difon talls de veu en multitud de llengües minoritzades —entre les quals l’occità— i varietats locals d’Itàlia. “Ho fem amb l’esperança que la preservació d’aquest patrimoni promogui una major conscienciació” respecte del valor de la diversitat lingüística, ha explicat Fantini. De Vulgare usa el seu compte d’Instagram per a crear stories atractius a partir d’aquests talls.

Justament, un camp de batalla essencial és el de l’atractiu de l’idioma: “El màrqueting és extremadament important per a les nostres llengües”, ha dit l’activista. I s’ha referit a casos d’èxit com el del youtuber niçard Gabrièu Pelisson, que manté el canal Parpalhon Blau amb més de 6.000 subscriptors. Pelisson ha intervingut al seminari en vídeo: “El meu canal”, ha explicat, “ha demostrat que hi havia una certa quantitat de gent que tenia l’expectativa de veure continguts en occità”. “I a mi”, ha conclòs el youtuber, “m’ha servit per a no haver-me de fer segons quines preguntes: ho faig en occità perquè és la meva llengua”.

L’aragonès treu el cap a la ‘tele’

També amb un canal de YouTube —sobre cuina vegana en aragonès— va començar a fer-se coneguda Silvia Cebolla, activista d’aquesta llengua pirinenca. “Quan vaig llançar el canal, molta gent em deia: ‘I per què no el fas en castellà?’. ‘Doncs perquè l’objectiu és l’aragonès!’, els contestava”.

El 2019, Cebolla va passar a presentar el programa Charrín Charrán, a la televisió pública Aragón TV. “Gràcies a aquest programa —i al fet que estigui disponible a internet— molta gent a Aragó s’ha adonat que l’aragonès existeix i que podem parlar de qualsevol cosa en aquesta llengua”, ha dit Cebolla al seminari. “Si la llengua surt a la tele, existeix, li dona prestigi i més persones s’hi interessen”.

Helena Torres i Silvia Cebolla

L’aragonès encara avui ha de fer front a prejudicis dins mateix d’Aragó, fruit d’un procés secular d’aculturació i opressió lingüística. En aquest context es donen situacions ambivalents, explica l’activista: “Molta gent no està disposada a anar a una escola a aprendre aragonès. Per contra, l’aragonès transporta aquesta mateixa gent a un enyor del poble, de la família, de la tieta… perquè en el castellà popular d’Aragó s’han preservat moltes paraules de l’aragonès”. Cebolla pensa que la gent més jove ara veu l’aragonès com un tret “més normal” del país: “Potser no tenen interès a aprendre’l, però manifesten actituds més receptives; la gent més gran ho tendeix a veure d’una forma més negativa, perquè ho perceben com una cosa polititzada”.

Impuls digital per a l’amazic des de Catalunya

Com a contribució a la sobirania digital i tecnològica de l’amazic, la Casa Amaziga de Catalunya (CAC), Col·lectivaT, el CIEMEN i la Fundació pels Drets dels Pobles desenvolupen des dels primers mesos de 2022 un traductor automàtic d’aquesta llengua nord-africana. Més endavant, aquesta feina —que s’insereix dins del projecte Som Part— veurà també el desenvolupament d’eines de text a veu i completarà altres recursos ja existents fruit de la col·laboració de la CAC i el CIEMEN, com les unitats didàctiques Tc wawjdm per a l’aprenentatge de l’amazic.

L’amazic és parlat per 25 milions de persones pel cap baix, sobretot al nord d’Àfrica i també a la diàspora —a Catalunya es compten per desenes de milers—, però això no l’allunya del perill de la substitució lingüística. Ho ha recordat Aziz Baha, de la CAC, que ha recordat que diverses varietats de la llengua ja s’han extingit. La resta pateixen la pressió de l’àrab i el francès: “Quan els francesos van ocupar el Marroc, van trobar que el 90% de la població parlava amazic. Avui estem al voltant del 30%”, ha explicat Baha. “I tot i que la llengua ha tingut recentment un reconeixement oficial i s’estandarditza, el procés de substitució no s’ha aturat pas”.

En l’àmbit digital, l’amazic disposa d’eines fonamentals com fonts compatibles amb unicode (l’amazic disposa de l’alfabet tifinag que ara guanya terreny, però també té l’alfabet llatí que s’ha usat des de fa dècades a Algèria, amb caràcters específics), un teclat propi, diccionaris en línia (els dos més destacats, ha dit Baha, són Amazic.cat i el de l’Ircam), aplicacions d’aprenentatge i cursos i, cada cop més, presència en diferents xarxes. Un dels exemples més reeixits és el que impulsa l’activista lingüística catalanoamaziga Ghizlan Baryala al compte Amazigh Talks d’Instagram, amb més de 20.000 seguidors.

Softcatalà, un exemple consolidat en llengua catalana

L’associació Softcatalà treballa des de 1998 per a “crear eines pròpies, promoure un ús real de la llengua i fer-ho des del treball col·laboratiu”. Ho ha explicat Belén Ivars, una de les persones que formen part del grup nodrit de treballadors que fan possibles aquestes eines i la seva difusió.

“Els primers anys”, ha explicat Ivars, “Softcatalà es dedicava a traduir programari i recursos: no hi havia pràcticament res fet. Una de les traduccions a què tenim més estima és la del LibreOffice, un programa que empra molta gent. Aquest és el nostre èxit: hem elaborat coses que gasta la gent corrent”.

Altres projectes menys visibles, com l’Abril o l’Ela Geminada, són fonamentals. “Que les coses estiguin correctament escrites és summament important per a les persones que tenen diversitats auditives o visuals. I també per a les persones que troben un text i el volen traduir: si no està ben escrit, no es podrà traduir bé”.

Softcatalà també té cura d’oferir la majoria de les seves eines tenint en compte la diversitat interna de la llengua, de la qual molts parlants —especialment els del català central— no en són prou conscients: “A mi m’han arribat a acusar d’escriure en catanyol pel fet d’haver usat accentuacions diferents que tenim en valencià i que són igualment correctes. Em va sorprendre que un poble amb tanta consciència de la llengua com el català al mateix temps desconeguera tant el que passava en els altres territoris on es parla l’idioma”, ha relatat Ivars.

En l’etapa més recent de Softcatalà es desenvolupen eines com el corrector, el comptador de síl·labes, el conjugador de verbs i els traductors, incloent-hi el neuronal. “La més utilitzada és el corrector. I les eines les usen no només catalanoparlants, sinó que una bona part d’usuaris o no parlen català, o no el parlen gaire bé i les usen per a aprendre’n”.

Finalment, Softcatalà és des de 2018 l’entitat col·laboradora per al català de Common Voice, un projecte de la Fundació Mozilla que persegueix l’objectiu que la tecnologia que funciona amb ordres de veu reconegui totes les llengües del món. En el cas de Common Voice en català, els catalanoparlants poden donar talls de veu que queden enregistrats en una base de dades que els emparella amb els corresponents textos escrits. Aquesta base de dades, que és lliure, es pot emprar per a entrenar intel·ligències artificials per al reconeixement de la parla o la síntesi de veu.

 

[Fotos de l’autor – font: http://www.nationalia.cat]

Les protestations contre les Français au Maroc et en Algérie n’ont fait qu’ajouter du poids au sentiment antifrançais qui se répand sur le continent africain.

 

Écrit par Vijay Prashad

En novembre 2021, un convoi militaire français faisait route vers le Mali en passant par le Burkina Faso et le Niger. Il n’est pas allé très loin. Il a été arrêté à Téra, au Niger, et avant cela en plusieurs points au Burkina Faso (à Bobo-Dioulasso et Kaya ainsi qu’à Ouagadougou, la capitale du pays). Deux civils ont été tués à la suite d’affrontements entre le convoi français et des manifestants « en colère contre l’échec des forces françaises à réprimer le terrorisme dans la région ». Lorsque le convoi est entré au Mali, il a été attaqué près de la ville de Gao.

Le colonel Pascal Ianni, porte-parole du chef d’état-major des armées français, a déclaré à Julien Fanciulli de France 24 qu’il y avait beaucoup de « fausses informations qui circulaient » sur le convoi français. La responsabilité des attaques a été imputée aux « terroristes », à savoir les groupes islamiques qui continuent de détenir de grandes parties du Mali et du Burkina Faso. Ces groupes ont été enhardis et endurcis par la guerre de 2011 contre la Libye, poursuivie par l’Organisation du Traité de l’Atlantique Nord et encouragée par la France. Ce que le colonel Ianni n’admettrait pas, c’est que les protestations qui ont suivi le convoi ont révélé la profondeur du sentiment antifrançais à travers l’Afrique du Nord et la région du Sahel.

Des coups d’État dans la région ont lieu depuis plus de deux ans, du coup d’État au Mali en août 2020 au coup d’État au Burkina Faso en septembre 2022. Les coups d’État dans la région, y compris le coup d’État en Guinée en septembre 2021 comme bien et les deux autres coups d’État au Mali (août 2020 et mai 2021), et un autre coup d’État au Burkina Faso (janvier 2022), ont été motivés en grande partie par le sentiment antifrançais au Sahel. En mai 2022, les chefs militaires du Mali ont éjecté les bases militaires françaises mises en place en 2014, tandis que le projet politique français – le G5 Sahel – patauge dans cette atmosphère d’animosité. Les protestations contre les Français au Maroc et en Algérie n’ont fait qu’ajouter du poids au sentiment antifrançais qui se répand sur le continent africain, le président français Emmanuel Macron étant couvert d’insultes alors qu’il tentait de marcher dans les rues d’Oran en Algérie en août 2022.

Animosités

« La situation dans les anciennes colonies françaises (Burkina Faso, Tchad, Côte d’Ivoire, Niger et Mali) est différente de la situation en Afrique du Nord », m’a dit Abdallah El Harif du Parti de la voie démocratique ouvrière du Maroc. « Les mauvaises relations entre le régime au Maroc et la France sont dues au fait que le régime marocain a développé d’importantes relations économiques, politiques et sécuritaires avec les régimes d’Afrique de l’Ouest aux dépens des Français », a-t-il déclaré. À propos des anciennes colonies françaises du Sahel en particulier, El Harif a déclaré que « de nombreuses insurrections populaires » avaient eu lieu contre la présence coloniale française continue dans ces pays. Alors que le Maroc prend ses distances avec la France, Paris est irrité par ses liens croissants avec les États-Unis, tandis que dans la région du Sahel, les gens veulent éjecter la France de leur vie.

La monarchie marocaine a réagi discrètement aux coups d’État au Sahel, ne voulant pas s’associer au genre de sentiment antifrançais dans la région. Une telle association attirerait l’attention sur les relations étroites du Maroc avec les États-Unis. Cette relation américano-marocaine a apporté des dividendes à la monarchie : équipement militaire des États-Unis et autorisation pour le Maroc de poursuivre son occupation du Sahara occidental, y compris l’extraction des précieux phosphates de la région (en échange de l’ouverture des liens du Maroc avec Israël). Chaque année, depuis 2004, le Maroc accueille un exercice militaire américain, l’African Lion. En juin 2022, 10 pays africains ont participé au Lion d’Afrique 2022, avec des observateurs d’Israël (pour la première fois) et de l’Organisation du Traité de l’Atlantique Nord. Le Maroc, m’a dit El Harif, « a énormément développé ses relations militaires avec les États-Unis ». La France a été mise à l’écart par ces manœuvres, ce qui a agacé Paris. Alors qu’il laissait derrière lui les foules moqueuses à Oran, en Algérie, le président Macron a déclaré qu’il se rendrait au Maroc fin octobre.

Dans la région du Sahel, contrairement au Maroc, il y a un sentiment populaire croissant contre l’ingérence coloniale française (appelée Françafrique). L’ancien président tchadien Idriss Déby Itno, décédé en 2021, a déclaré à Jeune Afrique en 2019 que « Françafrique est fini. La souveraineté est indiscutable, il faut arrêter de coller cette étiquette de basse-cour française à nos pays. « Les Français contrôlent la monnaie de ces États », m’a dit El Harif. « Ils ont de nombreuses bases militaires [dans la région du Sahel], et leurs entreprises pillent les ressources naturelles de ces pays, tout en prétendant lutter contre le terrorisme. Lorsque des défis politiques se présentent, les Français se sont entendus pour assassiner des dirigeants qui contestent leur autorité (comme Thomas Sankara du Burkina Faso en 1987) ou les ont fait arrêter et emprisonner (comme Laurent Gbagbo de Côte d’Ivoire en 2011).

Pourquoi est-ce Françafrique Plus de?

Dans une récente interview accordée à Atalayar, l’ancien ambassadeur de France au Mali, Nicolas Normand, a imputé la montée du sentiment antifrançais aux « accusations antifrançaises répétées du Premier ministre malien et à la campagne médiatique virulente menée par la Russie sur les réseaux sociaux, accusant la France de pillage ». Mali et en fait soutenir les djihadistes, en faisant semblant de les combattre, avec de fausses vidéos. En effet, le Premier ministre du Mali avant le 22 août 2022, Choguel Maïga, a fait des déclarations fortes contre l’intervention militaire française dans son pays. En février 2022, Maïga a déclaré à France 24 que le gouvernement français « a tenté de diviser son pays en alimentant les revendications d’autonomie dans le nord ». Le chanteur malien Salif Keïta a posté une vidéo dans laquelle il disait : « N’êtes-vous pas au courant que la France finance nos ennemis contre nos enfants ? », accusant la France de collaborer avec les djihadistes.

Entre-temps, à propos de l’accusation selon laquelle le groupe russe Wagner opérait au Mali, Maïga a répondu dans son interview à France 24 et a déclaré que « Le mot Wagner. C’est les français qui disent ça. Nous ne connaissons aucun Wagner. Cependant, le Mali, a-t-il déclaré en février, travaille « avec des coopérateurs russes ». À la suite d’une enquête menée par Facebook en 2020, il a supprimé plusieurs comptes de médias sociaux qui remontaient à la France et à la Russie et « s’affrontaient en République centrafricaine ».

Dans un article important du Monde de décembre 2021, Rahmane Idrissa, chercheur principal au Centre d’études africaines de l’Université de Leiden, a souligné trois raisons de la montée du sentiment antifrançais au Sahel. Premièrement, la France, a-t-il dit, « paye la facture au Sahel d’un demi-siècle d’interventions militaires en Afrique subsaharienne », y compris la protection par la France de régimes « généralement odieux à la population ». Deuxièmement, l’échec de la guerre contre les djihadistes a désabusé l’opinion publique quant à l’utilité du projet français. Troisièmement, et c’est essentiel, Idrissa a fait valoir que l’incapacité des dirigeants militaires de la région « à mobiliser la population contre un ennemi (djihadiste) », contre lequel ils n’ont pas de véritable stratégie, a conduit cette colère à se tourner vers les Français. Le départ des Français, aussi bienvenu soit-il, « ne résoudra certainement pas la crise jihadiste », a noté Idrissa. Le peuple se sentira « souverain », écrit-il, « même si une partie du territoire reste entre les mains de gangs terroristes ».

Cet article a été réalisé par Globetrotter.

[Source : http://www.eurasiareview.com – reproduit sur http://www.lesnouvelles.live]

 

Against Decolonisation. Taking African Agency Seriously
Olúfẹ́mi Táíwò
International African Institute & Hurst and Company, Londres, 2022

Escrito

Este es un libro sofisticado y necesario sobre una de esas corrientes que han hecho fortuna entre quienes, descontentos con nuestro mundo dispar, buscan perspectivas críticas que lo expliquen y remedien. Lo escribe el filósofo de origen nigeriano Olúfẹ́mi Táiwò, profesor de Pensamiento Político Africano en la Universidad de Cornell. Y apenas deja resquicio para rescatar algo de provecho en la literatura que analiza.

El objeto de la profunda crítica de Against Decolonization. Taking African Agency Seriously es la propuesta de descolonizar cualquier fenómeno cultural, económico o político en África. Los referentes intelectuales de dicha reclamación se encuentran en el novelista Ngũgĩ wa Thiong’o, que en 1986 llamaba a «descolonizar las mentes» y el filósofo Kwasi Wiredu, que una década más tarde proponía una descolonización conceptual de la filosofía africana.1 Aunque guarde relación con lo anterior, Táíwó deja al margen de su análisis el pensamiento decolonial (hermana a su vez de las teorías postcoloniales) desarrollado en torno a la idea de «colonialidad del poder» por autores fundamentalmente latinoamericanos como Aníbal Quijano o Water Mignolo2

El atractivo de las perspectivas descolonizadoras es probablemente fácil de comprender. Es lo que ocurre cuando alguien es capaz de señalar una causa única para aquello que nos preocupa. En este caso, la crisis permanente en la que parecen habitar muchos africanos se debería a una descolonización inacabada, que no puso fin a muchos elementos que impuso el colonialismo europeo: desde las lenguas hasta las categorías filosóficas y políticas3 Es necesario volver a pensar y escribir en lenguas africanas, y recuperar cosmovisiones e instituciones propias del continente, para asegurar el florecimiento de sus sociedades.4

Táíwò es implacable en señalar las falacias y los escasos fundamentos empíricos que subyacen a estas posiciones. Y lo hace a partir de un compromiso explícito con la modernidad, que él entiende como un proceso histórico de alcance mundial fundado en postulados tales como «la soberanía del sujeto» y la «proscripción de que el Estado se inmiscuya en ella sin una justificación seria» (p. 72). Su argumento sobre la necesidad de que África asuma sin dilación este proyecto ya ha sido desarrollado in extenso en dos trabajos previos.5

Lo que el colonialismo no fue

Las posturas descolonizadoras ofrecen una errada concepción del colonialismo europeo en África. En primer lugar, las situaciones coloniales y sus implicaciones para las poblaciones afectadas fueron enormemente diversas y complejas: desde episodios de genocidio como el sufrido por los Herero en la actual Namibia, hasta la conformación de una pequeña administración lejana y apenas percibida. Ello dependió de numerosos factores, como los intereses económicos existentes, las estructuras políticas y sociales africanas o los particulares procesos históricos de conquista y negociación.

Uno de los argumentos centrales del libro es el peligro que supone identificar como coloniales dimensiones que pudieron coincidir en el tiempo, pero que no van lógicamente unidos ni son estrictamente contemporáneos. En concreto, insiste en el error de aunar colonialismo con cristianismo, capitalismo o modernidad, e identificar a esta como un fenómeno exclusivamente «occidental» del que los africanos bien harían en liberarse. Táíwò mantiene, al contrario, que el colonialismo europeo impidió que el proyecto modernizador, abrazado durante el siglo XIX por muchos intelectuales en África Occidental, se consolidara. Fueron más bien categorías e instituciones supuestamente tradicionales, y no las leyes metropolitanas, las que sirvieron a los europeos para mantener el control sobre sus súbditos coloniales.

En cualquier caso, el dominio europeo de África no fue tan largo ni tan intenso como para interrumpir completamente muchas dinámicas locales o procesos históricos previos. Táíwò recupera así uno de los temas centrales de la Escuela de Ibadán (Nigeria) y de uno de sus fundadores, el profesor Ade Ajayi: el colonialismo europeo debe ser analizado en el marco de la propia historia del continente africano, y no solo como parte de la expansión europea6 Desde este punto de vista, el colonialismo fue «una etapa» más (y especialmente corta) de una larguísima historia, que los de Ibadán y otros historiadores han ido recuperando desde entonces.

Insistir, como hacen los descolonizadores, en el carácter arrollador del breve control europeo de África es, a juicio de nuestro autor, incidir en una perspectiva eurocéntrica que es la que precisamente se quiere desterrar. Asimismo, refuerza una periodización de la historia africana –«precolonial», «colonial» y «poscolonial»– que no atiende a amplias y diversas trayectorias y sitúa el breve despliegue de los imperios europeos, erróneamente, en el centro de las mismas.

Los problemas de la africanidad

Señala Táíwò que la reivindicación de descolonizar las mentes, el pensamiento o la filosofía implica la existencia de algo previo o por debajo propiamente africano que se quiere recuperar o a lo que se quiere volver. Ngũgĩ wa Thiong’o se refiere a las lenguas indígenas, en las que debería escribirse cualquier literatura africana que se quiera presentar como tal. Por su parte, los seguidores de Kwasi Wiredu remiten a un pensamiento o unas «epistemología» propias (algunos dirían «del sur»)7.

El problema aparece cuando se intentan identificar aquellas lenguas o conceptos propia y estrictamente africanos. ¿Lo es el swahili, nacido del encuentro entre el árabe y las lenguas locales en la cosa oriental del continente? ¿Lo es el yoruba o el kikuyu, que han incorporado términos de otras lenguas incluidas las europeas, y se escriben con caracteres latinos? ¿Lo es el culto a los ancestros, tan extendido en muchos lugares del mundo, desde Japón a México? ¿No lo es el cristianismo o el islam, con presencia en el continente desde los siglos IV y VIII respectivamente?

Aislar lo no contaminado, sin influencias del exterior, en África o en cualquier otro lugar, solo nos lleva a posturas esencialistas y ahistóricas que poco favorecen los procesos de cambio más necesarios. La utilización de criterios «de pedigrí» para evaluar un argumento, una institución o una obra artística ofrece poco espacio a la reflexión constructiva o la imaginación literaria o política. Si reivindicamos a África y sus pobladores como parte del mundo y de la humanidad, no deberíamos tratar de convencer a los intelectuales más jóvenes (una de las preocupaciones de Táíwò) que el principal camino de reflexión filosófica debe ser la búsqueda de las purezas locales.

Otro inconveniente del discurso descolonizador es la dificultad práctica de pensar filosóficamente en las lenguas originales de los intelectuales en cuestión. Eso exigiría, según Táíwò, un desarrollo mucho mayor de esas lenguas como instrumento de comunicación en el ámbito de la ciencia y de la educación superior, lo que a su vez generaría un problema de fragmentación de los debates. Los intentos realizados en este sentido han dado lugar a lo que este autor denomina «equivalentismo», o la búsqueda de términos equivalentes a los utilizados en inglés o francés, más que un verdadero progreso en el pensamiento teórico (p. 106).

A Táíwò no le duelen prendas en recordar que el criterio de la africanidad nos puede llevar a reivindicar algunas instituciones nada inocuas como el matrimonio infantil, las jefaturas autoritarias o la ablación femenina, y rechazar otras como el Estado de derecho, la igualdad ante la ley o la independencia de los tribunales de justicia. Lo que sería un error es considerar a las primeras como exclusivamente africanas y las segundas como únicamente «occidentales». Es saludable recordar el peligro en que se encuentra actualmente la democracia en lugares como Estados Unidos, y los avances que ha conseguido en algunos países africanos.

Lo que invisibilizan los decoloniales

De hecho, Olúfẹ́mi Táíwò trata de rescatar con su trabajo a aquellos intelectuales africanos, activistas o no, que lejos de rechazar cualquier cosa que pueda identificarse con el colonialismo europeo, han decidido participar en el debate más amplio que el proyecto de la modernidad promueve. Lo hicieron muchos de los que denunciaron el colonialismo mismo, aquellos que trataron de construir los Estados posteriores, y quienes reclaman a los actuales gobernantes africanos que respondan a las necesidades y voluntad de la ciudadanía.

Más allá de su diversidad y de sus desavenencias, los intelectuales africanos son «coautores» de los debates de la modernidad. A partir de muy diferentes posiciones, ni Franz Fanon, ni Kwame Nkrumah, ni Amílcar Cabral dudaron en abrazar principios de origen europeo y en criticar las prácticas nativas que consideraban más perniciosas para el objetivo último de la liberación africana. En el ámbito más artístico, la reivindicación de los valores culturales del «mundo negro» que hizo el movimiento de la negritud, fue rápidamente contestado por autores como Wole Soyinka o Es’kia Mphalele. Pero ni siquiera los promotores de la negritud, como Leopold Sedar Senghor, propusieron nunca la extirpación de todo lo europeo: más bien al contrario, apostaban por un humanismo cosmopolita en el que lo africano tuviera un lugar.

Como se subraya en el subtítulo del libro, lo que las perspectivas descolonizadoras acaban ocultando es la agencia africana: esta es una reivindicación central de la historiografía africanista que desde los años 1950 se ha empeñado en demostrar, con éxito, que África no es aquel continente hegeliano sin historia. Tanto las autoridades políticas como los grupos sociales más subalternos tienen, según Taiwo, más autonomía y capacidad de decisión de la que los autores descolonizadores les reconocen. Esto fue así durante el periodo colonial, pero más aún tras la descolonización y la conformación de los actuales Estados soberanos.

Asumir que el fin de los imperios coloniales europeos en África no supuso una transformación de primer orden en el continente es faltar a la evidencia histórica. Desde entonces, la responsabilidad por el establecimiento de regímenes autoritarios en todo el continente durante los años 1960 a 1980 fue principalmente de sus gobernantes. Igualmente, los procesos de democratización que tomaron impulso en los años 1990 se hicieron en gran medida gracias a la iniciativa de activistas y movimientos sociales comprometidos con principios que Táíwò identifica precisamente con la modernidad. Raramente, nos hace ver, las luchas sociales en África reivindican la vuelta a un pasado prístino o la abolición del Estado moderno.

Lo que nuestro autor invisibiliza

El loable empeño de Táíwò por visibilizar la acción y la responsabilidad africanas le hace obviar, sin embargo, las dimensiones más estructurales. La afirmación de que, tras los procesos de descolonización, la toma de decisiones recae fundamentalmente en manos locales no reconoce las constricciones económicas e institucionales con las que se encuentran quienes han ocupado el poder político desde entonces.

Ciertamente, esas constricciones son producto, en parte, de decisiones tomadas también por africanos y africanas, a menudo durante el mismo proceso descolonizador. Apostar por la independencia y la construcción de pequeños Estados soberanos era solo una de las posibilidades que se plantearon para acabar con el orden colonial8. La integración en la ciudadanía y el territorio nacional del Estado metropolitano, como hicieron Martinica o Guadalupe, o la constitución de amplias federaciones de Estados no soberanos, fueron sopesadas y finalmente rechazadas.

La conformación de Estados independientes tras la desintegración de los imperios europeos es considerada por Táíwò un paso en el camino de los africanos hacia la modernidad. Sin embargo, las grandes expectativas generadas por las independencias, y el reducido tamaño de los nuevos Estados, abocaron a la mayoría de los gobernantes a mantener las estructuras extravertidas de las economías coloniales, que aseguraran el flujo de recursos hacia las administraciones heredadas. Por otra parte, la soberanía ha sido siempre más útil a los gobernantes ansiosos por enriquecerse y mantenerse en el poder, que a quienes han reclamado una mayor participación y una mejora de vida para la mayoría de la población.

Reconocer una continuidad entre las economías coloniales y las posteriores, y el fracaso de la soberanía para empoderar las gentes del continente, no supone negar la agencia africana. A menudo la extraversión y el mantenimiento de la dependencia ha constituido una estrategia de supervivencia, tanto de los de arriba como de los de abajo (y no solo en África)9. Pero es importante iluminar la manera en que dinámicas e instituciones que proceden de distintos momentos históricos conforman las estructuras sociales que dificultan la configuración de mejores contratos sociales y de una ciudadanía más democrática. En cualquier caso, tenemos que convenir con Táíwò que la posición descolonizadora en poco ayuda a la exigencia de gobiernos más responsables y a un mayor respeto por los derechos de las personas. Más bien al contrario, obsesionarse por suprimir todo aquello que pueda estar relacionado con la época colonial no ayuda a comprender la complejidad de los procesos que han provocado retos económicos y políticos tan urgentes como los existentes en África. Y aporta pocos instrumentos para asegurar el respeto de las reglas democráticas básicas por parte de sus actuales gobernantes. Si la idea de modernidad, por la que apuesta Táíwò, es mejor herramienta para ello un debate distinto, que preferimos mantener abierto.

 

1. Ngũgĩ wa Thiong’o. Descolonizar la mente. La política lingüística de la literatura africana. Barcelona: Debolsillo, 2015 (Primera edición: 1986). Kwasi Wiredu. Conceptual Decolonization in African Philosophy: Four Essays, Ibadan: Hope Publications, 1995. 
2. Uno de los pocos representantes africanos de esta corriente es Sabelo Ndlovu-Gatsheni (Decolonization, Development and Knowledge in Africa. Tourning Over a New Leaf. New York & London: Routledge, 2020). 
3. Táiwò distingue entre «descolonización1» referido al proceso de independencias respecto de los imperios europeos y «descolonización2» que sería la reivindicación de librarse de cualquier herencia colonial. 
4. Entre los pensadores que han desarrollado su trabajo en este marco menciona a John Ayotunde Isola Bewaji, Biodun Jeyifo, Achille Mbembe, Eghosa Osaghae y Tsenay Serequeberhan. 
5. Olúfẹ́mi Táíwò. How colonialism preempted modernity in Africa. Bloomington: Indiana University Press, 2010; Táíwò, O. Africa must be modern. A manifesto. Ibadan: Bookcraft Books, 2012. 
6. Jakob F. Ade Ajayi, «Colonialismo: un episodio en la historia africana». Revista Relaciones Internacionales, n. 13, jun-sep. 2020 (primera edición 1969). 
7. Táíwò reconoce que el planteamiento de Wiredu es más sofisticado que el de sus seguidores (como Serequeberhan o Bewaji), porque lo que aquel propone es someter los conceptos filosóficos utilizados a un escrutinio crítico, identificando sus genealogías particulares. Ello no implicaría necesariamente rechazar aquellos que proceden de otras tradiciones filosóficas. Por eso nuestro autor se pregunta hasta qué punto la idea de «descolonizar» describe bien este esfuerzo intelectual siempre necesario. 
8. Frederick Cooper. África desde 1940. El pasado del presente. Rialp: Madrid, 2021. 
9. Jean-François Bayart. «África en el mundo. Una historia de extroversión», en África en el espejo. Colonización, criminalidad y estado. México DF: Fondo de Cultura Económica, 2011. 

[Fuente: http://www.revistadelibros.com]

Pablo Milanés va ser el Fundador de la Nova Troba cubana

Escrit per Alba Solé Ingla

El cantautor cubà Pablo Milanés ha mort aquest dimarts a la nit als 79 anys després de romandre ingressat a Madrid durant més d’una setmana. Milanès, una de les veus més reconegudes de la música cubana, va ser el fundador i artífex del so de la Nova Troba juntament amb altres reconeguts artistes com Silvio Rodríguez i Noel Nicola. Autor de clàssics com Yolanda, Milanés ha publicat més de 40 discos al llarg de la seva carrera i ha obtingut, entre d’altres, el Premi Nacional de Música de Cuba i el Grammy Llatí a l’Excel·lència Musical.

El cantautor cubà va ser hospitalitzat el 12 de novembre a Madrid per « els efectes d’una sèrie d’infeccions recurrents que en els últims tres mesos han vingut afectant al seu estat de salut », segons un comunicat d’aleshores de la seva oficina artística. A partir d’aquell moment va suspendre diverses actuacions que tenia previstes a Pamplona, Ciutat de Mèxic i Santo Domingo. « Aquesta situació clínica -afegia la nota- és secundària a una malaltia oncohematològica que pateix des de fa diversos anys i que li va exigir instal·lar-se a Madrid » a finals de 2017 per rebre tractament.

El comunicat explicava que « de moment ha estat necessari cancel·lar els concerts previstos en les properes setmanes i suspendre tota la seva activitat artística mentre duri aquesta circumstància ». Pablo Milanés ja va haver de cancel·lar el setembre passat algun concert. Una de les seves últimes actuacions en directe va ser el juny passat a l’Havana.

El seu últim concert

« La música ho és tot per a mi, la millor forma que trobo per expressar-me, la millor manera de sentir i fins i tot de pensar. Crec que els músics comptem amb un altre llenguatge molt especial, que ens permet comunicar, això és una cosa única », confessava en una ocasió l’artista, nascut a Bayamo el 24 de febrer de 1943. Milanés afirmava que els seus millors recitals, « els més oberts i espontanis, passen davant del públic de la meva illa ». El juny passat, l’Havana va acollir la seva última actuació a Cuba. I va ser tot un esdeveniment.

Poesia per lluitar contra la política

Fundador de la Nova Troba cubana juntament amb Silvio Rodríguez i el mort Noel Nicola, un moviment musical carregat de caires polítics, Milanés va ser durant les últimes dècades una de les figures de la cultura cubana més crítiques amb el sistema polític de l’illa. « L’any 1992 vaig tenir la convicció que definitivament el sistema cubà havia fracassat i ho vaig denunciar », va declarar després de les protestes antigovernamentals de l’11 de juliol de 2021 a l’illa, les més grans en dècades.

El creador de Para vivir, El breve espacio en que no estás i Amo esta isla, va reiterar llavors la seva confiança en el poble cubà « per buscar el millor sistema possible de convivència i prosperitat, amb llibertats plenes i sense repressió ». El setembre passat Milanes va ser part del centenar d’artistes i intel·lectuals cubans que va subscriure un manifest de la societat civil i es va pronunciar en les xarxes socials per l’impuls de canvis al seu país « dins d’un esperit de sobirania, inclusió i respecte a l’ésser humà, a la seva dignitat i aspiracions més bàsiques. »

[Foto: EFE – font: http://www.elnacional.cat]

A morte do artista foi lamentada por xefes de Goberno e Estado de América Latina e España.

Pablo Milanés nun concerto en Vigo no ano 2019 – Óscar Vázquez

Cuba despediu ao cantautor Pablo Milanés, falecido na madrugada do martes de Madrid aos 79 anos, entre actos solemnes, música e mensaxes de pésame do Goberno da illa e mandatarios do mundo.

Tal e como informa Efe, a noticia non tardou en percorrer o país. Desde primeira hora da mañá os medios oficiais comezaron a dar unha extensa cobertura da traxectoria do artista -fundador, xunto con outros como Silvio Rodríguez, da nova trova- e a radio estatal reproduciu en bucle os éxitos do artista.

Desde Moscova, onde realiza unha visita oficial xunto con boa parte do seu gabinete, o presidente, Miguel Díaz-Canel, enviou as súas condolencias á familia do autor de éxitos mundiais como Yolanda. «Desaparece fisicamente un dos nosos máis grandes músicos. Voz inseparable da banda sonora da nosa xeración», escribiu en Twitter o mandatario.

A mensaxe do Ministerio de Cultura da illa foi no mesmo sentido. No seu sitio web, a institución resaltou a «obra monumental» e as «maxistrais presentacións» do cantautor.

Reaccións internacionais 

A morte de Milanés (Bayamo, oriente de Cuba, 1943) foi lamentada por xefes de Goberno e Estado de América Latina e España. Na súa conferencia matutina, o presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, dixo que a morte da icona da nova trova é unha «perda lamentable» para a cultura. «Empezamos enviando un abrazo a familiares, amigos, compañeiros de Pablo Milanés, que faleceu, un gran cantautor que escoitaron moitos as súas cancións. Moitos, moitos», declarou o mandatario.

Tamén se uniu o presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, quen se referiu a Milanés como un «grande da trova». Mentres que, o de Colombia, Gustavo Pedro, engadiu que «a arte abandona á música». Do outro lado do Atlántico, o presidente do Goberno español, Pedro Sánchez, utilizou unha das cancións do cantautor para lamentar o seu falecemento.

«Pisaremos as rúas novamente e choraremos aos ausentes no teu nome. A música de Pablo Milanés estará sempre connosco», escribiu.

A morte de Milanés tamén afectou o cantautor cubano Silvio Rodríguez, outro dos pais do movemento e que é, xunto con el, o seu máximo expoñente internacional. Rodríguez publicou no seu blogue a letra de Pablo, unha canción inédita que lle dedicou ao seu compatriota en 1969.

Ambos os músicos interpretaron a dúo temas universalmente coñecidos como «O breve espazo en que non estás» e chegaron a elaborar un álbum conxunto, titulado Cuba nova trova. Haydée Milanés, unha das fillas do artista, expresou a súa gratitude por «os belos e sinceros xestos de amor» recibidos tras o falecemento do seu pai.

Actos na Habana 

Sobre o mediodía, o estatal Instituto Cubano da Música convocou en redes sociais a un concerto en honra de Milanés na zona do Vedado habaneiro. Desde as 15.00 (20.00 GMT) comezáronse a congregar preto dunhas 200 persoas, moitas delas novas, para despedir con música a un dos máis famosos artistas cubanos da historia recente.

«Os mozos cubanos podemos escoitar Bad Bunny ou a Milanés, nós gozamos a música en xeral sen importar a época e el é un dos mellores», contou Mariana, de 23 anos, unha das asistentes. Antes do inicio do concerto, o ministro de Cultura, Alpidio Alonso Grau, sinalou a EFE que a obra do cantautor «perténcenos a nós, perténcelle á vila de Cuba».

Así mesmo, pediu non «politizar» a súa figura. Milanés foi durante as últimas décadas uno dos representantes da cultura cubana máis críticos co sistema político da illa e censurou as sentenzas contra os que participaron nas protestas do 11 de xullo de 2021, as maiores en décadas.

Varias personas hacen cola para entrar en la capilla ardiente de Pablo Milanés, en la Casa de América.

Varias persoas fan cola para entrar na capela ardente de Pablo Milanés, na Casa de América. Alejandro Martínez Vélez

En setembro pasado Milanes foi parte do centenar de artistas e intelectuais cubanos que subscribiu un manifesto da sociedade civil polo impulso de cambios no seu país «dentro dun espírito de soberanía, inclusión e respecto ao ser humano, á súa dignidade e aspiracións máis básicas».

Claudia, outra das novos presentes na homenaxe, dixo que «está ben» que Milanés teña cambiado o seu pensamento pero que tamén «hai que separar a obra e a opinión» que poida ter un artista. A poucos quilómetros do lugar, familiares de Milanés abriron un libro de condolencias no estudo do músico na Habana, no que se congregaron decenas de persoas esta tarde, visiblemente conmovidos.

Amigos e seguidores despiden hoxe a Pablo Milanés na Casa de América

A Casa de América de Madrid acolle este mércores a capela ardente do cantautor cubano Pablo Milanés, que faleceu na madrugada do martes na capital.

A capela ardente permanecerá aberta na Sala Cervantes da Casa de América entre as 10.30 e as 15.30 horas, para que familiares e amigos poidan ofrecer o seu último adeus a unha das voces máis recoñecidas da música cubana, fundador e artífice do son da Nova Trova.

 

[Fonte: http://www.lavozdegalicia.es]

 

 

 

Vencer Bolsonaro foi o primeiro passo. Agora, é preciso entender a militarização da política e o pânico moral das igrejas neopentecostais, bases do retrocesso. E apontar saídas à gourmetização da vida, enquanto milhões amargam a fome

Escrito por Daniel M. Huertas

Todas as forças progressistas e democráticas deste país ficaram atônitas com o resultado geral do primeiro turno das eleições deste ano, com votações inimagináveis a candidatos que beiram a insanidade – ou, na melhor das hipóteses, a uma caricatura grotesca de algo amorfo. Em suma: um retrocesso de proporções inestimáveis. A vitória de Luiz Inácio Lula da Silva no pleito de 30 de outubro amenizou o sentimento de frustração e temor em relação ao futuro do Brasil, mas é preciso reconhecer que este espectro sinistro conhecido como bolsonarismo plantou raízes e se tornou, por incrível que pareça, uma peça extremamente relevante no cenário político brasileiro.

Muito tem sido escrito sobre a ascensão desse fenômeno macabro, e minha contribuição parte do princípio de que a esquerda precisa reavaliar a sua compreensão sobre a realidade brasileira. Isso não significa necessariamente abortar velhos conceitos e metodologias. Afinal, as permanências perversas do constructo social brasileiro (como o racismo estrutural e o latifúndio, por exemplo) estão mais vivas do que nunca e os inimigos de sempre continuaram (e continuarão) à espreita, no aguardo de uma janela de oportunidade para a cooptação de partidários e implementação de uma agenda com ações extremamente reacionárias maximizadas pela velocidade e capilaridade das redes sociais. As tubulações de esgoto do tecido social deste país nunca estiveram tão entupidas.

Esse novo contexto invoca novas análises e reflexões, que devem estar correlacionadas com as profundas mudanças que têm impactado o território brasileiro desde o fim da ditadura militar e o início da chamada Nova República. E, para além da questão meramente nacional, edificá-las de forma mais realística e eficiente com o movimento do mundo que foi aberto com o declínio da bipolaridade da Guerra Fria, do qual emanou um poderoso turbocapitalismo globalizado. A questão é complexa, obviamente, e pede uma análise multidimensional que não se esgota em um livro, muito menos em um artigo. Procurei organizar o meu ponto de vista em temáticas que considero altamente relevantes para que uma espécie de “ajuste fino” no plano das ideias seja alçado à condição de reflexão mais geral dos rumos do Brasil, ajudando de alguma forma nas estratégias que serão utilizadas pelas forças progressistas de agora em diante.

A militarização da política

Desde o advento da República, a política brasileira sempre reservou algum grau de militarização, mas em raras ocasiões havia ultrapassado o sentido estrito do termo. Ou seja, a militarização da política, em maior ou menor escala, de acordo com o contexto, ficara geralmente restrita à participação direta e indireta das Forças Armadas – e o golpe de 1964, como sabemos, foi o ápice desse processo. Mas, infelizmente, o fenômeno ganhou amplitude inédita com a entrada significativa no jogo das forças policiais civis e militares e com uma parcela considerável da sociedade civil que explicitamente defende políticas armamentistas.

Segundo pesquisa Genial/Quaest divulgada em 31 de agosto último, 30% dos entrevistados disseram acreditar que as leis que facilitam compra, porte e uso de armas aumentaram a segurança das pessoas, e o mesmo percentual gostaria de ter uma arma para se defender1. Cabe lembrar, ainda, que o número de unidades em nome de colecionador, atirador desportivo e caçador (CAC) aumentou de 350,7 mil, em 2018, para pouco mais de um milhão, em 2022, após a publicação dos decretos do governo Bolsonaro flexibilizando as normas para compra, porte e uso de armas pela população civil2.

O sociólogo José Vicente Tavares dos Santos, estudioso das pautas ligadas à segurança pública, já havia observado, no âmbito das greves policiais de 2012, na Bahia, a constituição de um “fenômeno social”. Ele lembrou que uma lei de 1967, editada em plena ditadura, transformou as polícias militares em órgãos auxiliares das Forças Armadas e militarizou o ensino policial. Ou seja, não houve a devida adequação das PMs ao trabalho em uma sociedade democrática, já que “faltam noções de direitos humanos, de investigação criminal, algo básico mas incrivelmente precário no Brasil”3, além da ausência de conteúdo correlato a mediação de conflitos.

A própria integração das Forças Armadas ao país depois de 21 anos (1964-85) de mandos, desmandos e atrocidades também se mostrou bastante frágil. A criação do Ministério da Defesa em 2000, durante o governo FHC, parecia ser um antídoto, mas novas crises apareceram na relação entre civis e militares no terreno político. Em 2004, a demissão do então ministro José Viegas ocorreu em meio à insatisfação de militares diante da anunciada abertura dos arquivos da ditadura. Cabe lembrar que a Comissão Nacional da Verdade, proposta no Plano Nacional de Direitos Humanos (PNDH-3), no segundo mandato do governo Lula, também não foi bem recebida por vários setores da caserna. O caso do general Maynard Marques de Santa Rosa, que a chamou de “comissão da calúnia” e acabou sendo exonerado, ganhou as manchetes em 2010. “Os três comandantes militares reagiram contrariamente às cláusulas que propunham rever abusos contra os direitos humanos durante a ditadura e colocaram seus cargos à disposição”, lembrou a cientista política Maria Celina d’Araujo4.

A proposição da revisão da Lei de Anistia – que acabou sendo barrada pelo Superior Tribunal Federal (STF) por 7 votos a 2 — foi outro evento com ressonância extremamente negativa no seio das Forças, sobretudo com as declarações públicas de apoio do então ministro da Justiça, o petista Tarso Genro. E, na sociedade civil, os defensores do golpe de 1964 e de uma nova quartelada em pleno século XXI assombram o país, de forma recorrente desde as eleições de 2018, com demonstrações de efeito. Para completar, o antropólogo Celso Castro, especialista do universo militar, admite que existe um déficit de conhecimento sobre o cotidiano da caserna, “daí compreender-se pouco o funcionamento dessas instituições”5.

D’Araujo clama por uma reflexão sobre o papel das forças de defesa perante o povo e o Estado brasileiros, assunto que “nunca mobilizou os partidos, nunca deu votos”, além do desinteresse generalizado do Congresso sobre a questão. Mas, ao que parece, o bolsonarismo conseguiu encontrar aí uma brecha valiosa para a sua estratégia de poder, de certa forma interditando qualquer debate sobre a pauta sugerida por D’Araujo. É fato a adesão de setores e agentes das forças de segurança ao bolsonarismo – a participação de militares em cargos de confiança ao longo do governo Bolsonaro é espantosa –, mas muito ainda permanece sob uma cortina de fumaça quanto ao real potencial de ativismo político da categoria, sobretudo em relação aos policiais civis e militares.

A articulação política das igrejas evangélicas neopentecostais

A pesquisadora francesa Marion Aubrée talvez tenha sido uma das primeiras intelectuais a se debruçar sobre o fenômeno do expressivo crescimento dos movimentos evangélicos tidos como neopentecostais no Brasil. Um projeto que remonta ao final dos anos 1980, ainda em estágio inicial, encabeçado pela Igreja Universal do Reino de Deus com a sua missão global de evangelização a partir de um país do Terceiro Mundo. Segundo ela, esses movimentos “se adaptam bem à busca de uma devoção emocional pelo povo brasileiro às suas aspirações de uma relação direta com Deus”, na qual o transe corporal (ou a explosão do corpo, como define Aubrée), pouco compreendido ou rejeitado, foi substituído pela “transverbal”, ou “a linguagem dos anjos que, quando praticada, inibe as expressões corporais”6.

Mesmo assim, a articulação midiática dos cultos e atividades na tela da tevê – apenas para ficar no exemplo mais emblemático, a tradicional TV Record, fundada em 1953, foi comprada pelo bispo e empresário Edir Macedo em 1989 – levou a um ajuste, tolerando a maquiagem e roupas menos convencionais e deixando o corpo mais livre. Como afirma Aubrée, “voltou a ser brasileiro”. Desse modo, “sensibilizou setores ponderáveis das classes mais modestas da população”, além de acolher, continua ela, “parte dos vitimados pelo êxodo rural e pela marginalização urbana e ajudando-os a reconstruir suas identidades perdidas em tantas vicissitudes”.

O resultado é que, integrados ao movimento, os indivíduos “redescobrem a autoestima, o senso da dignidade”, atendendo, assim, ao “preceito-chave da ética individualista predominante no mundo atual – (…) que o homem tem que ser forte, equilibrado espiritual e moralmente para encontrar seu lugar ao sol”. Soma-se a isso a introdução pragmática da Teologia da Prosperidade nas comunidades evangélicas, alavancada por cursos de alfabetização, aprendizado de profissões, oferta de empregos e possibilidade de desenvolver carreira eclesiástica, “buscando meios para as pessoas progredirem na vida”.

Como bem disse o historiador Leandro Karnal, a “capilaridade notável” de “milhares de pequenas igrejas nas periferias das cidades” elevou o mundo evangélico a um “poderoso dínamo para as almas e para as urnas”7. Na sua análise, como tendência geral os evangélicos “valorizam pontos como críticas ao casamento homoafetivo”, embora o tom médio do eleitorado brasileiro “é muito conservador e isso antecede a presença evangélica no Parlamento”. Para Karnal, “evangélicos não criam, apenas reforçam um reacionarismo difuso”, e acreditar que votam em quem pastores e bispos mandam seria uma ideia que “subestima a capacidade crítica dos evangélicos e omite a mudança na composição social do grupo”. Naquele contexto, em 2014, Karnal analisou a questão como um controle até desejável pelas lideranças religiosas, mas que “não existe como dado absoluto”. Entretanto, deixou o debate em aberto, pois a temática estaria em “ebulição intensa”.

Mas os fatos recentes mostram que neste campo foi aberta outra brecha bastante utilizada pelo bolsonarismo: uma aliança tácita e explícita entre os exploradores da fé alheia e os falsos defensores dos valores de Deus e da família que envolve interesses de ambos os lados e muito dinheiro. E o dado absoluto agora está aí: o resultado foi o reforço da chamada bancada evangélica no Congresso – dos 177 candidatos a deputado federal, 109 foram eleitos, taxa superior a 60%. Ademais, alguns novatos ligados às igrejas evangélicas foram campeões de voto em seus respectivos estados. Nikolas Ferreira (PL-MG), o deputado mais votado do Brasil, com cerca de 1,492 milhão de votos, integra a Comunidade Evangélica Graça e Paz. O ex-procurador Deltan Dallagnol (Podemos-PR), conhecido por ter sido um dos cabeças da famigerada Operação Lava Jato, é da Igreja Batista do Bacacheri, em Curitiba, e com alguma frequência realiza palestras e pregações nos púlpitos evangélicos.

Filipe Barros (PL-PR), da Igreja Presbiteriana Central de Londrina, Silas Câmara (Republicamos-AM), Sóstenes Cavalcante (PL-RJ), Paulo Freira Costa (PL-SP) e Cezinha Madureira (PSD-SP) são outros exemplos, todos da Assembleia de Deus, que mantém o seu domínio sobre a Frente Parlamentar Evangélica, que tem na “pauta dos costumes” a sua trincheira de valores conservadores contrários à esquerda. “Vai ter um grupo mais coeso agora, porque os novos deputados eleitos são evangélicos e é gente mais aguerrida. Isso vai ficar muito bom para a bancada”, declarou o deputado Gilberto Nascimento (PSC-SP), um dos principais articuladores do movimento e reeleito para o seu quarto mandato8. Por outro lado, os evangélicos de esquerda continuam sendo minoria.

O ex-ministro do STF, Cezar Peluso, já havia declarado que a Corte, provocada a deliberar sobre direitos considerados lesivos à sociedade pelas forças conservadoras (aborto, células-tronco, fetos anencéfalos, direitos dos homoafetivos), “reforça o caráter laico do ordenamento jurídico, (…) ao ponto de enfrentar as resistências religiosas em nome da laicidade do Estado”9. Na campanha para o segundo turno, Lula teve que lançar, estrategicamente, uma carta aos evangélicos que afirma a liberdade de culto e a posição contrária ao aborto. Ao mesmo tempo, a primeira-dama, Michelle Bolsonaro, lota igrejas neopentecostais Brasil afora ao lado da senadora eleita Damares Alves (Republicanos-DF), conhecida por inflar a pauta conservadora de costumes.

O diretor do Observatório Evangélico, Vinicius do Valle, enxerga um ambiente bastante violento no universo das igrejas, com “consequências sérias, dentro e fora dos templos”10. O desejo de aniquilamento da diferença, “mesmo entre aqueles que comungam da mesma fé”, foi incrustado nas igrejas pelo bolsonarismo, formando uma legião de (pseudo) religiosos que passou a disseminar a ideia de que o Partido dos Trabalhadores (PT), “amigo de ditaduras sanguinárias, fecharia igrejas, obrigaria as crianças a usar banheiros unissex, liberaria o aborto e ameaçaria a integridade das famílias”.

Valle explica que as pautas morais e religiosas, situadas “no terreno das crenças e das paixões, e menos conectadas à materialidade”, são “mais suscetíveis à dinâmica do marketing político agressivo e das fake news”. E o “bom marketing político”, como nos mostra a antropóloga e historiadora Lilia Moritz Schwarcz, “é aquele que vai de encontro à imaginação política que já existe” e, portanto, “o bom candidato é aquele que sabe dialogar com esse imaginário da sociedade”11. Eis aqui, portanto, uma questão que precisa ser mais bem estudada, compreendida e enfrentada.

A força do dinheiro e do consumo

Uma enxurrada de números mostra o quadro sombrio para boa parte da população brasileira. Em 2021, 62,93 milhões de pessoas (ou 29,62% do total) viviam com renda domiciliar per capita de até US$ 5,50 por dia – ou seja, abaixo da linha da pobreza, segundo parâmetro internacional adotado pela Organização das Nações Unidas (ONU). No mesmo ano, o rendimento médio mensal per capita registrou o menor valor desde o início da Pesquisa Nacional por Amostras de Domicílios Contínua (Pnad Contínua), realizada pelo Instituto Brasileiro de Geografia e Estatística (IBGE) desde 201212. Tecnicamente, de cada quatro brasileiros um está sob a linha de pobreza.

Não é exagero admitir, entretanto, que as condições materiais do povo brasileiro melhoraram, em níveis gerais, a partir dos anos 1990. Não pretendo aqui discutir as causas desse fenômeno – obviamente que as políticas sociais reorganizadas, azeitadas e vitaminadas com o PT no poder o explicam em parte –, e nem mesmo fechar os olhos para as mazelas crônicas e estruturais, mas o Brasil não é a Índia e nem a África, sem qualquer sentido pejorativo ou discriminatório sobre essas duas partes do mundo. Quero dizer com isso que a força do dinheiro e do consumo aterrissou com peso no Brasil a partir daquele contexto, mesmo que em escalas e condições diferenciadas. Com o neoliberalismo irresponsável e a abertura indiscriminada ao mundo globalizado, o país foi inserido numa posição amplamente disputada pelo capital internacional, já que passou a figurar entre os dez principais mercados consumidores mundiais de quase todos os bens de consumo, sejam eles duráveis, semiduráveis ou não duráveis.

Gradativamente houve uma multiplicação de shoppings centers nas grandes cidades, inclusive nas periferias, chegando anos depois a várias cidades de porte médio do interior do país. O efeito-demonstração causado pelo consumismo – e tudo o que ele carrega, como a criação inesgotável de desejos materiais, a ideia de felicidade, a busca por status e afirmação social e altas dosagens de entretenimento entorpecente – atingiu em cheio a todos os extratos da sociedade, sobretudo os mais baixos, que até então apenas de forma marginal faziam parte do mercado consumidor e, na sua estrutura psíquica e cultural, não tinham no consumo um valor em si de grande relevância para o seu cotidiano. Em suma, o dinheiro transformou-se no grande mediador das relações sociais em praticamente todas as porções do território e em todas as classes sociais.

O próprio governo Lula proporcionou um crescimento vertiginoso dessa dinâmica com as correlatas políticas de expansão do crédito público e aumento real do salário mínimo acima da inflação, incrementando o poder aquisitivo de grandes parcelas da população. Mas junto com o dinheiro e o consumo vêm o individualismo, a ganância e a ambição, um pacote completo embalado por milhares de peças publicitárias e pela ideia fortemente difundida da meritocracia e do empreendedorismo, diametralmente oposta aos valores humanistas de alteridade e solidariedade. O progresso material se sobrepõe a tudo e a todos e a busca pela “gourmetização da vida” é, agora, o modus operandi e o objetivo geral a ser alcançado por uma expressiva parcela da sociedade. Completa-se, assim, a atomização do indivíduo, presente nas periferias e nos bairros de classe média, nas capitais e no interior, no litoral e nos confins da Amazônia.

Como bem disse Karnal, “viver imune aos apelos do consumo é complexo para o adulto e quase intransponível para o jovem”13. O geógrafo Milton Santos vai além. Em sua análise sobre a globalização (que prefere denominar de “globaritarismo”, a aliança entre a tirania do dinheiro e da informação), o consumo é “o grande fundamentalismo do nosso tempo, porque alcança e envolve toda gente”. É um grande emoliente, “produtor ou encorajador de imobilismos”, ou “um veículo de narcisismos, por meio dos seus estímulos estéticos, morais, sociais”. E completa: “Consumismo e competitividade levam ao emagrecimento moral e intelectual da pessoa, à redução da personalidade e da visão do mundo, convidando, também, a esquecer a oposição fundamental entre a figura do consumidor e a figura do cidadão.”14

Mesmo que em camadas, nuances, formas e situações diferenciadas o brasileiro entrou (ou foi empurrado) com força na dinâmica do turbocapitalismo globalizado, na qual a espiral do consumismo é um de seus principais traços, e o medo da perda das condições materiais, mesmo que reduzidas se comparadas aos extratos mais elevados da sociedade, aparece como elemento paralisante e reacionário. A questão da segurança pública ajuda a reforçar esse último aspecto com narrativas e imagens veiculadas incessantemente por programas de televisão sensacionalistas e a escassez, em outros tempos um forte elemento a favor das revoluções sociais, hoje parece estar mais inclinada ao reacionarismo.

Talvez a essência do brasileiro tenha-se tornado mais individualista e menos espontânea, cada vez mais enquadrada no “reino do cálculo e da competitividade”, amparado por um discurso único do mundo no qual as formas de relações econômicas implacáveis não aceitam discussão e exigem obediência imediata, como nos ensina Milton Santos15. Assim, a competitividade como norma acaba justificando os “individualismos arrebatadores e possessivos” na vida econômica, na ordem política, na ordem do território e na ordem social e individual. É o “dinheiro em estado puro”, explica o autor, em que dinheiro e consumo são tidos como reguladores da vida individual, cujo “objetivo é a necessidade, real ou imaginada, de buscar mais dinheiro”16.

Desde o último quartel do século XX, já há toda uma geração criada na frente da televisão, submetida a milhares de peças publicitárias por ano e seduzida pela expansão em grande escala da variedade de bens de consumo. Uma geração inteira receptora de enlatados estadunidenses em volume absurdo, na tevê, no cinema, nas rádios e nas antigas videolocadoras, fortalecendo o chamado american way of life na mente de grande parte da juventude brasileira de então. Uma geração inteira induzida ao convencimento da grandiosidade do papel dos Estados Unidos no mundo. Uma geração inteira com alto grau de despolitização, cujos ideais revolucionários pretéritos deixaram de ser atraentes.

Esses valores forjaram (e continuam forjando) a estrutura emocional, psíquica e cultural de parcela considerável das classes altas e médias das grandes e médias cidades brasileiras, frequentadoras assíduas da Disneylândia (desde criancinha) e dos inúmeros voos semanais para Miami e outros lugares dos Estados Unidos e da Europa. O pior é que esse fenômeno está gerando capilaridade entre as camadas mais pobres e se propaga pelo celular, na velocidade e ferocidade da internet e das redes sociais.

Por uma reforma agrária nos marcos do século XXI

É escancarada a rejeição dos agentes do agronegócio a Lula e ao PT. No primeiro turno, o candidato à reeleição venceu em 77 dos 100 municípios mais ricos do agronegócio, que juntos equivalem a 5,3 milhões de votos e concentram 34,3% do Valor Bruto da Produção Agrícola (VBP) nacional em 2021, índice medido pelo IBGE. A votação de Bolsonaro chegou a 74,84% em Canarana (MT), contra 21,80% de Lula. Em 22 municípios, o candidato do Partido Liberal (PL) recebeu mais de dois terços dos votos. Dos dez primeiros, sete são do Mato Grosso (Sorriso, Sapezal, Campo Novo dos Parecis, Diamantino, Nova Ubiratã, Nova Mutum e Querência), dois, da Bahia (São Desidério e Formosa do Rio Preto) e um, de Goiás (Rio Verde)17.

Segundo José Carlos Hausknecht, sócio-diretor da consultoria MB Agro, o forte apoio do setor já era esperado, “principalmente dos produtores, o que envolve as famílias e influencia nas cidades também”. Ele explica que os produtores “se sentem perseguidos, ameaçados com invasões do MST e atacados como responsáveis pelo desmatamento, pelo latifúndio improdutivo e pelo uso de defensivos”, e ao mesmo tempo nutrem o reconhecimento de um setor “que dá sustentação à economia e contribui com a balança comercial”18.

Seria muito ingenuidade imaginar que juntamente com esse fluxo produtivo e comercial, sobretudo em tempos muito favoráveis do ponto de vista cambial, não emergiria uma classe política potente e influente, que foi sendo construída gradativamente desde que a expansão da fronteira agrícola chegou aos confins do Centro-Oeste e à franja meridional da Amazônia, a partir da década de 1970. Como bem explicou o antropólogo Caio Pompeu, o agro não é pop, é político, e a partir do processo desencadeado para estabelecer o golpe contra a presidente Dilma Rousseff, em 2016, “nucleações dominantes do campo do agronegócio alcançaram protagonismo na agenda do Estado brasileiro” e o PT era considerado pelos líderes do agronegócio “como seu principal inimigo político”19.

Para além da questão política, sabemos que o agro não tem nada de pop, pois se trata de uma atividade com várias contradições e conflitos agudos nos temas que envolvem as questões agrária (condições de vida do trabalhador do campo e concentração fundiária), agrícola (latifúndio improdutivo), ambiental (desmatamento e outras práticas predatórias), indígena (violência e desrespeito para com as populações ancestrais) e trabalhista (trabalho escravo). E, nessa pauta, um dos elementos mais sensíveis diz respeito à reforma agrária — conceito temido pelas classes dominantes desde meados dos anos 1950, quando do advento das Ligas Camponeses no Nordeste.

Muitos autores advogam a tese de que o anúncio das Reformas de Base durante o governo João Goulart (1961-64) – da qual a reforma agrária era um dos pilares — foi a gota d’água para a deflagração do golpe militar de 1964, em um contexto caracterizado pela Guerra Fria. Do ponto de vista estrutural, o poder no Brasil guarda íntima correlação com a propriedade da terra, e uma mudança radical implicaria na eliminação do latifúndio e da especulação fundiária (a terra como reserva de valor).

Mas a temática da reforma agrária, a meu ver, precisa estar mais relacionada à realidade brasileira do século XXI, e não da segunda metade do século anterior. O país foi submetido a um enorme processo de urbanização, acompanhado de alterações demográficas igualmente substanciais, e grande parte dos problemas sociais também se deslocou para as cidades – déficit habitacional, ausência de saneamento básico, serviços insuficientes de saúde e educação, precariedade do transporte público, desemprego, etc.

Entretanto, não se trata de uma bandeira ultrapassada, pois a própria Constituição Federal prevê a desapropriação de terras que não cumprem a sua função social para serem destinadas à reforma agrária. Mas fica aqui a reflexão: será que o instrumento da reforma agrária seria eficaz, no momento atual, para resolver os problemas estruturais brasileiros? Por isso a necessidade de repensar o modelo de reforma agrária para o Brasil de hoje, sem deixar de criticar o que deve ser criticado. Afinal, como disse Eduardo Galeano, “a soberania começa pela boca” e, para quem dispõe de um mínimo de humanismo, é um absurdo ter fome no país aclamado como o “celeiro do mundo”.

É possível superar o ódio e a barbárie?

Agora caiu a máscara. Sem metáforas. Sem cortes. Sem o mito da tão propalada “democracia racial”. Ficou explícita a aversão que as forças conservadoras e reacionárias replicam em torno da figura do negro, indígena, pardo, favelado e suburbano, tida como de segunda categoria que atravanca o progresso do país — e, mais ainda, breca o desejo latente da “europeização” da sociedade brasileira. Sempre foi assim, é verdade, mas, nos marcos civilizatórios do atual contexto do mundo, deveria ser algo inadmissível. Uma “ralé eternizada”, na visão do sociólogo Jessé Souza, colocada como o “nosso maior conflito social”20. Um processo gradativo, perverso e crescente de naturalização da desigualdade social no Brasil e de tentativa de criminalização de qualquer tipo de movimento e/ou organização social daqueles que estão na base inferior da sociedade brasileira.

E, convenhamos, o núcleo duro do bolsonarismo está cheio de gente que pensa assim. São contra o fato de que o Brasil é um país mestiço e muito diverso em todos os aspectos. São contra a ideia de que empregadas domésticas devem ter salário digno e direitos trabalhistas. São contra a ideia de que pobres devem ter acesso às universidades públicas pelo sistema de cotas. Nunca aceitaram e não aceitam a ideia de um nordestino, metalúrgico e sindicalista ter sido presidente da República em duas ocasiões – e agora pela terceira vez.

Obviamente que o Brasil é muito mais complexo e diverso do que esse panorama e muitos aspectos colocados ao longo do texto são de conhecimento das forças progressistas. Entretanto, alguns elementos merecem uma compreensão mais profunda, muitos não foram sequer mencionados (o crescimento da extrema-direita em várias partes do mundo, por exemplo) e com outros ainda não sabemos ao certo como lidar, seja no plano intelectual, seja no plano político. Apesar de tudo, o Bolsonaristão foi derrotado e a esquerda está viva.


Referências citadas:

1. RAMOS, Pedro. Maioria rejeita uso de armas, afirma pesquisa Genial/Quaest,in jornal O Estado de S. Paulo, Política/A9, 1º set. 2022.

2. Os dados, publicados pelo jornal O Estado de S. Paulo (Metrópole/A15, 06 out. 2022), são dos Serviços de Fiscalização de Produtos Controlados (SFPC).

3. CRUZ, Christian Carvalho. Mais uma para ficar na história, in jornal O Estado de S. Paulo, Aliás/J4, 12 fev. 2012.

4. D’ARAUJO, Maria Celina. Demissão anunciada, in jornal O Estado de S. Paulo, Aliás/J3, 07 ago. 2011.

5. GREENHALGH, Laura e MARSIGLIA, Ivan. Brios e vacilos nas fileiras, in jornal O Estado de S. Paulo, Aliás/J4, 14 fev. 2010.

6. SABÓIA, Napoleão. Estudiosa francesa analisa a fé dos brasileiros, in jornal O Estado de S. Paulo, Caderno2/D7, 08 jun. 2003.

7. KARNAL, Leandro. Rebanho não tão uniforme, in jornal O Estado de S. Paulo, Aliás/E3, 07 set. 2014.

8. WETERMAN, Daniel. Campeões de voto reforçam bancada evangélica no Congresso,in jornal O Estado de S. Paulo, Política/A21, 08 out. 2022.

9. GREENHALGH, Laura. Oceano processual, in jornal O Estado de S. Paulo, Aliás/J4, 15 maio 2011.

10. VALLE, Vinicius do. Violência política toma conta de igrejas, in jornal O Estado de S. Paulo, Política/A11, 20 out. 2022.

11. TAVARES, Flávia e MARSIGLIA, Ivan. Por trás da máscara, in jornal O Estado de S. Paulo, Aliás/J4, 19 out. 2008.

12. AMORIM, Daniela e NEDER, Vinicius. Renda do brasileiro tem queda recorde, in jornal O Estado de S. Paulo, Economia&Negócios/B1, 11 jun. 2022.

13. KARNAL, Leandro. Compro e vivo, in jornal O Estado de S. Paulo, Cultura&Comportamento/C12, 09 out. 2022.

14-16. SANTOS, Milton. Por uma outra globalização: do discurso único à consciência universal. Rio de Janeiro: Record, 2001, p.49 e p.56.

17-18. DUARTE, Isadora. Bolsonaro domina votação em 77 dos 100 municípios mais ricos do agronegócio, in jornal O Estado de S. Paulo, Política/A10, 12 out. 2022.

19. POMPEIA, Caio. Formação política do agronegócio. São Paulo: Elefante, 2021, p.299.

20. SOUZA, Jessé. A ralé eternizada, in jornal O Estado de S. Paulo, Aliás/J4, 06 jul. 2008.

[Fonte: http://www.outraspalavras.net]

« El que ha passat aquí té una resposta a Espanya, que és el 15 de maig », diu Lluís Llach en una entrevista amb Clara Ardèvol.

Avui Lluís Llach ha hagut de desautoritzar un text que se li havia atribuït i que circulava per whatsapp amb la seva signatura. Clara Ardèvol, que té el do de l’oportunitat, ha pogut entrevistar-lo aquesta darrera setmana per preguntar-li tot de coses relacionades amb la cultura i la política i el país.

No calen gaires presentacions per parlar de Lluís Llach. Figura clau de la Nova Cançó, artista compromès i, des de fa vuit mesos, diputat de Junts pel Sí. Explica que estava al Senegal escrivint la pàgina 168 d’un dels seus llibres quan va tancar l’ordinador i va tenir la certesa que la seva vida seria diferent a partir d’aquell moment. Així doncs, va tornar a Barcelona i es va comprometre amb el procés sobiranista. Parlem amb ell de música, cultura i també d’aquesta nova aventura política.

Abans de ser diputat, ja feia política des dels escenaris. La política i l’art són inseparables?

L’art és sempre polític i l’artista que pensa que el seu art no ho és, voreja la irresponsabilitat. Tots els actes d’un ésser humà acaben sent polítics, i en l’art això és molt explícit, fins i tot si és conceptual. Encara és més evident si hi intervé la paraula, com en el cas de les cançons.

I una cançó d’amor també és política?

Les relacions sexuals (possessives) entre un home i una dona són també polítiques. Fins i tot el paisatge és polític! Qualsevol cosa ho és. A mi sempre em deien que jo feia política, mentre que Julio Iglesias o Raphael no en feien. Jo, en canvi, trobava que el masclisme de moltes de les seves cançons era d’una contundència política esfereïdora, que a més estava patrocinada per l’oligopoli de la comunicació. El seu missatge, per tant, tenia molta més repercussió que el que tenia jo amb “L’Estaca”.

S’ha instrumentalitzat la música?

La música moderna sempre s’ha utilitzat com a eina política. Les cançons contemporànies han estat la punta de llança dels imperis, perquè arriben a la gent jove i la hi inculquen, mentre balla i fa l’amor, un sistema de valors ad hoc. Quan jo treballava en aquest món, veia com les grans multinacionals duien a terme una política de missatge que encara es fa servir. Amb una joventut alienada, el poder polític es troba molt més tranquil.

Com a cantautor, va patir una gran pressió política. Mai va pensar a deixar la música?

No, pensava que servia per a alguna cosa. Tenia certa por, però era tossut. Trobava que ésser prohibit i censurat era la confirmació que la feina que feia era d’utilitat social contra l’últim rastre del nazisme a Europa, que a més mantenia Catalunya oprimida amb un feixisme indissimulat.

Decisions com la de prohibir les estelades en un camp de futbol no li recorden a la censura que vostè va patir?

És un cretinisme polític portat a tal extrem que fa que una democràcia esdevingui paròdia d’una dictadura. La mentalitat de la dreta que governa és fer el que feia abans, però a través de la democràcia. Ve de lluny: Felipe González va ser un mal polític d’estat que no va ser capaç de canviar el cos jurídic. Això va aprofitar-ho Aznar per convertir el poder jurídic en un annex del poder executiu. Si no arriba a ser pel jutge Jesús Torres, que va demostrar que no tenien jurisprudència per prohibir les estelades, haurien quedat a l’alçada de paròdia de dictadura.

Lluís Llach | Foto: Peter Godry

Sovint es critica la passivitat dels intel·lectuals d’esquerra espanyols davant aquests episodis. Comparteix aquesta crítica?

Jo no em puc creure que el cretinisme intel·lectual que ens arriba d’Espanya sigui real. No és possible que el filòsof més important d’Espanya sigui Fernando Savater. Jo entenc que algú que està en la cultura ha d’intentar comprendre, criticar, millorar… i no pot ser que hi hagi aquest buit intel·lectual. Estic segur que hi ha intel·lectuals i filòsofs que estan cridant, però que no tenen cap micròfon davant perquè se’ls escolti, i això també és censura.

Agafant l’exemple de “L’Estaca”, quan es prohibeix una cosa es fa encara més gran?

Sí, sempre que s’estigui disposat a exercir el feixisme amb tota la brutalitat que això implica. De tota manera, els mitjans de comunicació aconsegueixen no fer-la tan gran, perquè molts diaris van defensar aquesta prohibició de la llibertat d’expressió amb el tema de les estelades.

Parlant d’altres cançons seves, en la darrera manifestació sobiranista va sonar “Venim del nord, venim del sud”. Parla del tipus de nacionalisme que vostè encarna?

Sí. Jo sóc nacionalista “en el sentit de”. Si per nacionalisme entenem el que feia Hitler, no m’hi sento gens. Però a Catalunya sempre hem entès que el nacionalisme és un acte de defensa de les nostres llibertats, no un acte d’imposició. El nacionalisme a Catalunya és l’abecedari de la llibertat; partim de la base que no hi ha ciutadans lliures que visquin a països que no són lliures. Jo sóc nacionalista perquè sóc un profund internacionalista. Des de Madrid, integrants del PSOE diuen que nosaltres som nazis, però saben molt bé que el nacionalisme català no té res a veure amb el nazisme. Això forma part de les estratègies de la vella política.

Per què va decidir ficar-se en política de manera oficial?

Perquè estem vivint un moment excepcional. Jo sempre he considerat que tot comença al carrer i en el que ha passat els darrers sis anys hi ha un protagonisme social de gran dimensió. Vaig tenir la consciència que el sobiranisme no era un moviment de despatxos ni de grups polítics, sinó que era una mobilització social que condicionava els despatxos i els partits.

Com a independent, com està sent l’experiència tenint en compte les divergències entre CDC i ERC?

Els mitjans es fan molt ressò dels problemes, però si mirem el que hem fet fins ara ens adonem que estem exactament en el punt que marcava el full de ruta, o potser més enllà! S’estan preparant idees importants, però les portarem al Parlament quan ens convingui. Desobeirem quan sigui convenient, no hem d’estar a mercè de les provocacions de l’estat. De totes maneres, jo crec que ja hem desobeït moltes vegades, amb una creativitat social i democràtica extraordinària.

Podria posar un exemple?

La llei de pobresa energètica. El Tribunal Constitucional passa la vergonya de condemnar la pobresa la gent desfavorida. Puigdemont, amb una gran agilitat política, rapidesa i intel·ligència, convoca la societat, que respon; és la societat que desobeeix: ajuntaments, associacions… Això és imparable i per aquest motiu l’estat està tan neguitós.

Pel que fa a les divergències amb la CUP, s’ha criticat molt la postura dels cupaires en l’aprovació dels pressupostos. Creu que estan traint el pacte amb Junts pel Sí?

Jo prefereixo no classificar d’aquesta manera una gent que admiro i estimo. Estem vivint un procés històric i ells han d’assumir que la història els jutgi. Si no arribem al final d’aquest procés, cadascú haurà de preguntar-se per què. Potser el nostre electorat, o fins i tot el seu, esperava un altre panorama, però ells són coherents amb el seu mandat democràtic. A nosaltres ens fa por que la discussió contínua de les qüestions socials, que sempre és aprofitada pels grups unionistes, pugui dificultar el camí cap a un nou estat. La nostra prioritat és la independència.

En diverses ocasions ha manifestat força simpatia per Podem. Per què?

Tenen molt en comú amb nosaltres. El que ha passat aquí té una resposta a Espanya, que és el 15 de maig. Nosaltres tenim la sort que venim d’una antiga identitat que cohesiona aquest país a través d’una manera de ser i de grans entramats socials. Aquí, en lloc d’intentar transformar l’estat espanyol, que és el que intenta Podem i el que hem intentat nosaltres durant 200 anys, preferim fugir.

Lluís Llach | Foto: Peter Godry

No creu en l’Espanya federal, doncs…

És Espanya que no hi creu! Quan es va aprovar la Constitució del 78 vaig pensar que hi havia un projecte de futur interessant a Espanya, però el van destruir. Els espanyols són les primeres víctimes de l’estat espanyol; Espanya ha espoliat molt més els andalusos que els catalans. Els Reis Catòlics no tenien gaires diners per les seves conquestes imperials i van donar dret de pernada territorial als nobles. No només els van treure la cultura i la riquesa, sinó també el territori. Els andalusos encara no saben que la seva pobresa actual prové de la fonamentació de l’estat espanyol.

Com es gestionaria aquesta diversitat històrica en una hipotètica Catalunya independent?

Nosaltres volem fer una república on la persona que se senti espanyola pugui desenvolupar la seva ciutadania amb més bona qualitat a Catalunya que a Espanya. No és gens difícil, perquè Espanya està totalment desgavellada i els drets de ciutadania i benestar no els ha tingut mai en compte. De fet nosaltres som una llavor de diversitat; Espanya, en petit, és el projecte d’Europa. O s’accepta la diversitat com una riquesa o ens convertirem en un mercat, que és el que som actualment.

 

[Font: http://www.nuvol.com]

A USC traduce a galego dúas obras dun xurista cunha produción capital e de plena actualidade polo estado de excepción que supuxo a pandemia, pero tamén cun pasado nazi do que nunca chegou a renegar

Carl Schmitt revisa ou texto dá conferencia que vai impartir con Manuel Fraga, non Instituto de Estudos políticos de Madrid.

Escrito por TAMARA MONTERO

En 1956, Alfonso Otero Varela, novo doutor, acompañou a Álvaro d’Ors, da Universidade de Santiago, a un congreso de romanistas que se celebraba en Friburgo. Nesa viaxe, Otero Varela, que durante xeracións de universitarios sería coñecido como Margarito, coñeceu á muller coa que casaría e tería catro fillos, Ánima Schmitt. Son os netos de Carl Schmitt, un dos xuristas máis brillantes que deron os últimos séculos que comezou a visitar Galicia todos os veráns entre 1957 e 1973.

Autor dunha impoñente Teoría da Constitución e pensador de conceptos aínda hoxe en debate e de plena actualidade, Carl Schmitt daba longos paseos pola Alameda de Santiago, visitaba a Catedral, comía pasteis e, sendo verán, ía á praia (Barraña, en Boiro, e Sanxenxo).

Sobre a importancia do pensamento xurídico de Schmitt e da súa longa relación con Galicia fala José Julio Fernández, profesor de Dereito Constitucional da Universidade de Santiago e exvaledor do Pobo, no prólogo da edición traducida ao galego de dúas das obras do brillante xurista: Teoloxía Política e Ex Captivitate Salus dentro da colección de Clásicos do Pensamento Universal da USC.

En Teoloxía Política (que en realidade son dous libros) o pensador alemán fai un percorrido pola historia das ideas e fala dos conceptos de soberanía e de estado de excepción, ligándoas cos conceptos teolóxicos. Son dúas cuestións que foron importante tema de debate nos últimos tempos, no caso da loita contra o terrorismo e durante as restricións derivadas da pandemia, ata o punto de que o Constitucional declarou ilegal o confinamiento, ao crer que esa restricións de dereitos fundamentais (reunión e circulación) deberan terse decretado baixo o estado de excepción e non o de alarma.

E tamén co conflito derivado da invasión ucraína, coa «lóxica de Putin, que quere ampliar os seus espazos de influencia co discurso do Kremlin», explica o profesor de Dereito.

O segundo texto, editado polo Servizo de Publicacións e Intercambio Científico da Universidade de Santiago, foi escrito por Schmitt mentres estaba preso en Nuremberg, aínda que finalmente non se concretaron cargos contra el.

 A súa relación co nazismo, da que nunca renegou

O libro, no seu prólogo, relata tamén as estreitas relacións entre Carl Schmitt e o Partido Nazi, ao que se afiliou en 1933. Entre a súa produción hai tamén textos de claro corte antisemita, lembra o profesor Fernández. Pero Schmitt, malia todo, foi considerado un advenedizo polo partido (se cadra porque era católico) e ante un ataque cara a el nun diario das SS, en 1937 decide dimitir de todos os cargos políticos e centrarse na súa cátedra en Berlín. Os nazis mataban a disidencia e de feito, algún dos seus amigos foi eliminado.

Hai interpretacións, aclara José Julio Fernández, que din que os textos máis radicais obedecen a unha reacción cara a esas desconfianzas dos altos cargos (sobre todo Himmler). O que si é certo é que non consta arrepentimento expreso ou explicacións polo miúdo do seu pasado nazi, pero si certa «pena por el pasado». Outro tema de actualidade relaciona con Schmitt «sobre como las democracias admiten los discursos de odio».

De feito, despois da Segunda Guerra Mundial, foi detido primeiro polos rusos, pero a súa muller, que fala ruso, consigue liberalo. En xullo de 1945, tralo reparto de Berlín entre as potencias aliadas, o distrito no que vive Schmitt pasa a control de Estados Unidos, que decreta contra el un arresto automático nun contexto de campañas de desnazificación e é levado a un campo de internamento. Liberado en 1946, en 1947 volve ser detido e trasladado á prisión do Tribunal Militar Internacional de Nuremberg como testemuña e posible acusado.

Foi durante estes cativerios posteriores á Segunda Guerra Mundial durante os que escribiu Ex Captivitate Salus (Saúdo dende a catividade), un texto de corte máis poético no que non falta a crítica, fundamentalmente ao «sistema represivo que vive», no que o deteñen sen aclararlle as acusación e a inseguridade xurídica.

 

[Fonte: http://www.lavozdegalicia.es]

 

 

 

Escrito por

A República de Checoeslovaquia foi un dos países que naceron coa desintegración da monarquía austrohúngara tralo final da Gran Guerra (1914-1918). A súa concepción retrotráese ata antes do conflito europeo, coas negociacións entre checos e eslovacos, interesados os segundos na idea dun Estado binacional, coa autonomía garantida nos planos administrativo e político. O paso definitivo para a unión foi o Pacto de Pittsburgh de maio de 1918, onde quedaban ratificadas a autonomía xudicial e parlamentaria para Eslovaquia e o recoñecemento da súa lingua. En outubro, o Consello Nacional Eslovaco rompe con Hungría e confirma a unión checoeslovaca1.

Pero o novo Estado (que a diplomacia postbélica posibilitou) nacera marcado coas profundas diferenzas entre territorios: por un lado Eslovaquia, cunha economía de predominio rural e máis atrasada ca a do seu veciño, e unha sociedade maioritariamente católica e xerarquizada; polo outro, a industrializada2, laica e urbana sociedade checa, con importancia do luteranismo e incluso do ateísmo3.

A cuestión relixiosa foi especialmente candente, sobre todo na parte eslovaca, onde había unha tradición de cregos que actuaban coma líderes intelectuais e activistas do movemento nacionalista. Eles esperaban aumentar a súa influencia e mellorar as súas condicións materiais coa unión, pero en cambio atopáronse cos intentos de modernización e laicización: separación de Igrexa e Estado, ideas de igualdade, liberdade de conciencia ou a emancipación da muller4.

Estas diferenzas sociais e económicas traducíronse en diferenzas de corte político. Na rexión checa a tradición democrática das correntes burguesa e campesiña era moi forte, que consolidou un réxime pluralista e parlamentario estable; no contexto urbano e industrial, de suma importancia, as clases medias apoiaban ás diferentes variantes do liberalismo, e os traballadores ó socialismo5.  Da man de políticos coma Tomáš Masaryk, fomentouse ademais o entendemento de partidos moderados, evitando o éxito de forzas nacionalistas ou extremistas6.

Ese contexto explica a debilidade das correntes fascistas nas rexións checas, as cales cristalizaran en tres partidos: a Comunidade Nacional Fascista ou NOF, fundada en 1926, inspirada no fascismo italiano; o Campo Nacionalsocialista Checo ou Vlakja, xurdido na década dos trintas7; e en 1934 Unificación Nacional (Narodní sjednocení), unha unión de pequenos grupos fascistas8. Ningún dos tres obtivo unha gran relevancia electoral nin social.

Pero a situación era diferente en Eslovaquia, onde en 1918 fundouse o Partido Popular Cristián-Eslovaco, a posteriori renomeado coma Partido Popular Eslovaco de Hlinka (Hlinkovà Slovenská Ludova Strana, ou Ludakis), baixo a dirección do párroco Andrej Hlinka. Era un partido orixinalmente conservador e moderado, católico, populista e nacionalista, pero con claras tendencias cara ó autoritarismo e o corporativismo9. Non se pode dicir que fose unha agrupación estritamente fascista, polo menos ata 1938, onde a influenza alemá fomentaría un proceso de “fascistización” parecido ó de outras forzas en países ocupados polos nazis10.

O crego Andrej Hinka. Fonte: Wikimediacommons

Nas súas propostas presentábanse a defensa exacerbada da relixión e educación católicas, e a intención de esixir os órganos administrativos propios prometidos polo Pacto de Pittsburgh; nos sectores máis radicais reclamábase unha estrutura de tipo federal, ou directamente a independencia. A súa doutrina social inspirábase nas encíclicas papais, abominando o socialismo e o comunismo pero prometendo terras ós campesiños, maiores ingresos ós traballadores e emprego ós parados. Ó mesmo tempo, pretendían expandir o poder das elites eslovacas e do clero, e restrinxir as ideas de liberalismo e modernización procedentes das rexións checas11.

Os ludaki desconfiaban dos checos, xa que non os consideraban católicos “puros”, polo escaso tacto do goberno de Praga coas tradicións católicas eslovacas12, pola dependencia do mesmo nos luteranos, e tamén pola chegada de funcionarios checos ó país para cubrir postos que non podían ocupar os eslovacos, pola falta de traballadores cualificados13. Había tamén fortes tendencias antisemitas no partido14, que terán consecuencias espantosas coa futura instauración do Estado independente. Pero aínda queda para iso. Terán que chegar ó poder.

*A foto de portada amosa o Tratado de Trianon (1918) e a disolución de Austria-Hungría. Fonte: Wikimediacommons

 

Bibliografía

-R. C. BIJMAN: Clerical Fascism? A Controversial Concept and its Use. Tesis de máster. Utrecht, Universiteit Utrecht, 2009.

-Jerzy W. BOREJSZA: La escalada del odio. Movimientos y sistemas autoritarios y fascistas en Europa, 1919-1945. Madrid, Siglo Veintiuno de España Editores, 2002..

-Xosé Manoel NÚÑEZ SEIXAS: Movimientos nacionalistas en Europa. Siglo XX. Madrid, Editorial Síntesis, 2004.

-Stanley G. PAYNE: El fascismo. Madrid, Alianza Editorial, 2014.

Notas ao pé

  1. Xosé Manoel NÚÑEZ SEIXAS: Movimientos nacionalistas en Europa. Siglo XX. Madrid, Editorial Síntesis, 2004, p. 146. []
  2. Ata o 75% da industria na antiga Austria-Hungría. []
  3. Jerzy W. BOREJSZA: La escalada del odio. Movimientos y sistemas autoritarios y fascistas en Europa, 1919-1945. Madrid, Siglo Veintiuno de España Editores, 2002, pp. 200-201. []
  4. R. C. BIJMAN: Clerical Fascism? A Controversial Concept and its Use. Tesis de máster. Utrecht, Universiteit Utrecht, 2009, p. 73. []
  5. Stanley G. PAYNE: El fascismo. Madrid, Alianza Editorial, 2014, p. 157. []
  6. Jerzy W. BOREJSZA: La escalada…, p. 200. []
  7. Stanley G. PAYNE: El fascismo, p. 157. []
  8. Jerzy W. BOREJSZA: La escalada…, p. 201. []
  9. Stanley G. PAYNE: El fascismo, p. 158. []
  10. Íbid., pp. 172-173. []
  11. Jerzy W. BOREJSZA: La escalada…, pp. 202-203. []
  12. Xosé Manoel NÚÑEZ SEIXAS: Movimientos nacionalistas…, p. 146. []
  13. R. C. BIJMAN: Clerical Fascism? A Controversial…, p. 146. []
  14. Jerzy W. BOREJSZA: La escalada…, p. 202. []

 

[Fonte: http://www.mazarelos.gal]

 

“Hace muy bien entonces Gabriel Boric en cuestionar al Estado de Israel por su carácter colonial, lo que no tiene nada que ver con ser antisemita, como plantea de manera infundada la Comunidad Judía de Chile”.

Escrito por Andrés Kogan Valderrama

A propósito de que el presidente Gabriel Boric decidiera no recibir al embajador de Israel en Chile, para la entrega de sus cartas credenciales, luego del asesinato de un menor de edad palestino, resultan bastante injustas las críticas que ha tenido que recibir por parte de algunos sectores.

Lo planteo ya que rápidamente fue tildado de antisemita por parte de la Comunidad Judía de Chile (1); y también de judeofóbico, por algunos personajes públicos, como es el caso del abogado Ricardo Israel (2).

De ahí que me parezca profundamente difamatorio, que apelen a un juicio de esa índole tan grave, a alguien que jamás ha sostenido un discurso de odio contra el pueblo judío ni ningún otro, sino muy por el contrario, ha defendido de manera irrestricta los derechos humanos en distintos lugares en el mundo.

Es cosa de revisar un poco las distintas críticas que ha realizado Gabriel Boric a diferentes Estados en el mundo, no solo al Estado de Israel por violaciones a los derechos humanos, como son los casos de Colombia, Cuba, Venezuela, Nicaragua, Rusia, Estados Unidos, Irán, China y Chile, como lo hizo nuevamente en su discurso en la Sesión Plenaria de la Asamblea General de la ONU (3).

Es cosa de revisar un poco las distintas críticas que ha realizado Gabriel Boric a diferentes Estados en el mundo, no solo al Estado de Israel por violaciones a los derechos humanos, como son los casos de Colombia, Cuba, Venezuela, Nicaragua, Rusia, Estados Unidos, Irán, China y Chile, como lo hizo nuevamente en su discurso en la Sesión Plenaria de la Asamblea General de la ONU (3).

Por lo mismo, la comunidad judía de Chile podrá estar en desacuerdo con la crítica de Boric al Estado de Israel, por su carácter colonial y racista contra el pueblo palestino, la cual muchas y muchos compartimos, pero de ahí a tildarlo de antisemita me parece un despropósito.

Lo digo ya que se banaliza el concepto de antisemitismo y se le vacía de contenido, lo que no hace otra cosa que ofender la memoria de millones de judíos que a lo largo de la historia han sido discriminados, humillados, perseguidos y asesinados por el solo hecho de ser judíos.

Además, a modo de comprensión del concepto, si bien el antijudaísmo tiene raíces históricas que vienen desde los inicios de la cristiandad y la idea de que los judíos traicionaron a Cristo, el antisemitismo moderno, originado en Europa en el siglo XIX, tiene ciertas características especiales, ante la formación de los Estados-nación modernos.

En consecuencia, el rechazo a los judíos desde la época moderna no tiene que ver con un rechazo religioso propiamente tal, sino con un rechazo racista, que construyó la idea de que los judíos eran personas apátridas, impuras y no confiables, que ponían en peligro la soberanía nacional, al ser quienes desestabilizaban el orden existente, a través del control de la economía, los medios de información y el dinero, en beneficio propio.

Es cosa de revisar los discursos racistas y conspirativos de parte del zarismo en Rusia y del nacionalsocialismo en Alemania por ejemplo, en donde ambos responsabilizaban a los judíos de las crisis existentes, de todos los males y de querer controlar el mundo, como se puede ver fácilmente en Los Protocolos de los Sabios de Sion y en Mi Lucha de Adolf Hitler.

Lo paradójico de todo esto es que justamente desde ese nacionalismo homogeneizador y racista occidental, nacido en Europa en el siglo XIX, e impuesto al resto del mundo contra los judíos y otros pueblos, que surgió también un movimiento nacionalista judío, llamado sionismo, que luego del genocidio y horror del Holocausto, concretaría el nacimiento del Estado de Israel.

A partir de ahí en adelante, con la creación del Estado de Israel, se construyó desde la negación de un otro palestino, expulsando a cientos de miles de ellos de sus casas en 1948 (Nakba) y colonizando prácticamente todo el territorio, con la ocupación de 1967.

Es desde ese colonialismo israelí, que hasta el día de hoy no ha cesado y se ha profundizado incluso, a pesar de las innumerables violaciones al derecho internacional y condenas desde Naciones Unidas, como manifestó en reiteradas ocasiones la ex alta comisionada para los derechos humanos, Michelle Bachelet (4).

Con esto no se trata de que los judíos en el mundo no tengan derecho a tener un Estado y a vivir dentro de fronteras seguras, como ciertos discursos fundamentalistas islámicos lo plantean, pero eso no justifica el colonialismo de asentamientos y apartheid que se ha implantado en territorios palestinos.

Hace muy bien entonces Gabriel Boric en cuestionar al Estado de Israel por su carácter colonial, lo que no tiene nada que ver con ser antisemita, como plantea de manera infundada la comunidad judía de Chile, como también lo ha hecho el gobierno israelí, ante cualquier crítica política de este tipo de alguna persona.

Se podrá decir que ciertas críticas al Estado de Israel se mezclan con argumentos antisemitas de ciertos sectores de izquierda antisionistas, al referirse sobre un supuesto complot judío en Chile, como ha planteado el alcalde de la comuna de Recoleta, Daniel Jadue, en reiteradas ocasiones, pero Gabriel Boric jamás ha señalado su crítica de esa forma racista.

Para finalizar, como persona con apellido de origen judío e hijo de padre judío, me avergüenza mucho que se use el antisemitismo como argumento para descalificar cualquier crítica al Estado de Israel, ya que judíos y no judíos tenemos el deber de defender los derechos humanos y oponernos al racismo sea donde sea, como lo ha venido haciendo Gabriel Boric todos estos años.

1: https://www.t13.cl/noticia/politica/comunidad-judia-chile-impasse-pdte.-boric-corresponde-gobierno-pida-disculpas

2: https://www.infobae.com/america/opinion/2022/09/18/la-judeofobia-de-boric/

3: https://www.youtube.com/watch?v=LlrZR3qbp8Y&feature=youtu.be

 

[Fuente: http://www.lemondediplomatique.cl]

Agora, a globalização reflui e a tendência mundial a um novo nacionalismo parece clara. Na América Latina, esquerda tem nova chance. Mas o maior país da região – tão marcado pela herança colonial – estará pronto a exercer o papel que lhe cabe?

 

Durante um século a dinâmica da sociedade moderna foi governada por um ‘duplo movimento’: o mercado se expandia continuamente, mas esse movimento era enfrentado por um contramovimento que cerceava essa expansão em direções definidas. Embora tal contramovimento fosse vital para a proteção da sociedade, ele era, em última análise incompatível com a autorregulação do mercado e, portanto, com o próprio sistema de mercado” – Polanyi, K. “A Grande Transformação”. Editora Campus, Rio de Janeiro. 1980, p: 137

Escrito por José Luís Fiori

Em 1944, o cientista social austro-húngaro, Karl Polanyi (1886-1964), formulou uma hipótese extremamente instigante sobre a evolução das sociedades liberais e das economias de mercado que se formaram na Europa nos séculos XVIII e XIX. Para Polanyi, estas sociedades são movidas por duas grandes forças que atuam de forma simultânea e contraditória apontando a um só tempo, na direção da abertura, desregulação e internacionalização dos seus mercados e dos seus capitais, e na direção da proteção, regulação estatal e nacionalização destes mesmos mercados. Karl Polanyi nunca disse que se tratava de um movimento pendular ou cíclico, nem tampouco de uma lei de sucessão universal e obrigatória da história do capitalismo. Mesmo assim, este “duplo movimento” parece manifestar-se quase sempre na forma de uma sucessão temporal, onde os “surtos internacionalizantes” do capitalismo promovem o aumento simultâneo da desigualdade entre os povos e as nações e acabam provocando uma “reversão protecionista” das economias, sociedades, da natureza e dos Estados nacionais que reforçam nestes períodos sua luta pela soberania e independência com relação aos demais Estados do sistema e, em particular, com relação ao poder imperial ou hegemônico das Grandes Potências. Pelo menos foi isto que aconteceu na Europa no fim do século XIX e início do século XX: um grande movimento de internacionalização liberal do capitalismo foi sucedido por infinitas revoltas sociais e uma violenta reversão nacionalista. E nesta terceira década do século XXI, já ninguém mais tem dúvida de que está em curso em todo o mundo capitalista uma nova “inflexão nacionalista”, e uma universalização de revoltas sociais que se propagam por todos os lados exigindo a intervenção dos Estados e de suas políticas públicas para reverter a catástrofe social provocada pela globalização neoliberal das décadas anteriores.

Nunca se sabe de antemão qual é a causa imediata e o momento preciso em que começam estas ondas, seja numa direção seja na outra. Mas neste início do século XXI, não há dúvida de que os sinos começaram a dobrar anunciando a “morte da globalização” no momento em que os Estados Unidos desencadearam suas “guerras sem fim”, logo no início do novo século e, mais ainda, no momento em que explodiu a grande crise econômico-financeira de 2008, cujos efeitos sociais e ecológicos adversos foram exponenciados pelas políticas anticíclicas dos próprios norte-americanos e seus principais sócios do G7. E foi sobre este pano de fundo já instalado que repercutiram os efeitos multiplicadores da pandemia de covid-19, e da recente Guerra da Ucrânia, completando a ruptura das cadeias globais de produção e comércio – sobretudo, de energia, grãos e tecnologias de ponta – acelerando a chegada da nova “era nacionalista”. O que surpreendeu muitos analistas foi o fato de que tenham sido os próprios Estados Unidos que assumiram a partir de 2017 – em particular durante o governo de Donald Trump – a liderança mundial da reação nacionalista contra o movimento internacionalizante que eles mesmos desencadearam e lideraram a partir da década de 70 do século passado. Depois de Trump, o governo de Joe Biden se propôs retomar o caminho do liberal-internacionalismo, mas ele mesmo percebeu rapidamente que esta proposta já havia esgotado seu potencial expansivo e que não lhe restava outro caminho que não fosse o do “nacionalismo econômico” e da proteção social da população americana por cima de qualquer outro objetivo internacionalista que não seja o das suas próprias guerras imperiais ao redor do mundo. Apesar disto, e a menos de uma guerra atômica que seria catastrófica para toda a humanidade, o mais provável é que os Estados Unidos mantenham sua presença militar e sua centralidade global durante o século XXI. Apesar de que seja visível e notória a sua perda de liderança fora do seu círculo de aliados e vassalos mais próximos, zona onde se situa tradicionalmente a América Latina, e de forma muito particular, o Brasil que sempre operou como ponto de lança dos Estados Unidos dentro do continente latino.

Mesmo assim, a América Latina é hoje um dos poucos lugares do mundo onde a revolta social contra o fracasso da globalização neoliberal vem sendo capitalizada pelas forças progressistas e por coalizões de governo com participação de partidos de esquerda. Serão grandes os desafios e as dificuldades que enfrentarão esses novos governos de esquerda, num contexto internacional de crise econômica e de guerra entre as grandes potências. Mas ao mesmo tempo – segundo a hipótese de Karl Polanyi – este momento poderá transformar-se numa oportunidade extraordinária para América Latina avançar na luta, conquista e consolidação de sua soberania dentro do sistema internacional. Os Estados Unidos estão enfrentando grandes desafios, em vários planos e regiões do planeta e têm aumentado a pressão pelo alinhamento da América Latina, mas sua liderança regional também é declinante, como se pôde observar na última Cúpula das Américas promovida pelos Estados Unidos, e realizada na cidade dos Los Angeles, em 2022. Na verdade, os norte-americanos estão sem disposição real e sem recursos suficientes para envolver-se simultaneamente na Europa Central, na Ásia, no Oriente Médio e ainda na América Latina. Uma boa hora, portanto, para renegociar os termos da relação do continente com os Estados Unidos, sem medo nem bravatas. E neste momento, a política externa e a liderança brasileira serão absolutamente fundamentais.

O Brasil é o país latino-americano onde se pode identificar uma “flutuação histórica” mais parecida com a do “duplo movimento” de que fala Karl Polanyi. Em particular nas três ou quatro últimas décadas em que o país viveu uma sucessão de pequenos ciclos de abertura e internacionalização, seguidos por contramovimentos protecionistas, como aconteceu nos anos 90 e no início do século XXI, e voltou a acontecer depois do golpe de Estado de 2015/2016. E agora de novo, tudo indica que esta última onda de abertura, desregulação e privatizações que foram responsáveis pelo aumento da desigualdade, da miséria e da fome no país está chegando ao fim, e o Brasil poderá então retomar o caminho interrompido da reconquista dos direitos sociais e trabalhistas de sua população, de proteção da sua natureza, e de expansão de seus graus de soberania internacional.

O Brasil tem a seu favor, nesta conjuntura mundial de guerra entre as grandes potências, e de crise energética, alimentar e hídrica em quase todo o mundo, a sua própria autossuficiência em fontes de energia, em grãos, e em disponibilidade de águas. Seu maior problema não está deste lado, está na forma desigual em que esta riqueza está distribuída e a grande resistência de sua classe dominante à qualquer tipo de política redistributiva. E neste ponto não há como enganar-se: é impossível avançar no plano da soberania externa do país sem avançar na luta contra a sua desigualdade social interna, o que exigirá do novo governo brasileiro a declaração de uma verdadeira guerra interna contra a miséria e a desigualdade de sua população. A raiz última deste problema remonta, sem dúvida, aos 350 anos de escravidão que ainda pesarão por muito tempo sobre as costas da sociedade brasileira, somando-se às consequências sociais deletérias da longa ditadura militar do século passado. Período em que os militares dividiram ainda mais os brasileiros ao criar a figura do “inimigo interno” do país formado por seus próprios compatriotas que foram combatidos com as armas do próprio Estado brasileiro. Uma aberração histórica, que também pesará ainda por muito tempo sobre o país, e que foi imposta ao Brasil pela vassalagem internacional dos seus militares. Neste sentido, também não haverá como avançar na luta pela soberania do país sem fazer uma revisão radical da posição interna e externa das FFAA.

A resistência será enorme e virá de uma coalizão de forças que se consolidou nos últimos anos dentro do país à sombra do fanatismo ideológico e religiosos de uma “nova direita” que somou seu fascismo caboclo ao ultraliberalismo econômico da “velha direita” primário-exportadora e financeira, que agora é liderada pelo agrobusiness do centro-oeste, formando uma coalizão de poder “líbero-teológico-sertanejo” que financia a sua “vanguarda miliciana carioca” e inclui também os militares brasileiros que voltaram à cena aliados à direita, como sempre, mas agora convertidos ao catecismo econômico neoliberal. Assim mesmo, apesar destes obstáculos internos, é possível o Brasil superar este momento amargo da sua história e retomar o caminho de construção da sua soberania demarcando seu lugar dentro deste novo mundo multipolar e agressivo que se configura à nossa frente. O Brasil não tem inimigos na América Latina, e seria um absurdo ou loucura iniciar uma corrida armamentista com nossos vizinhos, ou mesmo submeter-se à corrida militar de outros países dentro do continente latino-americano. Pelo contrário, o Brasil deve procurar ocupar no futuro o lugar de uma “grande potência pacificadora” dentro do sistema no seu próprio continente e dentro do sistema internacional.

Assim mesmo, uma coisa é certa, se o Brasil quiser redesenhar sua estratégia internacional e assumir esta nova posição continental e internacional “não há dúvida de que terá que desenvolver um trabalho extremamente complexo de administração de suas relações de complementariedade e competição permanente com os Estados Unidos, sobretudo, e também – ainda que seja em menor grau – com as outras grandes potências do sistema interestatal. Caminhando através de uma trilha muito estreita e durante um tempo que se pode prologar por várias décadas. Além disto, para liderar a integração da América do Sul e o continente latino-americano dentro do sistema mundial, o Brasil terá que inventar uma nova forma de expansão continental e mundial que não repita a “expansão missionária” e o “imperialismo bélico” dos europeus e dos norte-americanos” [Fiori em “A inserção internacional do Brasil e da América do Sul”]


(*) Texto publicado originalmente no Caderno CRIS FIOCRUZ de Saúde Global e Diplomacia da Saude, nº 16/22, de 16 a 22/8 de 2022

 

 

[Imagem: Livio Abramo – fonte: http://www.outraspalavras.net]

La comunidad judía de Oporto presentó una denuncia ante la Fiscalía Europea alegando una conspiración antisemita contra los miembros ricos de la comunidad judía portuguesa y la organización judía más fuerte de Portugal, lo que perjudica los intereses financieros de la Unión Europea.

Escrito por Shelly Paz

La denuncia se presentó con la asistencia de abogados de Portugal, EE. UU. e Israel, así como la Asociación Judía Europea, la organización que representa la unión de las comunidades judías de Europa; desde Portugal hasta Ucrania.

La denuncia descrita con todos sus detalles también ha sido publicada en un libro con el título “La primera gran conspiración antisemita del siglo XXI”, que se puede descargar de forma gratuita aquí (https://firstmajorconspiracy.com ). Se está enviando una copia del libro a bibliotecas de todo el mundo y se enseñará en varios programas de estudios de antisemitismo.

Según la comunidad judía de Oporto, “personas no reveladas entre las élites gobernantes portuguesas unieron los poderes ejecutivo, legislativo, judicial y medios de comunicación en una violenta conspiración antisemita. Los objetivos de la conspiración eran rechazar políticamente la gran afluencia de ciudadanos israelíes interesados en la nacionalidad portuguesa, destruir la ley sefardí en un contexto de terror, para que nadie pudiera salir a defender esa ley (para evitar ser acusado de colusión con el fraude), y producir una “querella criminal” basada en denuncias anónimas que pretenden destruir al empresario judío Patrick Drahi, judíos adinerados de origen portugués y la comunidad judía de Oporto, posiblemente la organización judía más fuerte de Europa en términos de religión, cultura, educación y la lucha contra el antisemitismo. El poder judicial portugués fue utilizado políticamente como un instrumento”.

“La Fiscalía Europea no tiene legitimidad legal para investigar casos de antisemitismo, pero en este caso hay indicios de corrupción por parte de las élites gobernantes y esto perjudica a todos los ciudadanos de Europa”, dijo el presidente de la comunidad judía de Oporto, Gabriel Senderowicz.

“Nuestro objetivo es documentar la conspiración, incluso si la Fiscalía Europea decide no hacer nada al respecto. Nos aseguraremos de que esta información se difunda en todas partes donde sea necesaria la educación sobre el antisemitismo. El antisemitismo moderno en Europa no ataca a los judíos en general como en el pasado, sino solo a las verdaderas fortalezas judías: comunidades fuertes, judíos ricos, leyes beneficiosas para los judíos y el Estado de Israel. En la Unión Soviética, las comunidades “no tan fuertes” no fueron destruidas, ya que servían de publicidad al régimen político. Cualquiera que visite Moscú podría visitar una hermosa sinagoga con puertas abiertas y servicios, pero prácticamente muerta, sin vida judía relevante “.

En la demoledora denuncia de 113 páginas presentada la semana pasada ante la Fiscalía Europea, la comunidad judía de Oporto afirma que “los conspiradores utilizaron una organización criminal dedicada a redadas nocturnas en domicilios particulares y despachos de abogados supuestamente relacionadas con Patrick Drahi, así como falsas acusaciones de narcotráfico, y también utilizaron fuentes “anónimas” que ya habían anteriormente sido condenadas judicialmente por difamación contra miembros y colaboradores de la comunidad judía de Oporto”.

La comunidad judía de Oporto dice: “La conspiración, paternalmente guiada desde arriba y con intereses internacionales en el medio, ha usado toda una amalgama de personas” como –el exministro de Relaciones Exteriores Augusto Santos Silva, quien fue autor moral de la destrucción de la ley de los sefardíes “por una ‘cuestión palestina”, la exvicepresidenta de la bancada parlamentaria del Partido Socialista Constança Urbano de Sousa, quien comparó la reproducción exponencial de los sefardíes con el coronavirus (y dijo que junto con sus dos hijos va a ser responsable de un millón de descendientes dentro de 250 años), y la ministra de Justicia, Francisca van Dunem, quien elaboró un reglamento que puso el fin a la ley sefardí en términos prácticos a partir del 1 de septiembre de 2022, y recogió denuncias “anónimas” de la escoria de la sociedad y las envió a “investigación criminal” por parte de autoridades cuyos líderes ella misma nombró.

Gabriel Senderowicz dijo: “La soberanía del Estado portugués que puede terminar o cambiar esta ley y cualquier otra ley en cualquier momento no está en cuestión, pero el procedimiento podría y debería haberse implementado sin poner en peligro la imagen y la seguridad de los judíos sefardíes y las comunidades judías portuguesas. Eso no es lo que há sucedido durante dos años”.

La denuncia menciona el papel destructivo de algunos influencers, así como de periodistas de los diarios Público y Expresso y de los canales de televisión “SIC” y “RTP”. “Durante ocho meses nunca mencionaron un solo efecto positivo de la ley sefardí, calificaron una sinagoga llena, restaurantes kosher y museos llenos de gente como “opulencia”, y redujeron la llamada ley sefardí a las tarifas cobradas por la comunidad judía de Oporto (250 euros).

Estos influencers y periodistas siempre actuaron contra el honor de los miembros de la comunidad y de solicitantes que han sido certificados, y solo hablaban sobre sospechas de supuesta corrupción, Mossad, oligarcas, drogas canábicas, ganancias y grandes negocios”, de acuerdo con lo mencionado en la denuncia.

Senderowicz agrega: “Semana tras semana, familias enteras fueron objeto de exposición calumniosa en los periódicos y la televisión, todo basado en denuncias anónimas y fuentes anónimas. Nadie escapó a este tipo de “purificación” al estilo de la Inquisición, desde los líderes religiosos y seculares –rabinos, presidentes, expresidentes, vicepresidentes, tesoreros, secretarios– así como el museólogo, e incluso el portero y amigos de la comunidad. Ancianos llorando, niños con miedo de ir a la escuela porque eran judíos y el gran rabino siendo atacado en un supermercado”.

En resumen, la operación policial “Puerta Abierta” que fue presentada a todo el mundo como una venta de pasaportes por parte de un rabinato que actuó por dinero, es una operación “Cuestión Palestina” dirigida por personas entre las élites portuguesas que ataca a los judíos israelíes, a los judíos ricos y a todas las realidades judías relevantes relacionadas con Portugal.

Hay evidencia de intercambio de favores, uso del poder judicial con fines políticos, teorías de conspiración, robos nocturnos a bufetes de abogados y casas particulares, falsas acusaciones de narcotráfico y esquemas con Rusia, y uso de denuncias “anónimas” que en realidad fueron realizadas por agentes del Estado, calumniadores profesionales y condenados por difamación, todo ello articulado con una campaña mediática asesina protagonizada por media docena de periodistas e influencers para destruir la credibilidad de una ley, líderes comunitarios y personas de origen sefardí que habían sido aprobadas en cumplimiento de la ley.

“El Estado portugués no es antisemita”, señala el presidente de la comunidad judía de Oporto, Gabriel Senderowicz. “Entre las víctimas de esta conspiración se encuentran también el presidente de la República Portuguesa, el primer ministro, líderes parlamentarios, jueces, policías y la abrumadora mayoría de los medios de comunicación, incluso de aquellos que a menudo son acusados de actos escandalosos”.

 

[Fuente: http://www.enlacejudio.com]

Tras seducir a la población con las supuestas maravillas de la dieta vegana, las transnacionales de producción de carne y los grandes fondos de inversión aterrizaron en la industria de los alimentos que se presentan como sustitutos

Industria cárnica

Escrito por Gustavo Duch

Hasta no hace mucho tiempo, seis o siete décadas atrás, la alimentación mayoritaria de la población rural era austera, equilibrada y sujeta a las posibilidades de sus territorios. En paralelo al desarrollismo y a la concentración de la población en las ciudades, desde centros de estudios, universidades y revistas de prestigio –en coordinación con la industria alimentaria– se difundió el mensaje de la necesidad de mejorar los patrones alimentarios, aumentando el consumo de proteínas, especialmente las de origen animal. A fuerza de mucha publicidad y propaganda, pensemos en el caso del fastfood, el mensaje permeó culturalmente y se instaló en el imaginario como el patrón a seguir. Para satisfacer esta demanda “creada”, se justificó, se agradeció y se encumbró a la industria alimentaria capaz de producir mucha leche, carne y sus derivados a precios baratos, sin contemplar ni preocuparse por sus desmedidas externalidades. Se llegó a despreciar y ridiculizar la alimentación y la agricultura tradicional, afectando cuerpos y territorios. De comprar y cocinar alimentos frescos se pasó a los ultraprocesados recalentados en el microondas y la industria salió claramente vencedora. Algo tan íntimo como nuestra alimentación ha acabado delegándose en pocas megaempresas controladas por fondos de inversión.

Sabiendo de lo ocurrido, y ahora que las tendencias alimentarias veganas están alcanzando cuotas importantes, ¿puede ser que se esté repitiendo la historia? ¿Es un éxito inducido culturalmente? Y, si fuera así, ¿son nuevos actores o los de siempre?

Aunque pueda parecer contradictorio, las principales empresas transnacionales de producción industrial de carne son quienes están detrás de los alimentos que, basados en vegetales o en proteínas cultivadas en laboratorios, se presentan como sustitutos de la carne, el pescado, los huevos y la leche. En el informe Proteínas y Políticas de la entidad Ipes-Food o en las páginas de la plataforma científica ALEPH2020 se puede encontrar mucha información sobre esta realidad. Por ejemplo, la empresa Vivera, muy conocida en Alemania, Holanda y Reino Unido por sus más de cien referencias tipo salmón vegano o pollo kebab vegano, pertenece a la brasileña JBS, la mayor productora del mundo de carne avícola y de vacuno y la número dos en producción de carne de cerdo. En la cartera de JBS también descubrimos que es la accionista mayoritaria de la española BioTech Foods, dedicada al sector de la carne cultivada. En Estados Unidos, dos de las principales empresas cárnica del país, Tyson Foods y Smithfield, han creado divisiones propias para producir sus nuggets y salchichas a base de vegetales para competir con las dos líderes en el sector, Impossible Foods (asociado con Burger King) y Beyond Meat. En España nos encontramos con el mismo fenómeno. La mayor integradora del país, líder en macrogranjas de pollos y cerdos, Vall Companys, lanzó en 2019 el proyecto empresarial Zyrcular Foods para elaborar sucedáneos de carne a partir de guisantes, trigo o soja llegada de muy lejos, del cual ya podemos encontrar productos en diferentes supermercados con su marca blanca. Y su expansión seguirá si se les conceden los 134 millones de euros presentados a los fondos de recuperación Next Generation para abordar nuevos retos en este campo.

Si seguimos desmenuzando el mercado vegano, acabamos encontrando a más empresas multinacionales que desde hace décadas controlan la alimentación mundial, como Cargill, Nestlé, Danone, etc. Además, también encontramos fondos de inversión como BlackRock, el mayor del mundo (apoyando a Tyson o JBS entre otras), o Breakthrough Energy Ventures presidido por Bill Gates (participando activamente en Impossible Foods y Beyond Meat).

El aterrizaje de las multinacionales alimentarias en este “segmento” no podía hacerse sin la seguridad de haber seducido previamente a la población. Como siempre, han hecho empresas tan competitivas entre ellas, no tienen ningún problema para encontrar lugares comunes, como la plataforma EAT, gracias a la cual –con “la ciencia” amaestrada y los inversionistas mencionados– se encargan de transmitir y cabildear a favor de estos nuevos patrones alimentarios. Repitiendo cual mantras las maravillas de esta dieta vegana para frenar la crisis climática y garantizar la salud eterna, han conseguido imponer un relato que ha calado en la población y en las administraciones.

Y lo cierto es que reducir la solución de todos nuestros males a retirar de nuestras dietas la proteína animal no solo es un relato reduccionista, también es incorrecto. ¿Por qué no abordan las diferencias en los modelos productivos de proteína animal, sabiendo como se sabe de la importancia de los herbívoros en el ciclo de los nutrientes, el aprovechamiento que hacen de alimentos que no compiten con la población humana, su papel de fertilizadores de la tierra, etc.? ¿Ignoran que una alimentación a base de proteínas de guisantes, soja, maíz o trigo es replicar el mismo modelo de monocultivos responsables de los problemas que dicen quieren solucionar? ¿Por qué no se reconoce la dependencia del petróleo para tanto procesamiento, viajes y plásticos que visten a estos pseudoalimentos?

¿Creíamos que el veganismo era un éxito del trabajo de sensibilización de algunas oenegés? Cárnico o vegano, el capitalismo alimentario de siempre nos aleja de la soberanía que urge recuperar y que solo puede establecerse adaptando nuestra dieta a los ciclos de la abundancia de la tierra que campesinas y campesinos, pastores y pastoras de nuestros territorios correspondientes saben gestionar: en sus huertos y en sus granjas. Lo sencillo es hermoso.

 

[Ilustración: Juan Soto – fuente: http://www.desdeabajo.info]

 

%d blogueurs aiment cette page :