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¿Cómo hablar de un mito? ¿Qué más se puede contar de Pepe Mujica? Una personalidad tan importante para la política y la sociedad latinoamericana encuentra una vía distinta para poder quedar en el recuerdo de una manera diferente.

Escrito por OCTAVIO GÓMEZ MILIÁN

Qué: libro (Salamandra Graphic)

Eso es Pepe Mujica y las flores de la guerrilla de Matías Castro y Leo Trinidad. Un tebeo, pero un tebeo distinto, como lo es Pepe Mujica, un héroe para unos, un antihéroe para su país. Un joven comprometido que llegó a militar en la izquierda armada y ser parte del movimiento Tupamaro, incluso con acciones de guerrilla urbana.

Hablan de él como un Robin Hood postmoderno, pero su vida, atrapada en las acertadas imágenes de Leo Trinidad y en los recovecos de las palabras de Matías Castro, es una desventura contemporánea (preso cuatro veces, media docena de disparos que hicieron que se le diera por muerto, dos fugas de la cárcel…) que incluye once años recluso y un aislamiento físico y emocional que lo llevó hasta los límites de la locura.

Pepe Mujica y las flores de la guerrilla

Hoy, su figura, una vez retirado de la vida política, tras sus años como presidente de Uruguay y su estatus de referente moral, se transforma en una novela gráfica, en la simbiosis perfecta entre arte e historia, dibujo y palabra. Recorrer la vida de Mujica es recorrer la historia del Uruguay y la de Latinoamérica. Pero ese camino, como bien nos muestran sus autores, es una senda compleja, donde la muerte y la injusticia son obstáculos siempre presentes en el camino, una vereda agreste, con flores de esperanza salpicando las malas yerbas.

Cultivar flores como le enseñó su madre, en un ciclo básico de vida y muerte, de estaciones que no se detienen. Preguntas que no tienen una respuesta absoluta, pero que deben realizarse en aras de la libertad del ser humano. Una palabra, lucha, que no se puede contener fácilmente en las páginas de esta obra porque su dimensión la desborda. Lucha y libertad, grandezas y dudas… Mujica resume la esencia del hombre, la definición de humanidad. Y este tebeo, estas viñetas, esta obra de Matías Castro y Leo Trinidad, atrapa e inspira, recoge y ofrece, dicta y escucha. La segunda mitad del siglo XX tuvo muchos nombres y el de José, Pepe Mújica, fue uno de los más importantes.

Pepe Mujica y las flores de la guerrilla

 

[Fuente: http://www.zonadeobras.com]

 

 

«Je parle. Il le faut bien. L’action met les ardeurs en oeuvre.

Mais c’est la parole qui les suscite.»

Charles de Gaulle, Mémoires de Guerre

Escrito por Pedro Correia

Às vezes basta uma frase. Uma simples frase pronunciada no momento certo. Charles de Gaulle pronunciou várias que passaram à história. Dois exemplos: «A França perdeu uma batalha mas não perdeu a guerra», em Londres (1940); «Viva o Quebeque livre!» , em Montreal (1967).

Mas aquela em que mais tenho pensado nestes dias foi pronunciada em Argel, no dia 4 de junho de 1958, na varanda da sede do governo geral daquele que era então o mais emblemático território ultramarino francês. «Je vous ai compris» », bradou o general, ovacionado pela multidão compacta na praça, nas ruas e nos edifícios fronteiros.

A França encontrava-se numa das suas horas mais difíceis, à beira da guerra civil, quando a decrépita classe política parisiense fora chamá-lo dias antes à sua aldeia para salvar o país, pela segunda vez em duas décadas. A guerra da Argélia e um surto imparável de conflitos sociais ameaçavam tornar ingovernável o país que De Gaulle resgatara dos nazis apenas 14 anos antes.

Uma das primeiras decisões do general foi viajar a Argel. Cerca de um milhão de franceses viviam então em território argelino, devastado pelos sangrentos conflitos entre os militares enviados de Paris e a guerrilha da Frente de Libertação Nacional, que reivindicava a independência.

Os franceses argelinos, na sua esmagadora maioria (incluindo Albert Camus, galardoado meses antes com o Nobel da Literatura), queriam manter a ligação à pátria-mãe que remontava a 1830, mesmo conscientes dos horrores da guerra e das fracturas que o conflito da Argélia provocava na sociedade gaulesa. E foi isso mesmo que exprimiram a De Gaulle naquele dia de Junho numa das manifestações mais participadas de que há memória.

O general, escutando a voz da rua, proclamou: «Compreendo-vos.» Foi acolhido com um imenso vozear de aplauso por todas aqueles que, sem o saberem, engrossariam em breve a longa legião de derrotados da história.

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Há hoje as versões mais desencontradas sobre o real significado desta frase que confirmou De Gaulle como efémero herói dos pieds noirs, os intransigentes da Argélia francesa (muitos dos quais argelinos de terceira ou quarta geração).

Uns admitem que se deixou contagiar pela efervescência da multidão e lançou aquele grito como símbolo de adesão simbólica à união franco-argelina sob a bandeira tricolor.

Outros enaltecem-na como símbolo supremo do cinismo em política: no fundo, De Gaulle dizia uma coisa enquanto pensava o seu contrário, como se veria quatro anos mais tarde, ao impulsionar os acordos de Evian que abririam caminho à independência da Argélia, sob a liderança da FLN, e ao impressionante êxodo de centenas de milhares de franceses forçados a dizer adeus a uma terra a que chamavam sua.

Há ainda quem sugira que o general se limitou a exprimir, de forma inconsciente, uma evidência: o carácter irredutível dos franceses que viviam na Argélia tornaria mais dolorosa mas não menos inevitável a via da negociação entre Paris e a guerrilha argelina rumo à independência.

Todos concordam no entanto que esta frase, fossem quais fossem as reais motivações do recém-designado chefe do Governo francês (que ascenderia meio ano depois ao Palácio do Eliseu), permitiu a De Gaulle ganhar tempo, ampliar a sua margem de manobra e congregar um apoio popular sem o qual não lhe teria sido possível fazer ressurgir a França do caos em que mergulhara devido à irresponsabilidade dos políticos da IV República.

Bastou uma frase, muito mais ambígua do que parecia. E às vezes é isso mesmo que falta: uma frase. É sempre nos pormenores que devemos procurar o segredo da diferença entre vitória e derrota em política.

 

[Fonte: delitodeopiniao.blogs.sapo.pt]

El triunfo de la extrema derecha en las recientes elecciones en Chile deja a este sector, opuesto al reemplazo de la Constitución de 1980, como principal fuerza del nuevo Consejo Constitucional. Con una campaña alejada del debate constitucional y centrada en cuestiones como la inseguridad, el progresismo sufrió una dura derrota que impactará sobre el gobierno de Gabriel Boric.

<p>Los abismos chilenos</p>

Escrito por Tomás Leighton y José Acevedo

Desde hace un tiempo, Chile había vuelto a ocupar un lugar especial en el corazón del progresismo mundial. En 2019, las protestas sociales contra el neoliberalismo derivaron en un proceso democrático para dejar atrás la Constitución impuesta por la dictadura de Augusto Pinochet en 1980. En 2021, Gabriel Boric, un exdirigente estudiantil de 36 años, fue elegido presidente e inició lo que algunos han señalado como una nueva ola de gobiernos progresistas en Latinoamérica. 

Sin embargo, en septiembre pasado la población rechazó masivamente en las urnas el texto constitucional que buscaba reemplazar la antigua Constitución, lo que obligó a los partidos a iniciar un nuevo proceso mucho más tutelado que el anterior. Y esto sería solo la antesala: en las elecciones para el nuevo Consejo Constitucional, celebradas el 7 de mayo pasado, la extrema derecha representada en el Partido Republicano (PR) de José Antonio Kast logró 35,41% de los votos. De esta forma, le pasó por encima a la derecha tradicional (21,1%) y derrotó al oficialismo progresista (que compitió en listas separadas, un error que dará mucho que hablar y reparar). Además, el PR obtuvo por sí solo poder de veto y, en conjunto con la derecha tradicional, logró dos tercios de representación para vetar cualquier modificación que sugiera la comisión experta al borrador de nueva Constitución.

Todo lo anterior dificulta enormemente cualquier acuerdo entre la izquierda y la derecha tradicional (quién habría dicho que se añoraría esa posibilidad). Aunque inevitablemente los resultados dinamitaron la posición negociadora del gobierno para llevar a cabo un programa que ya venía a cuestas por carecer de mayoría parlamentaria, lo cierto es que la mayoría de extrema derecha en el Consejo Constitucional no tiene el camino asegurado hacia un triunfo en las próximas presidenciales. En realidad, los tiempos de las «identidades negativas» y el rechazo a todo lo que huela a poder vienen mostrando justo lo contrario: sin experiencia y puesta a liderar un proceso con expectativas que no podrá cumplir, la extrema derecha puede enfrentar su propio proceso de degradación, tal como la izquierda tuvo el suyo con la primera Convención Constitucional. 

Idas y venidas constituyentes

Aunque aún es muy pronto para extraer conclusiones sobre el comportamiento electoral, hay varias cuestiones que mencionar. En primer lugar, la introducción del voto obligatorio desde el año pasado ha estabilizado un alto porcentaje de participación que cambia por completo el mapa electoral. Si en 2022 la participación fue de 86%, esta vez se ubicó en casi 85%. Pareciera que el desinterés ciudadano hacia el actual proceso constituyente, en vez de convertirse en abstención, se ha expresado en votos nulos y blancos: estos sumaron 21,54% del total. Por otro lado, el resto de los votantes que no había acudido a las urnas anteriormente (ni en el primer proceso constituyente ni en la elección del presidente Boric, cuando el voto era aún opcional), esta vez, con voto obligatorio, ha optado por la extrema derecha. 

Si esto significa una ampliación de la penetración cultural del conservadurismo en Chile dependerá de si el PR mantiene sus buenos resultados en el tiempo. Por ahora se pueden aventurar tres cosas. Primero, que la votación por el Rechazo al borrador en el plebiscito pasado es similar al porcentaje de apoyo a la oposición, en ambos casos en torno de 62%. Segundo: el centro político ha terminado de desfondarse luego de que la alianza entre la Democracia Cristiana y el Partido por la Democracia (PPD, del expresidente Ricardo Lagos), bautizada Todo por Chile, decidiera ir por fuera del bloque oficialista y no obtuviera ningún escaño. Tercero, y quizás lo más importante: pareciera que la extrema derecha está capitalizando coyunturalmente un voto de repudio al establishment político que no es demasiado distinto del que movilizó a los votantes de la nueva izquierda chilena en el último tiempo. Como ya ha pasado en otros países, las elecciones se están definiendo por las denominadas «identidades negativas», y quien gana las elecciones ve diluido su poder en un abrir y cerrar de ojos. 

Ahora bien, para entender más precisamente qué es lo que los chilenos están castigando en esta ocasión, hay que remitirse a la seguidilla de idas y venidas constituyentes de las que deriva el proceso actual. La persistencia del problema constitucional chileno radica en que, a pesar de las múltiples reformas que ha tenido la Constitución de 1980, esta no se desenvuelve como pacto fundante de la comunidad política ni tampoco sirve de base para dirimir las diferencias entre los ciudadanos. Además de su herencia dictatorial, el texto degradó aún más su legitimidad al bloquear reformas que pudieran alterar el carácter subsidiario del Estado. 

Tras el estallido social de octubre de 2019, el mundo creyó que todo eso quedaría atrás con la Convención Constitucional y sus innovaciones democráticas inéditas en materia de paridad de género y protección del medio ambiente. Sin embargo, el borrador fue rotundamente rechazado por casi 62% de los votantes en todas las regiones del país. Aunque algunos todavía culpan a la campaña de desinformación conservadora, lo cierto es que esta solo pudo tener éxito debido a un error estratégico y también ideológico por parte de la izquierda: se confundió la redacción de una Constitución con el despliegue y materialización de un innovador programa de gobierno progresista. El problema estructural con la ratificación de nuevas constituciones por referéndum es que cuanto más extenso es el texto, más razones tienen los votantes para rechazarlo. En el caso de Chile, por ejemplo, gran parte de los nuevos votantes de sectores populares interpretaron la «plurinacionalidad» como un ataque a su identidad patriótica. 

Con el borrador anterior rechazado, el Congreso Nacional echó a andar un nuevo proceso mucho más limitado por el poder constituido. Aunque esto fue un balde de agua fría para las expectativas de la izquierda, cualquier otra cosa habría dado armas a la derecha. Al igual que en la Convención, el nuevo órgano estableció quórums contramayoritarios, en particular, tres quintos en una asamblea de 51 electos (el acuerdo original contempló 50 escaños, al que se agregarían cupos indígenas en caso de obtener el 1,5% de la votación total del país en una papeleta separada; este fue el caso de Alihuén Antileo, elegido por ese cupo). Y, tal como le ocurrió antes a la derecha, la escasa representación de la centroizquierda en el proceso actual implica que los quórums no cumplirán su objetivo de avanzar en los pactos. Además, la derecha tenía tres exigencias: 12 bases institucionales intocables durante el proceso (como la imposibilidad de eliminar el Senado y la mención explícita a la existencia de las Fuerzas Armadas y Carabineros en la Constitución, dos puntos polémicos en la pasada Convención), una comisión de expertos compuesta proporcionalmente por las fuerzas representadas en el Congreso y un comité de árbitros para asegurar la tutela sobre el poder constituyente. La primera paradoja es que, con los resultados electorales favorables a la extrema derecha, estos contornos podrían darle, en el mejor de los casos, un cierto grado de influencia a la izquierda (y ya no a los conservadores, como originalmente) y, en el peor de los casos, resultarían irrelevantes. La segunda paradoja electoral es que un partido como el PR, que defiende la continuidad de la Constitución de 1980, quedó a cargo del cambio constitucional. 

El sorpasso de la extrema derecha

El cambio en la hegemonía de la derecha chilena es total. Desde hoy, Kast no es tan solo el excandidato presidencial de la derecha que obtuvo 44% en la segunda vuelta de 2021, sino que su partido acaba de sumar más del doble de representantes que las fuerzas clásicas de la derecha, entre ellos Renovación Nacional (del expresidente Sebastián Piñera) y la Unión Demócrata Independiente (UDI, fundada por Jaime Guzmán, uno de los ideólogos de la dictadura).

La prensa internacional ha catalogado a Kast como la simple adaptación chilena de populistas como Donald Trump o Jair Bolsonaro, lo que cobra sentido considerando las conexiones del PR con las principales organizaciones de extrema derecha en el mundo. En el plano discursivo, desde 2017 Kast apela al peligro que viven los valores de la familia tradicional y su estabilidad económica. ¿La amenaza? La clásica red conspiranoica de enemigos coordinados: la izquierda, los operadores políticos, la «ideología de género» y los inmigrantes. Nada muy diferente al discurso de la Alt-Right que crece en el resto del mundo. 

Desde que Boric salió elegido en 2022, el contexto económico, la crisis migratoria y la crisis de seguridad (particularmente, con el fuerte crecimiento de delitos de alta repercusión social) no solo han dado lugar a una reacción contra el gobierno, sino que además han vigorizado discursos como el de los republicanos, que se las arreglan para ser percibidos como outsiders que vienen a desplegar la «mano dura» contra la delincuencia. En efecto, toda la campaña electoral para el nuevo Consejo Constitucional estuvo marcada por mensajes sobre el descontrol de la seguridad que poco tenían que ver con la Constitución y le sirvieron al PR para antagonizar con el oficialismo.

Ahora bien, ¿es realmente Kast un outsider? A diferencia de algunos de sus pares internacionales, es un político de larga trayectoria que lleva ocupando cargos públicos desde el año 1996 y, hasta su primera campaña presidencial en 2017, siempre se había postulado por la UDI. En particular, Kast proviene del corazón de una de las culturas políticas más tradicionales de la derecha chilena. Cuando estudiaba Derecho en la Universidad Católica, Jaime Guzmán fue su tutor, y así se volvió militante del Movimiento Gremial, un grupo corporativista y religioso, que luego se convertiría en la semilla del partido. Por otro lado, su hermano, Miguel Kast, fue un Chicago boy formado por Milton Friedman que luego se convirtió en ministro de Pinochet. Justo cuando Guzmán y Miguel Kast iban a fundar la UDI, este último falleció, de modo que la figura de José Antonio pasó a ocupar un rol simbólico fundacional que se refleja en innumerables discursos y homenajes.

Todo esto es extremadamente relevante para intuir la forma en que Kast y los republicanos intentarán conducir a su grupo en el Consejo Constitucional. ¿Seguirán antagonizando con el resto de los partidos ahora que les toca conducir? El actual presidente de la UDI, Javier Macaya, se mostró confiado de que esto cambie cuando remarcó que «casi el 90% de los electos de Republicanos viene de la UDI». Aunque no sabemos qué papel elegirá jugar Kast hasta la culminación del proceso, puede que presente algunas diferencias con el guion del populismo de derecha de otras latitudes.

Progresismo chileno: ¿y ahora qué?

Chile eligió el presidente más izquierdista desde el retorno a la democracia pero, al mismo tiempo, votó un Congreso mayoritariamente de derecha. Fue tal la algarabía que desató lo primero, intensificada tal vez por las expectativas del proceso constituyente inicial, que la izquierda cometió un error estratégico: olvidarse de lo segundo. Así, en vez de tramitar de inmediato las principales reformas del programa de gobierno, usando la cada vez más corta luna de miel de los gobiernos, decidió esperar a los resultados del plebiscito de septiembre de 2022, pensando que el triunfo potenciaría el poder de negociación del Ejecutivo en el Congreso. Sin embargo, con el borrador rechazado, el oficialismo se quedó con gran parte del programa de gobierno cuesta arriba, y tras los resultados del 7 de mayo no solo se ha escogido al órgano político más derechista en décadas, sino que la posición de negociación en el Congreso ha vuelto a empeorar.

En un escenario adverso, el progresismo necesita despercudirse rápidamente de su derrota y recoger las autocríticas, no para fomentar la autoflagelación, sino para mirar hacia adelante. ¿Qué elementos del proceso constituyente hasta ahora deben ser recuperados y cuáles abandonados? ¿Cuáles son los consensos necesarios para recuperar la legitimidad de nuestra vida común en un contexto como el descrito? 

Si hay algo claro es que la izquierda no puede desentenderse del proceso constituyente. A fin de cuentas, fue la que le propuso al país una nueva Constitución destinada a habilitar un periodo de justicia social. Así, aunque toque hacer múltiples concesiones, sería mucho más perjudicial renunciar a un acuerdo con la derecha tradicional. Por un lado, esto permitiría consensuar un texto con mayores posibilidades de ser aprobado en diciembre de 2023 para zanjar de una vez por todas el proceso. Por otro, se sentaría un precedente para cerrar caminos de autoritarismo. 

La era de las identidades políticas negativas también implica que en Chile podría haber espacio para construir una identidad en contra de la extrema derecha, algo que hasta cierto punto se generó en la segunda vuelta presidencial de 2021. Aunque la pregunta es si para construir tal antagonismo basta con denunciar que el PR «no es democrático» justo cuando acaba de ganar las elecciones. En vez de eso, vale la pena volver al origen: la razón por la que comenzamos este largo camino de idas y venidas desde el estallido social fue el malestar con la subsidiariedad del Estado consagrada en la Constitución de 1980. Si se considera la lógica del plebiscito ratificatorio, que no distingue artículo por artículo, sino que somete la totalidad del borrador a votación, entonces lo más importante de cara a la votación final serán los anticuerpos que pueda inducir el nuevo texto. Si la derecha opta por constitucionalizar el rechazado sistema de administradoras de fondos de pensiones privadas (AFP) o las instituciones de salud previsional (ISAPRE, sistemas privados de seguros de salud), es muy plausible que gane nuevamente el Rechazo. 

El dilema de Kast

Decíamos más arriba que el proceso constituyente quedó bajo la conducción de quienes rechazaban un proceso constituyente. Para graficar, basta un ejemplo: Luis Silva, el candidato más votado a escala nacional, indicó que el PR «no quiere una nueva Constitución». En pocas palabras, se podría decir que la propuesta constitucional del PR es la Constitución de 1980, ni más ni menos. Sin embargo, a pesar de las duras derrotas electorales de este año y el pasado, el plebiscito constitucional de 2020 aprobó con 78% de los votos la propuesta de cambiar el texto impuesto por la dictadura y reformado en múltiples ocasiones. En otras palabras, este es un capítulo que difícilmente se cerrará sin más con un nuevo rechazo.

Como se ve, la cuestión no es tan sencilla para el PR. Como la principal fuerza del Consejo con 23 bancas, un poder de veto autónomo y a solo ocho votos de lograr los tres quintos (quórum para aprobar los artículos), la responsabilidad del curso del proceso recae ahora sobre sus espaldas en la misma medida que el apoyo popular recibido en la votación. Y aunque habrá más de un intento de desmarcarse de su responsabilidad, lo cierto es que las expectativas de cierre de la crisis social e institucional de Chile no han desaparecido, a pesar de que la seguridad y la inmigración pasaron a ser cuestiones centrales en la agenda ciudadana.

A diferencia del plebiscito pasado, capitalizar un nuevo rechazo ya no es posible para la derecha. La facilidad con que pueden construir los tres quintos e incluso dos tercios con Chile Vamos implica que los costos del proceso constituyente recaerán en buena parte sobre la derecha. Por eso, es probable que la apuesta del PR sea sacar adelante un borrador para ser aprobado en diciembre. Ello depende de las capacidades de la derecha, pero sobre todo del PR, de actuar de manera moderada. Algo que no es imposible si se considera que, a diferencia de buena parte de la izquierda independiente de la Convención, el PR tiene un líder y una estructura partidista mucho más vertical. 

Sin embargo, esta no es la única posibilidad. El PR es un partido nuevo, con muchos cuadros que no se han fraguado en política ni están acostumbrados a debates institucionalizados, reglamentos de votación, apariciones públicas, etc., de modo que pueden cometer los mismos errores comunicacionales y tácticos que se cometieron, en abundancia, en la primera Convención Constitucional. No podemos olvidar que en la Cámara de Diputados y Diputadas los militantes y exmilitantes del PR han estado envueltos en diversas polémicas. 

Con todo, mientras el camino de la nueva izquierda chilena encabezada por el presidente Boric enfrenta curvas peligrosas, el de la extrema derecha de Kast, si bien parece despejado, se enfrenta a los riesgos del exceso de velocidad. Deberá generar el marco de una nueva Constitución que debe aprobarse para mostrar que puede gobernar y generar «estabilidad», pero se tendría que cuidar de que sus ideas «ochentistas» no aparezcan en el nuevo texto. Mientras tanto, entre las curvas peligrosas y el exceso de velocidad, sigue creciendo un verdadero abismo entre la política y la sociedad.

 

[Fuente: http://www.nuso.org]

Captura de pantalla del videoclip de ‘Cuba primero [1],’ con los cantantes Linier Mesa y Dianelys Alfonso ‘La Diosa’

Escrito por Luis Rodriguez

Este artículo fue escrito por un@ autor@ en Cuba bajo el seudónimo de Luis Rodriguez.

Si fuéramos a describir el panorama social en Cuba hoy en día, por muy optimista que quisiera ser, realmente es desesperanzador. La isla y sus habitantes viven en un estado emocional y psíquico desgastador. Desde el 2020 a la actualidad los analistas coinciden [2] en que la sociedad cubana atraviesa la crisis más grande desde el colapso de la URSS, con una inflación sin precedentes, dolarización de la economía, desabastecimiento, escasez de medicamentos, interminables apagones, aumento de la inseguridad y la desigualdad social, y lo peor, la represión [3] sistemática que ha emprendido el régimen contra todo aquel que se manifieste.

En medio de esa oscuridad afloran luces que matizan el panorama, impregnándole un clímax más esperanzador gracias al activismo que en los últimos años han venido ejerciendo los artistas tanto en Cuba como en la diáspora cubana en EE.UU, que alzan su voz en nombre de los millones de cubanos a los cuales el régimen les niega el derecho más básico de expresarse libremente.

Precisamente del talento de artistas han salido canciones que tienen un carácter movilizador. No olvidemos el tema musical Ya viene llegando de Willy Chirino que hizo bailar a millones de cubanos [4] durante aquellos duros años noventa. La letra de Willy Chirino se convirtió en un himno para esos balseros [5]que arriesgaban sus vidas intentado alcanzar las costas de la Florida. En la actualidad muchos se emocionan cuando la escuchan. Luego llegó el tema que estremeció a Cuba y fue el símbolo del estallido social del 11 julio 2021 [6]Patria y vida [7], realizado por artistas y miembros del Movimiento San Isidro, como Luis Manuel Otero [8], que siguen encarcelados [9] hoy en día. En Cuba, gritar «patria y vida» te puede llevar a la cárcel.

Cuando pareciera que las voces de los artistas se encontraban apagadas, los cantantes Linier Mesa y Dianelys Alfonso, conocida como La Diosa, ambos exiliados en EE.UU, estrenaron el 16 de abril en Miami el tema Cuba primero, con gran impacto en Cuba. El videoclip aborda hechos históricos del país con una dimensión simbólica que refuerza su carga emocional latente en cada plano, como la operación Peter Pan [10] en 1959 hasta la crisis de los balseros en 1994.

Una vez más un tema musical asume el papel del activismo social y político similar al desempeñado por Patria y vida dos años atrás, pero a diferencia del anterior que estimuló a los cubanos a protestar, cuya consecuencia ha sido la existencia de más de mil presos políticos [11], Cuba primero lanzó un llamado a los artistas tanto en Cuba como en la diáspora a alzar su voz en representación de muchos cubanos que sufren en silencio. Es un momento de gran polarización entre los artistas cubanos, algunos han optado por la complicidad con el régimen y otros por criticar al sistema imperante en la isla. En esencia, resulta difícil para cualquier artista cubano asumir un rol de neutralidad.

En ese sentido Cuba primero no solo es una canción de denuncia, también es un llamado a salir de nuestra zona de confort y pasividad tanto como ser humano que como artista, incluyendo a los intelectuales, a pronunciarnos por la tragedia cotidiana que se ha convertido la vida de los cubanos en una isla vista como una inmensa cárcel; desde ese principio el silencio también es una forma de complicidad.

Ese activismo y su poder movilizador pueden ser una chispa en ese polvorín que se ha convertido la sociedad cubana, sobre todo los jóvenes que consumen contenido audiovisual en las redes y en YouTube. Esto constituye una gran preocupación para los ideólogos del régimen y sus voceros, como a Michel Torres Corona, conductor del espacio Con filo, considerado por algunos activistas cubanos como el dramaturgo Yunior García como el programa «más detestable [12]» por sus continuos ataques a activistas y opositores. En uno de sus más recientes programas Torres Corona atacó [13] el videoclip Cuba primero, cuestionando el uso de determinadas simbologías como el tiburón para representar a Fidel Castro.

Aunque puede ser capaz de movilizar la sociedad civil, las circunstancias actuales son otras que las que vieron las protestas del 2021 [14]. Lo que sí es un denominador común es la guerra de símbolos que se libra entre la narrativa del régimen y la producción cultural de la diáspora.

Desde el clásico musical Ya vienen llegando pasando por Patria y vida hasta Cuba primero, son una muestra que los vínculos culturales entre la isla y sus coterráneos en la diáspora está cada vez más conectado por un consenso: la total y definitiva liberación del pueblo cubano del totalitarismo.

En medio de ese túnel oscuro, los cubanos no solo sufren en silencio sino que también cantan y bailan al ritmo de letras que los convocan a conquistar esa anhelada libertad.

Si desean escuchar más música de protesta cubana, vea esta playlist elaborada por Global Voices en Spotify:

 

Artículo publicado en Global Voices en Españolhttps://es.globalvoices.org

URL del artículo: https://es.globalvoices.org/2023/04/28/esta-nueva-cancion-cubana-espera-un-renacer-artistico-de-protesta-en-la-isla/

URLs en este posteo:

[1] Cuba primero: https://www.youtube.com/watch?v=UJ0Lbffd5BE

[2] coinciden: https://theconversation.com/cuba-sufre-el-mayor-exodo-ante-su-peor-crisis-desde-el-colapso-de-la-urss-200237

[3] represión: https://www.amnesty.org/es/location/americas/central-america-and-the-caribbean/cuba/report-cuba/

[4] hizo bailar a millones de cubanos: https://es.globalvoices.org/2021/12/01/himnos-populares-y-prohibidos-en-cuba/

[5] balseros : https://es.wikipedia.org/wiki/Balsero

[6] 11 julio 2021: https://es.globalvoices.org/2020/12/02/entre-terror-policial-y-difamacion-cubanos-luchan-para-poder-expresarse-libremente/

[7] Patria y vida: https://es.globalvoices.org/2021/04/16/con-canciones-redes-sociales-y-huelgas-de-hambre-artistas-cubanos-luchan-contra-la-represion/

[8] Luis Manuel Otero: https://es.globalvoices.org/2021/05/11/quien-es-luis-manuel-otero-simbolo-de-resistencia-y-piedra-en-el-zapato-del-regimen-cubano/

[9] encarcelados: https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-61933344

[10] operación Peter Pan: https://es.wikipedia.org/wiki/Operaci%C3%B3n_Peter_Pan

[11] más de mil presos políticos: https://www.infobae.com/america/america-latina/2023/03/13/prisoners-defenders-denuncio-que-hay-mas-de-mil-presos-politicos-en-cuba/

[12] más detestable: https://www.cibercuba.com/noticias/2022-07-29-u208347-e208347-s27061-yunior-garcia-critica-filo-programa-detestable-television

[13] atacó: https://www.youtube.com/watch?v=u5J1WohYadw

[14] las protestas del 2021: https://es.globalvoices.org/2021/07/14/desde-cuba-con-vpn/

 

Escrito por

Ao longo da segunda metade do século XX, a sociedade galega atravesou o período de máis fondas transformacións da súa historia, no espazo dunha soa xeración, que teñen que ver co fin do mundo campesiño, da súa base material e das relacións de comunidade que desde sempre lle deran sentido. Un proceso global que no Estado español proxectou as consecuencias da guerra civil: unha longa posguerra e a vixencia dun réxime ditatorial como o franquista.

Isto manifestouse na desagrarización do territorio e o éxodo da poboación ás cidades ou á emigración, cunhas consecuencias que chegan até hoxe e que contan cun notábel percorrido historiográfico, por iso neste artigo queremos centrarnos nun aspecto: o fenómeno televisivo e o seu control por parte da ditadura. Na Galiza anterior ao desarrollismo, os homes e mulleres do agro podían xuntarse, no seu tempo de ocio, ao pé da lareira, nacendo unha riquísima cultura oral que logo sería desprazada polo visionado da televisión, nun proceso de moitas décadas, onde se entrelazaron as actitudes comunitarias da cultura campesiña e as individualistas da sociedade moderna. Este fenómeno, nun inicio, pareceu escapar ao control da ditadura nun sentido: coa censura podía controlar o que se emitía, pero non como se recibía por parte duns veciños que se reunían, en conxunto, na casa daquel que fora o primeiro do lugar en comprar o aparato.

E niso chegou Fraga. Desde a súa posición como ministro de Información, favoreceu a implantación do Servicio Nacional de Teleclubs, un medio, que xa se practicara en Francia, de impulsar o fenómeno televisivo de forma controlada.1 Entre 1966 e 1970 disparouse o número de teleclubs, que conformaron equipamentos culturais de primeiro nivel para as aldeas daquel momento, con televisores, bibliotecas e inclusive locais construídos especificamente, e que aínda hoxe se conservan en moitas das parroquias onde se levantaron.

Con todo, tratouse dun fenómeno dirixido desde arriba, correspondendo o seu impulso e dirección, por exemplo, a alcaldes, pedáneos, sacerdotes, mestres ou outros notábeis locais. No noso traballo de campo, onde estudamos un dos teleclubs máis activos da provincia de Lugo, o de Xián, no concello de Taboada, foron o párroco —que daquela contaba con 30 anos— e o alcalde quen lle deron impulso. A través do primeiro, soubemos que noutras parroquias onde o cura non vía o teleclub con bos ollos, a veciñanza era incapaz de levar adiante por si mesma tal iniciativa.

Antigo teleclub dos Freires (Taboada). Fotografía do autor

Moitos teleclubs, os máis, serviron case en exclusiva como locais para ver a televisión, perdendo utilidade cando estas foron chegando aos fogares, pero houbo uns anos en que esta actividade tivo un carácter comunitario. Nalgúns lugares, estas instalacións ficaron abandonadas, pero noutros seguiron utilizándose como locais veciñais, en activo até a actualidade.

Noutros casos, como o de Xián, a obra cultural foi moito maior, dándolle un dinamismo social á parroquia que seguramente non se lembrase desde o inicio da ditadura: grupo de teatro, cursos de formación nas novas técnicas agrícolas, festas gastronómicas, concursos de “aradas” co tractor, viaxes e excursións, actuacións da Sección Femenina etc. Un ocio que tivo a implicación necesaria de concellos, do servizo provincial de teleclubs e da Extensión Agraria e, xa que logo, unha supervisión por parte dos axentes locais da ditadura. Os teleclubs, así, foron un axente dinamizador e modernizador de moitas parroquias, cunha actitude moitas veces misional: nas palabras do noso informante, “o que se facía alí daba luz a toda a xente, e aprenderon (…). Iso era o progreso do pueblo, Xián era un pueblo moi atrasado, pero despois houbo unión pra todo…”2. Un dinamismo cultural estimulado e tolerado pola ditadura como medio para crear actitudes de consentimento. Seguramente ese fose o obxectivo de Fraga.

O estudo dos teleclubs como fenómeno histórico achéganos aspectos concretos para comprender o colapso do mundo campesiño, o ocio comunitario e o seu control por parte da ditadura, que se entrelazan de forma complexa ao longo do tempo, prolongándose moitas das súas referencias ao período democrático.

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1O desenvolvemento historiográfico dos teleclubs ten moi pouco percorrido, con excepcións como as de Luis HERRERO MARTÍN e Juan José GARCÍA RODICIO: “Una nueva labor en el campo tardofranquista. La labor sociocultural de los teleclubs según las fichas de inscripción inicial (1964-1978) y las fichas de evolución finales (1979-) de los teleclubs de las provincias de Salamanca y Lugo”, en Jara CUADRADO (ed.): Las huellas del franquismo: pasado y presente. Granada, Comares, 2019, pp. 1023-1052; ou Javier MARTÍN-ANTÓN: “Los Teleclubs. Una revisión acerca de las salas de televisión en España y su incidencia en Asturias”, Espacio, tiempo y forma. Serie V Historia Contemporánea, 29 (2017), pp. 117-131.

2Jesús Vidal Vilar, párroco de Xián, entrevistado polo autor o 3/12/2021.

[Imaxe de cabeceira: Teleclub de Luou (Teo). Exposición “Anacos do rural” (Ficrural) – fonte: http://www.mazarelos.gal]

En materia demográfica no caben las soluciones parciales porque además los diferentes elementos mantienen intensas relaciones entre sí

Escrito por Rafael Puyol

Ya hay ocho países de la Unión Europea que están perdiendo población absoluta: Bulgaria, Chequia, Grecia, Italia, Letonia, Hungría, Polonia y Eslovaquia. Revertir esta situación no es fácil, pero en cualquier caso para encararla solo caben dos grandes remedios: aumentar los nacimientos porque reducir las muertes es poco menos que imposible dado el fuerte envejecimiento, o favorecer la llegada de nuevos inmigrantes. Ciertamente son soluciones combinables permitiendo la existencia de una «tercera vía» consistente en hacer las dos cosas a la vez, sin duda la mejor de las opciones posibles.

La recuperación de los nacimientos es deseable en nuestras sociedades porque hemos llegado a valores muy bajos que, salvo algunas excepciones, están muy alejados del índice para la renovación de las generaciones ( 2,1 hijos por mujer en edad de procrear). España, con 1,2 hijos, es un ejemplo paradigmático y preocupante de esta situación.

En materia de políticas familiares de ayuda a la natalidad no caben milagros sobre todo en aquellos países que han llegado a tasas muy bajas. Pero sí se pueden mejorar las cosas como lo ponen de manifiesto los casos de Francia, Suecia o más recientemente Hungría. Este último país es un claro exponente de la utilización de las políticas natalistas para tratar de evitar la pérdida de población. Y es preciso reconocer que ha obtenido algunos resultados notables. Para ello el gobierno ha desplegado desde 2011 todo un conjunto de medidas de las que cito tan solo un par por su condición de piezas básicas de la política desplegada. La primera es el préstamo de 30.000 euros que se otorga a los matrimonios que si tienen dos hijos solo devuelven 1/3 y si tienen tres o más no precisan restituir. La disposición ha favorecido a más de 200.000 familias, ha permitido aumentar la nupcialidad casi al doble, ha reducido el número de abortos, y ha hecho crecer la tasa de fecundidad desde los 1,25 hijos por mujer en 2010 a 1,6 en 2020. La segunda es la disposición de finales de 2022 que va a permitir desde este año 2023 que las mujeres de menos de 30 años con hijos estén exentas de pagar el IRPF.

La política húngara cumple con dos requisitos básicos considerados como exigencias ineludibles de esta clase de acciones: la implicación decidida del Gobierno (Orbán), y el establecimiento de una partida presupuestaria suficiente (en este caso el 6,1 por ciento del PIB). La mochila húngara que apuesta por la natalidad para tratar de frenar el deterioro demográfico supone la desconsideración de la inmigración como vía prioritaria de solución. Desgraciadamente y pese a los esfuerzos realizados, Hungría sigue perdiendo habitantes y eso que, aunque pequeño, tiene un saldo migratorio positivo. Ahora bien, las pérdidas serían más fuertes de no mediar esa recuperación de los nacimientos debido a una mortalidad muy superior a la natalidad (en 2021 hubo 94.000 nacimientos por 156.000 defunciones).

En las antípodas de esta situación hay otros países que apuestan de manera mucho más decidida por la inmigración para evitar la pérdida de habitantes. Este es el caso de España cuya política de ayuda familiar, si así la podemos denominar, es realmente tibia. Frente al 6,1 por ciento del PIB dedicado por Hungría o el 3,6 por ciento de Francia o el 3,5 por ciento de Suecia nosotros destinamos el 1,3 por ciento. No podemos extrañarnos de que nuestro índice de fecundidad sea tan solo de 1,2 hijos por mujer y que el balance entre nacimientos y defunciones sea en el caso de España tan adverso (menos 113.000 personas en 2021).

Probablemente las cosas podrían mejorar en el caso de Hungría y en el de España, si el país magiar tuviera un balance migratorio más favorable y España una natalidad mejor. Pienso, por ello, que la corrección de la situación demográfica de nuestras sociedades pasa por una combinación dosificada de políticas de natalidad y de inmigración. Es más creo que lo que realmente hace falta es una política de población integral que además de acciones sobre aquellas variables incluya medidas para enfrentar los retos del envejecimiento y la despoblación. En materia demográfica no caben las soluciones parciales porque además los diferentes elementos mantienen intensas relaciones entre sí.

Rafael Puyol es presidente de UNIR.

 

 

[Ilustración: Lu Tolstova – fuente: http://www.eldebate.com]

Los parches emitidos durante el Holocausto siguieron a siglos en los que las comunidades de toda Europa obligaron a los judíos a llevar marcas identificativas, exponiéndolos a ser objeto de ataques.

En esta foto de archivo del 22 de enero de 2014, la insignia de la Estrella Amarilla de Heinz-Joachim Aris (Dresden 1941) que dice « judío » se muestra en una vitrina durante una vista previa para la prensa en la nueva exposición especial « Shoes of the Dead – Dresden y la Shoah’ en el Museo de Historia Militar en Dresde, Alemania. (Foto: AP/Jens Meyer)

Mientras crecía en Bélgica, escuchaba la historia de cómo mis abuelos se casaron durante la ocupación nazi. No eran tiempos de celebraciones, sobre todo para familias judías como la suya. Sin embargo, ingenuamente, pensaron que el matrimonio les protegería de ser separados en caso de deportación. Así que en junio de 1942 fueron al ayuntamiento con sus seres queridos, “decorados”, como diría mi abuela, con estrellas amarillas.

Al oír esa historia de niña, me las imaginaba vestidas de oscuro con estrellas brillantes, cada una de ellas un árbol de Navidad humano: una imagen festiva que solo existía en mi cerebro. Su recuerdo más vívido de aquel día eran las miradas de la gente: miradas de curiosidad, lástima y desprecio. La estrella amarilla les había transformado, a ojos de los espectadores, de alegres recién casados en judíos miserables.

Décadas más tarde, terminé un doctorado sobre la historia de obligar a los judíos a llevar una insignia. Mi abuela me llamó para felicitarme y, pronto lo comprendí, para desahogarse con una historia que nunca antes había contado.

Cuando los nazis promulgaron la ley que obligaba a los belgas judíos a llevar una estrella amarilla en mayo de 1942, el futuro suegro de mi abuela declaró que no la llevaría. Toda la familia intentó persuadirle de lo contrario, temiendo las consecuencias. Al final, mi abuela le cosió la estrella en el abrigo.

Oía cómo le temblaba la voz al teléfono cuando me decía que aún no se lo perdonaba. Su boda, dos semanas más tarde, fue la última vez que lo vio: murió en 1945 tras ser liberado de un campo de tránsito y de un centro de detención para judíos ancianos, donde pasó dos años en condiciones terribles.

Aunque la insignia amarilla ha llegado a simbolizar la crueldad nazi, no fue una idea original. Durante muchos siglos, comunidades de toda Europa habían obligado a los residentes judíos a marcarse.

Ruedas amarillas y sombreros puntiagudos

En las tierras bajo dominio musulmán, los no musulmanes debían llevar marcas identificativas desde el Pacto de Umar, una norma atribuida a un califa del siglo VII, aunque los estudiosos creen que se originó más tarde. Normalmente consistían en un cinturón amarillo, llamado “zunnar”, o un turbante amarillo.

En Europa, las marcas obligatorias para judíos y musulmanes fueron introducidas por el papa Inocencio III en el IV Concilio de Letrán en 1215. El papa explicó que era un medio para evitar que los cristianos mantuvieran relaciones sexuales con judíos y musulmanes, protegiendo así a la sociedad de “esas relaciones prohibidas”.

Sin embargo, el papa no especificó en qué debían diferenciarse las vestimentas de judíos o musulmanes, lo que dio lugar a diversos signos distintivos. Abundaban las formas de hacer visibles a los judíos en las ciudades y pueblos de la Europa medieval: desde ruedas amarillas en Francia, rayas azules en Sicilia, sombreros amarillos de punta en Alemania y capas rojas en Hungría hasta insignias blancas con forma de las tablas de los Diez Mandamientos en Inglaterra. Como en aquella época no había grandes comunidades musulmanas en Europa, salvo en España, la normativa sólo se aplicaba en la práctica a los judíos.

En el norte de Italia, los judíos tenían que llevar una insignia redonda amarilla en el siglo XV y un sombrero amarillo en el siglo XVI. La razón que solía aducirse era que eran irreconocibles del resto de la población. Para las autoridades cristianas, los judíos sin distintivo eran como el juego, la bebida y la prostitución: todos representaban los fallos morales de la sociedad renacentista y debían ser corregidos.

Una ilustración del 14º Codex Manesse muestra al poeta Susskind de Trimberg (a la derecha) con una gorra judía. (Dominio público, Wikipedia)

Pretexto para la persecución

Sin embargo, como explico en mi libro, los judíos eran detenidos a menudo por no llevar la insignia o el sombrero amarillos, a veces mientras viajaban lejos de casa, en lugares donde nadie los conocía.

Está claro, pues, que los judíos eran reconocibles frente a los cristianos de otras maneras. El verdadero objetivo de obligar a los judíos a llevar emblemas no era simplemente “identificarlos”, como afirmaban las autoridades, sino perseguirlos.

Mi investigación demostró que las leyes que imponían un distintivo o un sombrero funcionaban como medios para amenazar y extorsionar a las comunidades judíasLos judíos estaban dispuestos a pagar sumas considerables para derogar dichas leyes o suavizar sus disposiciones. Por ejemplo, los judíos pedían exenciones para mujeres, niños o viajeros. Cuando fracasaban las negociaciones comunales, los judíos ricos intentaban negociar para sí mismos y sus familias.

Las leyes sobre distintivos se volvían a promulgar con frecuencia, lo que ha llevado a los estudiosos a concluir que su aplicación era incoherente; al fin y al cabo, una directiva legal que se aplica de forma constante no necesita volver a imponerse. Pero con el riesgo de arresto y extorsión pendiendo sobre las cabezas de las comunidades judías, y su disposición a pagar o negociar para evitar estas consecuencias, las leyes de distintivo tenían efectos adversos en la vida judía incluso cuando no se aplicaban.

En el ducado de Piamonte, en la actual Italia, por ejemplo, las comunidades judías se unieron para pagar impuestos adicionales, a veces varias veces en el mismo año, para recibir exenciones de llevar el distintivo judío. Aunque la cohesión de los judíos era notable, tenía un alto coste, ya que estas comunidades acababan arruinándose y abandonando el ducado.

Cuando los judíos italianos pidieron a las autoridades que anularan o al menos modificaran las leyes sobre distintivos, no estaban preocupados principalmente por ser reconocidos como judíosEl problema era que se burlaran de ellos o los atacaran. La violencia había acompañado a las leyes sobre distintivos desde su creación: pocos años después, el papa Inocencio III escribió a los obispos franceses que debían tomar todas las medidas posibles para garantizar que el distintivo no expusiera a los judíos al “peligro de perder la vida”.

Sin embargo, el acoso continuó. En algún momento de la década de 1560, por ejemplo, el gobernador de Milán recibió una carta de Lazarino Pugieto y Moyses Fereves, banqueros de Génova, explicando que unos bandidos les habían robado tras reconocerlos como judíos. En 1572, Raffaele Carmini y Lazaro Levi, representantes de las comunidades de Pavía y Cremona, escribieron que cuando los judíos llevaban el sombrero amarillo, los jóvenes les atacaban e insultaban. Y en 1595, David Sacerdote, un músico de éxito de Monferrato, se quejaba de que no podía tocar con otros músicos cuando llevaba un sombrero amarillo.

Una insignia de estrella judía de Francia (cortesía de Yad Vashem)

Antes nadie se fijaba en mí

Siglos más tarde, la estrella amarilla tuvo el mismo efecto.

Max Jacob, artista y poeta judío-francés, escribió que había tenido una visión de Cristo y se convirtió al cristianismo en 1909. Durante la ocupación nazi de Francia, fue clasificado como judío y obligado a llevar la estrella amarilla.

En el poema en prosa “Amor al prójimo”, escribió sobre la profunda vergüenza que experimentó.

“¿Quién vio al sapo cruzar la calle?”, preguntó. Nadie se había fijado en él, a pesar de su aspecto payaso y mugriento y de su pierna débil. “Antes tampoco nadie se fijaba en mí por la calle”, añadió Jacob, “pero ahora los niños se burlan de mi estrella amarilla. Sapo feliz, tú no tienes estrella amarilla”.

El contexto nazi difería significativamente del de la Italia del Renacimiento: no había negociaciones ni excepciones, ni siquiera para los grandes pagos. Pero la burla de los niños, la pérdida de estatus y la vergüenza permanecieron.

 

 

[Vía: TIMES OF ISRAEL – reproducido en http://www.israelnoticias.com]

 

 

Publicada en 1958 y considerada la novela más importante de José María Arguedas, en « Los ríos profundos » se trata por primera vez en la literatura latinoamericana la figura del indígena y sus problemas desde una perspectiva cercana y realista. En el marco del IX Congreso Internacional de la Lengua Española, « Los ríos profundos » se presentará el miércoles 29 de marzo a las 18:00 h en la sala de columnas del Baluarte de la Candelaria (Alameda Hermanas Carvia Bernal, 6), y se encuentra ya a la venta en todas las librerias españolas.

Escrito por RAFAEL IBÁÑEZ GONZÁLEZ

« Los ríos profundos » de José María Arguedas narra el paso a la edad adulta de un chico de catorce años que descubre las injusticias presentes en el mundo y elige su camino. El relato recorre la geografía del sur de Perú en un viaje itinerante que le lleva a él y a su padre en busca de una vida nueva. En Abancay ingresa en un internado donde pasa a formar parte de un microcosmos que refleja cómo es la sociedad peruana y cuáles son las normas que imperan, su crueldad y su violencia. Fuera del colegio, los conflictos sociales forzarán su toma de conciencia.
La Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española, en su último Congreso de la Asociación celebrado en Sevilla (2019), acordaron la publicación de una edición de la obra « Los ríos profundos » de José María Arguedas, para rendir homenaje a uno de los más grandes representantes de la literatura en Perú. El volumen estaba pensado para su presentación en el IX Congreso Internacional de la Lengua Española, cuya celebración estaba programada para marzo de 2023 en Arequipa (Perú) con el tema central «Lengua española, mestizaje e interculturalidad. Historia y futuro». Las circunstancias no han permitido mantener la sede del congreso, que en último momento ha sido trasladada a Cádiz (España) en las mismas fechas y donde se presentará esta edición.
La novela, considerada la obra maestra de José María Arguedas, inauguró, junto a « Pedro Páramo », del mexicano Juan Rulfo, las bases del movimiento literario neoindigenista caracterizado por la transculturalidad y el mestizaje. Desde este punto de vista, la obra de Arguedas integra el mundo indígena de manera natural, como realidad completa y compleja siempre presente, que desarrolla un punto de vista propio, y huye de mostrar exclusivamente el aspecto racial del indio, victimizado y marginal. Los personajes de Arguedas nos muestran su propia perspectiva, su particular visión del mundo. Esta nueva edición de « Los ríos profundos » va acompañada de un conjunto de estudios monográficos y breves ensayos. Abre la serie un trabajo de Mario Vargas Llosa, premio nobel y académico de la Española y de la Peruana, que recorre la obra y la vida de Arguedas. El premio Cervantes y académico nicaragüense Sergio Ramírez desentraña los significados de la obra, sus personajes y su contexto. Partiendo de la faceta antropológica de Arguedas, el director de la Real Academia Española y presidente de la ASALE, Santiago Muñoz Machado, se centra en aspectos fundamentales del indigenismo y los derechos de los pueblos originarios. Cierran el volumen las colaboraciones de Marco Martos Carrera, Ricardo González Vigil, Alonso Cueto y Rodolfo Cerrón-Palomino, de la Academia Peruana de la Lengua, y de la profesora e investigadora titular en la Universidad Nacional Autónoma de México Françoise Perus.
José María Arguedas (Andahuaylas, Apurímac, 1911 – Lima, 1969). Escritor, traductor, etnólogo y antropólogo peruano, es uno de los máximos exponentes de la literatura del país. Reconocido por su labor en favor de la identidad indígena desde la literatura y la investigación antropológica, es autor de novelas, libros de cuentos, poemarios y ensayos. Entre sus obras se encuentran las novelas « Yawar fiesta », « Diamantes y pedernales », « El Sexto », « Todas las sangres » y « El zorro de arriba y el zorro de abajo », así como los libros de relatos « Agua », « La muerte de los Arango » y « Amor mundo ».

 

[Fuente:  http://www.todoliteratura.es]

 

Filme vencedor de Cannes aborda o requintado vazio dos super-ricos — e seu naufrágio. A vida é gamificada por influencers; e a falta de imaginação política, a catástrofe. No inferno do paraíso, volta à ordem é esperança duma sociedade despedaçada

Escrito por Marília Velano

Localizado entre a sobrancelha e o início do nariz, o triângulo da tristeza é um lugar de valor e referência para seleção de um casting de publicidade masculino e seus respectivos avaliadores no novo filme de Ruben Ostland. Deve-se ficar relaxado, um deles explica. A expressão oferece uma forma geométrica ao afeto, ao mesmo tempo em que o localiza com precisão no corpo. A partir daí já ganhamos, no mínimo, em figurabilidade. Como não enxergar a circunferência da angústia na barriga ou do retângulo da dúvida formado pelas veias saltitantes da testa de obsessivo?

A curiosidade pode ainda se desdobrar-se em questões mais amplas e aleatórias: a exemplo da relação bastante original entre a tristeza e o espaço, tendo em vista uma tradição da fenomenologia do afeto, em que a tristeza aparece comumente associada a uma psicopatologia da experiência do tempo e não do espaço: tudo demorando em ser tão ruim. E estamos apenas na primeira cena de Triangle of Sadness (2022), vencedor da Palma de Ouro em Cannes e de outros tantos prêmios.

O filme, dividido em três partes, está mais para um triângulo escaleno com as pontas desiguais no tempo. A primeira parte nos apresenta Yaya (Charlbi Dean) e Carl (Harris Dickinson), casal de jovens modelos influencers que discutem sobre quem deveria pagar a conta do jantar em uma relação que não se consegue sustentar fora de um sistema de trocas comerciais. O mesmo casal surge num navio chiquérrimo, a outra ponta do triângulo, no qual não distinguimos mais se a menina trabalha ou se diverte no inferno do paraíso daquela viagem.

As dinâmicas do trabalho de influencer passam a ser dramatizadas como um jogo e levadas a um sistema de recompensas rápidas (likes, amigos e seguidores) que é tão mais motivador quanto produtivo para o trabalho. Esta gamificação (Byung Chul Han) é a exploração do homo ludens, que se submete às relações de dominação enquanto joga, produzindo uma confusão entre a comunicação e a comercialização. A tripulação, treinada pela mais requintada das hostesses de navio para o divertimento dos super-ricos, trabalha sob uma disciplina tão rigorosa que, a um dado momento, ficamos sem saber se se trata de um navio, de uma fábrica ou de uma prisão. E chegamos no Foucault, antes mesmo de atracarmos na terceira ponta do filme que se parece estender além do necessário no tempo.

Se considerarmos a onda distópica que tomou conta de filmes e séries nos últimos anos – The Walking dead (2010), Black Mirror (2011), The Handmaid’s tale (2017), Years and Years (2019) etc. –, vemos que os pontos comuns dessas produções são o espaço atravessado por regimes autoritários, estados híbridos de vida e morte, entre catástrofes das quais não se discriminam mais sua gênese política ou natural. No mundo pós-pandêmico, se é possível pensar em pós-pandemia, assistimos curiosos à transposição da produção audiovisual de lugares distópicos para os lugares que poderíamos denominar, para voltar a Foucault, como heterotópicos.

As heterotopias são lugares reais (em contraposição às utopias) que estão paradoxalmente fora de todos os lugares. A exemplo do colégio interno, do hospital, do cemitério e da prisão, as heterotopias têm uma função determinada em cada sociedade. Podem ser destinadas aos indivíduos que passam por uma crise – adolescentes, mulheres menstruadas, grávidas, idosos – ou aos indivíduos cujo comportamento é desviante em relação à norma: prisões, hospitais psiquiátricos.

Existem as heterotopias que estão ligadas ao tempo, como um espaço privilegiado de acumulação e empilhamento infinito de tempo: museus e bibliotecas. E, por fim, as heterotopias transitórias, como as feiras, os circos, colônias de férias e o navio, que é a heterotopia por excelência, na medida em que é um lugar sem lugar, que existe por si só e é fechado sobre si mesmo.

O mesmo tipo de espaço está presente em White Lotus (2021) e, de forma mais discreta, em Parasita (2019). O resort no primeiro caso, e o quarto da empregada no segundo. Além disso, as duas séries e o filme guardam em comum a crítica ao mundo dos super-ricos e seus lugares que, de tão vexatórios, parecem irreais, não fosse a porta concreta que delimita o dentro e o fora de cada um.

E o que significa este deslocamento da obsessão distópica dos últimos dez anos para a irreverência desconcertante desses outros espaços que dominaram as telas recentemente? Por que nos divertimos tanto com os lugares reais e a própria realidade sem as distorções mirabolantes que nos afastam um pouco daquilo que vemos?

No estudo das heterotopias, vemos como o espaço, a despeito do que aconteceu com o tempo, preservou-se, de certa maneira, ainda como um espaço medieval, no qual cada coisa é colocada em um conjunto hierárquico de lugares: lugares profanos, lugares sagrados, lugares urbanos, lugares rurais, lugares públicos, lugares familiares, lugares culturais, lugares úteis, lugar de trabalho e lugar de lazer.

Em sua teoria, Foucault defende a ideia de que o espaço manteve uma “presença oculta do sagrado” na preservação destas oposições tão bem delimitadas. Ele enuncia sua tese em uma conferência de 1967. Transpondo para os dias de hoje, o que vivemos em um primeiro momento com a chegada da internet e que, posteriormente, intensifica-se durante a pandemia nos anos recentes, foi a verdadeira dessacralização do espaço. A explosão de qualquer fronteira que hierarquize ou separe o espaço profano do espaço sagrado, o espaço de trabalho do espaço de lazer, o espaço de cultura do espaço útil, o espaço da vida do espaço da morte.

O ataque dos piratas ao navio do Triângulo da Tristeza, com a bomba fabricada por uma das famílias milionárias da tripulação, demonstra o esforço e o fracasso em metaforizar a explosão de todos os lugares e o mundo que se tenta reorganizar a partir dos escombros, com seus cadáveres e restos de comida, em uma mímese invertida da luta de classes como o princípio ordenador da civilização.

O fato é que os tripulantes sobreviventes do navio explodido vão parar em outro lugar, em uma ilha perdida onde alguma organização social tenta ser construída por meio da inversão dos papéis entre os trabalhadores e os super-ricos. Passam a ser explorados pelo comando da funcionária do navio Abigail (a brilhante Dolly de Leon) os que outrora foram os exploradores, e o resultado dessa falta de imaginação política é catastrófico, mesmo que a gente se divirta um pouco com a vingança maligna dos oprimidos.

O filme termina na porta de um resort que parece conter toda a esperança de uma sociedade despedaçada, a esperança de voltarmos para os mesmos lugares (normotopia nem existe, mas até aqui, existir é o menor de nossos problemas) . Sem acesso ao resort, porque é preciso que em algum momento o filme acabe, ficamos no vazio de representação de espaços possíveis.


Marília Velano é psicanalista, mestre em psicologia pela Université Paris VII, doutora em psicologia pela USP e professora do Departamento de Psicanálise com crianças do Instituto Sedes Sapientiae.

[Fonte: http://www.outraspalavras.net]

Annie Ernaux

O acontecemento (tradución de Moisés Barcia)

Rinoceronte, 104 páxinas, 17 €, Cangas do Morrazo, 2023

 

Escrito por Ramón Nicolás

Por volta da metade desta novela titulada O acontecemento, a primeira vertida á lingua galega da Premio Nobel 2022 en tradución a cargo de Moisés Barcia, nun dos fragmentos nos que agroma de maneira directa a instancia da autora, deixa explícito un elemento esencial que, teño para min, funciona como unha clave significativa destas páxinas, isto é, sitúa a historia relatada -ese acontecemento que implica unha esgazadura perenne, que non pechou e nunca pechará as cicatrices que provoca como foi un abordo clandestino- nun ronsel exclusivo que é o das mulleres. Respecto delas afirma que, malia non coñecelas, sente que tece algo en común, quer dicir, articula e imaxina  unha “cadea invisible” con “artistas, escritoras, heroínas de novela e mulleres da miña infancia” coa que esta proposta textual, non teño dúbida, constitúe un elo sólido e conmovedor.

Sólido porque a escrita de Ernaux é aguilloante e incisiva ao tempo que se reviste dunha sinxeleza pouco común: desposuída de adobíos intérnase sen ambaxes na cerna do argumento que, por outro lado, non deixa de carrexar ferrados de memoria, documentada tantas veces, que se estende desde o máis persoal e íntimo ata o que ten de proxección colectiva. Unha memoria que, como é lóxico, vai  e vén: difusa en ocasións, meticulosa noutras.

Conmovedor porque, á fin e ao cabo, é esta unha historia que destila desamparo, soidade, discriminación, incomprensión, violencia e, en moitas ocasións, desprezo: sentimentos ou percepcións que Anne, a protagonista, que naquel tempo era unha estudante universitaria brillante, sobra dicilo, experimenta arreo a través do propio corpo, aproximándose así a dimensións de carácter moral do que, nos anos sesenta en Francia, era considerado reprobable e  ilícito, malia que a sociedade establecese, sempre, mecanismos aos que acudir en voz baixa.

É esta, tamén, a memoria ou evocación dun tempo concreto, case estático, que se debuxa como denso e compacto, sen fendas nin elementos aos que asirse para contemplar algunha esperanza. Velaquí un “fluxo estancado de infelicidade” no que constitúe unha novela memorable pois semella que todo se moumea ao ouvido.

 

[Fonte: cadernodacritica.wordpress.com]

C’est dans la société civile israélienne, qui résiste aux entreprises suicidaires du gouvernement Nétanyahou, qu’est le cœur battant d’Israël.

Des femmes habillées en servantes de la série télévisée « The Handmaid’s Tale » lors d’une manifestation contre la réforme judiciaire controversée du gouvernement Nétanyahou, à Tel Aviv, Israël, le 11 mars 2023.

Écrit par Bernard-Henri Lévy

J’aime Israël.

Je l’aime depuis le premier jour, lendemain de la guerre de 1967, où je découvris cette terre inconnue où tout me parlait en secret.

J’aime le miracle de ce pays né de la passion d’un publiciste pour une histoire dont il ne savait à peu près rien ; baptisé d’un nom donné par des psalmistes et des poètes qui n’avaient pas idée de ce qu’était une nation ; bâti par des rêveurs pratiques qui, en même temps qu’ils ressuscitaient l’hébreu, réalisaient cet autre miracle qu’est l’invention du seul vrai contrat social de l’Histoire (« nous décidons d’être une république, donc nous le sommes » ! Et j’aime que, contrairement, par exemple, à la France qui, au bout de six ans de guerre d’Algérie, suspendit quelques-unes de ses libertés fondamentales, contrairement aux États-Unis qui n’eurent besoin, après le 11 Septembre, que de six petites semaines pour promulguer leur Patriot Act, j’aime que, contrairement à tous les États que je connais et qui se voient attaqués, sur leur sol, par de puissants ennemis, lui, Israël, soit en guerre, non depuis six ans, ou depuis six semaines, mais depuis le jour même de sa naissance, autrement dit soixante-quinze ans, et n’ait jamais pour autant, jusqu’ici, cessé d’être une démocratie.

C’est dire mon inquiétude, et ma colère, au vu de la crise politique et morale qui secoue, désormais, le pays.

Ici, c’est un ministre, Itamar Ben-Gvir, qui veut instaurer la peine de mort et montre ainsi son ignorance des principes talmudiques élémentaires (« sanguinaire est le tribunal qui condamne à mort ne fût-ce qu’une fois tous les soixante-dix ans »).

Là, c’est un député, chef de la commission de Sécurité nationale, qui propose l’immunité pénale pour les soldats en opérations et fait ainsi injure à l’idée même de toar haneshek, de pureté des armes, qui est l’honneur des femmes et hommes de Tsahal et à laquelle ils n’ont – j’en ai, de la première guerre du Liban aux guerres contre le Hamas, plus d’une fois témoigné – jamais voulu renoncer.

Là c’est le ministre Bezalel Smotrich, dont on ne compte plus les anathèmes contre la communauté LGBT, les citoyens arabes ou les Juifs laïques (sans même parler de son désir de voir« anéanti » le village palestinien de Huwara, où un terroriste avait assassiné deux civils et qu’une expédition punitive avait déjà saccagé).

Et c’est, à l’heure où j’écris, la volonté de détruire la Cour suprême qui est, à Jérusalem, la clef de voûte du système politique.

De David Ben Gourion au premier Benyamin Netanyahou en passant par Menahem Begin, Yitzhak Shamir, Yitzhak Rabin, Shimon Peres, Ehoud Barak, Ariel Sharon, j’ai connu presque tous les Premiers ministres d’Israël.

Les uns parce qu’ils étaient des hommes des Lumières, les autres parce qu’ils avaient appris des révolutions française et américaine qu’aucun pouvoir, fût-il celui du peuple, n’a vocation à être absolu, d’autres encore parce qu’ils avaient une vraie culture biblique et connaissaient l’histoire des royaumes hébreux et de la souveraineté que s’y partageaient juges et monarques – aucun n’aurait sérieusement imaginé enfreindre les lois fondamentales de l’État.

Les apprentis sorciers d’aujourd’hui arriveront-ils, alors, à leurs fins ?

Heureusement, rien n’est moins sûr.

Car c’est un vent de révolte qui se lève, en Israël même, contre ces entreprises suicidaires.

Pilotes de chasse de Tsahal qui refusent une séance d’entraînement…

Réservistes de la marine qui, pour dire leur refus d’une démocrature façon Pologne ou Hongrie, bloquent le port de Haïfa… Hauts gradés du Mossad qui, parfois à visage découvert, ne craignent pas de parler d’un risque de putsch constitutionnel…

Tant de défenseurs et héros du pays qui, les uns après les autres, font savoir qu’ils désobéiraient à des ordres qui mettraient en péril la sécurité du pays…

Et puis ces centaines de milliers d’Israéliens qui descendent dans les rues pour rappeler que leurs pères et grands-pères ont libéré un peuple livré, jusque-là, sans défense aux vents du ciel et aux flèches des hommes – et qu’ils ne se sont pas sacrifiés pour que l’aventure finisse dans cette caricature du génie juif que sont les « partis religieux » d’aujourd’hui…

C’est là qu’est l’esprit du sionisme.

C’est dans cette société civile magnifique qu’est le cœur battant d’Israël.

Et ce sont ces forces vives que les Juifs et leurs amis doivent, à tout prix, partout, encourager.

Il faudra, pour cela, garder deux convictions bien en tête.

Israël a triomphé de tant de crises qu’il y a peu de doute quant à l’issue et que, dans la longue histoire de cette jeune nation, les mauvais bergers comptent pour peu.

Et si je me trompais, si le vent du nihilisme l’emportait pour un temps, si la métaphysique de Herzl paraissait s’engloutir dans la pire des politiques, il ne faudrait ni céder au découragement ni tomber dans le piège sournoisement tendu par les mauvais esprits : de même qu’il y a une idée de la France, ou de l’Italie, ou de n’importe quel autre pays, qui survit à ses défigurations, de même Israël serait outragé, abîmé, mais vivant.

 

[Photo : REUTERS/Ilan Rosenberg – source : http://www.laregledujeu.or]

El periodista premianenc, guanyador del premi Arcadi Oliveres pel seu treball sobre el sensellarisme, reflexiona sobre la crònica social.

Alaaddine Azzouzi a la Plaça de Joan Coromines, al Raval de Barcelona. Font: Ignasi Escudero

Escrit per Ignasi Escudero Ruiz

Pocs mesos després d’acabar el grau de periodisme, el premianenc Alaaddine Azzouzi s’ha aconseguit fer un nom en l’àmbit informatiu. Actualment és redactor del digital Vilaweb i acaba de rebre el premi Arcadi Oliveres pel seu treball final de grau ‘Gent sense casa: aproximació periodística al sensellarisme a Barcelona’.

El jove periodista destaca el valor de l’ofici com a “eina de fiscalització democràtica i millora social” en tots els àmbits. L’enorgulleix rebre el premi que duu el nom d’una persona referent del nostre país, i a la vegada posa en valor el treball en equip en una redacció. Azzouzi reivindica la necessitat de tenir més referents diversos en els camps socials de la mà de polítiques estructurals per acabar amb el racisme.

Enhorabona pel premi. Com reps la notícia de ser un dels guanyadors del premi Arcadi Oliveres pel teu treball final de grau (TFG)?

Sincerament estic molt content d’haver-lo rebut. Quan llegeixes ‘premi Arcadi Oliveres’ impacta, és una persona molt influent. No sé si em queda gran el nom o el premi perquè és imponent. Estic content.

Un premi que porta el nom de l’Arcadi Oliveres és un orgull

Vas conèixer a l’Arcadi, o el seu pensament?

Soc molt jove, tinc 23 anys. Personalment no el vaig conèixer, però l’he llegit, he vist la seva trajectòria. També em va agafar a la feina la notícia de la seva mort i vaig veure el consens entre persones d’ideologia molt diversa que se l’estimava. Un premi que porta el nom de l’Arcadi Oliveres és un orgull.

Azzouzi ha guanyat el premi Arcadi Oliveres en l’àmbit periodístic pel seu treball ‘Gent sense casa: aproximació periodística al sensellarisme a Barcelona’. Font: Assís Centre d’Acollida

El teu treball tracta sobre el sensellarisme a Barcelona. D’on neix el desig de treballar aquest tema?

Sempre he tingut predisposició i interès per les temàtiques socials i d’injustícia. Penso que és per qui soc: un jove d’origen migrant que viu a Premià de Mar, en una zona cèntrica de renda baixa. En un barri que no és el Bronx, però tampoc és el més benestant del municipi. Sense anar més lluny, al bloc on visc trobes moltes nacionalitats diferents. Això m’ha portat a qüestionar-me coses i interessar-me per la injustícia social, i m’ha portat a cobrir aquesta mena de temàtiques socials.

Després de col·laborar amb mitjans de comunicació en temes de racisme i migracions decideixo provar temes diferents. A La Directa vam fer un reportatge a fons sobre el sensellarisme, que era un tema que em rondava després de participar en assemblees d’habitatge. Aquell reportatge em deixa molt impressionat de la brutalitat que és quedar-se al carrer. A partir d’aquí és quan decideixo fer-ne el meu tema del TFG.

D’un reportatge passes a una investigació que dura sis mesos. Com vas viure el teu primer reportatge de llarga durada?

Doncs fotut. Em va agafar fent les pràctiques del grau a TV3, amb el mes de Ramadà pel mig, va ser duríssim. Estic molt content amb el que va sortir, però m’hagués agradat tenir més temps per parlar amb més persones i aprofundir alguns temes.

També hi ha una tasca d’elaborar el marc teòric molt interessant, on veig la feina que ja està feta, i molt ben feta. Per exemple, cito a la Clàudia Frontino, guanyadora del premi Montserrat Roig, que va fer un reportatge ideal, molt inspirador. De fet, ella i el João França em van ajudar a trobar bibliografia.

L’estructura del reportatge és un mosaic de diverses històries i trajectòries, emprant eines literàries. Com et decantes per aquest estil?

Volia l’atractiu de la literatura i el rigor i l’ètica del periodisme. Per això vaig intentar ser molt curós. L’estructura vol, a través de sis retrats, entendre una dinàmica global i trencar amb el clàssic estereotip de pidolaire amb una cervesa i una manta. N’hi ha, sí, però no només ens trobem amb aquest perfil.

Mai havia redactat tantes pàgines juntes a la meva vida, mai havia escrit 70 pàgines seguides d’un mateix document, i em va semblar que podia ser un estil que no avorrís al lector. Utilitzar aquest recurs en un tema tan sensible és estar a la corda fluixa, com un equilibrista. Jo em marcava un límit al qual no volia arribar: frivolitzar o romantitzar la pobresa. Una línia vermella del periodisme social hauria de ser no romantitzar la pobresa.

Comences a fer el reportatge, et trobes amb històries personals complicades. Com et planteges aquestes preguntes que obliguen als entrevistats a reviure alguns dels moments més difícils de la seva vida?

Primer diré que al que hem d’aspirar com a periodistes és dedicar-nos a fer reportatges així cobrant. Ara bé, com que la indústria del periodisme està immersa en un món capitalista crec que no s’està anant cap aquí sinó vers un escenari més groc i immediat.

Dit això, penso que els importants són ells i no pas jo. Anava amb molta cura, tens a les teves mans històries tremendament dures, que costaven de creure de tan dures. Cal molta humanitat, molta deontologia periodística i ètica. No hi ha cap necessitat de collar a una persona que no ho ha passat bé per arrodonir un text. A tot això he de dir que els cap de premsa de les entitats em van ajudar i facilitar molt la feina.

Com ha estat la relació amb el món associatiu?

Molt bona. Jo també tenia clar que una línia vermella era no fer propaganda de les entitats. Entenc que fan una tasca necessària, però en alguns casos ha de ser criticable. Les coses que poden millorar s’han de dir.

Hi ha poca crítica al món de les entitats socials?

L’autocrítica és molt necessària en la lluita pel progrés social. Potser es fa portes endins, i està molt bé. Però a vegades pensem que una entitat és perfecta perquè dona menjar a qui no en té o ajuda a refugiats. I no és així. El bon periodisme, ben entès, és una eina de fiscalització democràtica i millora social. No crec que sigui bo que el periodista que es dedica a fer antiracisme acabi sent com el cap de premsa de l’entitat de torn.

Una línia vermella del periodisme social hauria de ser no romantitzar la pobresa

Com a periodistes no hem de fer propaganda però hem d’empènyer a favor del canvi social i no de les idees reaccionaries. El periodisme fa una funció social de transformar la societat, millorar-la, incrementar el sentit crític, ajudar a la gent a conèixer el lloc on viu o explicar què fan els polítics amb els diners públics. Tenir una societat civil més preparada i conscienciada ens fa millors.

L’Anna Pachecho i l’Andrea Gumes reflexionaven en una entrevista a Crític sobre el paper de l’ego en el periodisme i, especialment, sobre com elles s’han vist empeses a agafar feines i encàrrecs per “por de perdre’s alguna cosa laboralment”. Creus que en l’àmbit del periodisme social passa el mateix?

Fa molt poc que soc periodista i he vist poca cosa, no crec que sigui una veu autoritzada per parlar-ne. Puc parlar del que he viscut. En el meu cas és al revés, porto una època en què he dit que no a certes propostes en l’àmbit de la comunicació i el periodisme. Encara et diria més, jo vinc de l’activisme antiracista i hi he renunciat molt per dedicar-me al periodisme, perquè és la vessant que em realitza més i a la que vull projectar la meva vida. Els egos existeixen com a totes les professions. Potser més perquè es projecta una imatge pública, tenim seguidors i a tots ens agrada agradar, no siguem ingenus.

Ara bé, a casa meva sempre m’han ensenyat a tocar de peus a terra i a aprendre de tothom. Intento aplicar-ho a la meva vida. Pel que fa als egos no ho crec. Si jo porto temes de canvi climàtic i un company de redacció proposa un tema d’aquest àmbit li faré arribar els contactes que hagi treballat i l’ajudaré en el que pugui. Si cada periodista fa la guerra en solitari no arribarem enlloc. Som millors quan treballem en equip.

La periodista argentina Leila Guerriero diu que es fa molta crònica social dels pobres i molt poca dels rics. Per què creus que la crònica que explica la realitat social i s’apropa a les injustícies posa més l’accent en les persones empobrides que en aquelles que es beneficien d’un sistema injust?

Crec que tenim una moral caritativa que apel·la a aquest tipus de reportatges. En part està bé, però també porta a romantitzar certes situacions. No sempre, però pot despertar un sentiment d’ajuda condescendent. Són terrenys pantanosos. No sabria dir-te els motius exactes, però crec que la moral cristiana centrada en la caritat hi pot tenir a veure. Sobre els rics suposo que hi ha una qüestió d’accés. Un pobre té tan poc a perdre que li pot ser més igual explicar les seves misèries. En canvi, un ric té molt a amagar. També ajuda a transformar què fan els rics, amb qui s’ha barallat aquesta vegada el Froilan… els draps bruts de la família reial sempre desperten molta indignació.

Igualment trobo positiu fer crònica de la pobresa, però sempre sent conscients d’on som, qui som i de qui tenim davant. Crec que el periodisme s’ha de fer pensant que tu podries ser la persona que tens davant. Hi ha molts periodistes que estan molt fotuts, és una professió molt precària. Periodistes a l’atur, que han hagut de canviar de professió, que tenen problemes amb la droga per culpa de la feina. És un tema molt gros del qual se’n parla molt poc.

Media.cat va treure una entrevista molt bona a Mar Cabra, premi Pulitzer de l’any 2017, per la investigació dels Papers de Panamà. Una entrevista que s’ha de llegir més: una periodista que arriba a guanyar un Pulitzer i un dia es planta i diu “no vull fer més periodisme”. Estava cremadíssima del que exigeix seguir l’actualitat, no tenir horaris fixos, no tenir contacte amb la família, la pressió per l’autoexplotació.

Si cada periodista fa la guerra en solitari no arribarem enlloc

Quins són els teus referents en periodisme social?

En João França, a qui dedico part dels agraïments del treball. Tot i que per mi és més un intel·lectual que fa periodisme. La Mercè Conesa, que la vaig descobrir gràcies al treball. Clar, demanes referents a algú que fa poc temps que treballa.

Tampoc es tracta de fer una biblioteca definitiva. A qui llegeixes?

A l’Andreu Merino, a la Sara Montesinos –per mi referent vital en moments importants–, la gent de la Directa, que per mi ha estat una escola de periodisme. També l’Helena López Vallejo, el Ferran Moreno… i més companys que em deixo.

Et diré una cosa, m’agradaria parlar de més periodistes racialitzats. S’ha de reivindicar per una qüestió de justícia social, perquè aporten mirades diferents i noves. Es farà millor periodisme si amb naturalitat anem mirant que hi hagi més representativitat.

Hem hagut d’esperar a l’any 2022 per veure la primera presentadora negra a la televisió pública catalana.

La Beatrice Doudu. Ja era hora, s’ha trigat molt. Sembla que TV3 s’està posant les piles amb la Bea, la Maria Bouabdellah que presenta el ‘Ràndom’ del Súper3, el Daura Mangara presenta ‘El negre de Banyoles’. Està molt bé, però no podem abaixar la guàrdia. A vegades em diuen “tu el que vols és que et contractin”. Però res a veure, jo tinc la meva feina, el que vull és que augmenti la representativitat. Ho reivindico per a totes les professions: un metge negre pot ser igual de bo i coneixerà millor la pell negra, i hem de tenir en compte que dermatològicament s’han fet veritables aberracions a Catalunya per desconeixement. Més professors: l’Helena López ha fet un reportatge boníssim de la diversitat en el professorat. Amics meus em diuen “més gent així”, “jo hauria canviat molt a l’escola amb referents així”.

A França hi ha molts presentadors racialitzats i es troben lluny d’acabar amb el racisme. És una condició necessària però no suficient?

Representar i transformar són conceptes diferents. Si tot s’acabés amb la representativitat, el fet que l’Ignacio Garriga estigui a Vox seria una cosa positiva, i en realitat és un tret al peu. Que la Kamala Harris sigui la vicepresidenta dels Estats Units no vol dir que vetlli pels interessos de les persones a qui representa.

La representativitat és una qüestió de justícia, segurament ajuda a reduir el racisme perquè trenca estereotips i esquemes. El problema és que la política antiracista es basi només en posar una persona negra o marroquí a la tele. Representativitat sí, però acompanyada amb polítiques estructurals contra el racisme. Hem d’avançar cap a un sentit comú de la nostra societat que no sigui racista.

[Font: http://www.xarxanet.org]

Certes, le couvre-chef sert toujours à éviter l’insolation, à agrémenter une tenue lors de certains événements et peut être porté pour des raisons religieuses. Mais cet accessoire autrefois sur toutes les têtes ne sert plus de marqueur social au quotidien.

Comment est-on passé d’un incontournable du costume, d’un élément essentiel du discours social, à un accessoire de mode souvent délaissé?

Écrit par Juliette Baëza — édité par Natacha Zimmermann 

Si on vous demande d’imaginer un chapeau, quelle est la première forme qui vous vient à l’esprit? Il y a l’embarras du choix. Car si le mot désigne une coiffure de forme souvent rigide, les sociétés ont, jusqu’à aujourd’hui, adopté tout un ensemble de couvre-chefs: hauts-de-forme, bicornes, chapeaux cloche mais aussi bonnets, voiles ou coiffes en tissu… «Il y a une infinité de choses qu’on peut se mettre sur la tête», résume Tiphaine Gaumy, docteure en histoire moderne.

«Le fait de se couvrir la tête remonte à très loin dans l’histoire de l’humanité, avec l’objectif de se protéger contre les éléments. C’est une constante de toutes les époques, précise-t-elle. Vous aviez déjà des chapeaux dans l’Antiquité gréco-romaine: les pileus [le bonnet de feutre des esclaves affranchis, ndlr], par exemple.» Aux origines du chapeau, il y a en effet le climat: on cherche à se protéger la tête du soleil, de la pluie, du froid. Mais le couvre-chef a aussi rapidement endossé un rôle beaucoup plus symbolique, notamment social.

Le fameux pileus de l’Antiquité était ainsi tout d’abord porté comme une protection par les ouvriers ou les marins en Grèce antique, avant de devenir le symbole de la liberté pour les esclaves romains affranchis. Il est d’ailleurs l’ancêtre du bonnet phrygien«Les couvre-chefs sont au départ nés pour des raisons pratiquesLes gens se sont ensuite appuyés sur les usages qui en étaient faits au quotidien pour en extrapoler des significations et pour représenter certaines catégories sociales.»

Pouvoir et richesse

Loin de n’être qu’un accessoire vestimentaire, le chapeau est devenu, au fil des siècles, un moyen d’identifier l’autre. Et surtout, à partir de la fin du Moyen Âge, de différencier les riches des pauvres: les matériaux utilisés pour confectionner les chapeaux des premiers étaient en effet bien différents de ceux couvrant le crâne des seconds. «À l’époque moderne [entre le XVe et le XVIIIe siècle, ndlr], par exemple, le castor est utilisé par les classes aisées, car il est excessivement cher, près de trente fois plus qu’un chapeau de laine commune», relate Tiphaine Gaumy, autrice d’une thèse sur le chapeau à Paris au XVIIe siècle.

Fabriqué avec des matières luxueuses, agrémenté de plumes ou de bijoux, de fleurs ou de rubans, il portait tout un discours et permettait à chacun de montrer son identité. L’exemple du chapeau haut-de-forme est éloquent: apparu au XIXe siècle, il était porté par les élites et symbolisait la finance, aux antipodes des casquettes alors portées par les ouvriers. «Pour les membres royaux, c’est une couronne, donc aussi un couvre-chef. C’était un symbole de pouvoir», ajoute Frédéric Monneyron, sociologue de la mode.

Le style du couvre-chef variait aussi selon le sexe de la personne coiffée. En France, les femmes ont ainsi longtemps porté des chaperons ou des coiffes plutôt que des chapeaux, jusqu’à ce que ces derniers soient remis à l’honneur lors de l’apparition des modistes au XVIIIe siècle. Dans les années 1920, le chapeau cloche, plus minimaliste et plus masculin, est par la suite devenu un symbole d’émancipation, en libérant les femmes de leurs encombrantes tenues.

Le poids religieux qui pèse sur la tête des femmes

Si les significations des chapeaux et autres coiffes ont évolué à travers les siècles, le fait de se couvrir la tête a toutefois toujours conservé une portée religieuse, en particulier pour les femmes. «Dans le monde occidental, on leur demande de se couvrir les cheveux depuis toujours, c’est écrit dans la Première Épître aux Corinthiens de saint Paul, commente l’historienne Tiphaine Gaumy. Sortir tête nue pouvait avoir des conséquences très graves. À l’époque moderne, une femme qui sortait sans couvre-chef ou mal coiffée était assimilée à une prostituée et se voyait retirer sa qualité de femme honnête.»

Cette fonction religieuse est d’ailleurs la seule à demeurer aujourd’hui: kippa chez les juifs, kufi chez les musulmans, voile chez les femmes islamiques ou catholiques… Chaque couvre-chef incarne toujours la soumission à une divinité ou reste un signe d’humilité. Et son abandon est encore source de lutte aujourd’hui, comme l’illustre l‘actuelle révolte des femmes iraniennes cristallisée autour du voile.

Même si le poids religieux pesait et pèse surtout sur les femmes, le port d’un couvre-chef et ses usages engage toute la population: autrefois, les hommes ne se découvrant pas la tête en signe de respect au moment opportun pouvaient risquer jusqu’au lynchage. Sortir coiffé d’un bonnet, d’un chaperon ou d’un chapeau adapté à la situation est également longtemps resté la marque de l’honnête citoyen.

«On ne sait pas où le mettre!»

Mais alors, comment est-on passé d’un incontournable du costume, d’un élément essentiel du discours social, à un accessoire de mode souvent délaissé? «Au tournant du XXe siècle, au moment de la Première Guerre mondiale, on remarque un déclin de tous les types de couvre-chefs, tant pour les hommes que pour les femmes, explique Tiphaine Gaumy. [Ce délaissement] est vraiment acté à la fin de la Seconde Guerre mondiale, notamment pour des raisons pratiques, parce que ce n’est pas commode de porter un chapeau à l’usine.»

Selon Frédéric Monneyron, auteur du Que sais-je? La Sociologie de la mode, c’est en effet la simplification des tenues et le choix du confort qui a poussé le chapeau vers la sortie. «Pendant tout le XIXe siècle, les femmes portaient des chapeaux très encombrants. Au début du XXe siècle, une grande révolution apparaît dans la mode: le grand couturier Paul Poiret tend à simplifier le vêtement féminin, avec des chapeaux plus discrets.»

Les couvre-chefs féminins ont néanmoins résisté plus longtemps. Jusqu’aux années 1960, les créateurs ont continué à imaginer des chapeaux pour femmes, à l’instar de la capeline. Mais son rôle prédominant, emprunt d’une charge sociale forte, n’est pas revenu. «C’est le côté pratique qui l’emporte. Le chapeau, on ne sait pas où le mettre», poursuit le sociologue. Si la pluie n’a pas arrêté de tomber, femmes comme hommes ont aujourd’hui remplacé le chapeau par le parapluie, autrement plus simple à glisser dans un sac. «Et puis, on vit beaucoup plus à l’intérieur: au travail, chez soi, dans sa voiture. Le temps où l’on était dehors, exposés, et où on avait besoin d’un chapeau est révolu.»

Par ailleurs, les différences vestimentaires ont tendance à se gommer dans les sociétés actuelles. «Lorsque l’on porte un chapeau aujourd’hui, on entend parfois “Pour qui il se prend, celui-là?”, assure Frédéric Monneyron. L’essor de la démocratie et de principes comme l’égalité jouent aussi un rôle dans le fait que l’on en porte moins. Le chapeau reste marqué comme un accessoire des classes dominantes.» C’est précisément pour cette raison que l’historienne Tiphaine Gaumy n’imagine pas son retour en grâce: «Selon moi, l’époque du chapeau en France est révolue. Je vois mal comment, dans une société si laïque, si attachée à l’aspect pratique, il puisse revenir avec une telle charge politique et sociale.»

Disparu, le couvre-chef?

Mais si les pays occidentaux ont bel et bien délaissé le couvre-chef, en dehors d’événements très codifiés et guindés ou dans le cadre de l’exercice de certaines professions, certaines parties du monde y restent relativement attachées. Ainsi du chapeau de cow-boy qui reste populaire aux États-Unis, en particulier au Texas, ou encore de la casquette de baseball. Globalement, «c’est sans doute le chapeau d’été qui résiste le mieux parce qu’il a encore une vraie utilité: il protège du soleil, analyse Frédéric Monneyron. C’est le cas du panama, ou du sombrero mexicain

Il n’est par ailleurs pas impossible que la mode du chapeau revienne un jour. «Peut-être que les artistes auraient un rôle à jouer dans le retour de couvre-chefs variés dans notre quotidien. Ou une célébrité pourrait éventuellement en relancer la tendance», s’aventure le sociologue qui, toutefois, «persiste à croire que la mode s’est simplifiée et que ça restera ainsi».

L’historienne Tiphaine Gaumy rappelle tout de même que le couvre-chef existe toujours, sous une forme certes plus moderne que le haut-de-forme, et que l’un d’entre eux «a traversé toutes les époques et reste populaire»: le bonnet. «Il a une forme assez simple, il tient chaud et il est fait en tricot, donc tout le monde peut le faire.» Alors, qui a dit qu’on ne portait plus de chapeaux?

 

[Photo : Мария Волк via Unsplash – source : http://www.slate.fr]

Artista polifacético, o tempo da creatividade fai que Carlos Saura (Huesca, 1932) leve unha vida ben distinta aos seus coetáneos. O home que departiu con Charles Chaplin (en tempos sogro seu), e que formou parte dos grandes movementos artísticos dos anos 50, o cineasta que levou premios en Cannes ou Berlín en anos de indixencia, consagrouse con La caza (1965) converténdose no tardofranquismo nun experto nos límites do que se pode dicir nunha sociedade con censura e métodos represivos. O inconformismo, o afán innovador e a pelexa cos mecanismos de representación están presentes en toda a súa obra.

Escrito por José Manuel Sande

Conversador ameno e persoal, os tópicos e as condutas desactualizadas quedan lonxe da súa particular constelación. Saura é pintor, escritor e ten unha envexable colección de cámaras fotográficas que emprega con mestría. O verán de 2019 residiu máis dun mes na cidade da Coruña, onde dirixiu unha ópera, a súa proteica versión (debuxos e escenografía incluída) do Don Giovanni de Mozart.

Como lembras os teus inicios profesionais no cine? Inicieime na longametraxe en 1959 con Los golfos, unha película verdadeiramente na rúa, cámara en man, avanzada en moitos aspectos. Viña da escola documental, primeiro da escola de cine (IIEC) e logo de facer un par de documentais, e a verdade é que me interesaba un cine con esa presenza. Quería facer unha película dura, de acordo coa época que viviamos. Estaba influído polo neorrealismo, malia que sempre desconfiei da súa parte tenra. No guión colaboraron Mario Camus e o galego Daniel Sueiro. Tivemos a sorte de que foi elixida para o Festival de Cannes de 1960, un milagre. Foi unha experiencia fermosa. Alí, Luis Buñuel mais eu fixemos amizades. Xa coñeces a historia de Los golfos. A censura obrigou a cortar dez minutos e cando cheguei a España pensei que xa nunca máis faría cine. Estaba convencido e custoume moito traballo rematar a seguinte película, Llanto por un bandido (1963), que arruinaron. Logo ocorréuseme La caza (1965).

Fotograma de La caza (1965)

A partir do éxito de La caza, con Peppermint frappé (1967), El jardín de las delicias (1970) ou Ana y los lobos (1972) trazas unha brillante traxectoria marcada polo inconformismo formal e a construción dun fresco ambicioso, con amplos rexistros da nosa propia Historia. Un cine caracterizado polas exploracións da memoria, o tempo fílmico e a historia, a representación, a evocación e a psicanálise, cheo de elementos persoais e capaz de fundir a micro e a macrohistoria con resonancias metafóricas. A verdade é que, visto agora, é complicado pero simplificaríao así. A min non me interesaba demasiado realizar un cine realista ou alarmista. De feito, La caza sería o meu límite de realismo exacerbado. O que me interesaba era facer un cine moito máis imaxinativo e, a partir de aí, diferencieime do que se viña facendo nese sentido en España. Imaxinativo, mais adaptándome á sociedade na que vivía e, sobre todo, falando sobre a familia non só nun sentido político, senón como entidade que tiña unha importancia moi poderosa, unha sorte de mafia, unha estrutura de poder. Fíxate, sempre digo que a familia é a base da corruptela mediterránea, porque eses vínculos familiares fan que un se protexa fronte a outra familia. Eu déboche a ti un favor, ti débesme outro, ese tipo de relación. E dalgunha forma nace a corruptela, que segue actuando neste país.

É difícil enlazar tantas propostas estimulantes como as que fas nos anos 60-70, unha etapa moi frutífera que adquire dimensión internacional, un prestixio in crescendo grazas a La prima Angélica (1973), Cría cuervos (1975) e a excelente Elisa vida mía (1977) da que, nunha operación á inversa do habitual, farás unha novela posterior (2004). Este período vén marcado por estas constantes. Como analizas ti agora a evolución da túa carreira? Son incapaz de facer unha autoanálise dos meus filmes. Dirixín preto de cincuenta, pero non me gusta moito falar das miñas películas. Creo que cada unha pertence a unha época da miña vida. Como baremo global, dous aspectos. O primeiro, unha película é unha aventura e se non existe ese compoñente non me interesa facer nada; e segundo, o emprego da imaxinación, procurar outra forma máis creativa que exceda o documentalismo, o realismo. Prefiro utilizar esas cousas marabillosas do ser humano que son os recordos, a memoria, etc., o que máis traballei desde que comecei a facer cine.

En canto á carreira, non sei. Ten sido unha traxectoria interrompida ás veces. Non sempre puiden facer o que quixen. Por infinidade de condicionamentos quedaron moitos proxectos no aire, sen realizar. Malia ser unha carreira de obstáculos, creo que podo estar satisfeito de chegar ata aquí e de seguir traballando, que me parece xa un milagre, máxime neste país tan complicado. Houbo unha época na que se dixo que iso do cine de autor era unha imbecilidade e se me apartou totalmente do mapa español; logo, pouco a pouco, recuperouse o respecto.

Geraldine Chaplin en Elisa, vida mía (1977)

Fálase moito de Bodas de Sangre (1981), Carmen (1983) ou El amor brujo (1986) como un novo ciclo creativo teu, pero a música sempre tivo en ti un papel relevante. É verdade, porque sempre quixen facer cine musical, sobre todo coa música que me gustaba. Sempre fun moi afeccionado ao flamenco. Lembro o festival de Granada nos anos 50, ao tempo que me relacionaba coa música clásica e distintas vertentes populares. Por iso é fácil chegar a isto. Cando Emiliano Piedra me propón Bodas de sangre eu tiña certo medo. «Que é isto»?, pensaba. «Imos facer unha lorquianada, con xitanos renegridos e paredes brancas». «Pois, mira, chico, iso non teño gañas», díxenlle. «Non, non, pero vén ver o ensaio con Antonio Gades». E fun a Madrid, fascinoume e dixen «pois moi ben, o que quero facer é o ensaio», e tivemos a sorte de que a película fora a Cannes. Foi un éxito tan grande que me permitiu seguir. E con Carmen xa foi unha loucura. É a miña película máis vista no mundo e quizais un dos títulos que máis cartos ten dado do cine español. Dirixín tamén varias versións distintas en ópera.

Nese sentido, logo desta triloxía, hai un aluvión de títulos de carácter musical: Sevillanas (1991), Flamenco (1995), Tango (1998), Salomé (2002), Iberia (2005), Fados (2007), Jota de Saura (2016). Fixen un montón de musicais, trece ou catorce. Hai dous tipos de musicais, uns con argumento como pode ser Tango –unha das miñas películas favoritas- ou incluso Carmen, e outros que non teñen argumento. Son unha selección de elementos musicais, que van organizándose a través dun espazo sempre cun sentido, e co propósito de innovación, de non conformarse só co que xa existe, chegar máis lonxe, avanzar, incluso renovar un xénero no caso de Fados. Para min o cine musical é ese traballo precioso de selección, sobre todo de organización do material, da luz, da fotografía.

Flamenco (1995)

Xusto a través dos filmes musicais, hai un vínculo claro con tradicións socioculturais arraigadas e ao tempo unha disección da historia de España, presente en boa parte do teu cine. Así, o achegamento ás figuras de Goya (Goya en Burdeos, 1998), Buñuel (Buñuel y la mesa del rey Salomón, 2001), San Juan de la Cruz (La noche oscura, 1989) ou o periplo de Lope de Aguirre en El Dorado (1988), van completando ese fresco histórico que subxace na túa obra. Hai personaxes na historia de España que me fascinan moitísimo. Teño pendente a Felipe II. Teño un guión desde hai tempo, unha versión teatral. É un personaxe fascinante, porque ao tempo de ser extremadamente delicado, sensible, intelixente e amigo das artes tamén reloce ese lado cristián tremendo, así como esa obsesión polo poder. Era un tipo interesantísimo. Hai unha panoplia de personaxes que me parecen fascinantes da historia de España.

Todo parte dunha idea que está na base de todos estes traballos, musicais ou non. É como se fan as cousas, como se comezan a facer. En Tango a maneira de facer un tango; en Fados como se pode construír un filme sobre fados. Sempre ese «como se fai unha cousa» obrígame a seguir o periplo da historia e do seu protagonista. Aí sigo; agora veño de facer un musical en México, a mesma historia vai construíndo unha cousa ata finalizala.

Esa exploración permanente sobre a cultura española iníciase nos 50, un período nutrido por círculos e movementos artísticos, culturais, a modo de claras impugnacións da ditadura. Aí entra tamén ese elemento de sincretismo artístico, comezas coa fotografía, con esa parte de rexistro documental dunha realidade con tantos aspectos deplorables. Como ves hoxe toda aquela época que xerou un forte movemento de disidencia cultural? Comecei a estudar Enxeñería. Por un lado, era fascinante; por outro, un secante tremendo. Decidín abandonar porque me embrutecía. Logo vía o meu irmán Antonio, relacionado con directores franceses que viñan a casa, falaban de arte e comecei a conectar con algún escritor. Decateime de que tiña que dedicarme a outra cousa. Practicaba a fotografía, e comecei a pensar que o camiño era o cine, a miña forma de expresarme. Tiven a sorte de acertar.

A verdade é que todos os que estabamos na escola de cine, e todos os mozos cos que me relacionaba nos círculos literarios de Madrid, escritores estupendos, todos eramos antifranquistas. Do Partido Comunista, ou doutros. Eu nunca fun de ningún partido, porque prefiro manterme sempre como anarquista mental. Penso que un anarquista non pode pertencer a ningún partido. Era unha época frutífera na pintura ou na literatura. Sánchez Ferlosio acababa de escribir El Jarama, Fernández Santos, Los Bravos. Aldecoa viaxaba a Estados Unidos e falábanos de Kerouac e de toda a nova literatura americana. Había todo un movemento, un desexo de mudar as cousas, de cambiar as formas e non só o cine, de mudalo todo. Este país estaba estancado, estaba no Medievo e tiña que saír desa época.

Andrés Pajares e Carmen Maura en ¡Ay, Carmela! (1990)

O cine é a arte ecléctica por excelencia, aglutina as demais artes. Como dicía Susan Sontag, resulta «panarte». E ti tocas moitos campos artísticos (literatura, fotografía, pintura, dirección de ópera…). Tes razón, pero todo está interrelacionado. A vantaxe do cine é que todo o que saibas dalgunha cousa che pode servir para, e ese é o meu fin último, facer películas.
Por exemplo, a min gústame moito, porque estaba pendente dunha película sobre a guerra española, ¡Ay, Carmela! (1990). E hai vivencias persoais no filme, eu sempre quedei con ganas de realizar unha película sobre a guerra civil. E por iso, ante a imposibilidade de facer unha película sobre ese tema, escribín unha novela que se titula Esa luz. Sobre a guerra civil española fixéronse pouquísimas películas. Na periferia, ou na posguerra si, pero sobre a guerra mesma existe aínda unha especie de tabú. Dáme mágoa porque esa película podía ter sido realmente o filme sobre a guerra española. Trataba de ser o máis ecuánime posible dentro da barbarie. Nun momento estaba inspirado na vida real de Ramón J. Sender e a morte a mans dos falanxistas da súa muller, que era pianista e non era católica. Xa nin che conto os proxectos que quedaron sen facer… que sei eu, quedaron un montón deles. Prefiro xa non pensar no que non fixen, e si no que teño que facer.

Vin un documental sobre ti: Saura(s) (2017) de Félix Viscarret, que creo ten unha dimensión moi interesante relacionada co teu propio mundo persoal: a interrelación existente entre vida e obra, as querenzas, as preocupacións que un ten, o vínculo co entorno, a propia idea de familia, tal e como a formulas na túa obra. Escoitei críticas que falaban da túa «ausencia» ou dos teus silencios entrañables en relación cos teus fillos. Porén, moitos deles traballan contigo ou te acompañaron durante parte da túa vida. Como ves ese retrato feito desde fóra por alguén? Félix Viscarret é unha persoa estupenda, moi respectuosa, o que pasa é que quería que contase as miñas intimidades. E eu, nese sentido, síntome moi aragonés. Gardo as cousas, e non vou contalas, que é o que me reprocharon. Teño a sorte, dígoo moi orgulloso, de levarme ben con todos os meus fillos. Teño sete (seis homes e unha muller) e lévome ben con todos, o cal me parece bastante milagroso. Sinceramente o digo, levámonos todos moi ben e quéroos a todos moito. Eles estiveron moitísimo comigo cando eran nenos, e logo deixei que cada un fixera o que quería, porque me parece que a educación non consiste en estar cun látego continuamente, e si en ver como cada un vai despexando a súa vida, procurando o seu camiño. E se se lle pode axudar, pois axúdaselles e se non lles axudas pois mellor, que vaian pola súa conta. Esa é a miña teoría.

Está ben porque á contra explica xusto a outra concepción da familia, o que foi a familia represiva, autoritaria en España. Iso vén de que na miña familia foi así. Tiven esa fortuna co meu pai e a miña nai. A miña nai era pianista, profesional uns anos, e eu sempre escoitei música clásica na miña casa. A guerra tronzou a súa carreira, tamén tiña tres fillos, aos que coidou, pero esa especie de mundo cultural da miña casa, da miña nai e a súa permisividade, sempre deixándonos facer o que quixeramos. Cando lles dixen «non vou estudar Enxeñería», «pois fai o que queiras». Nunca tiven a alguén que me dixera non. A fotografía sempre me axudou, os meus pais mercábanme reveladores e ese tipo de cousas e saín adiante nun ambiente moi favorable, tendo en conta que había unha guerra e eu era un neno. Pero a guerra vivina de verdade, como neno en Madrid, Valencia ou en Barcelona. O meu pai traballaba co Goberno republicano; era secretario do ministro de Facenda, de Finanzas, un dos secretarios. Entón, ía co Goberno republicano en todo o seu periplo e vin bombardeos, mortos, todo un desastre da guerra de fame negra.

Volvendo á música, que papel desenvolve na túa vida? Unha cuestión é a música, como parte fundamental da miña vida, e outra o musical e a música aplicada ao cine. A min gústame moito a música en xeral, clásica, popular. Non son experto en nada, pero coñezo bastante ben a música arxentina, a española, a jota, o flamenco, a portuguesa ou a rusa. No cine, non me gusta empregar a música porque si. Ten un sentido moi especial en momentos determinados, pero nunca debe utilizarse masiva e gratuitamente, como sucede tanto no cine estadounidense ou no español. Un intento inútil de salvar as imaxes. Eu fixen moito exercicio sobre iso. Traballei a maior parte das veces para encher algún espazo, en contra de usos convencionais. Pero loito tamén comigo mesmo, porque ás veces é verdade que a música axuda. Nunha relación sentimental unha música máis romántica axuda, é unha especie de equilibrio. Creo que a maioría dos directores non teñen bo oído, non teñen unha cultura musical e é esencial. Hai cousas para facer cine que son fundamentais: unha boa cultura musical e unha boa cultura visual fotográfica. Axudan moito, logo xa vén a narrativa.

Viaxaches á Coruña este verán para adaptar Don Giovanni de Mozart, precedida en 2009 do filme Io, Don Giovanni. Que impresión che causa esta proposta? É unha idea preciosa, que se me ofrece. Dixen que si porque sempre pensara en facer un día Don Giovanni na ópera, e xa fixera a película. Estiven encantado, rodeado de cantantes estupendos, nun clima tan favorable que daba gusto traballar. Fun con entusiasmo, seina de memoria. Hai tamén un proceso profesional de interrelación tan laborioso como necesario, sobre todo esa separación de poderes sorprendente co director de orquestra.

Aprendín cando fixen Carmen que o máis importante nunha ópera era a música. O único que trato é que a historia se siga con máis fluidez e que os movementos dos personaxes sexan os adecuados. No fondo, os espectadores esperan tal aria para aplaudir, ás veces nin seguen a historia. A maior parte das óperas son indescifrables. A historia non conta demasiado. A vantaxe de Carmen ou Don Giovanni é que teñen unha historia moi nítida, moi limpa, que se pode seguir con descontinuidade. Eu son un bárbaro e se fora de verdade a ópera miña cortaría un par de cousas, e de Carmen tamén (risas). Retardan a obra. Musicalmente son bonitas, pero eu teño todo o tempo do ritmo. Cando estou vendo a ópera, gústame porque estou desexando ter unha cámara e saltar por enriba das butacas e rodar iso. É inevitable. Non podo remedialo polos planos, polos medios, a actitude da xente, facer un travelling co coro, en vez de ser un plano xeral aí quieto, ríxido, nunha butaca que non te podes mover. Vexo o mesmo sempre. Ao final o fermoso é ver a voz humana, a potencia que poida ter nalgún momento determinado. Que fermoso é, que ben o fan e que oído ten esta xente para poder entrar con esa facilidade aquí e alá. Paréceme sorprendente e marabilloso ata que punto o ser humano foi capaz de dominar a súa voz.

Aproveitando esta experiencia, pensas dirixir outras óperas? A Asociación Amigos de la Ópera ofreceume as dúas óperas de Mozart para completar a triloxía. Gustaríame moito dirixir Las bodas de Fígaro e Così fan tutte. Agardo ter saúde para iso. Aínda que os anos pesan, son optimista. De momento estou ben.

Estou tamén no mundo do teatro, xa sabes que fixen El coronel no tiene quién le escriba (2018), adaptada por Natalio Grueso, un escritor magnífico. Agora está escribindo outra obra que vou dirixir, La fiesta del chivo, baseada na novela de Vargas Llosa. Fíxate o traballo que teño. Isto mais rematar a miña película de México, que se chama El rey de todo el mundo, e este ano teño que dirixir tamén en México El gran teatro del mundo, de Calderón de la Barca. E xa me contarás, teño esta vida asegurada e agora queren que faga as óperas de Mozart [risas], e eu estou disposto. Non estou moi preparado, pero vou comezar a prepararme.

 

[Fotos: Amador Lorenzo Blach – fonte: http://www.luzes.gal]

Après la musique, l’humour est sans doute devenu l’un des milieux artistiques les plus diversifiés en France. La place du rire est devenue primordiale dans l’offre de divertissement de la société française.

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À la télé comme à la radio, les chroniqueurs qui viennent du one-man-show sont de plus en plus nombreux. Les humoristes intègrent les castings des séries et des films. Les salles de spectacle dédiées à la scène ouverte sont devenues des lieux de sortie aussi populaires que les théâtres traditionnels.

Avec l’émergence de cette scène jeune et drôle, on a aussi pu voir celle d’une classe d’humoristes issus de l’immigration en France. Impulsée par le travail de Jamel Debbouze – que ce soit à travers son Jamel Comedy Club ou à travers le Marrakech du rire – cette tendance de l’humour teinté de cultures étrangères, notamment maghrébine, se poursuit encore aujourd’hui.

Parmi les artistes suivis largement en France et parfois même au-delà des frontières françaises, on trouve un grand nombre de comédiens et comédiennes d’origine algérienne. Leur humour et leur jeu est teinté de culture algérienne acquise durant leur enfance en Algérie ou parfois par héritage familial.

Des humoristes algériens qui s’exposent sans filtre

La fierté démesurée ou la légendaire nervosité, voire excentricité des Algériens, le drapeau brandi à toutes les occasions… Ces thèmes sont devenus récurrents sur les scènes de stand-up français. Que les artistes qui les évoquent aient un lien avec le pays ou non, le sujet Algérie fait rire dans le public. Pas de moqueries, non mais plutôt un rire affectueux et fasciné.

Comment ces thèmes ont-ils infusé dans la scène humoristique française ? Les premiers one-man-show qui relataient les enfances difficiles en tant qu’enfant de milieu immigré et modeste.

Les sketchs autour de la différence de culture entre la première génération immigrée et les suivantes. Ce sont ces premiers éléments qui introduisent tout doucement une culture ignorée bien que composite de la société française. Le rire a permis d’universaliser certains thèmes et surtout de montrer des visages plus diversifiés.

« L’algérianité » a très vite trouvé un écho d’abord dans les grandes villes françaises puis dans l’ensemble du pays. On découvrait l’autodérision des Algériens, le « tmeskhir », un trait très important de la culture algérienne.

C’est ainsi qu’ont émergé une multitude de comédiennes et comédiens d’origine algérienne qui ont joué de leurs origines pour faire rire les publics. Redouane bougheraba, Melha Bedia, Ahmed Sparrow, Malik Bentalha, le Comte de Bouderbala, Lamine Lezghad appelé Naïm, Wary Nichen, Réda Seddiki, etc. Finalement on a l’impression que cette scène est une prise de relai – tardive – du travail initié par Fellag en France.

Même des artistes non catalogués « Maghrébins« ou »Algériens » n’hésitent pas à évoquer leurs amis d’origine algérienne qui les ont marqués durant leur vie. Ainsi Roman Frayssinet raconte son admiration pour les enfants d’immigrés qui gèrent les papiers administratifs dont les fiches d’imposition de leurs parents dès le plus jeune âge. Bun hay mean se moque de « la patate d’adam » des Algériens qui remplacent la pomme d’Adam tant ils sont connus pour leur nervosité.

L’Algérien s’assume entièrement sur scène et sans filtre, avec ses défauts et ses qualités. De quoi contrebalancer les débats anti-étrangers qui gangrènent la France. Cette scène algérienne et maghrébine aussi, permet de mettre en lumière une réalité, on peut être Français, fier de l’être sans jamais occulter sa part d’ailleurs.

Un langage réinventé, une culture retrouvée

L’humour est un vecteur pour raconter le véritable parcours des immigrés et enfants d’immigrés. Poser des mots justes sur leur réalité et leurs difficultés dans la société française dans laquelle on leur a laissé une place très encadrée.

Le stand-up ou la comédie a permis à ces artistes de retrouver aussi une fierté à être biculturel. Le fait de raconter sa vie intime et donc son histoire familiale, permet d’aller contre les croyances erronées qu’une origine maghrébine n’est pas d’une grande utilité, voire une honte. Une idée largement développée en France. Prenons par exemple le fait de parler arabe et spécialement des dialectes arabes. Cette compétence n’est absolument pas valorisée en France, contrairement à l’anglais, l’allemand ou l’espagnol, par exemple.

« Je me souviens d’une scène au collège, quand nous commencions à apprendre des langues étrangères. Notre professeur d’anglais nous avait demandé si nous parlions déjà une autre langue. J’avais spontanément répondu que je parlais l’algérien. Mon professeur avait tout simplement dit : ‘Je parle d’une vraie langue’. À partir de ce jour, j’ai tu ma compréhension de la darija« , confie Halima, une jeune Lyonnaise de 32 ans.

Beaucoup de Maghrébins comme Halima n’ont jamais osé mettre en valeur cette langue. Le stand-up a permis de l’assumer. Les humoristes n’hésitent d’ailleurs pas à utiliser l’arabe sur scène et à expliquer certaines symboliques que représentent des mots ou des expressions en arabe classique ou darija. Comme le fait Wary Nichen sur scène et à travers des vidéos.

La scène humoristique reprend en quelque sorte un rôle d’ambassadeur, qu’ont pu avoir certains musiciens ou acteurs d’origine étrangère ou encore les footballeurs professionnels. Grâce à leur talent qui les a rendus universels, ils ont pu mettre en avant leur double culture, leur intime et leur héritage.

Puisqu’il s’agit de ça, raconter la multiplicité. Ces comiques s’inspirent de leurs origines mais n’en font pas un sujet unique. Sur scène, ils racontent aussi ce qu’implique une vie à Paris ou Marseille comme le fait Redouane Bougheraba.

Ce qu’implique l’arrivée d’un étudiant algérien en France, comme l’a déjà fait Reda Seddiki. Leur origine algérienne ou maghrébine n’est qu’un biais pour raconter un pan de leur vie. Comme toute œuvre elle résonne forcément chez d’autres personnes, qu’elles soient algériennes, françaises ou d’autre nationalité.

Sociologie humoristique

D’ailleurs, la formule ne fonctionne pas seulement auprès d’un public aux origines maghrébines. Certes les histoires personnelles des humoristes font écho à des millions de parcours d’enfants d’immigrés. Mais cet humour qui est une forme de sociologie des binationaux permet aussi de créer un lien avec d’autres populations.

Parfois il crée même un pont entre le pays d’origine et le pays d’immigration. De nombreux humoristes d’origine algérienne ont pu venir jouer sur les terres de leurs ancêtres. Parfois même dans leur ville d’origine où un public les attendait.

Un acteur du secteur événementiel (en France et en Algérie) estime que ces standuppeurs franco-algériens parviennent à toucher un public maghrébin pour une raison précise.

« Ces binationaux sont nés et ont grandi en France avec une éducation algérienne donc généralement les parents ne sont pas nés là-bas, on est sur la deuxième génération d’immigrés. Leurs parents sont partis travailler en France avec une culture algéro-algérienne et finalement le paradoxe était que ces personnes ont vécu à la maison, pratiquement la même éducation que les Algériens. Avec cette touche française, le fameux « immigré » ou « zimmigri » comme on l’aimait le dire. Et ça provoque le rire, on a tous vécu la même chose« , explique notre interlocuteur qui a pu rencontrer ces standuppers venus tester leur verve en Algérie.

« Moi aussi je suis né et j’ai grandi en France« , confie notre interlocuteur qui ressent la même chose que ses compatriotes et il estime que »ce mélange de cultures a permis que l’on se retrouve tous autour de l’origine algérienne avec des regards différents de part et d’autre de la Méditerranée. C’est cela qui, je pense, est très drôle à vivre humainement et les Algériens en sont friands maintenant« .

Cette expérience commune de l’éducation « à l’algérienne en France« ou encore »ce cousin qui venait en Algérie l’été avec une paire de baskets, les bananes et le pot de Nutella et que tout le monde aimait« , ont permis une jolie complexité dans la culture partagée par les deux rives de la Méditerranée.

Mais aussi des ficelles humoristiques évidentes. On ne cache pas sa différence mais on l’assume dans le stand-up. « L’immigré qui se prend une ‘traha’ de sa maman alors que le petit Français ne l’a pas, ça fait rire tout le monde« , estime notre interlocuteur.

Un public international séduit par la sauce algérienne

Le stand-up par exemple ne se cantonne pas à la région parisienne. Des comiques comme Ahmed Sparrow ou Redouane Bougheraba ont fait rire le public du célèbre festival d’humour de Montreux en Suisse. Le Comte de Bouderbala était le premier artiste franco-algérien à jouer sur la scène du Comedy Cellar à Manhattan. Naïm s’est même produit à un festival d’humour à Tel Aviv, où il promettait de rester lui-même sans se censurer.

Cette scène qui a également intégré la production de séries et de films offre même l’opportunité de raconter leur histoire à travers les plateformes de vidéos en ligne. Les sketchs font des cartons sur Youtube et peuvent être regardés dans le monde entier.

Des séries dont le casting a été pioché dans ce vivier de comiques talentueux, offrent aussi une vitrine intéressante. La série « Drôle » sur Netflix a permis de raconter cette France diversifiée en suivant le parcours de différents standuppeurs qui tentent de s’inventer une place dans la société française en passant par l’humour. Le personnage principal est joué par le rappeur d’origine algérienne, Younes Boucif. Le jeune standuppeur dans la série s’inspire de sa famille.

La série « Miskina » de Melha Bedia est également intéressante, elle donne à voir la réalité des familles algériennes mais aussi maghrébines. Cette comédie a séduit un large public sur Amazon Prime et a même été saluée par la presse française.

« La série m’a vraiment plu parce que pour une fois, j’ai eu l’impression que ça collait à la réalité. On était vraiment dans le quotidien d’une famille algérienne en France d’aujourd’hui. Chaque membre est différent, il y a des particularités dans les personnalités. Tout se mélange« , explique Anissa, une Marseillaise franco-algérienne, de 26 ans, qui pourtant n’a aucun lien avec l’histoire de la série qui se déroule en banlieue parisienne.

Ces productions qui sont la suite logique du travail fait sur scène permettent de retravailler l’image des Français d’origine étrangère. L’humour est finalement un décrypteur de ce pan de la société française qu’on ne retrouve pas dans les médias ou les arts classiques.

[Source : http://www.tsa-algerie.com]

Le roman érotique français le plus célèbre au monde va connaître une nouvelle adaptation au cinéma. Après le succès du film Emmanuelle avec Sylvia Kristel en 1974, Audrey Diwan, auréolée d’un Lion d’or à la Mostra de Venise pour L’Événement, réalisera un film avec Léa Seydoux dans le rôle-titre. 

Écrit par Chloé Bergeret et Violaine Schütz

Léa Seydoux en Emmanuelle

C’est l’une des actrices les plus bankable du cinéma français. Et elle a réussi à séduire également l’étranger. Après avoir été vue dans Les crimes du Futur (2022) de David Cronenberg et Un beau matin (2022) de Mia Hansen-LøveLéa Seydoux se prépare à interpréter Emmanuelle, la célèbre héroïne du roman du même nom, paru en 1967. Publié sous le nom de plume d’Emmanuelle Arsan, Emmanuelle est l’un des romans érotiques modernes les plus célèbres de France, aux côtés d’Histoire d’O, de Dominique Aury. Il raconte l’histoire d’une jeune femme qui se lance dans une série d’aventures sexuelles avec plusieurs hommes et femmes sur fond de vie d’expatriée à Bangkok. Suscitant un scandale à sa publication mais une fascination immédiate, le roman s’est vu adapté de nombreuses fois, que ce soit au cinéma par Just Jaeckin en 1974, mais aussi à la télévision par Alain Siritzky dans les années 80 et 90.

Emmanuelle vue par Audrey Diwan

Et ce sera la réalisatrice française Audrey Diwan qui signera la nouvelle adaptation de ce roman dont le tournage débutera dans quelques mois. L’ex-journaliste a réalisé en 2019 L’Événement, tiré de l’ouvrage d’Annie Ernaux, film choc qui retrace le parcours du combattant des femmes qui voulaient avorter avant la légalisation de l’IVG en 1975. C’est une nouvelle fois une oeuvre écrite par une femme qu’elle a décidé de porter à l’écran, accompagnée dans l’adaptation du scénario de la réalisatrice française Rebecca Zlotowski. Si en 1974, le film avec Sylvia Kristel était en français, c’est une Emmanuelle en anglais qui devrait voir le jour. Interviewée par le Journal de Montréal le 16 janvier 2023, lors d’un événement Unifrance dédié à la promotion des films français, Léa Seydoux a déclaré que le long-métrage ne ressemblerait pas aux autres adaptations du livre d’Emmanuelle Arsan. Elle explique en effet : « Ce sera très différent et ça n’aura rien à voir avec les films Emmanuelle qui ont été faits dans le passé. Ce sera vraiment une Emmanuelle de 2023. Il y aura de l’érotisme mais ce sera abordé à travers un prisme féminin et à partir de son regard à elle. »

L’influence d’Emmanuelle dans la pop culture

L’influence du film Emmanuelle (qui avait réuni neuf millions de spectateurs dans les salles françaises à sa sortie en 1974) n’est plus à prouver et son impact dans la pop culture témoigne de la modernité du long-métrage. Une femme qui exprime son désir, l’assume et surtout le vit comme elle l’entend : un sacré choc pour la société des années 70. Malgré l’ouverture d’esprit à l’œuvre au moment de la sortie du film –  l’année 1974 est celle du remboursement de la pilule par la Sécurité sociale, et la promulgation de la loi Veil sur le droit à l’avortement date de janvier 1975 –Emmanuelle de Just Jaeckin porte encore les traces du male gaze et les influences d’une société patriarcale qui empêche les femmes de disposer de leur corps comme elles l’entendent. Espérons que l’adaptation d’Audrey Diwan offre enfin à l’héroïne Emmanuelle toute la liberté qu’elle mérite.

L’adaptation d’Emmanuelle par Audrey Diwan n’a pas encore de date de sortie mais devrait sortir au cinéma en 2024.

 

 

[Source : http://www.numero.com]

Holy Spider

 

Escrit per Esteve Plantada

Meixad és una de les ciutats santes de l’islam i és l’indret on, entre els anys 2000 i 2001, un home, Saeed Hanaei, va assassinar setze prostitutes que contactava al carrer i que considerava moralment corruptes. Vet-ho aquí un dels quids de la pel·lícula: a ulls dels seus conciutadans, Saeed és un justicier o un assassí? Un psicòpata o algú que se sacrifica per complir un deure? El director danès d’origen iranià Ali Abbasi s’inspira en aquests fets a Holy Spider, obra que arriba quatre anys després de la sorprenent Border, on portava l’espectador a repensar els límits —i la percepció— d’allò que ens determina com a humans.

Abbasi va viure de primera mà els cas, quan estudiava a la universitat de Teheran. I tot plegat el va impactar, especialment la reacció de part de la població, expressada en manifestacions que reclamaven la llibertat de l’assassí. És la mostra d’una societat fracturada entre qui volia l’obertura i qui volia el tancament, emparat en la fe i la integritat religiosa. Els fets passen l’any 2001, però sonen rotundament oportuns i actuals, amb tot el que ha passat a l’Iràn al llarg dels darrers mesos i la reivindicació de les dones que es treuen el vel, en un passat que explica el present, excel·lentment relatat pel director de principi a fi, amb tots els matisos i ambigüitats necessàries. Tal com veiem ben clarament a l’inici, quan Rahimi, la periodista que s’infiltrarà per investigar el cas, arriba a l’hotel on ha reservat una habitació i no la volen acceptar perquè va sola i no és casada. La interpretació de Zar Amir-Ebrahimi li va valer el premi a Millor actriu a l’últim festival de Canes.

Coproduïda entre Dinamarca, Alemanya, Suècia i França, i rodada en persa, Holy Spider és una barreja de thriller, drama judicial i retrat social on llueix la misògina i el fanatisme en pro d’un suposat bé regulador. També mostra un sistema judicial corrupte, símptoma d’una justícia —i d’un estament policial que tampoc no en surt immune— que vol amagar la psicopatia d’un home que utilitza la religió com a excusa per saciar les ganes de matar. Per a molta gent, Saeed és qui ha deslliurat del pecat les prostitutes que “embrutaven” els carrers. Però també, és cert, encara hi ha qui se subleva per la igualtat i la llibertat, per tenir el dret a alçar la veu i exposar la injustícia que viu instal·lada als fonaments d’algunes societats que justifiquen l’injustificable.


Holy Spider

Direcció: Ali Abbasi

Guió: Ali Abbasi i Afshin Kamran Bahrami

 

[Font: http://www.eltemps.cat]

Los medios de comunicación dominantes en Europa tienden a dividir y encasillar a los migrantes y refugiados según sus regiones de origen, lo que impulsa la retórica populista sobre inmigrantes “buenos” y “malos”, como expone el columnista holandés Babah Tarawally, originario de Sierra Leona. Para revertir esta narrativa, plantea hacer hincapié en las contribuciones positivas que realizan los migrantes y refugiados a la sociedad europea.

Escrito por Babah Tarawally – Zam Magazine (Amsterdam)

Traducido por Sara Fernández

El marco de la imagen que veo delante de mí es de oro, pero la imagen en el interior representa un ejército invasor. Esta es una metáfora que utilizo con frecuencia en mis sesiones de formación para empoderar a migrantes y refugiados que acaban de llegar a Países Bajos.

Les digo que creen su propio marco dorado. Y les convenzo de que no deben dejar que nadie les haga creer que sus marcos están hechos de cenizas o de papel higiénico. Enseñar a las personas a creer en sí mismas es fundamental, porque si no creen en ellas mismas, ¿quién lo hará? ¿El sistema de asilo? ¿Los políticos? ¿Los medios de comunicación?

Cuando llegan a un país nuevo migrantes o refugiados, normalmente nos enteramos de su llegada a través de los medios de comunicación. Como moderadores del debate público, los medios de comunicación desempeñan una enorme función a la hora de dar forma a la acogida de esas nuevas llegadas al país anfitrión. Al decidir cómo presentar los hechos, marcan el tono y el ritmo para que tanto el público como los políticos formen sus opiniones y actúen en consecuencia. Cuando se plantea un tono negativo, los debates públicos y políticos resultantes presentan a los inmigrantes como invasores a los que se debe detener, reprimir y combatir. Por lo tanto, los medios de comunicación que han generado esta opinión pública han logrado enmarcar a los migrantes y a los refugiados de un modo concreto y, de esa forma, se establece la agenda social y política.

La vuvuzela de los medios de comunicación transmite actualmente el mensaje de que los inmigrantes y los refugiados ponen en peligro la resiliencia de las sociedades europeas, así como las frágiles economías nacionales y la seguridad del continente. En concreto, se utiliza el argumento de la seguridad para convencer a los ciudadanos europeos de que el terrorismo está relacionado con la inmigración. Y está funcionando. Los partidos políticos de derecha están obteniendo grandes beneficios por toda Europa. Algunos de ellos ganan elecciones y forman Gobiernos que prometen expulsar y rechazar a los refugiados y a los migrantes.

Una creciente lista de países europeos están gobernados por políticos que han hecho campaña con la promesa implícita o explícita de que detendrían la migración cuando llegaran al poder. En 2015, Polonia eligió a un Gobierno de extrema derecha, mientras que un año después vimos cómo el Reino Unido salía de la Unión Europea, con un voto impulsado en gran parte por la retórica de la migración. A estos hechos le siguió la elección de Gobiernos de derecha populistas en Austria e Italia, además de la reelección en Hungría del partido Fidesz de Viktor Orbán en 2018. Y, una tras otras, a estas victorias electorales les ha seguido la aprobación de políticas ideadas para hacer que la vida de los migrantes y los solicitantes de asilo sea insoportable.

Lo ideal es que viéramos cómo los medios de comunicación fueran una herramienta importante para gestionar la creciente diversidad de la sociedad y promocionar la inclusión. Pero, hasta ahora, han demostrado ser absolutamente inadecuados para desempeñar esa función, sobre todo en Europa. En lugar de ello, la prensa de Europa ha optado por adoptar un papel clave para plantear la llegada de los refugiados y los migrantes a las costas de Europa como una crisis similar a un tsunami. Esta visión negativa ha contribuido a las actitudes hostiles entre los ciudadanos europeos con respecto a los refugiados y a los migrantes.


Hasta que el león aprenda a escribir, todas las historias glorificarán al cazador


Por desgracia, las cosas están empeorando en lugar de mejorar. Las pocas organizaciones que ayudan a los refugiados están cansadas o frustradas, o están perdiendo apoyos, a medida que los Gobiernos se vuelven más hostiles a los refugiados y migrantes. Parece como si no hubiera vuelta atrás y como si fuera casi imposible invertir la marea de la negatividad. No podemos simplemente basarnos en la débil esperanza de que los medios vayan a reinventar el marco que han creado ellos mismos, un marco que, como ya hemos comentado, rodea una imagen de un ejército invasor y peligroso. En lugar de ello, los migrantes deben comenzar a crear nuevos marcos y nuevas imágenes que cuenten sus propias historias, desde sus propias perspectivas. Tal y como dice un viejo proverbio: hasta que el león aprenda a escribir, todas las historias glorificarán al cazador.

Contar una historia distinta

A principios de julio de 2022, me invitaron a Madrid, junto a otras 60 personas de distintas partes del mundo, para participar en el programa Decolonising the Newsroom coordinado por ZEMOS98 y Conscience Afro. Con estos encuentros de personas con una mentalidad similar, llegué a entender que no está todo perdido. Hay una salida. Podemos contribuir a cambiar la narrativa negativa haciendo énfasis en los aspectos positivos y el valor añadido que traen consigo los refugiados y los migrantes.

Todos acordamos que, cuando los medios de comunicación nos den golpes bajos, apuntaremos más alto. Hablamos sobre estrategias concretas para reformular la narrativa negativa. Si los medios de comunicación europeos tradicionales y convencionales pueden decidir proyectar una imagen positiva de los refugiados de Ucrania y convencer a los ciudadanos de que los acepten con los brazos abiertos, podemos hacer lo mismo utilizando « nuevos » medios, más baratos y sin fronteras, para reequilibrar el algoritmo de negativo a positivo. Cuanto más amplifiquemos los mensajes positivos y las historias de éxito de migrantes y refugiados, más redirigiremos automáticamente los algoritmos hacia una narrativa positiva.

Tomemos por ejemplo a Ucrania. Los medios de comunicación dominantes nos han hecho creer que teníamos una obligación moral de abrir nuestras fronteras a los refugiados ucranianos, darles un lugar en el que quedarse, ofrecerles casas y aceptarlos en nuestras comunidades. Esta explosión repentina de generosidad no solo surgió porque estas personas desplazadas estaban huyendo de Vladimir Putin; pero es difícil pasar por alto el hecho de que, a pesar de ser refugiados, se parecen a la mayoría de nosotros. Por “nosotros”, me refiero a caucásicos, en muchos casos con pelo rubio y ojos azules. Compartir esta historia personal con vosotros podría ayudaros a comprender cómo algunos de nosotros que no nos parecemos a la mayoría de los europeos hemos asimilado esta narrativa de los medios de comunicación en nuestras propias personas.

Cuando regresé de Madrid, me di cuenta de que algo había cambiado en mi barrio de Utrecht. Probablemente se publicó algo en un periódico local sobre la llegada de refugiados ucranianos que yo no había llegado a leer. Ningún medio en línea o canal de televisión me había alertado de ello tampoco. Cuando llegué a casa, vi un barco de crucero y de repente había muchas personas caminando por mi barrio. Mi mente inmediatamente pensó en turistas y no en refugiados. ¿Por qué? Porque no veía a los refugiados como personas blancas.

Cualquiera puede ser refugiado

Mi suposición de que el barco junto a mi casa en Utrecht llevaba a turistas se convirtió en una conjetura que no debería haber hecho, sobre todo dada mi propia historia de desplazamiento. En la década de los noventa, escapé de Sierra Leona, devastada por la guerra, y, al parecer, yo también fui presa de la mentalidad de creer que solo las personas que se parecen a mí pueden ser refugiados. Había leído en el periódico que el Gobierno estaba alojando a refugiados en barcos, pero no me había imaginado que fueran embarcaciones lujosas. Sueño con viajar en el futuro alrededor del mundo en un barco de crucero y para mí era impensable que los refugiados pudieran estar alojados en este barco de lujo.

Me sentí decepcionado conmigo mismo cuando descubrí la verdad, no porque mis nuevos vecinos sean refugiados, sino porque, inconscientemente, había participado en el estereotipo negativo de qué aspecto tiene un refugiado. Lo que aprendí es que cualquiera puede ser refugiado. No importa el color de la piel ni el nivel de riqueza. La guerra puede convertir a cualquiera en refugiado.

Salí a dar mi paseo diario por la noche junto al muelle donde estaba amarrado el barco, pero no vi nada que indicara que 200 refugiados vulnerables estaban alojados en él y que necesitaban protección. Esto contrasta totalmente con los centros habituales de demandantes de asilo, donde hay guardias de seguridad a la entrada, así como protestas visibles de los residentes locales y la presencia permanente de la policía. No era el caso con este grupo. Parecían estar bien. No había protestas en el lugar.

Cambiar el marco a uno dorado

Todo tiene que ver con los elementos visuales. Empecé a pensar en los motivos por los que a estos refugiados no se les trataba igual que a los negros o asiáticos en las mismas circunstancias. No escuché ninguna queja sobre molestias derivadas de este grupo de refugiados. No se les trataba como a personas conflictivas. ¿Era porque nadie lo había denunciado a la policía? Pensé que quizás era porque, en este barrio, los residentes holandeses blancos son una minoría.

La mayoría de personas que viven en los alrededores son marroquíes y turcos y tienen otras cosas en las que pensar, en lugar de quejarse de personas que han huido de sus hogares. En realidad, no les oigo que se quejen por nada. Incluso cuando subo la música, nadie llega para pedirme que la baje. A diferencia de mi barrio anterior, no escucho ninguna queja sobre los olores de mis platos « exóticos » africanos. Me llevo bien con las personas de este barrio, aunque no sé si comparten mi opinión el distrito municipal, la policía o los constructores.

Aparte de su piel blanca, lo que diferencia a este nuevo grupo de refugiados de los demás es que son sobre todo mujeres, niños y hombres de edad avanzada, que son más vulnerables. Tiene sentido: los hombres jóvenes están en primera línea, luchando para defender su país de la fuerza invasora rusa y dejar que mis nuevos vecinos puedan volver a casa y vivir en libertad. Cuando observo a mis nuevos vecinos caminando, pienso en la pérdida de sus esposos, sus hijos, hermanos, tíos y primos. Aunque estén viviendo en un barco de crucero de lujo, no me cambiaría por ellos ni por todo el oro del mundo.

Cómo mejorar la representación

La forma de enmarcar o formular una situación es una parte importante de la comunicación. Cuando los europeos visitan África y Asia, se presentan como expatriados, personas con experiencia que han llegado para compartir sus conocimientos y sus recursos con las personas locales. Todos sabemos que no siempre es así y que, con frecuencia, llegan para aprovecharse del conocimiento y de los recursos naturales de esos países. En cambio, la situación no se enmarca del mismo modo cuando personas de África o Asia llegan a Europa. Se les llama migrantes o refugiados. Se habla de ellos como personas dignas de lástima, que necesitan ayuda, o bien como un ejército invasor al que hay que temer y expulsar.

Si trabajamos juntos para cambiar esta narrativa negativa, contribuiremos a transformar ese marco de cenizas o papel higiénico en uno de oro que pueda ocupar un lugar de orgullo junto a los demás marcos de la repisa de Europa.

 

[Fuente: http://www.voxeurop.eu]

Fatos indicam: fascistas tentaram no Brasil um Capitólio aperfeiçoado, mas faltou-lhes mobilização. Apoio empresarial e militar precisa ser cortado. Mas para dissipar a ameaça falta uma democracia vibrante, que se estenda às maiorias e as acolha.

Escrito por Boaventura de Sousa Santos

Ocorreu em Brasília no dia 8 deste mês, uma semana depois da tomada de posse do presidente Lula, um acontecimento que só tomou de surpresa quem não quis ou não se pôde informar sobre os seus preparativos amplamente difundidos nas redes sociais. A ocupação violenta dos edifícios dos poderes legislativo, executivo e judiciário e dos espaços circundantes, bem como a depredação de bens públicos existentes nestes edifícios por parte de manifestantes de extrema-direita, configuram actos de terrorismo planeados e minuciosamente organizados pelos seus cabecilhas. Trata-se, pois, de um acontecimento que põe seriamente em causa a sobrevivência da democracia brasileira e que, pelo modo como ocorreu, pode amanhã ameaçar outras democracias no continente e no mundo. Convém, pois, analisá-lo à luz da importância que tem. As características e as lições principais são as seguintes:

  1. O movimento de extrema-direita é global e as suas ações a nível nacional beneficiam das experiências antidemocráticas estrangeiras e muitas vezes agem em aliança com elas. É notória a articulação da extrema-direita brasileira com a extrema-direita norte-americana. O conhecido porta-voz desta, Steve Bannon, é amigo pessoal da família Bolsonaro e tem sido uma figura tutelar da extrema-direita brasileira desde 2013. Além das alianças, as experiências de um país servem de referência a outro país e constituem uma aprendizagem. A invasão da Praça dos Três Poderes em Brasília é um copia “melhorada” da invasão do Capitólio em Washington em 6 de janeiro de 2020, aprendeu com esta e tentou fazer melhor. Foi organizada com mais detalhes, procurou trazer muito mais gente a Brasília, e utilizou várias estratégias para que a segurança pública democrática se sentisse tranquilizada de que nada anormal aconteceria. Os cabecilhas tinham por objetivo ocupar Brasília com pelo menos um milhão de pessoas, criar o caos e permanecer o tempo necessário para permitir a intervenção militar que pusesse fim às instituições democráticas.
  2. Pretende-se fazer acreditar que se trata de movimentos espontâneos. Pelo contrário, são organizados e com capilaridade profunda na sociedade. No caso brasileiro, a invasão de Brasília foi organizada a partir de diferentes cidades e regiões do país, e em cada uma delas havia líderes identificados com número de telefone para poderem ser contactados pelos aderentes. A participação podia ter várias formas. Quem não pudesse viajar para Brasília tinha missões a cumprir nos seus locais, bloqueando a circulação de combustíveis e do abastecimento dos supermercados. O objetivo era criar o caos pela carência de produtos essenciais. Alguns se lembrarão das greves de caminhoneiros dos combustíveis que precipitaram a queda de Salvador Allende e o fim da democracia chilena em setembro de 1973. Por sua vez o caos em Brasília tinha objetivos precisos. Foi invadida a sala de estratégia do Gabinete de Segurança Institucional, situada no porão do Palácio do Planalto, de onde foram furtados documentos sigilosos e armamento ultratecnológico, o que demonstra que havia treinamento e espionagem. Também foram encontradas cinco granadas no Supremo Tribunal Federal e Congresso Nacional.
  3. Em países democráticos, a estratégia da extrema-direita assenta em dois pilares: (1) Investir fortemente nas redes sociais para ganhar as eleições com o objetivo de, se as ganhar, não usar o poder democraticamente nem sair do poder democraticamente. Foi assim com Donald Trump e com Jair Bolsonaro enquanto presidentes. (2) No caso de não ganhar, começar desde cedo a questionar a validade das eleições e declarar que não aceita outro resultado senão a sua vitória. O programa mínimo é perder por pequena margem para tornar mais crível a ideia da fraude eleitoral. Foi assim nas últimas eleições nos EUA e no Brasil.
  4. Para ter êxito, este ataque frontal à democracia necessita de ter o apoio de aliados estratégicos, quer nacionais, quer estrangeiros. No caso dos apoios nacionais, os aliados são forças antidemocráticas, tanto civis como militares, instaladas no aparato do governo e da administração pública que, por ação ou por omissão, facilitam as ações dos revoltosos. No caso brasileiro, é particularmente clamorosa a conivência, passividade e se não mesmo cumplicidade das forças de segurança do Distrito Federal de Brasília e dos seus dirigentes. Com a agravante de que esta região administrativa, por ser a sede do poder político, recebe receitas federais avultadíssimas com o específico propósito de defender as instituições. No caso brasileiro, é também escandaloso que as Forças Armadas se tenham mantido em silêncio, sobretudo quando era conhecido o propósito dos organizadores de criar o caos para provocar a sua intervenção. Por outro lado, as Forças Armadas toleraram que se instalassem acampamentos de manifestantes em frente aos quartéis, uma área de segurança militar, e aí permanecessem durante dois meses. Foi assim que a ideia do golpe prosperou nas redes sociais. Neste caso, o contraste com os EUA é gritante. Quando foi da invasão do Capitólio, os chefes militares norte-americanos fizeram questão de vincar a sua defesa da democracia. Neste sentido, a nomeação do novo ministro da DefesaJosé Múcio Monteiro, que parece apostado num bom e reverencial relacionamento com os militares, não augura nada de bom. É um ministro problemático depois de tudo o que se passou. O Brasil está pagando um preço alto por não ter punido os crimes e os criminosos da ditadura militar (1964-1985), sendo certo que alguns crimes nem sequer prescreveram. Foi isso que permitiu ao ex-presidente Bolsonaro elogiar a ditadura, prestar honras aos torturadores militares e nomear militares, alguns fortemente comprometidos com a ditadura, para cargos importantes de um governo civil e democrático. Só assim se explica que se fale hoje de perigo de golpe militar no Brasil, mas não no Chile ou na Argentina. Como se sabe, nestes dois países os responsáveis pelos crimes da ditadura militar foram julgados e punidos.

  5. Para além dos aliados nacionais, são cruciais os aliados estrangeiros. Tragicamente, no continente latino-americano, os EUA têm sido tradicionalmente o grande aliado de ditadores, quando não mesmo o instigador dos golpes contra a democracia. Acontece que, desta vez, os EUA estiveram do lado da democracia e isso fez toda a diferença no caso do Brasil. Estou convencido de que se os EUA tivessem dado os habituais sinais de encorajamento aos candidatos a ditadores, estaríamos hoje perante um golpe consumado. Infelizmente, e à luz de uma história de mais de cem anos, esta posição dos EUA não se deve a um repentino zelo da defesa internacionalista da democracia. A posição dos EUA foi estritamente determinada por razões internas. Apoiar o bolsonarismo de extrema-direita no Brasil era dar força à extrema-direita trumpista norte-americana que continua a acreditar que a eleição de Joe Biden foi o resultado de fraude eleitoral e que Donald Trump será o próximo presidente dos EUA. Aliás prevejo que manter uma forte extrema-direita no Brasil seja importante para os desígnios da extrema-direita norte-americana nas eleições de 2024. É de prever que se pretenda criar uma situação de ingovernabilidade que dificulte ao máximo a atuação do presidente Lula nos próximos anos. Para que isso não aconteça é necessário que os golpistas e depredadores sejam duramente punidos. E não só eles, mas também os seus mandantes e financiadores.

  6. Para garantir a sustentabilidade da extrema-direita é necessário ter uma base social, dispor de financiadores-organizadores e de uma ideologia suficientemente forte para criar uma realidade paralela. No caso do Brasil, a base social é ampla, dado o caráter excludente da democracia brasileira que faz com que largos setores da sociedade se sintam abandonados pelos políticos democráticos. O Brasil é uma sociedade com grande desigualdade socioeconómica agravada pela discriminação racial e sexual. O sistema democrático potencia tudo isso ao ponto de o Congresso brasileiro ser mais uma caricatura cruel do que uma representação fiel do povo brasileiro. Se não for objeto de profunda reforma política, irá tornar-se totalmente disfuncional. Nestas condições, há um amplo campo de recrutamento para mobilizações de extrema-direita. Obviamente que a grande maioria que delas participa não é fascista. Apenas quer viver com dignidade e desacreditou que isso seja possível em democracia.

Os financiadores-organizadores parecem ser, no caso do brasileiro, setores do baixo capital industrial, agrário, armamentista e de serviços que foram beneficiados pela (des) governação bolsonarista ou com cuja ideologia mais se identificam. No que respeita à ideologia, ela parece assentar em três pilares principais. Em primeiro lugar, a reciclagem da velha ideologia fascista, ou seja, a leitura reacionária dos valores de DeusPátria e Família, a que juntam agora a Liberdade. Trata-se sobretudo de defender incondicionalmente a propriedade privada para com isso (1) poder invadir e ocupar a propriedade pública ou comunitária (territórios indígenas), (2) defender eficazmente a propriedade, o que implica armar as classes proprietárias, (3) ter legitimidade para rejeitar qualquer política ambiental e (4) rejeitar os direitos reprodutivos e das sexualidades, em particular o direito ao aborto e os direitos da população LGBTIQ+.

Em segundo lugar, a ideologia implica a necessidade de criar inimigos a destruir. Os inimigos têm várias escalas, mas a mais global (e abstrata) é o comunismo. Quarenta anos depois de, pelo menos no hemisfério ocidental, terem desaparecido os regimes e os partidos que defendam a implantação de sociedades comunistas, este continua a ser o fantasma contraditoriamente mais abstrato e mais real. Para entender isso é preciso entrar em linha de conta com o terceiro pilar da ideologia de extrema-direita: a criação incessante e capilarizada no tecido social de uma realidade paralela, imune à confrontação com a realidade real, levada a cabo pelas redes sociais e pelas religiões reacionárias (igrejas evangélicas neopentecostais e católicas antipapa Francisco) que com facilidade ligam comunismo e aborto e assim instigam o medo abissal nas populações indefesas, tudo facilitado por estas há muito terem perdido a esperança de ter uma vida digna.

A tentativa de golpe no Brasil é um aviso à navegação. Os democratas brasileiros, latino-americanos, norte-americanos e, afinal, de todo o mundo devem levar muito a sério este aviso. Se o não fizerem, amanhã os fascistas não se limitarão a bater à porta. Certamente a arrombarão sem cerimónia para entrar.

 

[Fonte: http://www.ihu.unisinos.br]

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