Archives des articles tagués Fronteiras

El dirigente de Standing Together cuenta cómo la izquierda pacifista, compuesta por judíos y árabes, se organiza contra la guerra, el racismo y la ocupación.

Por Federico Fuentes

Standing Together [Juntos de pie] es un movimiento social judío-árabe israelí en contra del racismo y la ocupación y en favor de la igualdad y la justicia social. En esta entrevista, Uri Weltmann, organizador nacional de Standing Together, habla sobre el creciente movimiento pacifista en Israel, sobre cómo los activistas están enfrentando a extremistas de la ultraderecha que intentan bloquear la llegada de ayuda humanitaria a la Franja de Gaza y sobre los recientes avances electorales de la izquierda.

¿Cómo ha evolucionado el movimiento pacifista dentro Israel desde el 7 de octubre? ¿Está consiguiendo cambios en la opinión pública y minar los esfuerzos bélicos del primer ministro Benjamin Netanyahu? ¿Qué papel desempeña Standing Together dentro del movimiento?

Después del 7 de octubre, la policía israelí limitó el derecho de la gente a protestar y a ejercer sus libertades civiles. Era casi imposible conseguir un permiso para manifestarse. Por eso, a lo largo de octubre y noviembre, la mayoría de las acciones emprendidas por el movimiento pacifista -incluido Standing Together- no fueron necesariamente marchas, piquetes o concentraciones. En su lugar, colgamos carteles en las calles que decían «Solo la paz traerá seguridad» y organizamos conferencias judío-árabes de emergencia en dos docenas de pueblos y ciudades en todo Israel, donde planteamos la exigencia de un camino alternativo al del gobierno.

Recién en diciembre surgió la posibilidad de organizar protestas de mayor envergadura. En ese entonces, Standing Together reunió a centenares de personas en una concentración en Haifa el 16 de diciembre y a otras 1.000 personas en una concentración en Tel Aviv el 28 de diciembre. En enero, celebramos nuestra primera marcha contra la guerra, en la que una coalición de más de 30 movimientos y organizaciones pacifistas movilizó a miles de personas.

Las últimas y mayores manifestaciones hasta la fecha se produjeron a principios de mayo, con la participación de oradores palestinos y judíos y con miles de personas marchando en Tel Aviv bajo el lema «Alto a la guerra, traer de vuelta los rehenes». Uno de los oradores fue Shachar Mor (Zahiru), cuyo sobrino está en manos de Hamás en Gaza. Criticó duramente el cinismo de Netanyahu y sus aliados, y pidió el fin de la guerra para traer de vuelta a los rehenes. Avivit John, superviviente de la masacre del kibutz Beeri, donde fueron asesinados muchos civiles el 7 de octubre, dijo a la multitud que, aunque había perdido amigos y familiares en el ataque de Hamás, no quería que nosotros, como sociedad, perdiéramos también nuestra humanidad. Pidió el fin de la guerra, reconocimiento de la humanidad compartida de israelíes y palestinos y la devolución de los rehenes.

Junto con las protestas organizadas por el movimiento pacifista, también ha habido un movimiento de protesta más amplio que reclama el regreso de los rehenes y que, con el tiempo, ha tomado una línea explícitamente antibelicista. En los primeros meses posteriores al 7 de octubre, familiares y amigos de los rehenes organizaron manifestaciones de concientización sobre su difícil situación, con el objetivo de presionar al gobierno. Sin embargo, hace dos meses, este movimiento dio un giro a la izquierda al vincularse con organizaciones contrarias a Netanyahu y anunciar públicamente que habían llegado a la conclusión de que Netanyahu y su gobierno eran un obstáculo para un acuerdo de alto el fuego que pudiera facilitar la liberación de los rehenes. En su lugar, dijeron, lo que se necesita es un movimiento masivo para forzar la salida del gobierno y la celebración de elecciones anticipadas.

Hace unas semanas, cuando las negociaciones entre Israel y Hamás parecían a punto de llegar a un acuerdo, este movimiento de protesta se declaró abiertamente partidario de poner fin a la guerra a cambio de la devolución de los rehenes. Celebraron una de sus protestas masivas de cada sábado en Tel Aviv -a la que asistieron decenas de miles de personas- bajo el lema «Rehenes, no Rafah», y popularizaron el cántico «Kulam Tmurat Kulam» (en hebreo, «[Liberación] de todos ellos, a cambio de todos ellos»), un llamamiento a la liberación de los miles de presos palestinos detenidos en cárceles israelíes a cambio de la de los rehenes israelíes en manos de Hamás.

Este amplio movimiento de protesta ha cambiado el clima político dentro de Israel: los partidos de derecha y extrema derecha que integran la coalición de Netanyahu están perdiendo terreno entre la población. Si bien obtuvieron 64 de los 120 escaños de la Knesset (Parlamento israelí) en las elecciones de noviembre de 2022, según los últimos sondeos hoy solo ganarían entre 45 y 52 escaños. Esto supone un problema para Netanyahu, ya que no solo significa que sería destituido de su cargo, sino que se reanudaría su juicio por corrupción y posiblemente acabaría en la cárcel. Así que tiene un interés tanto político como personal en una guerra prolongada y extendida contra Gaza, como exigen sus socios de coalición de extrema derecha. Sabe que lo más probable es que un acuerdo sobre los rehenes signifique el fin de la guerra. Y que el fin de la guerra signifique el desmantelamiento de su gobierno de coalición y la convocatoria de elecciones anticipadas, con una consiguiente derrota política y la posible pérdida de su libertad personal. Esta valoración es la que ha llevado al amplio movimiento de protesta que pide la devolución de los rehenes a darse cuenta de que Netanyahu es un obstáculo que hay que sacar del medio y no una mera parte interesada a la que hay que convencer.

Los miembros de Standing Together han intervenido en estas protestas masivas -en Tel Aviv, Haifa, Jerusalén, Beer Sheva, Kfar Sava, Karmiel y otros lugares- insistiendo en que el retorno seguro de los rehenes debe ir acompañado del fin de la guerra y de las matanzas de civiles inocentes en Gaza. Además, nuestro mensaje es que la seguridad a largo plazo de ambos pueblos no se conseguirá mediante la guerra, la ocupación y el asedio. Por el contrario, exigimos poner fin a la ocupación y lograr una paz entre Israel y Palestina que reconozca el derecho de todos a vivir en libertad, seguridad e independencia. Hay millones de judíos israelíes en nuestro país y ninguno de ellos va a irse. También hay millones de palestinos en nuestro país y ninguno de ellos va a irse. Este debe ser el punto de partida de nuestra política si queremos imaginar un futuro de justicia, liberación y seguridad.

Standing Together conformó la Guardia Humanitaria para contrarrestar los intentos de la extrema derecha de bloquear los convoyes de ayuda que se dirigen a Gaza. ¿Qué puede decirnos de esta iniciativa?

A mediados de mayo, llamaron la atención imágenes y vídeos de colonos violentos y extremistas, conocidos como Los Jóvenes de la Colina, atacando camiones en el puesto de control de Tarqumia -principal paso fronterizo que conecta territorio palestino ocupado de Cisjordania con Israel- que transportaban alimentos y otro tipo de ayuda humanitaria a la asediada Franja de Gaza. Los camioneros palestinos fueron golpeados y hospitalizados, las bolsas de harina y trigo destrozadas, y los camiones incendiados. Estos violentos ataques recibieron la atención de los medios de comunicación locales e internacionales, sobre todo porque se produjeron frente a soldados y policías israelíes que no hicieron nada para impedirlos.

En respuesta, Standing Together anunció la formación de la Guardia Humanitaria, una iniciativa para juntar a activistas por la paz de todo Israel para actuar como una barrera física entre los colonos extremistas y los camiones, documentar lo que ocurría y obligar a la policía a intervenir. Hasta la fecha, más de 900 personas se han anotado como voluntarios para esta iniciativa. Todos los días, decenas de personas acuden desde Jerusalén y Tel Aviv al puesto de control. Nuestra presencia protectora en el puesto de control de Tarqumia ha permitido el paso seguro de cientos de camiones durante las dos primeras semanas, entregando toneladas de alimentos a la población civil de la Franja de Gaza, donde se está produciendo una creciente hambruna y una catástrofe humanitaria.

El primer día que estuve allí, la policía se vio obligada a apartar a los colonos y permitir el paso de los camiones, cuyos conductores tocaron su bocina en señal de apoyo. Los colonos parecían visiblemente molestos por nuestra presencia y por el hecho de que los superamos en número. Abandonaron el puesto de control, pero nos enteramos por su grupo de WhatsApp de que se estaban reagrupando en la carretera para atacar a los camiones antes de que llegaran al puesto de control. Cuando llegamos a la intersección donde estaban, los encontramos saqueando un camión, destruyendo paquetes de comida y arrojándola a un lado de la carretera. Solo cuando llegamos nosotros, la policía los apartó a regañadientes, permitiendo que el camión destrozado se alejara. Recogimos los alimentos para subirlos a los siguientes camiones. También documentamos los ataques de los colonos y presentamos denuncias, que dieron lugar a que la policía detuviera a algunos de ellos.

Consideramos que la Guardia Humanitaria es tanto una forma de expresar solidaridad con la población de la Franja de Gaza como de librar una lucha por el carácter de nuestra sociedad: nos negamos a permitir que la sociedad israelí se modele según los marcos morales de los fanáticos de extrema derecha que deshumanizan a los palestinos y promueven una política de muerte. Standing Together, como movimiento, está arraigado dentro de la sociedad israelí, con todas sus complejidades, y trabaja para generar cambios en la opinión pública y organizar a los ciudadanos judíos y palestinos de Israel para construir una nueva mayoría dentro de nuestra sociedad, una que nos permita avanzar hacia la paz, la igualdad y la justicia social y climática.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) votó recientemente a favor de elevar el estatus de Palestina en esa organización, mientras que algunos gobiernos europeos han reconocido oficialmente al Estado Palestino. Incluso, Estados Unidos se ha negado a suministrar bombas a Israel para atacar Rafah. Dentro de Israel, ¿hay la sensación de que se está perdiendo apoyo internacional? ¿Qué impacto tiene esto en la opinión pública sobre el gobierno?

La votación de la ONU para dar más derechos a los palestinos en esa instancia, así como la decisión de España, Noruega e Irlanda de reconocer formalmente al Estado palestino, son pasos diplomáticos importantes para reforzar la legitimidad internacional de la lucha por la liberación y el derecho a un Estado palestino. Estoy convencido -y existe un amplio consenso internacional al respecto- de que las resoluciones de la ONU constituyen la mejor base para permitir a los palestinos conquistar su derecho a la autodeterminación nacional, mediante el establecimiento de un Estado independiente con Jerusalén Este como capital y la Línea Verde (la frontera anterior al 4 de junio de 1967) como frontera entre los Estados de Palestina e Israel. Dicho acuerdo de paz tendría que incluir el desmantelamiento de todos los asentamientos israelíes en Cisjordania ocupada, que son ilegales según el derecho internacional; una solución justa y consensuada para los refugiados palestinos basada en las resoluciones de la ONU; la demolición del llamado Muro de Separación construido a principios de la década de 2000; y la liberación de los presos palestinos recluidos en cárceles israelíes, incluidos los más de 3.600 «detenidos administrativos» que siguen en el cárcel sin cargos, juicio ni condena, en algunos casos desde hace muchos años.

Dentro de Israel, los principales medios de comunicación presentan este cambio en la opinión pública extranjera y los acontecimientos diplomáticos como supuestamente dirigidos contra todos los israelíes. La clase política israelí trata de mezclar al gobierno y al Estado con la gente común y presenta las críticas internacionales dirigidas contra la actuación del gobierno de Netanyahu en Rafah como críticas dirigidas contra todos los ciudadanos israelíes, mientras que las acusaciones de crímenes de guerra contra Netanyahu y otros en altos cargos se presentan como acusaciones dirigidas contra todos los israelíes. Esto tiene el efecto de consolidar a la gente en torno del gobierno de Netanyahu, de modo que incluso las personas que critican sus acciones o que buscan una alternativa política se ponen de su lado contra el tribunal de La Haya.

Esto demuestra la importancia de crear un espacio dentro de la sociedad israelí para criticar las políticas del establishment político. Si toda la crítica es externa, o si las críticas confunden al pueblo con el gobierno, el efecto será cerrar, en lugar de ampliar, la brecha entre la mayoría del pueblo y los dirigentes actuales.

En medio de la guerra, se celebraron elecciones locales en las que, por primera vez, Standing Together obtuvo representación en los consejos municipales de Tel Aviv y Haifa. ¿Qué puede decirnos de estos resultados y de su importancia para la construcción de una nueva izquierda en Israel?

El 27 de febrero se celebraron elecciones locales en Israel. Inicialmente previstas para octubre, se pospusieron debido a la guerra. Estas elecciones, que se celebran cada cinco años, determinan la composición de los consejos municipales. En los meses previos a las elecciones, dos nuevos movimientos urbanos, ambos afines ideológicamente a Standing Together, surgieron en Tel Aviv y Haifa para concurrir a esos comicios.

En Tel Aviv, el movimiento local Purple City (Ciudad Morada), encabezado por Itamar Avneri, miembro de la dirección nacional de Standing Together, reúne a una coalición de mayoría de jóvenes urbanos en torno de cuestiones de vivienda y justicia climática. En septiembre, se juntó con otros sectores de izquierda, como el Partido Comunista, un movimiento ecologista local y algunos activistas comunitarios para formar una coalición electoral llamada La Ciudad Somos Todos. Esta coalición obtuvo 14.882 votos (7,6%) en las elecciones y ganó 3 de los 31 escaños del concejo municipal. Avneri, que era el tercer candidato en la lista de la coalición, fue elegido concejal.

En Haifa, el movimiento local La Mayoría de la Ciudad, encabezado por Sally Abed, de la dirección nacional de Standing Together, concurrió a las elecciones y obtuvo 3.451 votos (3%), lo que permitió elegir a Abed como única concejala. Era la primera vez que una mujer palestina encabezaba una lista para el concejo municipal de Haifa. La lista también incluyó como candidato a Orwa Adam, un activista palestino abiertamente gay, algo inédito en la historia electoral israelí.

Ambas listas eran movimientos conjuntos judío-árabes y, aunque organizativa, legal y financieramente independientes de Standing Together -como exigen las leyes electorales-, ambas fueron reconocidas públicamente como acordes con nuestra «marca» política. Estas experiencias exitosas de movimientos electorales organizados desde abajo son importantes para la construcción de una nueva izquierda popular y viable en Israel con raíces en nuestras comunidades, una orientación internacionalista y cimentada en valores socialistas. En los próximos años, este es el principal reto que enfrentamos todos quienes esperamos ver una izquierda combativa en Israel capaz de enfrentarse a la hegemonía institucional dominante y de construir poder alrededor de un proyecto político alternativo.

 

[Fuente: http://www.nuso.org]

 

 

He estado pensando en Moisés y en su ira cuando bajó del monte y encontró a los israelitas adorando al becerro de oro.

Escrito por Naomi Klein (*)

La ecofeminista que hay en mí siempre se sintió incómoda con esta historia: ¿qué clase de Dios es el que está celoso de los animales? ¿Qué clase de Dios quiere acaparar para sí toda la sacralidad de la Tierra?

Pero hay una forma menos literal de entender esta historia. Tiene que ver con los falsos ídolos, con la tendencia humana a adorar lo profano y brillante, a mirar lo pequeño y material, en lugar de aquello que es grande y trascendente.

Lo que quiero deciros esta noche en este revolucionario e histórico Séder [cena ritual del Pésaj o Pascua judía] en las calles es que hay demasiada gente que adora de nuevo a un falso ídolo. Se sienten embelesados por él. Embriagados por él. Profanados por él.

Ese falso ídolo se llama sionismo.

Es un falso ídolo que toma nuestras historias bíblicas más profundas de justicia y emancipación de la esclavitud -la historia misma de la Pascua- y las convierte en armas brutalistas del robo colonial de tierras, en hojas de ruta para la limpieza étnica y el genocidio.

Es un falso ídolo que ha tomado la idea trascendente de la tierra prometida -una metáfora de la liberación humana que ha viajado a través de múltiples religiones a todos los rincones de este planeta- y se ha atrevido a convertirla en un título de compraventa para un etnoestado militarista.

Esa versión de liberación del sionismo político es en sí misma profana. Desde un principio, exigió la expulsión masiva de los palestinos de sus hogares y tierras ancestrales en la Nakba.

Desde un principio ha estado en guerra con los sueños de liberación. En un Séder vale la pena recordar que en ello se incluyen los sueños de liberación y autodeterminación del pueblo egipcio. Este falso ídolo del sionismo equipara la seguridad israelí con la dictadura egipcia y los Estados clientes.

Desde un principio ha producido un desagradable género de libertad que no contemplaba a los niños palestinos como seres humanos, sino como amenazas demográficas, del mismo modo que el faraón del libro del Éxodo temía a la creciente población de israelitas, y por ello ordenó la muerte de sus hijos.

El sionismo nos ha traído a nuestro actual momento de cataclismo y es hora de que digamos claramente: nos ha ido siempre llevando hasta aquí.

Es un falso ídolo que ha llevado a demasiada gente de nuestro pueblo por un camino profundamente inmoral que ahora les lleva a justificar la destrucción de mandamientos fundamentales: no matarás. No robarás. No codiciarás.

Es un falso ídolo que equipara la libertad judía con las bombas de racimo que matan y mutilan a niños palestinos.

El sionismo es un falso ídolo que ha traicionado todos los valores judíos, incluido el valor que concedemos al cuestionamiento, una práctica integrada en el Séder con sus cuatro preguntas formuladas por el niño más pequeño.

Incluido el amor que tenemos como pueblo por los textos y por la educación.

Hoy, este falso ídolo justifica el bombardeo de todas las universidades de Gaza, la destrucción de innumerables escuelas, archivos e imprentas, el asesinato de cientos de especialistas académicos, de periodistas y poetas; esto es lo que los palestinos llaman escolasticidio, el asesinato de los medios de educación.

Mientras tanto, en esta ciudad, las universidades llaman a la policía de Nueva York y se atrincheran contra la grave amenaza que suponen sus propios estudiantes que se atreven a hacerles preguntas básicas, tales como: ¿cómo podéis afirmar que creéis en algo, y no digamos ya en nosotros, mientras permitís, invertís y colaboráis con este genocidio?

Se ha permitido que el falso ídolo del sionismo crezca sin control durante demasiado tiempo.

Así que esta noche decimos: aquí se acaba esto.

Nuestro judaísmo no puede quedar contenido en un etnoestado, porque nuestro judaísmo es internacionalista por naturaleza.

Nuestro judaísmo no puede ser protegido por el ejército arrasador de ese Estado, porque lo único que hace ese ejército es sembrar dolor y cosechar odio, incluso contra nosotros como judíos.

Nuestro judaísmo no se ve amenazado por personas que alzan sus voces en solidaridad con Palestina más allá de las fronteras de raza, etnia, capacidad física, identidad de género y generaciones.

Nuestro judaísmo es una de esas voces y sabe que en ese coro reside tanto nuestra seguridad como nuestra liberación colectiva.

Nuestro judaísmo es el judaísmo del Séder de Pascua: la reunión en una ceremonia para compartir comida y vino con seres queridos y extraños por igual, un ritual que es intrínsecamente portátil, lo suficientemente ligero como para llevarlo a la espalda, sin necesidad de nada más que de los demás: sin muros, sin templo, sin rabino, con un papel para todos, hasta -sobre todo- para el niño más pequeño. El Séder es una tecnología de la diáspora donde las haya, hecha para el duelo colectivo, la contemplación, el cuestionamiento, el recuerdo y la revitalización del espíritu revolucionario.

Así que miremos a nuestro alrededor. Este, aquí, es nuestro judaísmo. Mientras las aguas suben y los bosques arden y nada es seguro, rezamos en el altar de la solidaridad y la ayuda mutua, cueste lo que cueste.

No necesitamos ni queremos el falso ídolo del sionismo. Queremos liberarnos de un proyecto que comete genocidio en nuestro nombre. Liberarnos de una ideología que no tiene otro plan de paz que llegar a acuerdos con los petroestados teocráticos y asesinos de al lado, mientras vende al mundo tecnologías para el robo-asesinato.

Buscamos liberar al judaísmo de un etnoestado que quiere que los judíos tengan perennemente miedo, que quiere que nuestros hijos tengan miedo, que quiere que creamos que el mundo está contra nosotros para que vayamos corriendo hasta su fortaleza y bajo su cúpula de hierro, o al menos para que sigan fluyendo armas y donaciones.

El falso ídolo es ese.

Y no se trata solo de Netanyahu, es el mundo que creó y que lo creó: es el sionismo.

¿Qué somos nosotros? Nosotros, en estas calles desde hace meses y meses, somos el éxodo. El éxodo para salir del sionismo.

Y a los Chuck Schumer [líder de la mayoría demócrata en el Senado norteamericano, cerca de cuya casa se celebraba la concentración] de este mundo, no les decimos: « Deja marchar a nuestro pueblo ».

Les decimos: « Ya nos hemos ido. ¿Y sus hijos? Están ahora con nosotros ».

Texto leído por Naomi Klein el 23 de abril, con ocasión del Séder urgente en las calles, en la Grand Army Plaza de Nueva York, el 23 de abril.

 

(*) Naomi Klein, activista y escritora conocida por libros como « No Logo » y « La doctrina del shock », es columnista de la edición norteamericana del diario The Guardian. Profesora y codirectora actualmente del Centro de Justicia Climática de la Universidad de la Columbia Británica (UBC), su último libro, ya publicado en castellano, es « Doppelganger. Un viaje al mundo del espejo » (Planeta, 2024).

[Fuente: The Guardian – reproducido en  http://www.bitacora.com.uy%5D

 

Escrito por Paulo Sousa

O tema é quase incontornável na actualidade noticiosa. Deve ou não haver um limite, um controlo, do número dos estrangeiros que nos procuram para aqui trabalhar e viver?

De um lado, elogia-se o multiculturalismo que, segundo os seus defensores, ao acrescentar diversidade, valoriza a sociedade que dele beneficia. A isto, acrescentam o imperativo moral de permitir que os refugiados, mais ou menos, políticos, encontrem entre nós as garantias de segurança que não têm nos seus países de origem. Esta facção acha que os entraves à imigração são entraves ao direito de todos poderem procurar uma vida melhor e por isso todas a barreiras físicas, legais ou administrativas são na sua essência desumanas e uma perversa manifestação do cepticismo da direita.

De outro, receia-se que a entrada de gente de outras crenças, tonalidades e hábitos, se misturem com os nossos, e que a prazo venham a desvirtuar aquilo que somos como comunidade. Estes defendem um controlo rigoroso das entradas e até a repatriação de todos os que não passam despercebidos. Acham que as “portas abertas” defendidas pela esquerda, levarão os países anfitriões à sua total descaracterização e, por via da natalidade, à sua substituição étnica e cultural. Como ouvi há uns anos, na altura em que os emigrantes romenos davam muito nas vistas, esta facção aceitaria contribuir para uma subscrição pública que colocasse sapos gigantes de cerâmica em todas as fronteiras romenas, peças essas que estariam voltadas para o interior desse país. Viva a imaginação.

Mas se observarmos toda esta dinâmica num outro ângulo, o que vemos é algo bem diferente. Não vale a pena aqui explicar a lei da oferta e da procura, mas é óbvio que a abundância de mão de obra coloca em vantagem quem a contrata. Ora, são os mesmo empresários, que a esquerda defensora das “portas abertas”, e que por defeito (literal) a todos classifica como desumanos e abusadores, que sai beneficiada com a pressão que as “portas abertas” colocam na oferta de trabalho. Havendo centenas de pessoas acampadas no jardim da Igreja dos Anjos, à procura de algo a que se possam agarrar para sobreviver, serão esses mesmos empresários (a face perversa do capitalismo selvagem) que, apenas e exclusivamente nos dias que deles necessitem, ali os contratarão informalmente e sem a garantia de que no dia seguinte terão trabalho. 

É óbvio que a abundância de imigrantes é excelente para a economia informal e, por consequência, os direitos desses trabalhadores só serão respeitados se estes ganharem poder negocial, o que aconteceria se não fossem suficientes para responder à procura.

Por isso, acho piada sempre que oiço a esquerda radical e a direita populista falarem de imigração.

 

[Fonte: delitodeopiniao.blogs.sapo.pt]

Plusieurs Etats européens ont décidé de renforcer les contrôles aux frontières en vue d’événements ayant lieu sur le Vieux Continent cet été. Cependant, il semble nécessaire d’adopter une approche durable pour la lutte contre le terrorisme au-delà de l’été... et des frontières.

Douane franco-suisse de Moillesulaz, sur la commune de Thônex, en Suisse.

É 

Cet été, l’Europe aura les caméras braquées sur elle. En particulier l’Allemagne et la France, qui organisent successivement le Championnat d’Europe de football et les Jeux olympiques. Les deux pays ont déjà annoncé une accentuation des contrôles aux frontières afin de renforcer la sécurité en vue de ces événements.

La Suisse, elle, organisera mi-juin une conférence pour la paix dans le cadre de la guerre russo-ukrainienne. Emboîtant le pas au couple franco-allemand, la Confédération a déclaré elle aussi renforcer les contrôles douaniers de juin à septembre. La menace terroriste liée à ces trois manifestations est évoquée pour justifier ces nouvelles directives. On peut se réjouir de cette décision prise par le conseiller fédéral socialiste Beat Jans, inédite depuis l’adhésion à l’espace Schengen en 2008, comme l’a souligné Le Temps, et marquant ainsi une rupture dans la politique appliquée jusqu’à présent.

Toutefois, ces mesures cherchent surtout à rassurer les populations pour les encourager à participer aux événements. Et elles révèlent cet aveu tacite: le reste du temps, la libre circulation est également valable pour les terroristes et autres criminels. L’espace Schengen, si longtemps adulé, expose au grand jour certaines de ses limites.

Plus qu’un recours – provisoire – aux frontières, c’est un retour – durable – aux frontières qui s’impose. Et cette exigence est elle-même insuffisante. Frontex, l’Agence européenne de garde-frontières et de garde-côtes, observe une augmentation constante des entrées illégales depuis plusieurs années, avec un accroissement de 17% en 2023 par rapport à 2022. Les chiffres provisoires de 2024 valident cette tendance. En outre, un bon nombre de terroristes étant passés à l’acte sur le sol européen résidaient déjà sur le territoire depuis plusieurs années. Certains y sont même nés. Les exemples ne manquent pas: Merah, Coulibaly, les frères Kouachi, les trois assaillants du Bataclan, ou même encore récemment le jeune afghan ayant tué un policier à Mannheim.

La menace terroriste provient tant de l’intérieur que de l’extérieur. En réalité, l’été festif et sportif annoncé en Europe est aussi celui de tous les dangers. Espérons que les États feront du contrôle des frontières et de la lutte contre le terrorisme de véritables priorités à long terme une fois l’été passé.

 

[Photo : Wikimedia CC 2.0 – source : http://www.leregardlibre.com]

 

 

 

Escrito por Paulo Sousa

O tema é quase incontornável na actualidade noticiosa. Deve ou não haver um limite, um controlo, do número dos estrangeiros que nos procuram para aqui trabalhar e viver?

De um lado, elogia-se o multiculturalismo que, segundo os seus defensores, ao acrescentar diversidade, valoriza a sociedade que dele beneficia. A isto, acrescentam o imperativo moral de permitir que os refugiados, mais ou menos, políticos, encontrem entre nós as garantias de segurança que não têm nos seus países de origem. Esta facção acha que os entraves à imigração são entraves ao direito de todos poderem procurar uma vida melhor e por isso todas a barreiras físicas, legais ou administrativas são na sua essência desumanas e uma perversa manifestação do cepticismo da direita.

De outro, receia-se que a entrada de gente de outras crenças, tonalidades e hábitos, se misturem com os nossos, e que a prazo venham a desvirtuar aquilo que somos como comunidade. Estes defendem um controlo rigoroso das entradas e até a repatriação de todos os que não passam despercebidos. Acham que as “portas abertas” defendidas pela esquerda, levarão os países anfitriões à sua total descaracterização e, por via da natalidade, à sua substituição étnica e cultural. Como ouvi há uns anos, na altura em que os emigrantes romenos davam muito nas vistas, esta facção aceitaria contribuir para uma subscrição pública que colocasse sapos gigantes de cerâmica em todas as fronteiras romenas, peças essas que estariam voltadas para o interior desse país. Viva a imaginação.

Mas se observarmos toda esta dinâmica num outro ângulo, o que vemos é algo bem diferente. Não vale a pena aqui explicar a lei da oferta e da procura, mas é óbvio que a abundância de mão de obra coloca em vantagem quem a contrata. Ora, são os mesmo empresários, que a esquerda defensora das “portas abertas”, e que por defeito (literal) a todos classifica como desumanos e abusadores, que sai beneficiada com a pressão que as “portas abertas” colocam na oferta de trabalho. Havendo centenas de pessoas acampadas no jardim da Igreja dos Anjos, à procura de algo a que se possam agarrar para sobreviver, serão esses mesmos empresários (a face perversa do capitalismo selvagem) que, apenas e exclusivamente nos dias que deles necessitem, ali os contratarão informalmente e sem a garantia de que no dia seguinte terão trabalho. 

É óbvio que a abundância de imigrantes é excelente para a economia informal e, por consequência, os direitos desses trabalhadores só serão respeitados se estes ganharem poder negocial, o que aconteceria se não fossem suficientes para responder à procura.

Por isso, acho piada sempre que oiço a esquerda radical e a direita populista falarem de imigração.

 

[Fonte: delitodeopiniao.blogs.sapo.pt]

 

Ni la migración está en máximos históricos ni el mundo se enfrenta a una crisis de refugiados. Tampoco es cierto que los inmigrantes roban trabajos y abaratan salarios. También es mentira que la inmigración dispare los índices de delincuencia, así como que la llegada de migrantes sea beneficiosa para todos. Hein de Haas, catedrático de Sociología en la Universidad de Ámsterdam, acaba de publicar ‘Los mitos de la inmigración’ (Península, 2024), donde aborda 22 falsos mantras sobre uno de los temas que más divide a la sociedad a nivel mundial y que ha protagonizado algunos de los debates más tensos de cara a las Elecciones Europeas que se celebran hoy. Esbozamos los mitos más presentes en España, donde derecha y extrema derecha han cogido a los migrantes como chivo expiatorio de la degradación del estado del bienestar.

Escrito por Guillermo Martínez

Uno de las grandes mentiras en torno a la migración de las personas respalda que se encuentra en máximos históricos. Nada más lejos de la realidad; “los migrantes internacionales representan en torno al 3% de la población mundial, cifra que se ha mantenido notablemente estable”, responde el también profesor de Migración y Desarrollo en la Universidad de Maastricht.

También hay otra forma de ver esa cifra, y es la que propone Haas: “Si le damos la vuelta a ese número, eso significa que una proporción abrumadora de gente –sobre un 97% de la población– vive en su país natal. Se trata de un dato sorprendente, dadas las inmensas desigualdades que siguen existiendo en el mundo. Así pues, no existe evidencia de que la migración global se esté acelerando”, ilustra en la monografía.

Los mensajes alarmantes sobre la inmigración no dejan de aparecer en medios de comunicación, sobre todo alentados por la derecha y extrema derecha. En España, el PP, la derecha tradicional y liberal, ha seguido la estrategia de endurecer sus discursos en torno a este tema aupados por las opiniones vertidas por Vox, el gran exponente en estos momentos de la ultraderecha en el país. Entre sus lemas, que el mundo se enfrenta a una crisis de refugiados, que nos invaden.

En este sentido, Haas también tiene respuesta: “Los aumentos bruscos recientes en las cifras de estos, así como de solicitantes de asilo en los países occidentales, no reflejan una ‘marea ascendente’ de migración refugiada, sino más bien una respuesta normal y, por tanto, temporal, al incremento de los niveles de conflictividad en unos países en concreto, tras la que esas cifras de refugiados, por lo general, descienden de nuevo, una vez que los conflictos remiten”, comenta en su obra.

Desde su punto de vista, esas representaciones erróneas erosionan la opinión favorable a la protección a los refugiados. Por otro lado, los políticos también tienen interés en afirmar que las cifras de refugiados son insostenibles por lo elevadas, pues eso les proporciona justificación para reforzar los controles fronterizos, para “expulsar en caliente”, de manera ilegal, a personas que llegan en busca de asilo, y para someterlos a un trato duro e inhumano, añade el experto.

Entre las soluciones para aplacar el fenómeno migratorio, algunas voces defienden que el desarrollo de los países empobrecidos reducirá la migración de su población. La tesis, de nuevo, está equivocada. El especialista arguye: “El desarrollo económico en los países pobres lleva a más inmigración, no a menos. La paradoja es que la emigración, por lo general, es mayor en los países y las regiones que ya han alcanzado cierto grado de desarrollo económico, urbanización y modernización”.

El miedo cunde entre una sociedad a la que se le ha robado el futuro. El miedo, también, a veces nos lleva a creer en cuestiones totalmente irracionales, a actuar de manera desmedida. Por eso, no es raro cruzarse con personas que piensan que los migrantes roban trabajos y abaratan los salarios. Según Haas, que la desigualdad haya crecido y la ciudadanía haya perdido gran parte de su poder adquisitivo se debe a “ciertas decisiones políticas deliberadas que han desregulado los mercados de trabajo, han llevado a una disminución de la seguridad laboral, han debilitado los sindicatos, han erosionado los derechos de los trabajadores, han recortado los sueldos y han potenciado la desigualdad salarial”.

La inseguridad es otro de los grandes baluartes que también ha calado en partidos de izquierda para endurecer sus políticas migratorias. Volvamos a los datos aportados en el libro: “Dado que por lo general están muy interesados en quedarse y obtener el permiso de residencia o la ciudadanía, los inmigrantes suelen estar entre los miembros de la sociedad más respetuosos con el cumplimiento de la ley”. Pero también avisa, ya que las experiencias de racismo y exclusión pueden potenciar el desarrollo de unas subculturas conflictivas entre los jóvenes más desaventajados que no han logrado ascender por la escalera socioeconómica y se encuentran atrapados en barrios empobrecidos.

En la otra cara de la moneda se encuentran aquellas personas que se decantan por la opinión de que la inmigración es beneficiosa para todos. En cambio, la mayoría de los estudios muestran un patrón bastante coherente: la inmigración hace aumentar más los ingresos más altos y menos los bajos. “No existen pruebas de que la inmigración cause un recorte masivo de los salarios”, sentencia Haas. ¿Por qué? Porque los inmigrantes no suelen competir por los mismos empleos que los trabajadores locales.

Algunas voces se alzan uniendo inmigración y envejecimiento de la sociedad, además de que pudiera ser una solución a la acuciante despoblación de la España vaciada. De nuevo, la realidad es más fuerte que los deseos de muchos. Tal y como explicita el autor, “la escala general de la inmigración es demasiado pequeña para contrarrestar los efectos estructurales del envejecimiento”. Además, aunque algunos grupos de origen migrante siguen presentando unos niveles de fecundidad por encima de la media, cada vez son más los migrantes que llegan procedentes de países en que los niveles de fecundidad son bajos.

De esta forma, como si de una carrera se tratara, los partidos políticos compiten por ver quién aporta una mayor seguridad infundada a la población. Por eso, no es rara la generalización de la opinión de que los conservadores son más duros con la inmigración. En este sentido, tanto los políticos de izquierda como los de derecha confunden a la opinión pública sobre la verdadera naturaleza de las políticas de inmigración. “Se trata de un acto hipócrita, pero que a la vez pone de manifiesto la tumba que los políticos se cavan a sí mismos a medida que se ven atrapados en sus propias mentiras”, zanja Haas.

Sobre la causa de la inmigración ilegal también hay algunos mitos que desmontar. Por ejemplo, que su origen está en el tráfico de personas. El experto expone en su obra que “el tráfico es una reacción a los controles fronterizos, y no la causa de la migración ilegal”. De hecho, Haas pone el ejemplo de lo que sucedió con la frontera entre España y Marruecos en 1991, que se cerró. “El aumento de los controles fronterizos también se tradujo en una mayor profesionalización del tráfico de personas, y en un aumento de la duración, el coste y los riesgos de la migración, lo que hacía que cada vez fueran más los migrantes que morían durante el viaje”.

Entonces, pensar que las restricciones fronterizas reducen la inmigración tendría que estar descartado, pero no es así entre la población general, y Haas lo sabe y, otra vez, recurre al ejemplo de lo sucedido entre España y Marruecos a finales del siglo XX: “Por desgracia, las restricciones a la inmigración tienden a interrumpir la libre circulación, pues disuaden del camino de regreso. Así pues, cuanto más difícil resulte entrar, más serán los migrantes que optarán por quedarse. Cuanto más hayan invertido en pasaportes, visados o traficantes, más serán sus incentivos para no regresar, por temor a que esa decisión sea irreversible”.

 

[Fuente: elasombrario.publico.es]

Willie Colón es cabeza de cartel del Festival de Salsa de Nueva York, en el que cantarán otras figuras como Oscar d´León, y que tendrá lugar este sábado en el estadio Barclays Center

Parejas bailan salsa en Damrosch Park (Nueva York), en 2016.

 

Escrito por ANA VIDAL EGEA

No todo el mundo sabe que un baile que caracteriza tanto a Latinoamérica nació en Estados Unidos, pero el origen de la salsa como manifestación musical está estrechamente vinculado a la inmigración. En los años 60, el spanish Harlem de Nueva York era escenario de una enriquecedora diversidad cultural, lo que propició la fusión de ritmos afrocaribeños como el chachachá, el mambo y el son cubano; con otros estilos musicales existentes en Estados Unidos como el jazz, el funk y la música soul. El resultado fue una música de alegría contagiosa, al son de trombones y trompetas, que invita al disfrute y al movimiento, y cuyas letras tienen el añadido de servir como fuente de aprendizaje. Un género que sigue vivo en la gran manzana, donde nació el máximo exponente de la salsa en la actualidad: Marc Anthony (de padres puertorriqueños).

Es aquí, en la cuna de la salsa, donde se siguen encontrando buena parte de las mejores academias de baile, de los profesores más respetados y de los conciertos más esperados. Otra buena parte están en Cali, Colombia, considerada la capital mundial de la salsa.

Al principio, la salsa corrió una suerte similar al tango o al jazz, y se consideraba una música propia de clases marginales, pero pronto se expandió a otros barrios, al resto del país y luego fuera de las fronteras estadounidenses. El cortometraje documental Our latin thing (Nuestra cosa latina) dirigido por el estadounidense, Leon Gast, recoge la filmación de la noche en la que se considera que nació la salsa como género: el 16 de agosto de 1971 en el Club Cheetah de Midtown Manhattan.

Fue en una velada donde tocaba la orquesta Fania All-Stars que, con Johnny Pacheco como director artístico, reunía a los mejores músicos latinos de la época. Por ahí pasaron figuras como Celia Cruz, Héctor Lavoe, Willie Colón, Rubén Blades y Eddie Palmieri, todos ahora convertidos en leyendas. A partir de entonces la salsa, un término acuñado para describir la fusión de géneros musicales afrocaribeños, se convirtió en un fenómeno.

Dos años después, Fania All-Stars atrajo a 40.000 personas a un concierto de salsa en el estadio Yankee y uno de los promotores más notorios de la época, Izzy Sanabria, llegó a compararlos con los Beatles. A lo largo de los años 70 surgieron más orquestas y Tito Puente se convirtió en uno de los máximos exponentes del género. Puente, que fue un virtuoso del timbal y ganador de cinco Grammys, dejó un legado de 198 discos a lo largo de sus 54 años de carrera musical y representó la música latina en todo el mundo, clave para la difusión de la salsa.

Más de medio siglo después del nacimiento del género musical que para Celia Cruz fue su bandera y señal de identidad, en Nueva York aún se puede disfrutar de algunas de aquellas estrellas, que todavía siguen vivas. Rubén Blades canta este viernes en el Radio City Hall y Eddie Palmieri dio en mayo dos conciertos en el icónico Blue Note. Willie Colón es cabeza de cartel del Festival de Salsa de Nueva York, en el que cantarán otras figuras como Oscar d´León, y que tendrá lugar este sábado en el estadio Barclays Center, la sede de los Brooklyn Nets (con capacidad para 19.000 espectadores).

La ciudad también ofrece un sinfín de opciones para bailar los que ya son himnos salseros como Periódico de ayer, Llorarás o Pedro Navaja, desde discotecas con música latina como Copacabana, o locales con música en vivo donde se pueden tomar clases de salsa antes de cada concierto, como Club Cache, La iguana o SOB’s. A finales de verano, del 29 de agosto al 2 de septiembre, tiene lugar una de las citas anuales más esperadas para los salseros: el Congreso Internacional de Salsa de Nueva York, que cuenta ya con veinte años de andadura. Un calendario para todo el año porque, para muchos, la salsa es casi una forma de vida.

[Foto: KATHY WILLENS (AP) – fuente: http://www.elpais.com]

Un an pile après sa disparition soudaine, le 25 mai 2023, la salle La Coopérative de Mai, à Clermont-Ferrand organisait un concert-hommage à Jean-Louis Murat. À l’affiche ? JP Nataf, Nicola Sirkis, Jeanne Cherhal, Laura Cahen… et ses proches. Une soirée pudique, digne et pleine d’amour. 

Jeanne Cherhal chante « La Maladie d’Amour » lors du concert hommage à Jean-Louis Murat, le 25 mai 2024.

Par vagues douces ou violentes, en torrents, l’émotion submerge la Coopérative de mai, salle emblématique de Clermont-Ferrand, comble ce soir du 25 mai. Dans la pénombre, une voix au timbre radiophonique si reconnaissable, s’élève. Elle pose des mots sur les sentiments partagés, elle endosse au « je », la douleur collective. Elle raconte une « mort subite« , évoque la « disparition d’un ange« , à chercher, peut-être, « quelque part dans le décor« . « À croire qu’il voulait tester notre amour, le garçon ?« , suppose-t-elle. L’occasion de « lui adresser un immense baiser… sait-on jamais ? ».

Cette voix, c’est celle de la narratrice du concert, la journaliste Pascale Clark. Et bien sûr, elle parle de Jean-Louis Murat, l’Auvergnat devant l’éternel, le bluesman du Sancy, le poète des montagnes, les deux pieds dans la gadoue, hôte fidèle de ces lieux, qu’il fit résonner d’une myriade de concerts fous d’amour, généreux, de la « transe de ses chansons, étirées aux quatre coins de l’âme », de moments dont « on sortait lessivés, un peu ivres et tellement en vie », confesse en préambule l’équipe de la salle…

Alors, pour célébrer le premier anniversaire de sa disparition, le 25 mai 2023, des suites d’une embolie pulmonaire, l’établissement a lancé l’idée de cette communion XXL, si joliment intitulée « Te garder près de nous ». Avec un casting de choix : une kyrielle de proches, de copains, d’artistes avec qui il nourrissait une complicité, de simples admirateurs…

Murat sous d’autres lumières

Il revient à l’évanescente Morgane Imbeaud, ex-Cocoon, Clermontoise, sa complice, d’ouvrir le bal, sur de sublimes paysages cinématographiques, en rase-motte, sur les étendues d’Auvergne, imaginés par Biscuit Production, scénographes de la soirée.

Seule avec sa guitare, elle entonne avec une justesse lumineuse et nimbée de tendresse bleutée, l’incontournable Col de la Croix Morand. Avant de céder le flambeau au cuivré Delano Orchestra de Matt Low sur Mujade Ribe. Puis à Alex Beaupain seul dans le Train Bleu et accompagné de Frédéric Lo sur Fort Alamo… Avec ses joues rebondies, ses yeux rieurs et sa bouche mutine, Laura Cahen reprend avec une gourmandise malicieuse et enfantine le Mont Sans-Soucis… Quand un grand échalas rêveur, à la chevelure de lion indomptée, un poète lunaire, s’installe au piano, en contrepied : c’est Florent Marchet, fan déclaré.

Avant le concert, il nous confiait : « Murat m’a offert une direction, le goût des territoires vierges et celui de la géographie. Dans son sillage, dans la construction de mes histoires, je privilégie toujours le lieu. Je lui dois cet amour des paysages, des mots incongrus… J’aime aussi ses fulgurances dans ses lâcher-prises… » Alors, derrière son instrument-paquebot, le voilà qui navigue sur l’écume des mots d’Un mendiant à Rio, et s’envole, accompagné à l’écran d’une armée de lucioles, dans les tourbillons de son Monde intérieur.

Il y a la reprise nostalgique et élégante, en vidéo, de Jim par Matt Low et Elysian Fields. Et une audacieuse version, colorée et punkoïde, déjantée et gorgée de paillettes de Suicidez-vous, le peuple est mort, signée PAR.SEK.

Avec chaque interprète, les chansons de Murat se parent d’autres lumières. Comme, sous les doigts de Jeanne Cherhal, qui chante au piano avec une infinie délicatesse, La Maladie d’amour. Et dans les cordes de JP Nataf (des Innocents) qui s’attaque au Troupeau et à Gilets Jaunes. Lui aussi nous expliquait son attachement à celui qu’il croisait régulièrement, avec qui il nourrissait une franche camaraderie artistique : « Avec sa séduction absolue, par sa gueule, sa façon de parler, ses visions extralucides, sa poésie et ses audaces folles, il nous a tous décomplexés, nous qui avions du mal avec ces frontières parfois poreuses entre rock et variété. En France, il a rebattu les cartes, avec sa pop lettrée, qui me rappelle, en un sens, Bryan Ferry. »

« C’était un animal libre et ultra-instinctif… qui me manque tant« , renchérit Armelle Pioline, qui donne la réplique à JP Nataf sur Foule Romaine… Avant de donner chair au rarissime Coup de Jarnac, sur la mort de François Mitterrand : « Une scène mortuaire d’une beauté invraisemblable, où il raconte le peuple qui pleure… Un morceau qui me transperce littéralement. Quel trac j’ai, vous savez, de la porter !« , assume-t-elle.

Enfin, la Clermontoise Koum livre une version soul et suave de Si je devais manquer de toi. Et le tant attendu Nicola Sirkis d’Indochine (pour qui Murat avait écrit Un singe en hiver et Karma girls) éclaire avec sobriété J’ai fréquenté la beauté.

Les copains d’abord

Le concert-hommage se déroule comme une histoire, une aventure en Muratie, sans pathos, mais avec dignité, et une émotion taillée à sa mesure.

Sans doute aussi parce qu’il y a là ses plus proches : la touchante Marie Audigier, son ex-épouse et manageuse, qui chante Sentiment nouveau, trente ans après en avoir assuré les chœurs, en duo avec Fredéric Lo. L’amie réalisatrice Laëtitia Masson, qui donne sa voix à L’irrégulière. Le pudique Alain Bonnefont, qui interprète avec une immense pertinence Perce-Neige. L’autre pilier, Jérôme Caillon, qui s’offre aux rugissants Jours du Jaguar. Et puis, eux deux, accompagnés du solide batteur Stéphane Mikaëlian, qui foulent à nouveau, le temps d’une chanson, Le chemin des poneys. « Hey ho, hey ho, c’est nous Les Rancheros ! », clament-ils, pour reformer l’espace d’un clin d’œil, leur bande de quatre mousquetaires musiciens un brin potache… De là-haut, Jean-Louis Murat rigole-t-il avec ses copains ?

Enfin, il y a celui sans qui rien n’aurait été possible. L’homme discret, mais efficace, aux lunettes rouges, retranché derrière ses claviers, l’alter ego musical de Murat, artisan de nombre de ses albums, Denis Clavaizolle, chef d’orchestre de la soirée, d’une élégance rare dans ses arrangements musicaux, joués notamment par son fil Yann (batterie) et Guillaume Bongiraud (violoncelle).

En fin de concert, les larmes d’émotion, et de soulagement roulent sur ses joues, comme sur celles d’autres artistes… En épilogue, la voix de Pascale Clark résonne, avant qu’elle n’apparaisse enfin sur scène : « 25 mai 2024 à la Coopérative de mai… Ce moment restera comme une flamme. À nous de la faire briller. Et ne croyez pas tout à fait ceux qui chantent le lien défait… » Et tous les artistes ici présents de l’entonner justement, en chœur, ce Lien défait. Comme pour l’invoquer. Le convoquer. Et le voilà qui apparaît sur l’écran, en générique de fin, en irrésistible Berger de Chamablanc. Et, à l’évidence, à son sourire éternel, il les reçoit bien, nos immenses baisers !

Par : Anne-Laure Lemancel

 

[Photos : RFI/Anne-Laure Lemancel – source : http://www.rfi.fr]

https://youtube.com/@flavieleger515?si=jKyJEjDlsnXHqYDH

Entrevista a l’escriptor, intel·lectual i pacifista israelià, que acaba de publicar el llibre ‘El preu que paguem’ (Grup 62)

David Grossman (foto: Claudio Sforza)

Escrit per Andreu Barnils

David Grossman és un dels grans intel·lectuals i escriptors israelians. Referent moral de l’esquerra israeliana, advocat de la solució dels dos estats de fa dècades, predicant sovint en el desert el seu pacifisme, molt crític amb el govern de Netanyahu, que veu ple de racistes, és autor de llibres de referència que s’han traduït a trenta llengües. Grossman, que va perdre el seu fill Uri a la guerra del 2006, acaba de publicar El preu que paguem (Grup 62), un breu i interessant assaig que recopila onze articles de premsa recents, d’abans i després del 7 d’octubre. Uns articles que impressionen per tres motius: per l’advertiment de Grossman que negar l’evidència de l’ocupació israeliana podia esclatar a la cara, com ha acabat passant; per la predicció que fa que el govern de Netanyahu serà encara més racista i d’ultradreta; i, finalment, per la defensa que fa d’Israel, del projecte del país, que en cap cas considera que sigui un país colonial, ni que cometi un genocidi, ni que exerceixi l’apartheid. Grossman fa anys que defensa que Israel i Palestina, tots dos, són estats que tenen el dret d’existir al Llevant, l’un al costat de l’altre, tots dos fills del Llevant. VilaWeb va entrevistar Grossman la setmana passada per videotrucada i aquest n’és el resultat.

David Grossman (foto: Dion Nissenbaum / Zuma Press)

La vostra solució seria la de dos estats? Israel i Palestina?
—Sí, crec que hauríem de viure en estats separats, Israel i Palestina, amb totes les garanties per a la seguretat i l’estabilitat de Palestina i d’Israel. Ara mateix no veig una solució millor. Potser en el futur canvia. Hem de separar aquests dos pobles. Necessitem posar una barrera entre nosaltres, perquè, si no, tindrem més i més violència. Si hi ha barreres i bona voluntat al mateix temps, si hi ha tanques, però amb portes que permetin que la gent i les idees i els materials es comuniquin, només llavors podrem començar a sanar.

A la vegada, ni Hamàs ni Netanyahu no estan pas d’acord amb la solució de dos estats.
—Sí. Aquests dos grups són la nostra tragèdia i la nostra maledicció, perquè estableixen criteris amb els quals el corrent mitjà de la població d’Israel i de la població palestina no està d’acord. Però sempre passa igual amb els extremistes. Ells estableixen les regles del joc i t’obliguen a actuar de manera molt més excessiva i violenta que no voldries ni necessites. La resposta serà que cal afeblir Hamàs com a part de l’acord entre Israel i Palestina. Com fer-ho? No en tinc ni idea. Com es fan eleccions democràtiques en els territoris ocupats dirigides per Fatah i al mateix temps s’impedeix que Hamàs assumeixi el poder mitjançant procediments democràtics? Com es fa? No ho sé. Perquè, d’una banda, vols que sigui una democràcia. Per una altra, has de defensar-te. La democràcia ha de defensar-se. I hem de defensar-nos d’Hamàs perquè veiem què són capaços de fer. I això és una cosa que no s’oblidarà fàcilment, per cert. Aquestes coses que vam veure el 7 d’octubre han quedat gravades en els nostres gens. Parlem d’un altre grau de violència i d’odi.

En el vostre llibre pronostiqueu un govern israelià més agressiu, racista i a la dreta. Ho vau dir fa set mesos. Encara ho veieu igual?
—Sí. I després del 7 d’octubre, encara més. Per descomptat, la gent està terroritzada. Tenen por. Ara és molt més fàcil d’estereotipar els palestins. Ja ho veus, mira’ls, són animals, necessitem un líder molt bo. I ells necessiten un líder molt bo que sigui prou fort per a superar les temptacions de la venjança i de l’odi. És molt difícil. Ens enfrontem a una situació gairebé insoluble. Em desespera i, al mateix temps, em fa més ferm en la meva convicció que, si no canviem molt aviat, ens condemnarem a anys i dècades d’odi. I quan odies, et tornes estret de mires. Et tornes violent. Et converteixes en víctima de les teves pròpies pors i del teu propi odi. I per a un jueu en qualsevol part del món, ser una víctima és una de les situacions més terribles possibles. L’hem experimentat tantes vegades en la nostra història. Això impedirà qualsevol possibilitat de tenir una vida normal i estable aquí.

Al llibre parleu de la diferència entre tenir una casa i tenir una fortalesa.
—Els jueus, al llarg de la història, no s’han sentit mai a casa, al món. Sempre hem estat fugint, enfrontant-nos, víctimes de genocidi, de la Xoà. No hi ha hagut sensació d’estabilitat, d’existència sòlida, sia com a individus o com a col·lectiu. Israel estava destinada a ser aquesta llar, el lloc on hauríem de sentir-nos segurs, protegits, on la qüestió de les fronteres entre nosaltres i els nostres veïns fossin clares per a tots dos. Em sap molt greu que, després de setanta-sis anys de sobirania, d’independència, aquesta llar no sigui estable, no sigui segura, encara podem ser atacats en qualsevol moment. Va passar el 7 d’octubre. Encara no hem resolt la nostra relació amb els nostres veïns. Ser ocupants no és resoldre la relació. No vull ser un ocupant. No vull que ningú m’ocupi. I ara sé, que fins que els palestins no tinguin una llar, nosaltres no tindrem una llar. I fins que nosaltres no ens sentim a casa, a la nostra llar, ells no tindran una llar. La gran missió i el gran privilegi per a tots dos seria si tinguéssim un lloc on ens sentíssim com a casa, on solucionéssim la relació entre nosaltres, i que hi hagués una sensació de futur. Ara mateix, aquesta sensació és molt fràgil i inestable. I terrorífica. Aquesta és la meva vida ara. Aquesta és la nostra vida. És com l’infern a càmera lenta. Cada dia arriba una nova mala notícia. Més que dolenta, diabòlica. Hi ha una inundació d’esdeveniments diabòlics, opcions diabòliques, llenguatge diabòlic fins i tot. I és aterridor. L’existència d’Israel és molt fràgil ara. I aquesta és una sensació que no vaig pensar mai que tindria, saps? Havíem de ser la gran superpotència de la regió, tenir el millor exèrcit. I ens sentíem tan forts i invencibles que realment no vam intentar posar fi a l’ocupació. Però els palestins sentien que estaven ocupats i sentien la distorsió. I ens han imposat la necessitat d’enfrontar-nos a la realitat.

El vostre llibre és un crit constant per a alertar els amics que l’ocupació s’havia d’afrontar. Anys alertant-ne. I aleshores, el 7 d’octubre. I la meva pregunta és: ara s’afronta la realitat? L’ocupació? O sou dels pocs que ho fa?
—No sé si sóc un dels pocs. Per a mi és important dir que no considero el que va passar el 7 d’octubre part del drama o la tragèdia del Pròxim Orient. És una cosa que va més enllà de ser humà. És un acte tan bèstia, amb una crueltat tan difícil de creure! Encara estic corprès pel vídeo que vaig veure ahir mateix. El vídeo que es va publicar a tot el món i que mostrava les primeres dues hores de l’atac d’Hamàs als nostres soldats. I creu-me, és una cosa difícil de mirar. Mires aquestes persones, la gent d’Hamàs, i entens que s’excloguin de la humanitat. És impossible de tractar-hi. Així que els excloem de l’equació. Afrontem més l’ocupació? Ara mateix, no. Ara a Israel estem inundats d’una mirada racista, de dretes i fonamentalista que diu que no tindrem mai pau amb aquesta gent, que etiqueta tots els habitants de Gaza com a gent d’Hamàs, cosa que, per descomptat, és un error. Ara mateix, els Estats Units noten que els seus interessos perillen. I ha fet que els Estats Units comencin a pressionar Israel i Palestina perquè comencin un diàleg. Funcionarà? No ho sé. Ja hi ha els Acords d’Abraham, les relacions que s’han signat entre Israel i el Marroc i els Emirats, i amb sort, en un futur molt proper, amb l’Aràbia Saudita. És molt important que hi hagi aquests acords. Situa Israel en una millor posició en l’escenari del conflicte. Però en aquests acords encara manca una cosa: els palestins. No pots fer la pau dels rics ignorant totalment les necessitats i la justícia i el patiment i els errors i la tragèdia del poble palestí. Només quan els posem a l’equació, només quan ens hi relacionem com a iguals, com a éssers humans, amb dignitat, amb desitjos i esperances i somnis, només llavors començarem a reparar l’horrible ferida de la relació que hi ha hagut aquests darrers 56 anys entre nosaltres i els palestins.

El primer ministre d’Israel, Benjamin, Bibi, Netanyahu

Un familiar meu va visitar Israel fa poc. I va ser impactant veure que alguns amics, joves, molt d’esquerres, fins al punt que alguna vegada fins i tot havien votat partits àrabs, portaven armes. Creien que l’estat no complia la seva missió i no els defensava.
—Sí. A tot arreu on vaig, hi veig gent amb armes o amb pistoles. I aquesta realitat no existia fa un any. Però qui encoratja aquest fenomen és el nostre ministre de la Seguretat Interior, Itamar Ben-Gvir, el feixista. I ell, per descomptat, sempre que hi ha un acte de violència en algun lloc entre nosaltres i els àrabs, immediatament hi és, intentant d’aprofitar la situació. Balla sobre la sang, com es diu en hebreu, i encoratja tothom a tenir una arma a casa. Fins i tot, ens va mostrar orgullós la pistola de la seva dona, la mare dels seus fills. Ara, també vull ser just. Hi ha alguns bons motius per a anar amb una arma avui a Israel, perquè la quantitat de violència és tan alta i tan inflamable! I hi ha tants actes de terror (un, dos o tres el dia) que un vol sentir-te protegit. Jo, en canvi, quan veig massa armes, em sento menys segur i menys tranquil. Però això és part de la nostra vida ara. Això és part de la distorsió. Podria canviar si tinguéssim pau amb els palestins.

M’agradaria saber com heu vist els àrabs israelians. Quina ha estat la reacció d’aquesta gent després del 7 d’octubre? I després del bombardeig de Gaza?
—Aquesta és una molt bona pregunta, perquè són conscients de la seva situació especial. Ells són ciutadans israelians i, tanmateix, senten afinitat amb els palestins de Cisjordània i de Gaza, clarament. I quan veuen avions israelians bombardejant Gaza, el seu cor es contrau, per descomptat. També hi tenen parents. Al mateix temps, estaven impactats, no menys que els jueus israelians, després de les atrocitats del 7 d’octubre. No ho volien creure. No volien ser part d’un poble capaç de fer coses horribles, assassines, monstruoses com les que va fer la gent d’Hamàs. Una de les qüestions principals de l’esfera pública israeliana era la relació entre els jueus israelians i els palestins israelians. Doncs ara mateix, gairebé s’ha evaporat. Crec que avui ser un àrab israelià és viure atrapat en una situació i un dilema impossibles. A qui pertanyo? A què dono suport? I per primera vegada, potser, no donen suport automàticament a Gaza, o als habitants de Gaza. Fa uns anys, vaig escriure un llibre sobre els àrabs israelians. Es diu Sleeping on a wire: Conversations with palestinians in Israel. Durant gairebé un any, vaig visitar les seves viles i els assentaments àrabs israelians. Assentaments, no en el sentit de colons, sinó en el sentit de yeshuvim, llocs i ciutats mixtes. I vaig sentir les seves veus i les seves queixes. I deien que no pertanyien aquí i que no es beneficiaven de la democràcia israeliana, la mitja democràcia, que en deien. Ara, quan parlo amb els meus amics àrabs israelians, se senten molt més integrats a Israel, en l’esperit israelià i en la democràcia israeliana. Una vegada, vaig ser amb els habitants d’un poble àrab. La meitat del poble és a Cisjordània, en els territoris ocupats, i l’altra meitat és en territori israelià. I hi havia una gran diferència. Els habitants dels territoris es barallaven, alguns planejaven d’assassinar israelians i eren extremistes. Eren fanàtics. I els àrabs israelians estaven molt més ficats a Israel, l’estat d’ànim israelià, el patró de parla israeliana. Parlaven hebreu, molts d’ells. I no se sentien connectats entre si. Em pregunto quin serà l’impacte en aquest poble, per exemple. Realment, és difícil de predir.

Parleu àrab, senyor Grossman?
—Parlava àrab molt bé fins fa uns deu anys, quan de sobte em vaig adonar que no tenia cap parella amb qui parlar en àrab. El feia servir únicament quan feia recerca en àrab. Però m’encanta la llengua àrab. És una llengua tan bella, rica i amb tantes capes. I s’assembla tant a l’hebreu. És realment una pena que ens privem de la llengua de l’altre.

Ara us demanaré per quatre paraules que utilitzeu en el llibre. Són paraules que pesen, amb significats molt profunds i que s’utilitzen molt darrerament. La primera és “genocidi”.
—Sí, s’ha sentit amb força freqüència. I la gent deia que Israel cometia un genocidi amb els palestins. Doncs bé, el genocidi és una cosa planejada per un determinat poble contra un altre grup. Israel no va planejar res el 7 d’octubre. El 4 de juny de 1967, ens despertem sorpresos per les declaracions dels dirigents àrabs que volen erradicar Israel. I prenem represàlies. En aquests dos casos, reaccionem. Israel va quedar atrapada en la situació que li va ser imposada de manera horrible el 7 d’octubre. I ens va costar uns quants dies recuperar-nos i entendre què passava. I llavors vam començar a prendre represàlies amb molta violència, molt més de la necessària, i d’una manera cruel. I he de dir que entenc algú que pren represàlies amb violència. Si tu vas pel carrer i de sobte algú et clava una bufetada, t’hi tornes immediatament. Vam estar commocionats per les coses que vam veure, que ens va anar d’un pèl de viure un segrest, de morir assassinats, de ser violats, fins i tot. Però la qüestió és què va fer Israel després de la primera setmana de contraatac, o la segona. Doncs, de sobte, aquesta situació es va tornar venjativa, la qual cosa és comprensible però no intel·ligent. I vam començar a destruir i aixafar Gaza agressivament. I això, probablement, va donar a la majoria de les persones la sensació que tornàvem a controlar la situació, que la tornàvem a dirigir. La gent corrent té tot el dret d’actuar en calent, amb la sang bullent. Però això no és el que ha de fer un veritable líder. Un veritable líder ha de planificar les coses amb antelació. Un veritable líder planifica, per exemple, l’endemà. Què fem amb Gaza ara, després d’haver-la aixafat? Qui en serà responsable? Qui s’ocuparà de les necessitats bàsiques de la població? Tot això no s’aborda durant set mesos. Al contrari, es menysté. I això significa que la gent que hem expulsat, els terroristes, no la gent corrent, sinó els terroristes que hem expulsat d’algunes ciutats, d’alguns camps de refugiats, van tornant. Així que, què han de sentir, els pares en dol quan veuen que el seu fill ha mort i ara la gent d’Hamàs torna i hi ha més vessament de sang? I hi ha violència, novament, i res no ha canviat? Han perdut la vida d’un fill, això sí.

La segona idea és: Israel és un estat colonial. Vós responeu a aquesta pregunta en el llibre.
—No som croats. No som colonialistes. No hem ocupat un lloc que no és nostre. Vam néixer en l’estat, en la terra d’Israel. Aquí vam néixer, aquí ens vam originar, aquí vam ser creats com a poble i com a societat i com a religió, com a cultura, com a llengua. El que veieu és el que som d’ençà de fa gairebé quatre mil anys. No som romans, per exemple. En el nostre cor, sentim que això som nosaltres i aquest és el nostre lloc. Això justifica ocupar una terra? Per descomptat que no. Però la terra no va ser ocupada. No ho oblideu. La majoria dels territoris que habitem aquí a Israel, els comprem legalment als àrabs quan comencem a tornar, portats per l’esperit i l’onada del sionisme que pretenia de fer d’Israel una llar. Una llar. Ho dic als meus amics o col·legues palestins. Que nosaltres pertanyem aquí, a l’Orient Mitjà, que no és únicament una espècie d’error geogràfic, o un error burocràtic, sinó que pertanyem a aquest lloc, sorgim dels materials d’aquest lloc, del paisatge, de la terra, dels colors, del vent, de la gent, i aquí farem el nostre futur. I espero que els palestins formin part d’aquest futur i que puguem estar junts com a països veïns, normals.

Palestins desplaçats

L’última paraula, i la feu servir una vegada en el llibre, és apartheid.
—Novament, això no és apartheid. Per exemple, no hi ha matrimonis prohibits entre jueus i àrabs. Hi ha moltes regles que són regles horribles en l’apartheid. Els negres no poden asseure’s en determinats bancs del carrer ni tocar la mà d’un blanc, etcètera. No ho tenim formalment, aquí. Però sí que tenim les nostres maneres de discriminar i amargar la vida als palestins de maneres molt astutes. Però tot és legal, entre cometes. Potser és difícil de creure des de fora, però això no va començar per odi als palestins, sinó per por. Continua com una por. Nosaltres estem terroritzats. Ells estan terroritzats. Totes dues comunitats estan terroritzades l’una de l’altra. I per això actuen de manera extrema i fanàtica. I nosaltres estereotipem l’altre. Nosaltres mateixos ens convertim en un estereotip. Moltes coses poden canviar si hi ha alguns anys de tranquil·litat, de confiança mútua. Però som molt lluny d’això. Cal superar moltes pors, molt d’odi, molts impulsos de venjança per a recordar que això només crearà més i més odi. Quedarem atrapats en aquest odi. I ens convertirem en víctimes encara més profundes de les nostres pròpies pors i del nostre propi odi. Els estereotips són tan forts i insultants!

La idea de l’estat binacional va rebre una altra patacada i va demostrar ser una decisió equivocada, perquè aquestes persones són incapaces, incapaces, de ser bons cosins. I tu vols que es converteixin en bons nebots o germans siamesos? Doncs no poden, no ho volen. Així que, ho sento: la solució ha de ser molt sòbria i adequada a la situació i a la profunditat de l’odi i de la desconfiança. Hem de moure’ns molt, molt a poc a poc, pas a pas i en tot moment actuar contra l’odi arrelat que s’ha desenvolupat durant dècades entre nosaltres i ells. Les possibilitats d’èxit són molt, molt baixes. I, no obstant això, quina altra opció tenim? No podem permetre’ns el luxe de desesperar-nos o rendir-nos. Volem viure aquí. Aquest és el nostre lloc.

Per acabar: esmenteu la idea que potser cal aprendre a ser majoria i no minoria. Que durant segles els jueus van ser una minoria, però que ara a Israel són una majoria. I tal vegada no saben com bregar amb això.
—Sí. És una cosa que sento profundament. En un cert sentit, és fins i tot més fàcil ser minoria, perquè no tens la responsabilitat de tot allò que passa al teu país. Però, per descomptat, tots els grups volen ser majoria i establir les regles. I ara mateix som nosaltres els que establim les regles com a jueus israelians. I el que espero de nosaltres és que recordem els anys que hem estat minoria i hem sofert l’arbitrarietat de la majoria i el sentiment de superioritat que tenien sobre nosaltres. I és realment un gran envit per a nosaltres recordar o començar a actuar com una majoria. No podem fer el que ens doni la gana. És la nostra responsabilitat que la nostra minoria se senti bé, se senti digna, se senti part de nosaltres, senti que nosaltres i ell ens integrem en un. I que ens parlem de manera productiva, creativa, atrevida. Dic això i immediatament he d’afegir que encara som lluny. Però això no és motiu per a rendir-se. Moltes coses van començar de molt lluny. Fins i tot l’estat d’Israel va ser creat per un grup de persones a Minsk, Rússia, fa uns 150 anys o 160. De manera que aquesta opció encara és en els nostres gens, i és latent, i, no obstant això, es pot despertar.

 

[Font: http://www.vilaweb.cat]

El tema de les europees és la relació de les tres famílies respecte de les fronteres, que és la qüestió política dels nostres temps

La primera ministra d’Itàlia, Giorgia Meloni, a la seva arribada al Consell Europeu d’octubre.

Escrit per Joan Burdeus

Les eleccions europees continuen sent aquelles que aprofitem per votar amb el cor en comptes del cap, o fins i tot amb alguna part situada encara més a baix en l’eix vertical del cos. Per sort, la dialèctica de la Il·lustració ja ens va ensenyar que massa cervell pot ser perillós i últimament sentim a parlar d’”intel·ligència emocional” i de “polititzar els afectes”, o sigui que potser està bé escoltar què diuen els cors europeus.

Llegim a tot arreu que bateguen cap a la dreta. Això té a veure amb el fet que a les europees sembla que hi hagi menys coses a perdre i és un bon context per assajar amb els extrems. Les dues notícies que han donat el tret de sortida a la campanya han estat Pedro Sánchez reconeixent Palestina i Alberto Núñez Feijóo reconeixent Giorgia Meloni. Són dos gestos pensats per anar a pescar vot als marges respectius, que ja s’han afanyat a donar-los la benvinguda a les tesis que ells van defensar primer i dir que cal anar molt més lluny, a veure si les excursions a la perifèria fan efecte bumerang. Si alguna cosa es veu bé a les europees és que ara mateix l’eix no es troba entre la dreta i l’ esquerra, sinó entre el centre i els dos extrems.

El tema de les europees és la relació de les tres famílies respecte de les fronteres, que és la qüestió política dels nostres temps. L’alt representant de la Unió Europea per a Afers exteriors i Política de Seguretat Josep Borrell ho va expressar d’una forma especialment diàfana quan va dir que Europa és un jardí i el que hi ha fora és una jungla. La gràcia és que Borrell representa el centre, i el centre s’ha definit durant molts anys contra la protecció. El consens ideològic que va del centredreta al centreesquerra es va forjar en els anys del final de la Història després de la caiguda del mur de Berlín, quan es donava per fet que una forma de govern superior havia estat destil·lada pel progrés i que, com més obríssim les fronteres, més feliçment s’estendria.

Però el progrés funciona amb la lògica de la famosa “destrucció creativa”, i resulta que l’Europa oberta a les forces del mercat, la tecnologia i la migració ha patit transformacions de tota mena que han esmicolat el vell ordre amb guanyadors i perdedors inesperats. Sobretot, la globalització neoliberal impulsada pel centre ha causat estralls en les classes mitjanes autòctones que figurava que aquest mateix centre havia de protegir. El malestar barreja qüestions materials amb qüestions culturals d’una manera difícil de destriar, però s’imposa la sensació que la forma de vida de la classe mitjana europea està amenaçada i cal protegir-la.

Els europeus sentim un desig de protecció molt gran, però ens trobem confusos davant d’una oferta política desgastada i sospitosa.

La dreta té la iniciativa en aquest debat perquè els intents de revolució esquerranosa després de la crisi econòmica del 2008 han estat amortitzats sense grans èxits. L’esquerra de l’esquerra ha governat i ha condicionat governs, però els preus del lloguer i de la cistella del mercat no han parat de pujar i els salaris han pujat molt menys. A més, quan la cosa material no ha millorat, l’esquerra ha invertit molta energia a perseguir la justícia que no obtenia a casa a la resta del món, incrementant el compromís discursiu amb l’alliberament del Sud enfront de l’imperialisme occidental, que, per cert, també és una forma de proteccionisme cultural d’estils de vida nadius. I resulta que l’esclat de les guerres a Palestina i Ucraïna ha demostrat que Occident ja no és el que era. La fi de l’hegemonia americana no està portant un planeta que faci gaire il·lusió. Més que una revolució dels proletariats de les nacions del món units, estem veient un globus dividit entre esferes que competeixen militarment i econòmica de formes cada cop més descarnades com passava entre els imperis al segle XIX.

En aquest panorama, la dreta que fa molt de temps que diu que cal protegir l’estil de vida occidental està trobant el seu moment. Per reaccionar, l’esquerra està començant a buscar una bandera que aglutini un discurs proteccionista propi, que a casa nostra comença a apuntar als turistes i als expats. Les motivacions i els horitzons semblen molt diferents, però les dues ideologies desitgen protegir els “barris de tota la vida” de certes forces externes a la sobirania de la comunitat. Ara bé, com hem vist els últims anys, les línies vermelles d’uns i altres acostumen a caure quan negocien amb el poder. El discurs de Borrell sobre el jardí i la jungla és la prova que el centre intenta adaptar-se al gir proteccionista aprofitant el cinisme i la impotència de la dreta i l’esquerra.

Jo diria que el centre sí que vol protegir una mica més Europa, però per reproduir entre el nord i el sud del continent les mateixes dinàmiques neoliberals que han existit entre el nord i el sud del món; que la dreta vol fer servir la divisió identitària per mantenir unes desigualtats que ja li estan bé, i que l’esquerra ha dimitit de recuperar la credibilitat com a instrument útil contra les forces neoliberals. El resultat és que els europeus sentim un desig de protecció molt gran, però ens trobem confusos davant d’una oferta política desgastada i sospitosa que votem més per anar provant que per compromís amb un diagnòstic i un programa en positiu. El futur serà de qui sàpiga definir millor allò que cal protegir i de qui o què cal protegir-ho.

 

[Foto: Unió Europea – font: http://www.nuvol.com]

Sobre la hierba secaEscrito por Antoni Peris i Grao

Se detiene un vehículo del que baja un personaje que empieza a avanzar por el llano. El cielo es tan plomizo que no se distingue de la tierra cubierta de nieve. Nuri Bilge Ceylan sigue fiel a su estilo y, de hecho, el inicio de Sobre la hierba seca remite al de Lejano (Uzak, 2002), la primera obra que conocimos de él. Si en aquella ocasión seguía a dos personajes de la Anatolia central que buscaban su lugar en Estambul (con la integración de uno y la inadaptación de otro), ahora se centra en un maestro destinado al remoto Este que ansía conseguir plaza en una capital más occidental.

Samet trata de sobrevivir en el rincón helado de Turquía en el que, como relata en la suerte de epílogo, no existe más que dos estaciones, un largo invierno y un breve verano que sirve para revelar la hierba seca y quemada una vez la nieve se ha retirado. Comparte piso con Kenan, un compañero de la escuela, y trata de animarse a sí mismo estimulando a los alumnos más aventajados u obsequiando puntualmente a la clase con algunos pequeños regalos. Pese a su interés por alejarse del pueblo, se esfuerza en su trabajo diario y sus únicos, breves, espacios de solaz son las conversaciones con un par de personajes ajenos al trabajo. Solo la presencia de Nuray, su fuerza de carácter y su atractivo, son capaces de sacudir a Samet de la rutina en la que se siente cómodo.

Sobre la hierba seca

El escenario, sea la meseta anatólica o la frontera kurda, se revela inhóspito como sucediera en Uzak, en Érase una vez en Anatolia (Bir Zamanlar Anadolu’da, 2011) o Sueño de invierno (Kis uykusu, 2014). El contexto, con la omnipresente presencia de policía y ejército, revela la opresión continuada que el deep state turco ejerce sobre la sociedad y, muy especialmente, sobre todo ciudadano díscolo al que se puede tratar, si se considera necesario, de sospechoso, criminal o, directamente, de terrorista.

Ceylan, fiel a su estilo, ayudado por una fotografía que recoge el ambiente malsano y que amplifica la sensación de encierro de los interiores a los espacios de cielo abierto, marca un ritmo sosegado a la historia e incluso en sus momentos más dramáticos evita que los personajes pierdan los estribos. Sin embargo, de modo discreto, va introduciendo la sensación de amenaza, sea como sonido de disparos en la noche, sean comentarios de la autoridad (la referencia de la policía censurando las compañías que frecuenta Samet), la desaparición inexplicada y sospechosa de un personaje o, directamente, el turbio incidente con asalto policial que costó la pierna a Nuray. Son todos ellos incidentes que se intercalan con la historia principal, pero que van definiendo un ambiente constante de malestar social que culmina con la denuncia. Y ahí se sitúa la habilidad de Ceylan, puesto que, a partir del momento en que él y Kenan son acusados, la atmósfera de envidias, recelos y traiciones hará presa en ellos y cambiará su identidad, la imagen que tenían de sí mismos y en la que basaban su relación social.

Hábil es también el trabajo de Ceylan y su coguionista (Akin Aksu, cuyas experiencias dieron pie a la historia) en representar la estrategia de acoso y, en cierto modo, vampirización social que se asume, tal vez, con excesiva cotidianeidad. Más indignados que asustados, Kenan y Samet se entrevistan con el delegado provincial de Educación, pero este, en ese despacho alejado del día a día de los demás, les dispensa funcionarialmente de toda responsabilidad, alegando que la denuncia es banal, pero que deben cuidar sus formas. A partir de ahí, ambos evolucionan de una indignación hacia el misterioso denunciante, de un desconcierto por la ambigüedad de la acusación, a una paranoia ante la sospecha de ser la diana de nuevos golpes y, finalmente, a una estrategia de desprestigio mutuo. Samet pasa de ser un profesor dedicado a un maltratador de alumnos para, finalmente, llevar a cabo, en una fría venganza que lanza contra todo, un plan miserable que humilla a sus dos amigos más íntimos.

Sobre la hierba seca

Sobre la hierba seca acaba por revelarse una historia tan cruel como incómoda para el espectador que puede ver asombrado el cambio de carácter y de actitud de un personaje al que el entorno social transforma de modo tan negativo como radical. En una última vuelta de tuerca, Bilge Ceylan confronta la luz del breve verano con la opacidad hibernal que se adueña de todo, extendiéndose incluso sobre un verano que parece ser un breve espejismo, tras el cual reaparecen la nieve y las heladas. Un invierno que hiela a Samet y a toda la sociedad, un frio que recuerda lo que fue en lugar de lo que pudo ser, lo que será en lugar de lo que podría ser. Aunque Samet pueda finalmente huir del poblado, sabe que seguirá llevando el frio dentro de sí.

 

[Fuente: http://www.miradasdecine.es]

La Querimònia era un pacte entre el país d’Aran i el poder catalanoaragonès que preservava la personalitat del país

Foto: Archiu Istoric Generau d’Aran

Escrit per Marc Pons

Vielha. Església de Sant Miquèu, 25 de juliol de 1313. Fa 711 anys. Els cònsols aranesos (els representants de les comunitats locals d’Aran) es reunien en aquest temple parroquial i elegien una diputació (una representació) que es reuniria amb el rei Jaume II, li presentaria la Querimònia i li prestaria jurament. El país d’Aran, que un segle i mig abans s’havia incorporat a l’edifici polític catalano-aragonès (1150) com a part integrant del comtat de Ribagorça, havia estat, posteriorment, ocupat per la corona francesa (1238-1298) i retingut per la corona de Mallorca-Rosselló (1298-1313). Amb la signatura del Tractat de Poissy (26 d’abril de 1313), Aran retornava a la sobirania dels Bel·lònides de Barcelona, i la societat aranesa entenia que era el moment propici per pactar la promulgació de la Querimònia. Però què era, exactament, la Querimònia aranesa?

Mapa dels pobles preromans / Font: Universitat de Lisboa

L’arrel protobasca d’Aran

La Querimònia era un recull d’usos i costums que s’aplicaven de forma consuetudinària (amb caràcter general i amb consciència d’obligatorietat) des de temps immemorials. La professora Maria Àngels Sanllehy, de la Universitat de Barcelona, una de les investigadores que més ha estudiat aquest text, situa l’inici de la seva compilació (la unificació de la tradició, fins i tot l’oral, i la seva plasmació sobre un document) en el decurs de la centúria del 1200 (un segle abans que el rei Jaume II l’aprovés), coincidint amb la promulgació d’altres usos i costums locals (Barcelona, Lleida o Tortosa, per exemple). Però destaca que els usos que es recullen a la Querimònia, per la seva naturalesa, es remunten a les societats que ja poblaven el territori abans de la irrupció romana del territori (els protobascos del primer mil·lenni abans de Crist).

L’originalitat aranesa

En què es fonamenta l’afirmació de la professora Sanllehy? Doncs en una sèrie de diferències. Els Usatges barcelonins o els Costums lleidatans o tortosins són atorgats (són de nova constitució, en un paisatge social dominat per la recuperació del fenomen urbà) i estan plenament inspirats en els drets gòtic i romà. I, en conseqüència, tenen una naturalesa que prioritza el dret individual a l’interès del col·lectiu. En canvi, la Querimònia aranesa és confirmada; és el recull d’usos i costums propis i ancestrals que es remunten a una època antiquíssima, de la qual no es té cap referent documental, però que s’han conservat i transmès gràcies a uns paisatges socialment estàtics i geogràficament aïllats. I, en conseqüència, té una naturalesa que, al revés de les lleis d’inspiració romana, prioritza els interessos col·lectius al dret individual.

Gravat de Bossòst (finals del segle XVIII) / Font: Cartoteca de Catalunya

La propietat i la Querimònia

En els capítols referits a la propietat, la Querimònia aranesa consagrava un doble model, format per la petita propietat privada (que, a diferència del món feudal català o francès, estava plenament garantida) i la propietat comunal, d’innegable origen neolític (que, també a diferència del món feudal català o francès, quedava blindada). Els cònsols estaven autoritzats a destruir les construccions edificades o els conreus plantats en terrenys comunals. A més, la Querimònia protegia els lots patrimonials familiars. Més enllà de l’existència de l’hereu, instituït per impedir la fragmentació del patrimoni familiar (també a Catalunya), la Querimònia havia compilat la figura de la Torneria (dret de retracte dels parents sobre les cases o finques venudes que tenien origen en la mateixa línia familiar), per impedir que els béns d’un llinatge es disgreguessin.

L’explotació de recursos i la Querimònia

En la qüestió de l’explotació dels recursos naturals és on es manifestava, amb més força, la ideologia comunitària de tradició neolítica que conservava la societat aranesa medieval. Els capítols referits a l’ús de les aigües, dels boscos i de les pastures —la tríada representativa de la propietat comunal— consagraven el lliure ús de les aigües per pescar, per regar i per construir molins, la lliure activitat de la caça i de l’aprofitament de la fusta dels boscos, i el lliure pasturatge als prats comunals. Aquests usos eren extensius a tots els caps de casa del país, la figura representativa de cada una de les unitats familiars i de producció d’aquella societat. Els cònsols, en nom del comú (el govern de la comunitat local), cobraven un import als forasters que volien fer ús d’aquests béns comunals, que s’ingressava a la caixa comunal.

Fragment d’un mapa de Catalunya (1608). Quadrant nord-occidental. Aran / Font: Cartoteca de Catalunya

El servei militar i la Querimònia

En aquest paquet de capítols la Querimònia s’inspirava en el dret català, però les servituds no eren tan oneroses. En el servei militar obligatori (anomenat host i cavalcada), tant els aranesos com els catalans estaven subjectes a aquesta servitud a través del capítol anomenat Princep Namque. Amb tot, si bé els catalans no estaven obligats a seguir el rei fora de les fronteres de Catalunya, els aranesos no podien ser forçats a sortir a combatre fora del país d’Aran, llevat que l’enemic del rei catalano-aragonès fos un baró territorial de la Gascunya (de la vall mitjana o baixa de la Garona) o el mateix rei de França. I mentre la manutenció de la lleva catalana sempre era motiu de debat entre els poders, la manutenció de la lleva aranesa era, a partir del segon dia, a càrrec de la corona. La Querimònia no admetia debats al respecte.

La justícia i la Querimònia

En l’apartat de la justícia era on es posava més de manifest el grau d’autonomia política d’Aran. La justícia reial era pràcticament inexistent. Els cònsols aranesos feien les funcions dels batlles reials catalans (posar pau en els conflictes entre veïns). Els veïns, a diferència del Principat, tenien reconegut el dret de conciliació en qualsevol tipus de conflicte (establir pau i concòrdia sense la participació del cònsol i, encara menys, d’un jutge). I el Conselh Generau, la institució de govern del país, tenia reconeguda la facultat de negociar acords de pau amb els barons feudals dels territoris veïns (tant catalans com occitano-francesos). Aquesta figura, anomenada Patzeria, va ser utilitzada, principalment, en temps de guerra entre els trons de Barcelona i de París, amb l’objectiu de garantir el pas dels ramats d’una banda a l’altra de la Muga.

Representació de Bossòst (inicis del segle XIX) / Font: Blog Quina la fem

La Querimònia més enllà de la Nova Planta

La Querimònia va ser confirmada per tots els reis del tron de Barcelona (1313-1516) i per tots els monarques hispànics (1518-1700). I, després del conflicte successori espanyol (1701-1715), tot i que la societat aranesa havia estat austriacista (destaca el cas de la família de Portolà, l’explorador de Califòrnia), la Querimònia sobreviuria a la Nova Planta (1717), i durant el segle XVIII les províncies forals basco-navarreses i Aran serien els únics territoris d’aquella Espanya borbònica i centralista que conservarien cert grau d’autonomia política. Tot i això, durant el segle XIX (amb governs absolutistes o liberals) els Borbons de torn (Ferran VII, 1827, i Isabel II, 1845) s’esmerçarien a destruir un dels sistemes constitucionals més antics i més complexos d’Europa. En nom d’una Espanya borbònica eternament invertebrada i atàvicament disfuncional.

Gravat de Lleida (segle XVI), la ciutat on Jaume II va confirmar la Querimònia / Font: Institut d’Estudis Ilerdencs

[Font: http://www.elnacional.cat]

Claude Benet | Anem

Escrit per Míriam Almarcha París

Claude Benet (la Guingueta d’Ix, 1950) tenia set anys quan va arribar a Andorra. És lingüista de formació i de professió. Durant quaranta anys ha ensenyat idiomes, a més de ser activista cultural i de participar a la vida associativa d’Andorra. La seva passió per la història i el deure de memòria, tot alhora ho reconeix assumint que “ningú no ha d’oblidar la història sota pena d’estar condemnats a repetir-la”. Per aquesta raó ha donat veu a persones anònimes i protagonistes dels episodis més tèrbols dels anys quaranta, a més d’endinsar-se en els arxius, per entendre millor l’impacte del conflicte mundial sobre el discret Principat d’Andorra.

Traces de la Segona Guerra Mundial a Andorra és un llibre esperat i necessari que fa parlar la muntanya. Tant o més que l’anterior publicació del mateix autor, Guies, fugitius i espies. Camins de pas per Andorra durant la Segona Guerra Mundial (Ed. Andorra, 2009). Hi detalla les xarxes d’evasió que operaven a Andorra, la realitat política i comprometedora d’un país “neutral” a la fi dels anys trenta, els camins que sortien de Tarascon, a l’Arieja, per travessar les muntanyes andorranes, o encara el perfil dels refugiats que escapaven desesperadament els règims autoritaris, sense oblidar el paper determinant de l’emissora Ràdio Andorra.

Angoixants són els episodis traumàtics que visqueren els fugitius confrontats a les trampes de la muntanya. L’autor cita casos ben particulars que no deixen indiferent el lectorat. Claude Benet ha dut a terme una recerca transversal i plural a l’hora de retrobar pistes per qüestionar supòsits. Inicia una pàgina d’història indispensable per a la ciutadania andorrana que, durant gairebé un segle, sembla haver quedat al marge d’un conflicte bèl·lic que no va graciar ningú. On queda la llegenda negra dels morts a les muntanyes d’Andorra?

Les problemàtiques plantejades a l’entorn del Principat d’Andorra són talment corprenedores que qualsevol matís compta. I és aquesta la intenció de l’autor, sospesar detalls per acurar el procés de recerca. Benet apunta que Andorra era el lloc idoni per emprendre les evasions: una zona neutral entre el nazisme i el franquisme, uns amagatalls recòndits al Pirineu, una estructura hotelera important. Quan els refugiats aconseguien vèncer les lleis de la muntanya i confondre els espies, feien una estada a Andorra, per reprendre forces abans d’encarar les següents etapes de l’evasió. Hi varen contribuir l’Hotel Valira (Escaldes-Engordany), el conegut i ja desaparegut Hotel Mirador (Andorra la Vella) així com l’Hotel Palanques (la Massana), un dels “quarters generals” de les xarxes d’evasió. Claude Benet reescriu l’episodi en què la Gestapo hi va efectuar un registre complet, a la recerca d’uns refugiats polonesos. Va ocórrer la nit del 29 al 30 de setembre de 1943. Amb la irrupció de la Gestapo, establerta a la frontera franco-andorrana, on queda la neutralitat d’Andorra?

Claude Benet, Traces de la Segona Guerra Mundial a Andorra, Anem (2023)

Benet detalla les traces que ha perseguit al voltant de l’operador de ràdio Charles Peacock, sergent de la US Air Force, desaparegut a Andorra. Hauria iniciat la fugida pels Pirineus a Las Cabanas, Arieja, i el 24 d’octubre de 1943 hauria començat la caminada amb un grup de francesos, americans i un capità britànic. Cal tenir en compte que “la forma física era més aviat precària, afegida a la dificultat del terreny i a vegades a la inclemència del temps, una alimentació limitada o deficient durant el trajecte i, fins i tot, una indumentària inadequada”, acabaven complicant una expedició a la intempèrie que durava entre tres i cinc dies.

La crueltat de la neu i la intransigència de l’esgotament varen abatre les esperances de Charles Peacock? O bé va caure en mans del feixista italià Also Vechi, un col·laborador nazi que rondava per la zona nord del país? L’excavació arqueològica de la fossa comuna del cementiri de Soldeu –parròquia de Canillo–,  per cercar les despulles d’aquest aviador, va tenir lloc al setembre de 2017.

L’autor apunta que, setanta anys després, la muntanya ha decidit dir la seva, regurgitant restes humanes. L’any 2011, a la frontera entre França i Andorra, tres joves excursionistes van descobrir ossamenta entre les roques i alguns objectes –dues peces de moneda de l’any 1942 i 1943, unes sabates de talla petita i una molla metàl·lica. Es tractava d’un adult i d’un adolescent a qui van disparar per darrere, segons la investigació forense. Les sabates de l’adult van ser furtades per l’assassí? Qui podia haver comès el crim? Un dels guies? Un espia? Benet ens recorda que els contrabandistes, bons coneixedors dels camins de muntanya, també podien exercir de passadors.

Tota expedició hivernal causa l’admiració del lectorat i per això acabarem citant la del jueu Frank Gluck, que va aconseguir passar per Andorra l’any 1942: “El pas des del nostre taller a Andorra, que en temps normal s’hauria pogut efectuar en cinc hores, ens va costar vint-i-vuit hores de caminada contínua. El contrabandista havia patit congelació als dos peus i el metge volia procedir a l’amputació. Afortunadament, aquell jove va sortir indemne en un hospital de Barcelona. L’altre camarada tenia congelació de segon grau a les mans i jo mateix també de segon grau, als talons i als dits. Un cop transcorreguts els deu dies de repòs que van ser favorables a la meva recuperació, vaig posar-me dempeus.” Així retrobem aquesta altra història d’Andorra, justa, digna i dempeus, per fi.

[Font: http://www.laveudelsllibres.cat]

L’autre rive de la mer, le nouveau roman d’António Lobo Antunes, est un livre d’une grande force sur le monde colonial. C’est surtout un texte qui marque une étape dans l’œuvre d’un immense écrivain et qui montre la puissance incroyable de la littérature, des voix qu’elle rend possibles. On y redécouvre à quel point les récits nous aident à affronter la violence du monde, le poids du passé, et à trouver dans la fiction même une mémoire commune.

Antonio Lobo Antunes

Écrit par Hugo Pradelle

On lit António Lobo Antunes comme on rêve. Comme on fait coïncider les épars du réel qui, soudainement, trouvent un sens, non, un ordre plutôt, dans la trame du sommeil. Stupéfiés par une étrange suspension des sensations, englués dans un temps paradoxal, qui avance et ne passe pas, comme dans une sorte d’apesanteur, comme si nos yeux s’étaient détachés de nous. On les lit, on s’y plonge et, soudain, on voit, on saisit ce qui manque, ce qui n’est pas dit, ce qui n’est pas écrit, comme on reconstituerait une immense carte dont il manquerait de petits morceaux. Et les histoires que raconte Lobo Antunes gagnent, par la puissance chaotique des voix qui passent d’un objet, d’une époque, d’un lieu à un autre, une cohérence qui semble impossible. Ses livres paraissent écrits dans une autre dimension de la langue, dans une autre durée, avec des mots qui se détachent d’une nuit opaque.

Ses livres paraissent écrits dans une autre dimension de la langue, dans une autre durée, avec des mots qui se détachent d’une nuit opaque.

Et toujours, en les lisant, le lecteur s’angoisse, s’interroge, se déséquilibre. On se demande de quoi ils parlent, quand les choses se déroulent, qui raconte les histoires, la place que les personnages occupent les uns en regard des autres, ce qu’ils peuvent bien se dire, étrangement présents et absents. C’est que le récit se déporte toujours, se transforme sans fin. Le lecteur fait exactement l’expérience d’un langage métamorphique, totalement altéré. Et pour le comprendre, pour réaliser à quel point ce que son écriture provoque est extraordinaire, presque miraculeux, il suffit de faire confiance aux voix mêmes qui portent les récits, toutes ensembles, comme des lignes ou des courbes qui se croisent ou s’ignorent dans un espace infini.

Car ce qui compte, il ne faut pas s’y tromper, ce sont ces voix, leur chorégraphie, leurs échos, leur diffraction sans fin. Pour savoir de quoi les livres parlent, il faut simplement les écouter, se perdre en elles, se laisser faire. Ainsi, L’autre rive de la mer raconte l’horreur des commencements de la guerre coloniale terrifiante qu’a menée le Portugal en Angola. On est en 1961, les ouvriers, menés par António Mariano, se soulèvent et sont écrasés par l’armée avec une brutalité inouïe. Alors évidemment, Lobo Antunes n’écrit pas un roman historique qui nous raconterait, avec toute la dimension morale qu’on imagine, les débuts des luttes indépendantistes, mais il nous en transmet l’horreur par le devers, comme des bruits dans l’arrière-plan qui contaminent tout dans une sorte de recul terrifiant.

On sait la place de cette guerre et de l’Angola dans son œuvre – depuis ses premiers textes inspirés de son expérience, Fado AlexandrinoLe cul de Judas, puis Connaissance de l’enferLa splendeudu Portugal à Bonsoir les choses d’ici-bas, Jusqu’à ce que les pierres deviennent plus douces que l’eau ou ses Lettres de la guerre – et pourtant ce nouveau roman n’est pas un récit de guerre, mais bien celui de l’abolition du monde colonial. Ainsi, les personnages de L’autre rive de la mer ne racontent pas directement les effrois des combats et de la répression, leurs causes, pas plus que le racisme effarant qui suinte de tous les discours, mais ils racontent, avec une tristesse et une lucidité terribles, ce qu’ils ont perdu avec la fin d’un monde, ce qu’ils ont pensé, senti, perçu à l’époque, mais aussi leurs vies d’avant, leurs souvenirs les plus intimes et l’existence d’après… Ils ne racontent pas un moment de l’Histoire mais comment l’Histoire tourne leurs vies, comment la violence fait basculer leurs sentiments, comment ils cherchent dans une sorte de désespoir effarant « une troisième rive de la mer qu’aucun de nous n’a atteinte ».

Trois personnages prennent tour à tour la parole – la fille d’un colon rapatriée à Lisbonne avec sa domestique Domingas ressasse la perte de sa vie d’avant, ses souvenirs de famille et le désarroi de vivre ailleurs, avec seulement des souvenirs, puis un petit fonctionnaire déchu qui vit avec une Noire albinos dans une sorte d’exil intérieur et se souvient de sa famille et de ce qui pousse les hommes à tout quitter, et enfin un colonel envoyé pour mater la rébellion qui remâche ses échecs, son mariage qui se disloque, ses obsessions sexuelles et ses peurs enfantines. Ces êtres désorientés, égarés d’un côté ou de l’autre d’une mer qui va « en avant et en arrière nous dérobant ce qu’elle s’empresse de nous rendre à ce que nous avons été » et qui  semble infinie, ne racontent rien univoquement. Ils ne jugent pas l’événement historique, mais éprouvent ce que son poids change de leur vie, ce à quoi il les oblige à revenir.

Et en effet, le livre ne s’attache pas à l’Histoire – de peu d’intérêt pour le romancier – mais à la nature même de la fin d’un monde. Le livre raconte ainsi, au-delà d’une réalité historique, d’un jugement qu’on porterait sur elle, le désordre qu’elle provoque dans la psyché des êtres dont elle abolit le monde. Le texte gagne alors une autre dimension, une puissance de réflexion sur la perte, le déracinement, le racisme, les violences et les dominations, la nature, le poids du passé dans le présent, l’éternel retour à l’enfance, aux angoisses de la parentalité et aux violences de la famille, à la place de la sexualité, la violence des rapports entre les hommes et les femmes, la terreur d’une nuit intérieure dans laquelle on se débat et que l’on essaie désespérément de transmettre ou de partager.

Les héros minuscules de cette fresque intérieure s’essaient à trouver une voix propre, à regagner leur existence. Ils expriment la détresse intérieure qui nous ronge face à l’impossibilité de faire coïncider les épars de nos vies. Ils soliloquent ainsi, au bord d’eux-mêmes, fragiles et obstinés, en quête d’une identité impossible, d’une congruence des temps de l’existence qui n’arrive jamais. Mais L’autre rive de la mer – notons que peu de titres de Lobo Antunes ont été aussi clairs depuis longtemps – n’est pas qu’un grand livre sur le monde colonial et ce qu’il fait infuser de trouble dans la vie, une sorte de désaxement existentiel et coupable qui ne cesse de hanter les personnages. Il constitue aussi une étape dans l’écriture du romancier – dont le traducteur explique la densité et l’évolution dans un entretien –, une sorte de simplification ou de clarté narrative entamée avec son livre précédent. »

C’est là que se loge une part du génie de l’écrivain – transmuer le chaos de voix individuelles en un espace mémoriel des expériences qui s’incorpore au lecteur.

Mais ne nous y trompons pas. La répartition des discours intérieurs – ici, sept sections qui font se suivre dans le même ordre les voix des trois personnages (sauf une audace incroyable dans la dernière !) – n’est pas là pour simplifier la vie du lecteur. Car si on les suit plus aisément que dans ses derniers livres, cette clarification masque un effet assez prodigieux de confusion, ou plutôt d’égalité, des temporalité dans le récit. C’est en cela que le livre dépasse son sujet, dans la manière dont il fait s’équivaloir les époques – et en particulier l’enfance qui est à notre avis le vrai sujet de ce texte ! – et conçoit la parole comme un flux permanent dans lequel le passé et le présent se confondent certes, mais surtout dans lequel les points de départ temporels de la parole se déportent et semblent souvent difficiles à repérer.

La complexité des récits de Lobo Antunes donne le vertige. Dans L’autre rive de la mer, le romancier fait s’éclater non pas les discours, comme il le fait toujours, mais bien le lieu d’origine – dans le temps – de la parole. Comme si, après avoir imaginé des volumes de paroles, il les aplatissait soudain pour en faire un plan continu. C’est assez effarant et bouleversant, admettons-le, que d’assister à ce geste qui abolit en quelque sorte le temps du récit ! Le roman devient le lieu d’une succession d’expériences qui distord la temporalité de l’énonciation à l’intérieur même de monologues qui détruisent les frontières entre les époques qu’ils semblent se confier infiniment à eux-mêmes, dans une sorte de grand silence intérieur. Il s’établit alors une continuité narrative paradoxale qui fait revenir dans leurs discours distincts des images, des figures, qui tiennent le récit – des crabes, des mouettes (dix-sept), le vent, les clowns, les manguiers, les néfliers, les albatros, les lépreux au bord du fleuve… Leurs soliloques obéissent aux variétés de la vie, tantôt terrifiants de violence (en particulier autour de la sexualité et celles infligées aux femmes), tantôt grotesques et comiques, comme si ce livre récapitulait aussi en son cœur d’autres textes, très anciens pour certains, de l’écrivain.

L’autre rive de la mer est un grand livre sur la mémoire – de l’existence, de l’histoire, des invisibles, des images, des livres aussi – qui en retirant au récit son ordre, son temps propre, en le diffractant à l’extrême, ne se limite pas à une expérience virtuose. António Lobo Antunes invente des voix pour exprimer la complexité d’un univers, ses contradictions et ses cohérences, pour en dégager une matière qui ressemble beaucoup à une mémoire commune. Car c’est là que se loge une part du génie de l’écrivain – transmuer le chaos de voix individuelles qui se compliquent et se complètent à l’infini en un espace mémoriel des expériences qui les dépasse et s’incorpore au lecteur. Et il faut bien le dire, peu d’écrivains parviennent à cette acmé bouleversante.

 

António Lobo Antunes | L’autre rive de la mer. Trad. du portugais par Dominique Nédellec. Christian Bourgois, 450 p., 24 €

 

[Photo : Jean-Luc Bertini – source : http://www.en-attendant-nadeau.fr]

L’humoriste a été mis à pied par Radio France après avoir réitéré une blague sur Benyamin Netanyahou. Qu’est-ce que cela dit de l’état de notre société?

Guillaume Meurice en 2016 à Dijon

Écrit par Guillaume Grignard

Dans un court article d’une œuvre immense, l’historien médiéviste français Jacques le Goff s’est penché sur le rire au Moyen Âge et nous disait une formule célèbre que l’on peut paraphraser ainsi: «Dis-moi de quoi et de qui tu ris, je te dirai qui tu es».

Depuis les polémiques autour de la blague de Guillaume Meurice en octobre 2023 et son amplification récente qui a amené l’humoriste à être écarté de l’antenne de France Inter, beaucoup a été dit. Plus que jamais, cette discorde largement médiatisée et relayée dit quelque chose sur la France d’aujourd’hui. Cet article a comme objectif de cerner cette problématique par le prisme interdisciplinaire des travaux sur l’humour.

Analyse d’une blague

La littérature spécialisée sur le rire reconnaît en général trois grandes écoles qui appréhendent le phénomène: l’incongruité –utilisée souvent en linguistique– qui explique le rire par le décalage entre ce qui est attendu et ce qui survient; le rire de supériorité –dont on retrouve des traces chez Thomas Hobbes ou Henri Bergson– qui analyse le rapport social entre le rieur et sa victime; et le rire de libération de tendance freudienne qui concerne le lien entre le rire et les tabous.

La particularité de la blague de Guillaume Meurice, qui a comparé Benyamin Netanyahou à «une sorte de nazi sans prépuce», est qu’elle s’inscrit dans toutes les catégories. Il y a à la fois un élément paradoxal, utiliser le mot «nazi» pour qualifier un dirigeant israélien, un rapport particulier entre le rieur et sa cible et une référence à un organe génital.

Le deuxième élément me semble particulièrement intéressant à investiguer. En adressant ce sarcasme au premier ministre israélien, Guillaume Meurice utilise à la fois cet humour d’inversion des rapports de force puisqu’il s’en prend à quelqu’un qui a plus de pouvoir que lui. Il recourt alors à l’humour comme arme des opprimés. Mais en même temps, en osant cette formulation incongrue, il blesse une partie de la communauté juive, traumatisée par l’holocauste. Cette formule humoristique, quoiqu’on en pense à titre personnel, montre bien toute l’ambivalence de l’humour, à la fois arme des plus faibles et alibi innocent pouvant permettre toute interprétation. S’il ne fait aucun doute que Guillaume Meurice n’est ni antisémite, ni auteur d’une blague antisémite comme l’a démontré d’ailleurs la justice en classant sans suite la plainte qui lui était adressée, la blague qu’il a prononcée et réitérée illustre la polarisation que peut générer l’humour.

Des outils linguistiques pour analyser l’humour

En m’appuyant sur un article fondamental pour la discipline par le linguiste Patrick Charaudeau, j’ai établi une grille de codage originale pour mesurer le discours des humoristes lors d’émissions en radio et en télévision. Cette grille s’inspire directement des théories de la supériorité et permet de mesurer la cible et la manière avec laquelle les humoristes ciblent les personnalités politiques.

Appliquée à l’émission Le grand dimanche soir, cette grille démontre comment le spectre politique français divisé en trois grands blocs lors des élections présidentielles 2022 se reproduit et se reconstruit au cours de cette émission. En outre, cette émission est désormais en public, ce qui permet d’intégrer le niveau d’applaudissement et les réactions des spectateurs.

L’analyse s’appuie alors sur des travaux en sociologie pour montrer comment l’émission rassemble un auditoire de gauche pour se moquer à la fois de la majorité présidentielle et des mandataires politiques du Rassemblement national, sur fond de guerre médiatique avec CNews et L’heure des pros, qui se prennent mutuellement pour cible à intervalle régulier.

Pour repartir sur le propos introductif emprunté à Jacques le Goff, cette analyse démontre que la France est un pays profondément divisé aujourd’hui et que l’humour amplifie cette division en accentuant les frontières entre les groupes politiques. Loin d’apaiser les tensions et d’offrir une soupape qui rassemble l’hexagone, l’émission Le grand dimanche soir, tirée par le public présent sur place et les excellentes audiences, rassemble la France progressiste face à l’extrême droite et à la majorité présidentielle. Loin d’épouser ici les approches psychologiques qui voient l’humour comme une forme de guérison, cette émission est plutôt un théâtre politique au contenu foisonnant pour les politologues, qui reproduit le rapport de force à l’Assemblée nationale.

L’humour comme thermomètre démocratique

La polémique autour de la blague de Guillaume Meurice nous invite à tempérer les vertus pacificatrices qu’on attribue régulièrement à l’humour. Au contraire, inspiré par le livre plutôt pessimiste de Bergson et d’autres ouvrages récents qui vont dans la même direction, l’humour apparaît dans ce contexte comme une arme politique de la division qui cristallise les identités entre les groupes et où chaque camp se rassemble contre les autres par l’alibi innocent du comique.

Il m’apparaît important de bien nuancer et préciser le propos. Il ne s’agit pas de dire ici que les humoristes de France Inter ont l’intention de diviser le pays davantage chaque dimanche, leurs intentions sont éminemment bienveillantes. Mais au contraire, il s’agit de montrer comment la division profonde de la société française, conjuguée à la présence du public qui excite le show dominical, s’exporte sur les planches des humoristes qui deviennent malgré eux des figures politiques de leur public. À aucun moment lors de mes recherches, je n’ai rencontré d’humoristes qui étaient sincèrement convaincus de jouer un rôle politique ou qui revendiquaient une quelconque forme de militantisme. Ce ne sont pas les humoristes qui ont un impact sur la société, c’est tout au contraire la société qui impacte leur travail et l’ampleur que prennent leurs blagues.

En conclusion, l’humour apparaît ainsi comme un véritable thermomètre démocratique, de quoi peut-être formuler une loi ou une relation de causalité à démontrer dans de futures recherches : plus une société démocratique parvient à rire d’elle-même, mieux elle se porte. A contrario, plus la société est divisée, moins elle parvient à se rassembler par le rire. L’ambivalence de l’humour apparaît alors comme un outil pertinent pour penser la solidité démocratique d’une société. L’éviction provisoire de Guillaume Meurice de France Inter serait ainsi le signal d’une France profondément divisée et marquée par la haine de l’autre camp, de quoi donner à l’humour un champ particulièrement fécond dans l’optique des élections présidentielles de 2027.

https://youtu.be/hJd03CG4Nbc

Pour la sortie de son dernier film, “Green Border”, nous avons rencontré sa réalisatrice, Agnieszka Holland. Alors que la Pologne a récemment vécu un changement de régime qui a fait souffler une vague d’espoir sur le pays, Holland confesse malgré tout ses inquiétudes quant à la montée des discours d’extrême droite et à l’”annihilation” des personnes migrantes qu’elle voit se profiler à l’horizon.

Agnieszka Holland à Bruxelles en février 2024

Écrit par Gian-Paolo Accardo et Adrian Burtin

Agnieszka Holland est une prolifique réalisatrice polonaise. En plus de cinquante ans de carrière, elle a signé de nombreux succès critiques, notamment ses films Europa Europa (1990) et Sous la ville (2011). Son travail a été récompensé à de nombreuses reprises.

Son dernier film, Green Border (sorti en 2023 en Pologne, en 2024 en France et en Belgique) a été critiqué par l’extrême droite polonaise pour sa représentation du traitement des migrants à la frontière polono-biélorusse. Green Border a reçu le prix spécial du jury à la Mostra de Venise en 2023. Nous l’avons rencontrée lors de la première, à Bruxelles.

Voxeurop : Pourquoi avoir fait ce film ?

Agnieszka Holland : J’ai suivi la situation de la migration de près à partir de 2015, j’ai vu la réaction confuse et lâche, inconséquente, de l’Europe. Mais quand ça a frappé à ma porte, je me suis sentie obligée de prendre la parole, surtout parce que j’ai consacré une grande partie de mon travail à raconter les histoires liées aux crimes contre l’humanité.

Votre film a été très controversé, vous avez reçu des menaces, des attaques … Comment allez-vous aujourd’hui, comment vous sentez-vous ?

Ça va mieux, parce que le gouvernement ultra-conservateur nationaliste qui m’a attaqué a perdu les élections. Bien sûr, ce n’est pas que le pays a complètement changé – ils ont miné les lois et les institutions avec leurs propres lois anticonstitutionnelles et c’est très difficile maintenant de sortir de la situation précédente dans plusieurs domaines. Surtout que le président du pays est toujours issu de ce parti conservateur [le parti Droit et Justice, PiS, extrême droite]. Il ne supporte pas la tentative de changer les lois. [Le combat démocratique] est gagné, mais ce n’est pas facile à traduire en réalité. Par contre, l’atmosphère a changé, mais il y a toujours, 30-35 % de la population qui supporte ce populisme autoritaire, et qui a aussi l’attrait du nationalisme et souvent aussi du racisme. Mais les gens qui ont été voir le film ont réagi avec beaucoup d’émotions et beaucoup de questions honnêtes et importantes. Et c’est ça qu’on a voulu surtout réveiller, cette conscience qu’il nous faut voir en face une situation qui ne se passe pas seulement en Pologne, mais dans toute l’Europe.

Les attaques contre vous se sont calmées depuis ?

Oui, et ce gouvernement-ci n’a plus intérêt à m’attaquer, il m’attaque peut-être à certains niveaux, mais il n’a plus l’autorité pour le faire de façon aussi globale. Mais on vit dans un monde qui est partagé, la société polonaise est très polarisée, un peu comme la société américaine par exemple. Les populistes ont ce talent pour manipuler le cerveau humain au point que les gens commencent à les suivre comme une secte. Vous le voyez avec Trump et ses supporters. Ce n’est pas au même niveau bien sûr, parce que le pays aussi a une autre échelle, mais c’est un peu le cas aussi en Pologne.

Mais en tout cas on a eu un grand succès avec le public, et je pense qu’en posant ces questions, en montrant aussi les êtres humains qui étaient présentés par la propagande comme des terroristes pédophiles, zoophiles, et des armes de Loukachenko, on a réussi à ouvrir le débat, et aussi à réveiller une espèce d’empathie collective.

Justement, en parlant de ce changement de régime, c’est vrai que la politique migratoire était particulièrement violente dans la Pologne de Droit et Justice. Est-ce que maintenant vous êtes plus optimiste ?

Pour l’instant, on ne voit pas de grand changement. Ils ont quand même viré quelques responsables, les plus hauts placés des gardes-frontières qui étaient les visages de cette violence, mais la politique ne change pas, pas beaucoup en tout cas. On fait pression, on discute, on entend que les “push-backs” [refoulements] sont nécessaires mais qu’on le fera de façon humaine, ce qui est un oxymore. Mais bon, au moins ils ne mentent pas, ils ne racontent pas des choses terribles, ils n’utilisent pas le langage nazi et raciste, et on peut discuter avec eux, et on va continuer de mettre la pression. L’opinion publique est plus sensible qu’il y a quelques mois.

Agnieszka Holland à Bruxelles en février 2024. | Photo: ©GpA

Agnieszka Holland à Bruxelles en février 2024

Est-ce que la violence n’est pas aussi nécessaire pour la déshumanisation des réfugiés, une condition essentielle pour que les forces de l’ordre puissent se comporter comme elles le font ?

Oui. D’abord, vous savez, je suis aussi sensible au sujet de la situation des migrants à nos frontières, parce que je connais ce processus qui était entamé par plusieurs pays. Je l’ai reconnu, parce que j’ai fait trois films sur la Shoah, sur les années 1930-1940 et j’ai vu à quel point certaines choses ont commencé à se répéter. D’abord, c’est la sélection, vous décidez qui a le droit de vivre, d’être traité avec dignité. Après, vous déshumanisez ces gens-là. La propagande d’État polonaise était sans honte, le ministre de l’Intérieur a fait cette fameuse – en Pologne en tout cas – conférence de presse, où il a dit que [les migrants] n’étaient pas vraiment des gens, qu’ils étaient d’abord les armes de Loukachenko, des terroristes, des violeurs, des pédophiles et des zoophiles. C’était vraiment pour faire peur, et aussi les priver de voix, de destins individuels, de les montrer comme une masse dangereuse et répugnante. Voilà, après ces refoulements, après ces push-backs, après la violence, le dernier stade c’est l’annihilation, c’est ça qui me fait peur. Parce que j’entends les paroles de certains politiciens de droite, qui parlent ouvertement de l’utilisation des armes contre les réfugiés, aussi bien en Europe – en Italie, par exemple, ou aux Pays-Bas – qu’au Texas.

Qu’est-ce qu’on devrait faire alors, au niveau politique ?

Surtout prendre la situation de face ; analyser, discuter, chercher les raisons, essayer aussi de changer l’esprit des gens, pas en les angoissant, mais en montrant des images aussi positives de la réalité. Parce que quand-même cette Europe qui se rétrécit, qui est un continent en train de disparaître d’un point de vue démographique, qui vieillit, aurait besoin de nouveaux citoyens. Mais je pense que c’est vraiment le dilemme entre le confort et les valeurs. Parce que si vous voyez les conséquences de la situation d’aujourd’hui, vous voyez que le pas suivant c’est de décider par exemple de ne pas seulement repousser les bateaux dans la Méditerranée mais de les bombarder, et de faire une espèce de forteresse où on tire sur chacun qui s’approche et qui peut nous ôter notre confort. Et après c’est la fin de l’Europe de la démocratie, des droits de l’Homme.

Mais certains citoyens européens, en tout cas ceux qui sont sensibles aux arguments de l’extrême droite, sans être forcément des néo-fascistes ou des néo-nazis, ont une vraie peur de ce que les réfugiés peuvent apporter.

Oui, bien sûr. C’est pour ça que je dis que le dilemme est entre le confort et les valeurs. Parce qu’on est très privilégié dans ces pays européens, et on partage le confort dans ces moments-là. C’est un processus similaire au partage des droits. Vous savez, il y a 300 ans le droit appartenait seulement aux hommes blancs, hétérosexuels et riches, et après on a accepté que les enfants aussi avaient des droits, les femmes, les esclaves, les gens de couleurs, les homosexuels … On progresse, mais il y a un “backlash” [“un retour de bâton”].


“Je refuse de parler des migrants autrement que comme des êtres humains qui ont leur vie, leurs choix, leurs besoins – les mêmes, basiques – et c’est notre responsabilité de partager”


Ça veut dire qu’il y a toujours une défense de ceux qui ont le monopole du droit. Et c’est un peu la même situation avec la migration. En tout cas, il faut éviter d’accepter le langage d’extrême droite et des fachos en face. Je refuse de parler des migrants autrement que comme des êtres humains qui ont leur vie, leurs choix, leurs besoins – les mêmes, basiques – et c’est notre responsabilité de partager. C’était d’ailleurs intéressant de voir avec quelle facilité et enthousiasme les Polonais ont ouvert leurs maisons aux réfugiés ukrainiens. La Pologne a accueilli plus d’un million de nouveaux venus, et rien de terrible n’est arrivé ; ça veut dire que le pays ne s’est pas appauvri, au contraire, ça a d’une certaine façon profité à certaines situations économiques. Les gens sont aussi plus généreux. Vous savez, il y a comme un narcissisme chez les gens. Quand ils se regardent dans le miroir – sauf s’ils sont un peu bizarres – ils préfèrent voir le reflet de la beauté sur leur propre visage que le contraire.

Green Border est un film très dur, très violent, et, comme vous dites, qui est assez pessimiste sur ce qu’est l’Europe aujourd’hui. Mais pour vous, qu’est-ce que l’Europe ? Est-ce que c’est quelque chose qui vous paraît encore un beau projet qu’il faut défendre ?

Absolument, c’est un très beau projet, un des plus beaux projets de l’humanité, je pense. Le faire échouer serait un gâchis terrible. On va payer ça avec beaucoup de vies humaines, pas seulement les vies des migrants, des gens venus d’ailleurs, mais aussi de nos citoyens blancs. Je suis assez pessimiste, parce que je pense qu’il est toujours beaucoup plus facile de cultiver le mal que de cultiver le bien. Ici, la responsabilité des autorités ou politiques ou religieuses est énorme, les gens sont perdus dans ce monde si compliqué et plein de défis et d’enjeux différents. La modernité est extrêmement complexe et il y a tellement de dangers que les gens s’y perdent, et ils veulent suivre quelqu’un qui leur dit « nous, on a les réponses très simples à vos questions complexes, on sait ce qu’il faut faire”. Et ces populistes gagnent parce qu’ils donnent exactement cette réponse. Mais la réalité ne change pas, même si on la nomme différemment, elle est toujours là.

 

[Photos : GpA – source : http://www.voxeurop.eu]

La directora polaca, atacada por el Gobierno de su país por su relato del maltrato a los refugiados en la frontera entre Polonia y Bielorrusia, se confiesa esperanzada ante el cambio político en su nación, aunque asustada ante el conflicto en Oriente Próximo

La polaca Agnieszka Holland, ayer en Valladolid. EMILIO FRAILE

Escrito por GREGORIO BELINCHÓN

Sentada en la cafetería de un hotel en Valladolid, el aura que emite Agnieszka Holland testimonia su firmeza y sus convenciones: si alguien piensa que la cineasta polaca va a recular o a dudar sobre su cine, y más si ese alguien es el Gobierno de ultraderecha de su país, anda muy desencaminado. La vida de Holland (Varsovia, 74 años), afamada cineasta y directora de series, candidata al Oscar por el guion de Europa, Europa y a película de habla no inglesa por Amarga cosecha; auctoritasen el audiovisual europeo como presidenta de la Academia de cine del continente, nunca ha sido fácil, y su biografía está marcada por las contradicciones que asuelan su país: su madre, católica, fue miembro de la resistencia polaca en la Segunda Guerra Mundial; su padre, un periodista judío, fue ardiente militante comunista que acabó chocando contra el régimen polaco y se suicidó cuando su hija tenía 13 años. La misma Holland acabó en la cárcel durante la primavera de Praga, donde estaba estudiando, en 1968 por disidente. De ahí que su cine refleje los conflictos que provoca la identidad.

“Y con todo, los peores ataques los he recibido ahora, de un gobierno elegido democráticamente”, advierte. Se refiere a la ola de amenazas e insultos que ha provocado su último trabajo, Green Border, película sobre el maltrato a los inmigrantes en la frontera entre Polonia y Bielorrusia, convertidos en un divertimento que se pasan —vivos o muertos— por encima de las concertinas los guardias fronterizos de un país perteneciente a la UE gobernado por un partido de ultraderecha y los soldados de un dictador títere de Putin. Cuando sirios y afganos pisan Polonia, gritan felices: “Estamos en Europa”, sin ser conscientes de que pisan un terreno de exclusión al que no pueden acceder trabajadores de organizaciones humanitarias: morirán de hambre, frío, ahogados en el lodo o desangrados sin asistencia. Green Border, que se estrenará en España al inicio de 2024, ganó el premio del jurado del pasado certamen de Venecia, para ira de Jaroslaw Kaczynski, presidente del partido ultraconservador con tintes xenófobos Ley y Justicia (PiS) y líder de facto del Ejecutivo polaco, que la definió como “vergonzosa, repulsiva y asquerosa”. El 22 de septiembre Green Border se estrenó en Polonia y ha sido un taquillazo, aunque Holland, que reside en París, tuvo que acortar su visita promocional y llevar escolta. En Valladolid, el filme concursó ayer sábado en la Seminci.

Pregunta. ¿Cómo se siente tras las elecciones del pasado sábado 14 en Polonia [en las que, aunque ganó, el PiS no obtuvo una mayoría suficiente para gobernar, y sí el bloque liberal liderado por Donald Tusk]?

Respuesta. Aliviada. Por otro lado, vivimos momentos convulsos en todo el mundo. Hay un dicho chino que dice: “No vivas en épocas interesantes”. En mi país, ha habido un suspiro de tranquilidad, porque aunque no fuera un régimen totalitario, se comportaba como uno. Ha sido un gobierno inhumano, agarrado a esa idea central del populismo de irradiar odio y que destruye las instituciones. En Polonia así ha sido, y la reconstrucción se antoja complicada, porque han colocado minas en el Tribunal Constitucional, en el Supremo, y el presidente sigue siendo Andrzej Duda. Y corremos el peligro de que, al repararlos, las minas exploten. Por eso se creó la coalición que ahora puede gobernar y llevar a Tusk a ser primer ministro.

Parte de la familia siria protagonista, en un momento de ‘Green Border’

P. Pero usted, hasta ahora, no se había mostrado esperanzada con Tusk.

R. Tusk al menos es un político serio, con gran experiencia y clara determinación y carisma. Es el hombre adecuado. Sí, cometió numerosos errores cuando fue primer ministro, probablemente por arrogante, y eso allanó el terreno para el triunfo del populismo. Sin embargo, ha aprendido rápidamente qué errores no puede repetir. Al menos, eso espero. Por otro lado, no va solo, sino que lidera una gran coalición, y eso es un peligro, por si no cuaja, y una ventaja: no puede comportarse como un rey despótico. Necesita las mismas herramientas que cuando presidió del Consejo Europeo: buscar y negociar compromisos para alcanzar acuerdos. En estas elecciones han votado muchos jóvenes y especialmente muchas mujeres, que buscan una sociedad más inclusiva, en las que se les escuche y se les tenga en cuenta más. Lo que me da miedo es que los políticos, asustados, retornen a las viejas maneras. Ahí entra la responsabilidad de los medios de comunicación y de la sociedad civil.

Es la primera vez en mucho tiempo que he sentido que una película tenía un sentido más allá de lo cinematográfico o de lo estético”

P. ¿No hay una contradicción entre la gran cantidad de gente que vota a la derecha y a la ultraderecha en Polonia y el éxito de taquilla que está disfrutando Green Border?

R. Es curioso, sí. Yo he sufrido olas de ataques agresivos desde el partido y los seguidores de Kaczynski. Incluso mucha gente de la coalición de Tusk estaban asustados y me decían que lo mismo no tenía que estrenar durante la campaña electoral. Por suerte, su vida arrancó en el festival de Venecia y eso le dio una oportunidad. Sin la Mostra creo que ni siquiera hubiera podido terminarla. Con la campaña de haters que sufrí desde su proyección en el certamen, temí que la campaña se asemejara a la de 2015, que se centró en el odio a migrantes y refugiados, y los partidos de la oposición encararon con timidez estos asuntos. Yo creía que teníamos que afrontarlos en el debate público más allá de la odiosa narración del terror. Por eso mi película humaniza la historia.

Agnieszka Holland, en el rodaje de ‘Green Border’ a inicios de 2023

P. Los migrantes no son solo números.

R. Exacto. Decidimos estrenar, recibimos el ataque furibundo inicial apoyado en oleadas informáticas en redes sociales que al inicio funcionaron bien. Pero exageraron tanto que el odio se convirtió en algo tan absurdo y fuera de lugar que la gente lo rechazó. Me he dado cuenta en los coloquios posteriores a las proyecciones de que Green Border sirve como terapia colectiva, porque querían hablar de temas humanos y no cinematográficos. Es la primera vez en mucho tiempo que he sentido que una película tenía un sentido más allá de lo cinematográfico o de lo estético.

P. La primera vez que oyó la expresión “Solo los cerdos se sientan en el cine”, que inventó la resistencia polaca contra quienes veían cine nazi, en relación a su película, ¿qué sintió?

R. Se supone que la dijeron los guardias de fronteras antes del estreno, cierto. Al menos así lo comentó el presidente Duda en la televisión. Lo primero que pensé fue que habían cometido un error enorme. Porque sí, habrá un 30% de polacos, sus votantes, a los que puedes soltar cualquier cosa. Pero el resto de la población se sintió inmediatamente ofendida, les estaba llamando nazis. Se convirtió en el objeto de millones de chistes, en carne de meme, hubo hasta gente que fue a las salas con caretas de cerdo. Espera, mira.

Holland saca el móvil y busca una foto. En ella se ve al presidente polaco sonriente en un cine, y a su lado, en cada butaca, un cerdito rosa.

P. ¿Mantiene su denuncia de difamación contra el ministro de Justicia por llamar nazi a su película?

R. Sí, solo ha cambiado la cantidad de dinero que pido. Ahora le pido 30.000 euros que, obviamente si gano, no serán para mí.

Una imagen de ‘Green Border’, de Agniezska Holland

P. Usted ha reflexionado en su cine sobre el hecho de ser judío, su madre salvó durante la guerra a decenas de judíos y por eso recibió la medalla israelí de Justo entre las Naciones, que honra a los no judíos que ayudaron durante la persecución nazi… ¿Qué siente ante el conflicto en Oriente Próximo?

R. Me siento realmente mal. Es la crónica de una muerte anunciada. Me asusta la cantidad de políticos israelíes que han estado completamente equivocados en las últimas décadas. También es cierto que no ha habido un político o partido palestino creíble en cualquier diálogo. Netanyahu es una tragedia para Israel. Lo que él ha hecho exactamente es igual que lo que pasaría si Rusia atacara a Polonia. Porque Kaczynski creó un caldo de cultivo donde solo sus intereses y sus reflexiones cuentan, y la realidad ni importa. Netanyahu ha polarizado la sociedad israelí y ha destruido su sistema judicial para protegerse. La tragedia de los palestinos es que nadie les quiere. Israel está bombardeando Gaza, devenida en gueto, y empujando a su población hacia el Sur, y Egipto no abre el paso fronterizo. Los palestinos han sido traicionados por todos y por eso están ahora a merced de los terroristas, porque la desesperación y la rabia crecen, y eso alimenta al terrorismo. Tengo miedo de que esta vez sí, esta vez estemos viviendo el inicio de una guerra global.

Holland, en Valladolid. EMILIO FRAILE

P. ¿Pueden hacer algo más los Gobiernos europeos?

R. No creo, porque nadie tiene una solución rápida. Cuando los acuerdos de Oslo, tuvimos a Arafat y a Rabin; ahora están Hezbolá y Hamás en un lado, y, en el otro, Netanyahu y sus jodidos nacionalistas. ¿Qué hacemos con esto? Necesitamos políticos con grandes miras, que piensen más allá de sus mandatos de cuatro años, con aproximación humanística a los problemas e imaginación artística.

Cuando los acuerdos de Oslo, tuvimos a Arafat y a Rabin; ahora están Hezbolá y Hamás en un lado, y en el otro Netanyahu y sus jodidos nacionalistas”

P. Su filmografía, ¿no es una gran clase de Historia?

R. No sé. La Historia es una gran profesora, pero ¿quién la escucha? Siempre me he visto como una pequeña alertadora que señala los peligros. Una película no va a cambiar el mundo. Aunque hace poco oí una frase de Vasili Grossman. No sé si la dijo o la escribió, pero era algo así como que la vida no es la lucha entre el bien y el mal, sino que la vida es la batalla entre el mal y diminutos granos de bondad que hay en el ser humano. Y si esos granos perviven, la humanidad no estará perdida. Mi ambición es ser uno de esos pequeños granos. Por lo demás, soy pesimista, porque desafortunadamente la humanidad ha olvidado la lección que nos dejó el Holocausto. Aquella vacuna ha desaparecido. Llegará un nuevo desastre que nos enseñará, otra vez, que si queremos sobrevivir, tenemos que colaborar.

[Fuente: http://www.elpais.com]